Las últimas semanas los yihadistas del Estado Islámico
trasladaron sus operaciones de Medio Oriente y Europa a nuevo frente de batalla
en el Sudeste Asiático atacando a Filipinas y obligado a Estados Unidos a
intervenir para contener sus actividades.
El terrorismo yihadista no es un fenómeno nuevo en
Filipinas. En la década de 1960 surgió un grupo separatista de ideología
marxista: el Frente Moro de Liberación Nacional que reivindicaban el derecho a
la autonomía de la población musulmana de Filipinas.
Los insurgentes pretendían la creación de un Estado socialista
islámico (Bangsamoro) en territorios filipinos que comprendían la porción sur
de Mindanao, el Archipiélago Sulu y Palawan, región habitada mayoritariamente
por musulmanes.
En 1984, unos sectores de insurgentes
predominantemente islamistas se separaron para crear el Frente Nacional de
Liberación Islámica liderado por Kashim Salamat.
En 1991, con el regreso a Filipinas de algunos
combatientes muyahidines que habían luchado en Afganistán contra los soviéticos,
se separó un grupo comandado por el imán Abdurajak Abubakar Janjalani, quien
habría estado en contacto con Osama bin Laden. El nuevo grupo tomó el nombre de
Al-Karakat Al-islamiyya, más conocido como Abu Sayyaf, denominación que en
árabe viene a significar algo así como “Padre
del fabricante de espadas”.
El nuevo grupo islamista pretendía crear un Estado
islámico en basado en el salafismo más extremo y en el cumplimiento estricto de
la sharía o ley islámica.
En 1996 falleció Janjalani y el liderazgo entró en
disputa hasta que se impuso Isnilon Hapilon Totoni al frente de la organización
y convirtió al grupo en una franquicia de la red Al Qaeda.
ISNILON HAPILON
El terrorista yihadista Isnilon Hapilon Totoni, nació
el 18 de marzo de 1960, en la localidad de Bulana Barangay, municipio de
Lantawan, provincia de Basilán, en la República de Filipinas.
En los años ochenta, Isnilon se graduó de ingeniero en
la Universidad de Filipinas. Además, del inglés Isnilon domina varios dialectos
filipinos: el joloano, el tagalo y el yakán, lo que facilita sus actividades de
liderazgo y propaganda entre la población campesina. Las autoridades de
Filipinas aseguran que ha viajado a Arabia Saudí y Malasia.
Isnilon Hapilon Totoni figura en la lista de los diez
terroristas más buscados por el FBI que ofrece una recompensa de cinco millones
de dólares por su captura.
Hapilon fue herido, en abril de 2013, durante una
operación llevada a cabo por el ejército filipino contra una base del grupo
yihadista. Aunque las fuerzas militares dieron muerte en esa operación a ocho
terroristas de Abu Sayyaf, Isnilon fue evacuado del lugar por sus hombres y se
recuperó sin mayores secuelas de su herida.
Sin embargo, circula la versión de que posteriormente
el líder yihadista filipino habría sufrido un accidente cerebro arterial que sí
le dejó secuelas permanentes. No obstante, esa información no ha podido ser
confirmada.
ABU SAYYAF
La franquicia de Al Qaeda en Filipinas pronto se
mostró muy activa y violenta desarrollando una guerra de guerrillas combinada
con atentados explosivos y recurriendo a los secuestros de extranjeros para
obtener rescates con que financiar sus actividades. En los casos en que el pago
del rescate se frustraba por algún motivo los terroristas filipinos no dudaban
en decapitar a sus víctimas. Veamos algunos de los hechos de mayor
trascendencia llevado a cabo por este grupo terrorista.
El 27 de mayo de 2001, Abu Sayyaf, secuestró a 17
filipinos y tres ciudadanos estadounidenses en el centro vacacional “Dos Palmas” situado en Palawan. Los
tres estadounidenses eran Guillermo Sobero, nacido en Perú, y el matrimonio
compuesto por Martín y Gracía Burnham, misioneros cristianos. El 11 de junio de
2001, un vocero del grupo yihadista, Abu Sabaya, declaró que Guillermo Sobero
había sido decapitado como un regalo de cumpleaños para la presidente filipina
Gloria Macapagal Arroyo. El 7 de octubre de 2001, se recuperó el cráneo de
Sobero en la isla Basilan.
En junio de 2002, Martín Burnham falleció cuando
tropas filipinas intentaban liberarlo. Afortunadamente, su esposa Gracia,
aunque herida, fue rescatada y posteriormente repatriada a los Estados Unidos.
El 27 de febrero de 2004, Abu Sayyaf llevó a cabo un
atentado explosivo contra un ferry en la bahía de Manila que terminó en una
tragedia. Como producto del ataque terrorista fallecieron 137 de los 877
pasajeros del navío.
El atentado se llevó a cabo el mismo día que un
tribunal filipino condenó a cadena perpetua a Héctor Janjalani y Muhammad
Ajijon, dos prominentes miembros de Abu Sayyah, por el secuestro y muerte de
los tres estadounidenses secuestrados en 2001.
El 29 de agosto de 2005, terroristas de Abu Sayyaf
atentaron con un artefacto de fabricación casera contra otro ferry en el puerto
de Lamitan, situado en la isla Basilan, a unos 900 kilómetros de Manila. El
saldo esta vez fue de tan sólo 30 heridos, entre ellos 9 niños.
El 21 de septiembre de 2015, terroristas de Abu Sayyaf
secuestraron turistas de un complejo de lujo de la isla de Salman, se trataba
de dos canadienses Robert Hall y John Ridsdell, el noruego Kjartan Sekkingstad
y la filipina Marites Flor.
Los canadienses fueron de capitados porque su gobierno
se negó a pagar un rescate de 11,5 millones de dólares.
El noruego Sekkingstad, de 57 años, fue liberado meses
después de que su gobierno pagara 600.000 dólares como rescate. La filipina
Marites Flor fue liberada en junio de 2015 sin pago de rescate.
Abu Sayyaf también practica la piratería marítima en
aguas circundantes a las Filipinas, convirtiendo al mar de Joló o mar de Sulu
en una de las rutas de navegación más peligrosas del planeta.
El 5 de noviembre de 2016, por ejemplo, los yihadistas
atacaron el velero de turismo de dos navegantes alemanes; Juergen Kantner, de
73 años, y su esposa de 59 años.
Los terroristas asesinaron a la mujer en el velero
cuando amago resistirse y secuestraron a Juergen por quien reclamaron un
rescate de 600.000 dólares. Ante la negativa del gobierno alemán de pagar
rescate, el 27 de febrero de 2017, los terroristas de Abu Sayyaf decapitaron a
su rehén.
ABU ABDULLAH AL -
FILIPINI
El 24 de julio de 2014, los grupos yihadistas abu
Sayyaf y Dawlah Islamiya (también conocido como Grupo Maúte o Estado Islámico
de Lanao) se unieron y prestaron pleitesía de obediencia a Abu Bakr
al-Baghdadi, líder del Estado Islámico en Siria e Irak. A partir de ese momento,
Isnilon se convirtió en Emir del Estado Islámico en Filipinas y tomo el nombre
de Abu Abdullah al- Filipini.
El nuevo grupo mantiene vínculos con otros grupos
yihadistas de la región que también rinden obediencia al Estado Islámico, como
Mujahidin Indonesia Timur y Jemaah Islamiyah.
EL GRUPO MAÚTE
El Grupo Maúte, cuyo nombre real es Dawlah Islamiya
fue fundado, en 2012, por los hermanos Abdullah y Omar Maúte, que hasta
entonces eran conocidos como delincuentes comunes.
La ciudad de Butig, Lanao del Sur, es el cuartel
general del Grupo Maúte. Es también bastión del Frente Moro de Liberación
Islámica y ambos grupos están vinculados por lazos tribales, de sangre o
matrimonio. Los propios hermanos Maúte fueron miembros del Frente Moro de
Liberación Islámica.
Entre sus acciones terroristas más cruentas se cuenta
el atentado explosivo realizado, el 2 de septiembre de 2016, en un mercado
nocturno a lo largo de la avenida Roxas, en el distrito central de negocios de
la ciudad de Davao, que arrojó un saldo de 15 muertos y 70 heridos. Pero el
hecho más relevante, que habla de la peligrosidad de este grupo terrorista es
el ataque a la ciudad de Marawi.
LA BATALLA DE
MARAWI
La mayor operación guerrillera de este grupo se inició
la tarde del 23 de mayo pasado, contra la ciudad de Marawi, en la región
autónoma suroccidental de la isla de Mindanao.
Los terroristas del Grupo Maute ingresaron a esta
ciudad de 200.000 habitantes fuertemente armados y enarbolando sus banderas
negras. En esa región reside la mayor parte de la población musulmana de
Filipinas, un país principalmente católico.
Los terroristas lograron ocupar aproximadamente el
diez por ciento de la ciudad.
De inmediato, el presidente filipino Rodrigo Duterte,
declaró la ley marcial en toda la isla de Mindanao al tiempo que instruía a las
tropas del Ejército a que terminaran con los insurgentes a cualquier costo y
sin preocuparse por la ley.
No obstante, los soldados filipinos no pudieron
recuperar el control de la ciudad y se vieron empantanados en duros combates de
localidades. Tras 17 días de violentos enfrentamientos callejeros, según
informaron las autoridades filipinas, han perdido la vida al menos 58 soldados,
unos 138 yihadistas y un número indeterminado de civiles.
No obstante, cientos de yihadistas filipinos y
extranjeros atrincherados en túneles y sótanos resisten con ferocidad los
ataques aéreos y los asaltos terrestres de las tropas filipinas. Los yihadistas
retienen a 400 civiles como escudos humanos y al menos unas dos mil personas se
encuentran en la zona de combate soportando el fuego cruzado sin poder
retirarse.
La gravedad de la situación obligó al gobierno
estadounidense a intervenir para impedir que el Estado Islámico establezca una
cabecera de playa en Filipinas. Como primera medida, Washington envió un
embarque de armas: 30 fusiles de asalto M4, 200 pistolas Glock 21, 4
ametralladoras Dillón M134D con sistema Gatling y 100 lanzagranadas M203.
Como esto no fue suficiente para que las tropas filipinas
controlaran el foco insurgente, el Pentágono desplazó a esa ciudad un número
indeterminado de hombres pertenecientes a sus fuerzas especiales para colaborar
con los filipinos en la lucha. No obstante, por el momento, parte de la ciudad
de Marawi permanece en poder de los yihadistas.
CONCLUSIONES:
Los grupos que ejercen la franquicia del Estado
Islámico en Filipinas: Abu Sayyaf y el Grupo Maúte mantienen el mismo nivel de
radicalización, violencia y desprecio por la vida humana que se observa en
Medio Oriente. También apelan a los mismos métodos: atacantes suicidas,
decapitaciones, ejecuciones de rehenes y de población civil que se ve en Siria,
Irak o Libia.
Desde comienzos de 2016, las evaluaciones occidentales
de inteligencia registran un nivel creciente de coordinación entre las
actividades de los yihadistas filipinos y sus homólogos del Estado Islámico en
Medio Oriente.
Los vínculos entre ambas ramas del Estado Islámico
explican la cada vez mayor presencia de combatientes de Medio Oriente en las
filas de los yihadistas asiáticos.
Si el ejército filipino no demuestra capacidad para
controlar la amenaza terrorista en su territorio se hará necesaria una mayor
presencia militar estadounidense en forma permanente para conjugarla.
De ahora en adelante, habrá que considerar al sudeste
asiático como un frente de batalla cada vez más importante en la guerra contra
el terror.
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