sábado, 31 de agosto de 2019

EL KIRCHNERISMO INTENTA UN GOLPE DE MERCADO



El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández teme una posible recuperación del presidente Mauricio Macri y la eventualidad de una segunda vuelta a las elecciones presidenciales del 27 de octubre e intenta impedirlo con una suerte de golpe de Estado económico.

A lo largo del tiempo, el peronismo ha demostrado una singular vocación de poder que lo ha llevado además de otras formas antidemocráticas a impulsar una suerte de golpes de Estado civiles, al menos en dos ocasiones.

La primera de ellas fue en 1989, cuando una vez electo Carlos S. Menem, los peronistas desestabilizaron de tal manera al país que el presidente radical Raúl Alfonsín debió “resignar” su cargo seis meses antes del fin de su período presidencial.

De acuerdo con un estudio hecho por la Fundación Nueva Mayoría​, durante la hiperinflación de 1989, tuvieron lugar 676 saqueos de comercios de alimentos entre el 16 de mayo de 1989 y el 9 de julio del mismo año. De ellos 433 fueron en mayo, 164 en junio y 79 en julio. Los saqueos y disturbios se dieron en todo el país, principalmente en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza, dejando un saldo de 14 muertos y 80 heridos. En tanto que la inflación en el último mes de Alfonsín alcanzó al 95,6%.

La historia se repitió en diciembre de 2001 cuando el presidente Fernando De la Rúa fue erosionado y desestabilizado de tal manera que debió dejar su cargo dos años antes del fin de su mandato. Es cierto que De la Rúa no dejó errores sin cometer, como el alejar a su vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez y poner al frente de la economía a Domingo F. Cavallo.

Pero el país terminó pagando un alto costo para que el peronismo volviera al poder en la figura del caudillo bonaerense Eduardo Duhalde. La crisis económica y política terminó con la convertibilidad y en la devaluación siguiente los ahorristas en dólares perdieron más del 33% de su capital. El país cayó en la recesión, el gobierno redujo los salarios de los trabajadores del Estado y las jubilaciones en 13%, la clase media además fue castigada con la imposición del I.V.A. a la televisión por cable, la medicina prepagada, la educación privada, etc.

La mitad de los argentinos cayeron por debajo de la línea de la pobreza y los más afectados comenzaron a alimentarse con las sobras que tiraban los restaurantes. Se multiplicaron los comedores populares en iglesias y asociaciones diversas. Algunos argentinos comenzaron a vivir de la basura que otros descartaban: habían nacido los “cartoneros”.

Las organizaciones sociales se apropiaron de las calles y ya no las dejaron nunca más. Los piquetes y cortes de rutas y calles se hicieron endémicos.

En los incidentes por todo el país que precedieron a la renuncia de Fernando De la Rúa murieron en las calles 39 argentinos. En un mes se alternaron en el “sillón de Rivadavia” cinco presidentes. Ese fue el precio que la Argentina pagó para que Eduardo Duhalde fuera presidente.

La llamada “marcha de los gerentes”, los autoconvocados que el sábado 25 de agosto ocuparon las plazas y calles de todo el país sin que nadie los llevara, les pagara por ir o les diera un “choripán”. Gente que solo agitaba banderas argentinas, entonaba el himno nacional o coreaba la consigna de “Sí, se puede”, despertó la alarma en el kirchnerismo.

Los kirchneristas sintieron que los gorilas de clase media estaban profanando el “santuario popular” de la Plaza de mayo. Ese lugar sagrado que pertenecía exclusivamente a Perón, Evita o la “Jefa”. Allí donde las “madres” habían desafiado con sus marchas a la Dictadura.
Los burgueses no tenían nada que hacer allí, tampoco podrían torcer con su voto la “voluntad popular”.

Había que poner fin a la contraofensiva neoliberal y Alberto y los muchachos de La Cámpora comenzaron a implementar una estrategia de respuesta asustando a los mercados y recuperando el control de la calle para detener cualquier intento de recuperar la iniciativa política por parte de los neoliberales.

La reunión con los funcionarios del FMI, el lunes 26, brindó el escenario propicio para el inicio de la campaña. Alberto Fernández aprovecho la ocasión para responsabilizar al acuerdo con ese organismo de deteriorar la situación macroeconómica argentina y amenazó con aceptar una generosa oferta de financiamiento que le había llegado desde Beijing.

Los mercados espantados interpretaron inmediatamente que la Argentina se encaminaba hacia un nuevo default y reaccionaron en consecuencia. El dólar se disparó superando los $60 y el riesgo país llegó a los dos mil puntos.

Mientras tanto la izquierda combativa y los piqueteros del amigo y operador del papa Francisco, Juan Grabois, colapsaron el centro porteño con sus columnas rebosantes de banderas y pancartas rojas y wiphalas andinas pero carentes de banderas argentinas recorriendo las calles. Las columnas de las organizaciones sociales mostraban una sólida y abundante logística, numerosos micros y camiones, camisetas, globos, bombos y viandas.

La campaña de difundir caos siguió con ignotos economistas haciendo circular en entrevistas de radio y televisión versiones de que los funcionarios del FMI habían solicitado el adelantamiento de las elecciones generales y, luego, de que el organismo financiero internacional no desembolsaría el último tramo del préstamo, unos U$S 5.400 millones de dólares, acordado con el gobierno.

El presidente Macri apeló a medidas de emergencia: reemplazó al cuestionado ministro de Economía Nicolás Dujovne por Hernán Lacunza. Apremiado por las circunstancias el nuevo ministro comenzó a quemar reservas para contener al dólar y con mucho dolor abandono su disciplina económica y anunció un “reperfilamiento” parcial de la deuda pública en activos locales y en títulos públicos en dólares lo que le permitió un ahorro en dólares de 12.000 millones, y el inicio de negociaciones para reprogramar los desembolsos previstos con el FMI.

Un par de días después, el gobierno también obligó a los bancos que operan en Argentina a pedir autorización previa al Banco Central para poder girar utilidades (en dólares) fuera del país.

Las consultoras de riesgo calificaron las medidas inmediatamente como “default” selectivo de la deuda.

La oposición kirchnerista y sus aliados en la Iglesia no estaban dispuestos a darle tregua al gobierno. Alberto Fernández multiplicaba sus contactos con empresarios, economistas y políticos prometiendo ventajas, asegurando a cada sector que su gobierno no tocaría sus intereses y ofreciendo cargos y embajadas. El candidato puede hacer amplios ofrecimientos sabiendo muy bien que quien definirá el futuro gabinete nacional, si es que gana, será en realidad la “Jefa”: Cristina Fernández de Kirchner…

Seducidos por esos ofrecimientos el economista y aún candidato presidencial Roberto Lavagna y la Comisión de Pastoral Social de la Iglesia Católica demandaron al presidente Macri que “disponga las medidas necesarias para declarar la emergencia alimentaria y nutricional en Argentina”, creando la sensación en el mundo de que Argentina era una nueva Venezuela.

Mientras tanto, Alberto Fernández en una entrevista con el diario estadounidense “The Wall Street Journal” arrojaba más nafta al fuego económico al declarar que la Argentina “está en un default virtual y escondido”.

“Lo que quiero que entiendan en el FMI es que son culpables de esta situación […] Fue un acto de complicidad con la administración Macri. Fue la campaña de reelección más cara de la humanidad, y le dieron dinero a un gastador compulsivo”, agrego el candidato kirchnerista.

Para colmo de males, desde el propio oficialismo algunas voces innecesarias lanzaban algunas declaraciones imprudentes buscando protagonismo sin medir el daño que causaban.

El senador radical por Mendoza, Julio Cobos, encontró muy oportuno hablar de buscar “otra alternativa” en referencia a la imposición de medidas de control de cambios para terminar con la corrida hacia el dólar.

El clima de incertidumbre que estas declaraciones incendiarias provocaban y las versiones sobre un posible “cepo” cambiario desataron el pánico de algunos pequeños ahorristas que concurrieron a los bancos para retirar depósitos.

Al kirchnerismo le sería muy conveniente que Macri, antes de dejar el gobierno en diciembre, declare el default de la deuda externa y reinstale el “cepo” al dólar que, entre 2011 y 2015, impusieron Cristina Fernández de Kirchner y su ministro de Economía Axel Kicillof. En esta forma Alberto Fernández evitaría pagar el costo político de esas impopulares medidas.

A estas alturas, es importante comprender que la crisis ha dejado de ser económica para transformarse en política y de credibilidad.

Este es el momento oportuno para que el presidente Mauricio Macri envíe claras señales de que esta ejerciendo el comando del país y que peleará día a día, voto a voto, para revertir los resultados adversos de las PASO. Pero si no retoma rápida y decididamente la iniciativa política estará pedido y la Argentina seguirá su derrotero hacia el caos.



jueves, 29 de agosto de 2019

EL KIRCHNERISMO CUENTA CON EL PAPA FRANCISCO PARA ALCANZAR UN PACTO SOCIAL EN ARGENTINA



El equipo económico del Frente de Todos, si gana las elecciones de octubre próximo, planea con el apoyo del papa Francisco resucitar un plan económico estatista y dirigista que fracaso hace cincuenta años.  

Los economistas kirchneristas del llamado "Grupo Callao" (Santiago Cafiero, Guillermo Nielsen y Cecilia Todesca Bocco) atrasan por lo menos cincuenta años con su propuesta, en el caso de que lleguen al gobierno el próximo 10 de diciembre, que no es más ni menos que una versión actualizada del “pacto social” aplicado, a partir del 25 de mayo de 1973, por los gobiernos de Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri, Juan D. Perón y la primera parte del gobierno de María Estela Martínez Carta de Perón, por el entonces ministro de economía el empresario polaco-argentino José Ber Gelbar.

La expresidente Cristina Fernández de Kirchner habló de la necesidad de un nuevo “pacto social” en la presentación de su libro “Sinceramente”, en junio durante la realización de la Feria del Libro, en Buenos Aires. Su candidato a presidente Alberto Fernández ha reiterado esta propuesta en diversas entrevistas periodísticas y discursos.

La versión 2019 del “Pacto Social” implicaría en líneas generales el refinanciamiento de los pagos de la deuda contraída con los organismo financieros internacionales. Argentina debe realizar desembolsos por 20.000 millones de dólares en el primer semestre de 2020 y otras obligaciones por 25.000 millones más a lo largo de los próximos cuatro años. Alberto Fernández ha dicho reiteradas veces que no realizará un nuevo default de la deuda argentina, pero en todas las ocasiones también ha mencionado que el país no está en condiciones de cumplir con los desembolsos al FMI tal como están previstos.

En otras palabras, Fernández llevará a cabo una suerte de “reestructuración” de la deuda con los organismos financieros internacionales, con una posible quita en la misma. Esta reestructuración la implementará en forma negociada con el FMI o unilateralmente si es necesario.

En el marco interno, el plan consiste en imponer una tregua entre empresarios y dirigentes sindicales para terminar con la inflación. Dicho “Pacto” implicaría, entre otras medidas, un incremento general de salarios, jubilaciones y planes sociales por medio de una suma fija para todos los trabajadores públicos y privados, luego la suspensión de las negociaciones paritarias, el establecimiento de un congelamiento de precios, salarios, pensiones y “planes sociales” (subsidios monetarios mensuales que se entregan a los pobres y desocupados) tarifas de los servicios públicos y del precio de los alquileres de las viviendas y locales comerciales con la prórroga automática de los contratos de locación. También se establecerían nuevos controles y regulaciones para la compra de divisas, la baja de las tasas de interés, etc.

El “Pacto Social” sería una medida transitoria para estabilizar la economía, terminar con la inflación y sacar al país de la recesión incentivando el consumo con facilidades de crédito barato y reducciones fiscales en los impuestos que afectan a la población de menores recursos,  como el impuesto a las ganancias aplicados a los salarios y las pensiones o el IVA en los productos de la “canasta básica alimentaria”.

El Pacto tendría una duración de entre uno y dos años, luego del cual se renegociarían salarios y precios por otro periodo similar.

Además, de las medidas económicas un acuerdo de estas características depende de un gran consenso político que lleva a las partes involucradas a aceptar ciertos perjuicios.

En 1973, el “Pacto Social” fue posible por el liderazgo que el anciano presidente Perón ejercía en el país y la ilusoria esperanza que tenían los argentinos de que bajo su conducción la Argentina retornaría a la prosperidad que vivió en los primeros años de la posguerra.

Hoy las circunstancias son muy distintas. Perón no está, la sociedad argentina está dividida por una profunda grieta entre kirchneristas y anti-kirchneristas y no tiene esperanzas de ningún tipo. El liderazgo de Cristina Fernández puede ser suficiente para ganar una elección pero de ninguna forma alcanza para doblegar a los dirigentes sindicales acostumbrados a pelear por mejores salarios para contentar a sus bases o a los gobernadores peronistas de las provincias más pobres, cuya permanencia en el cargo depende de un feroz clientelismo que genera un abultado gasto fiscal, se resisten a cualquier recorte o reducción de impuestos coparticipables.

Alberto y Cristina Fernández son conscientes de sus limitaciones. Por ello, esperan contar con el apoyo de su amigo el papa Francisco para que con su autoridad moral sostenga el nuevo “Pacto Social”. Recientemente Alberto Fernández se reunió amigablemente con los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina donde reiteraron su firme voluntad de trabajar por los pobres. También en círculos kirchneristas se espera que Francisco viaje a la Argentina para la asunción del nuevo gobierno o en los primeros días de enero de 2020, a los efectos de dar su bendición al acuerdo.

Lamentablemente, la experiencia indica que esta suerte de concertación entre sectores económicos nunca termina bien. Los congelamientos de las variables económicas no se mantienen eternamente y si no hay crecimiento económico la puja distributiva entre los distintos actores económicos termina por hacer que todo estalle. Pronto surge el “mercado negro”, el “dólar paralelo”, la especulación y el desabastecimiento. Las tarifas congeladas de los servicios públicos, las tarifas del transporte y el precio de los combustibles generan falta de inversión y las prestaciones comienzan a interrumpirse (falta gas, electricidad y los sistemas de comunicaciones se tornan obsoletos, entre otros males).

Pretender congelar la economía de un país por dos años es como comprimir su resorte, tarde o temprano este debe volver a su dimensión original y cuando se libera lo hace bruscamente.

Esto fue lo que ocurrió en Argentina durante los gobierno peronistas de la década del setenta. El Pacto Social de 1973 funcionó hasta la muerte de Perón, en julio de 1974, y luego entró en pendiente hasta colapsar en el “Rodrigazo” de junio de 1975. La primera gran crisis inflacionaria y social que disparó los niveles de pobreza en el país y de la cual Argentina nunca se recuperó totalmente.
   
Además de los errores que implica llevar al país hacia una economía estatista, cerrada y dirigista. El plan no toma en consideración los fuertes vientos en contra que afectarán a las economías emergentes en los próximos años y que impactarán especialmente en un país con gran endeudamiento externo, sin reservas internacionales ni capacidad de atraer inversiones productivas.

El mundo parece estar entrando en una recesión global. Las grandes economías (Estados Unidos, China, Alemania, Francia, el Reino Unido, etc.), de donde proviene el grueso de la demanda mundial, han comenzado a desacelerarse.

La economía de Estados Unidos entrará en recesión el próximo año o el siguiente como muy tarde, según la opinión de una amplia mayoría de los economistas encuestados por la Asociación Nacional de Economía de la Empresa (NABE), después del actual periodo de expansión económica, el más prolongado de toda la historia de este país. Un 38% de los economistas consultados apuesta por que EE. UU. entrará en recesión en 2020, mientras que otro 34% cree que la recesión recién llegará en 2021. Pero todos los economistas predicen que se avecina una recesión mundial.

Los economistas y las grandes calificadoras de riesgo como Standard & Poor’s consideran que la región del mundo más afectada por esa posible recesión mundial será América Latina. Región donde los países tienen menos reservas internacionales, hay mayores expectativas con respecto al valor del dólar y las economías suelen presentar déficit de cuenta corriente por lo cual son más dependientes de financiamiento externo.

De todos los país de América Latina, el más vulnerable a una recesión es Argentina, porque lleva siete años en recesión y por su altísimo nivel de endeudamiento externo. Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha anticipado un crecimiento negativo de -1,8% para el país en 2020.

Pero si el Pacto Social es una mala propuesta para la economía argentina, el “Plan B” del kirchnerismo es aún peor: comprende estrechar los vínculos y buscar aún mayor financiamiento con China y Rusia. Así se lo hizo saber el propio candidato del Frente de Todos a los funcionarios del FMI, con quienes se reunió el 26 de agosto en Buenos Aires, afirmando que cuenta con “una generosa propuesta de amplio financiamiento por parte de Beijing.

Además el “Plan B” contempla dinamizar nuestro comercio exterior exportando alimentos y otros productos a Venezuela, Cuba e Irán ayudando a estos países a burlar las sanciones internacionales. Lamentablemente, la experiencia indica que estos países, con sus ineficientes economías paralizadas, nunca pagan por las exportaciones recibidas.  

Realmente, Argentina, más que el apoyo del papa Francisco necesitará de un verdadero milagro para que un programa de gobierno de tales características termine bien.


miércoles, 28 de agosto de 2019

HASTA DONDE LLEGA LA MODERACIÓN DE ALBERTO FERNÁNDEZ




El candidato del Frente de Todos pretende instalar en la sociedad una imagen de kirchnerismo moderado y republicano mientras maniobra para desestabilizar al gobierno de Mauricio Macri y evitar que se recupere para las elecciones de octubre.

Los políticos en general (especialmente en épocas de campaña electoral) suelen disimular y hasta ocultar sus reales opiniones y propósitos con frases generales más cercanas a los intereses del electorado o, al menos, lo que las encuestas le indican que representan esos intereses.

El historiador Juan B. Yofre suele denominar a estas actitudes como “operaciones de velo y engaño”.

Alberto Fernández, el candidato presidencial del kirchnerista Frente de Todos, es un político y se encuentra en campaña. Por lo tanto, no suele decir lo que realmente piensa hacer si llega a la presidencia tan sólo brinda la versión de un kirchnerismo edulcorado, moderado y hasta por momentos (sólo por momentos) democrático.

Pero, en ocasiones Alberto no puede con su genio y se le escapan definiciones tales como que el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela es tan sólo “autoritarios” pero en modo alguno constituye una “dictadura”.

Parece que Fernández no ha leído el informe presentado por la ex presidente de Chile Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos que menciona el asesinato de 5.287 personas por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) tan sólo en 2018, además de los 1.569 opositores torturados y asesinados en los cinco primeros meses de 2019. Tampoco debe haber escuchado los testimonios y opiniones de algunos de ocho millones de venezolanos que han debido exilarse para huir de la represión y el hambre en el país.

El candidato kirchnerista también pasa por alto a los 3,7 millones de desnutridos y 1.557 muertos en los cuatro primeros meses de 2019 por falta de medicamentos en Venezuela.

Pero donde Alberto Fernández su mayor hipocresía es con respecto a sus futuros planes económicos. El candidato kirchnerista que sabe que en la campaña electoral tienen gran peso las expectativas del electorado de que el futuro gobierno otorgue algún alivio en la apremiante situación económica de los sectores de clase media y baja. Por lo cual evita, en lo posible, dar definiciones sobre sus futuros planes económicos.

Así, en sus declaraciones o las de sus voceros autorizados en el tema, se acumulan las imprecisiones y contradicciones. El 21 de agosto, en su intervención en el Seminario Democracia y Desarrollo, organizado por el Grupo Clarín, Fernández afirmó: “La Argentina no tiene posibilidad de caer en default si soy presidente”. Pero al mismo tiempo, en otras declaraciones tanto Fernández como sus principales voceros económicos hablan de lo que imprecisamente llaman un “refinanciamiento”, “perfilamiento”, o incluso “de un período de espera” y hasta insinuó la posibilidad de una “quita” con respecto al pago de la deuda.

Una semana más tarde, reuniéndose con los técnicos del FMI acompañado de sus principales asesores económicos (Santiago Cafiero, Guillermo Nielsen y Cecilia Todesca Bocco) el candidato del Frente de Todos responsabilizó al FMI por la crisis argentina y amenazó a los funcionarios del organismo internacional con financiarse a través de un generoso préstamo que le habría ofrecido Beijing si este organismo no aceptaba una negociación de la deuda argentina.

En un comunicado de prensa emitido después de la reunión el equipo económico kirchnerista señaló: “desde la celebración de aquel acuerdo (con el FMI) la economía cayó 1,7%, la deuda pública subió 29 puntos porcentuales del PBI, el desempleo aumentó al 10,1%, la pobreza creció a más del 32% y la inflación se disparó al 53,9% […] La situación macroeconómica de la Argentina se ha deteriorado significativamente”.

El resultado de la reunión fue inmediatamente leído por los mercados como una señal de que un futuro gobierno kirchnerista llevaría al país a un default y el dólar se disparó hasta tocar los $60 y el riesgo país llegó a los 2.000 puntos.

En esta forma Alberto Fernández reaccionaba a la marcha macrista autoconvocada del sábado 24 que movilizó a medio millón de personas a todo lo largo del país y llenó la Plaza de Mayo con el mensaje de que no todo estaba perdido y de que aún falta la elección del 27 de octubre.

Al mismo tiempo, el candidato kirchnerista lanzó un guiño a los sectores duros de su propio partido, en especial La Cámpora, el Movimiento de Trabajadores Excluidos y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular que conduce el intempestivo amigo del papa Francisco, Juan Grabois, las Madres de Plaza de Mayo que responden a Hebe de Bonafini, etc., que no olvidan las fuertes críticas que Alberto Fernández realizó contra su “Jefa”, Cristina Kirchner.

Indiferentes a las condiciones imperantes en la economía internacional: el fuerte viento en contra, los bajos precios de las materias primas, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y los pronósticos de los economistas y las consultoras de riesgo sobre la inminencia de una recesión global, los economistas que rodean a Alberto Fernández sueñan con el apoyo del papa Francisco y de la Conferencia Episcopal Argentina para imponer un “pacto social, político y fiscal” que congele salarios, precios y tarifas por un par de años que contenga la inflación.

Todo ello en el marco de una economía dirigista y estatista con precios máximos, bajas tasas de interés y restricciones a la libre comercialización de divisas.

Cuentan con que la autoridad moral de Francisco contendrá los reclamos sindicales, las demandas de los gobernadores de las provincias pobres y las protestas de los movimientos sociales al menos por un tiempo.

Sobre la necesidad de esta pacto social habló la misma Cristina Fernández de Kirchner, durante la presentación de su libro “Sinceramente”, en la Feria del Libro, el pasado 9 de mayo. En esa ocasión realizó la apología del ministro de economía José Ber Gelbar. Aunque se cuidó mucho de mencionar que esa desastrosa experiencia de 1973 culminó, en 1975, con el “Rodrigazo”, la primera crisis hiperinflacionaria de la Argentina que disparó la pobreza a niveles nunca visto y del cual el país nunca se recuperó totalmente.

Los kirchneristas, que se han quedado fijados en la década de setenta cuando intentaron sin éxito realizar una revolución castrista en Argentina, ahora pretenden sacar al país de la crisis recesiva que vive desde hace siete años con una receta de hace cincuenta años y que en su momento fracasó estrepitosamente.


domingo, 25 de agosto de 2019

MASOOD AZHAR, EL YIHADISTA QUE INCENDIA EL TECHO DEL MUNDO




Masood Azhar es el fundador y líder de la organización yihadista Jaish e Muhammad que pretende imponer la sharía en Jammu y Cachemira además de anexar a esa región a Pakistán.

El grupo yihadista Jaish-e-Muhammad (JeM) o “Ejército de Muhammad” es el responsable de las recientes tensiones, en la región montañesa de Cachemira, entre dos enemigos dotados de grandes arsenales nucleares que protagonizan escaramuzas desde hace décadas y libraron tres conflictos bélicos desde que alcanzaron la independencia a 1947: India y Paquistán. La disputa por Cachemira ha ocasionado desde entonces setenta mil muertos.

El valle de Cachemira constituye un territorio en disputa de 15.948 km² habitado por trece millones de personas. Cuando India se independizó del Reino Unido, sus territorios de población mayoritariamente musulmana fueron segregados por los británicos para conformar el Estado de Pakistán. La excepción fue el principado de Cachemira donde, para afrontar una rebelión interna su último maharajá Hari Singh pidió ayuda a la India, que accedió a ello a condición de que el territorio quedase bajo su soberanía. La primera guerra indopaquistaní (1947 – 1949) terminó con a partición del territorio en disputa.

Ubicado al sur de la parte más occidental de la cordillera de los Himalayas, el valle de Cachemira es relativamente bajo y muy fértil, rodeado por gran número de elevadas montañas. Esta considerada como una zona de significativa belleza natural. La región se encuentra actualmente dividida entre India, Paquistán y China, constituyendo una de las áreas focales de las disputas internacionales más importantes de la actualidad.

Paquistán controla la región noroccidental (territorios del Norte y Azad Cachemira), India controla los sectores central y meridional de la región (Jammu y Cachemira) mientras que China ha ocupado la región nororiental (Aksai Chin y el Valle Shaksgam).

En febrero de 2019, un convoy de vehículos suicidas pertenecientes a JeM, atacó a una columna de vehículos gubernamentales en la carretera nacional Jammu Srinagar, en Lethpora, cerca de Awantipora, distrito de Pulwama, India. El atentado terminó con la vida de 44 miembros de la Fuerza de Policía de Reserva Central y de un atacante suicida y originó 35 heridos de diversa gravedad.

En represalia el 26 de febrero, la Fuerza Aérea de India bombardeo campamentos del JeM en territorio controlado por Paquistán.

Poco después, Paquistán anunció que su Fuerza Aérea derribó dos aeronaves indias dentro de su territorio y que había capturado a uno de los pilotos.
India replicó confirmando la pérdida de un MiG 21 Bison y la destrucción de una aeronave F-16 paquistaní.

La situación comenzó a distenderse cuando el piloto indio, que pudo eyectarse de su aeronave y fue capturado por tropas paquistaníes, fue liberado por orden de la primer ministro Imran Khan como un “gesto de paz”.

Esto generó un alto al fuego de hecho aunque la situación entre ambos países no se distendió y tampoco cesó el activismo yihadista en la Cachemira controlada por la India.
Precisamente las actividades de proselitismo, agitación y terrorismo llevadas a cabo por los grupos yihadistas en Cachemira con apoyo de las autoridades paquistaníes sirvieron de argumento al gobierno del primer ministro Narendra Modi, perteneciente al partido nacionalista indio, Bharatiya Janata, para terminar con el régimen de autonomía que beneficiaba a la Cachemira india.

Los primeros días de agosto, el primer ministro Modi envió 25.000 soldados adicionales a la región de Jammu y Cachemira, cortó las comunicaciones en la zona, expulsó a turistas y peregrinos, e impuso arresto domiciliario al Muftí Mehbooba y a otros políticos y dirigentes de la comunidad musulmana antes de anunciar que revocaba el estatuto especial que el artículo 370 de la Constitución concedía a ese territorio.

El gobierno indio para evitar el creciente separatismo de los islamistas cachemires revocó una previsión de su Ley Fundamental que otorgaba autonomía privilegiada a ese Estado y a su gobierno para la aprobación de leyes propias, con excepción de las relaciones exteriores, defensa y comunicaciones.

Además, el artículo 370 prohibía, a los ciudadanos indios que no habían nacido en ese Estado, residir allí en forma permanente, adquirir tierras y propiedades, ocupar puestos en el gobierno local y realizar estudios en establecimientos de la región, a los efectos de no alterar el equilibrio étnico o religioso de la misma.

Ahora, el gobierno indio no sólo modificó esta cláusula constitucional sino que decidió la división del Estado de Cachemira en dos territorios con regímenes políticos y estatus jurídicos diferenciados. Las regiones de Jammu y Cachemira dispondrán de su propia legislatura, en tanto que Ladakh, será gobernado directamente desde Nueva Delhi.

El separatismo islamista en Cachemira esta representado por varios grupos armados tales como Hizbul Mujahidee (Partido de los Guerreros Santos) y Lashkar-e-Toiba (Ejército de los Puros).

Sin embargo, en los últimos años el grupo de mayor protagonismo ha sido Jish-e-Muhammad y su líder Masood Azhar que el pasado 19 de julio de 2019 han sido calificados como una organización terrorista global por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Masood Azhar, el líder del J-e-M, nació en la localidad paquistaní de Bahawalpur, Punjab, el 10 de julio de 1968. Era el tercer de los once hijos (cinco varones y cinco mujeres) de Allah Bakhsh Shabbir, director de una escuela estatal y al mismo tiempo era clérigo sunita de una madrasa[i] Deobandi. Dentro del Islam suní de la escuela Hanafi en los últimos cincuenta años ha tomado gran relevancia la “fiqh” o interpretación Deobandi que es la doctrina seguida por los talibanes afganos.[ii]

Azhar abandonó la escuela estatal después de completar el octavo año para continuar su formación religiosa en la madrasa suní deobandi Jamia Uloom, en donde, después de estudiar árabe clásico, el Corán y la Sunna, se graduó, en 1989, como imán.

La madraza Jamia Uloom estaba bajo la influencia del grupo Harkat-ul-Ansar que luchaba contra las tropas soviéticas que habían invadido Afganistán. Azhar se sumó a la lucha de los muyahidines hasta que resultó herido en un combate y debió ser evacuado. Posteriormente, fue elegido jefe del departamento de motivación de Harkat-ul- Ansar donde dirigía las publicaciones de las revistas en urdú “Sad’e Mujahidin” y en árabe “Sawte Kashmir”.

La carrera de Azhar dentro de Harkat-ul- Ansar fue exitosa, pronto se convirtió en su Secretario General y comenzó a viajar para difundir su mensaje y recaudar fondos. Se sabe que durante la década de los noventa visitó diversos países musulmanes o con grandes comunidades islámicas como Zambia, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Mongolia, Kenia, el Reino Unido, Albania, Somalia y Yemen.

En 1993, entro en contacto con Al Qaeda. Posiblemente fue en Nairobi, Kenia, donde se reunió con líderes de al-Itihaad al-ishamiya, una franquicia somalí de Al Qaeda.

En agosto de 1993, Azhar ingresó al Reino Unido para difundir su mensaje radicalizado, recaudar fondos y reclutar voluntarios para la lucha. Su prédica yihadista se difundió en algunas de las instituciones islámicas más prestigiosas de Gran Bretaña, incluidos el seminario Darul Ulcon Bury, la mezquita Zakariya, Madina Masjid en Blackburn y Burnley y Jamia Masjid.

En el Reino Unido, Azhar recolectó contactos y apoyos que facilitarían sus futuras actividades terroristas.

En 1988, la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos señaló en un informe que Harkat-ul-Ansar era una organización extremista islámica que Paquistán apoyaba en una guerra de poder contra las fuerzas indias en Cachemira y que estaba utilizando cada vez más tácticas terroristas contra blancos occidentales y ataques aleatorios contra población civil y que en sus acciones podrían involucrar a ciudadanos e intereses occidentales para promover su agenda panislámica. Según la CIA, Haskat-ul-Ansar secuestró entre 1994 y 1998 a trece personas pertenecientes a doce países distintos de Occidente.

A comienzos de 1994, Azhar viajó a Srinagar bajo una identidad falsa, para mediar en las tensiones que habían surgido entre dos facciones enemistadas de Harkat-ul-Ansar, las de Harkat-ul-Islami y Harkat-ul-Mujahideen. Las autoridades de India alertadas lo arrestaron por sus actividades terroristas en febrero, en Khanabal, cerca de Anantag. Al ser detenido declaró amenazante: “Soldados del Islam han venido de doce países para liberar Cachemira. Responderemos a sus fusiles con lanzacohetes.”

En julio de 1995, seis turistas extranjeros fueron secuestrados en Jammu y Cachemira. Los secuestradores se autodenominaron “Al-Faran”, demandaron entre otras cosas la liberación de Massod Azhar. Las autoridades indias no cedieron a las demandas de los secuestradores. Uno de los rehenes logró huir, otro fue hallado decapitado en agosto de ese año y los cuatro restantes permanecen desaparecidos hasta hoy. El FBI interrogó sobre el secuestro a Azhar en su lugar de detención, la prisión de Kot Bhalwal, pero este no proporcionó ninguna información.

En diciembre de 1999, terroristas yihadistas cachemires secuestraron el vuelo de Indian Airlines 814 (IC814) que, con 155 pasajeros a bordo, cubría la ruta desde Katmandú, en Nepal, a Nueva Delhi. La aeronave fue forzada a aterrizar en Kandahar, el Afganistán controlado por los talibanes, grupo que mantenía fuertes lazos con el ISI, el servicio de inteligencia paquistaní.

Los secuestradores, que eran dirigidos por el hermano menor de Massod Azhar, Abdul Rauf Asghar, exigieron la liberación de tres prisioneros en manos de India, uno de ellos era Azhar. El gobierno indio cedió y Massod y los secuestradores regresaron tranquilamente a Paquistán donde no eran buscados por ningún delito.

A su arribo a Karachi, Azhar pronunció un discurso público ante 10.000 personas donde declaró: “He venido aquí porque es mi deber decirles que los musulmanes no deben descansar en paz hasta que hayamos destruido a la India” y prometió liberar a Cachemira.
Después del secuestro del avión indio, los Estados Unidos incluyeron a Harkat-ul-Ansar en la lista de organizaciones terroristas internacionales. Entonces el grupo terrorista cachemir cambio su nombre por Harkat-ul-Mujahideen.

Una vez en libertad, Masood Azhar decidió separarse de su antigua organización y crear un grupo autónomo con el apoyo del servicio de inteligencia paquistaní “Inter-Services Intelligence” (ISI), los talibanes de Afganistán y Osama Ben Laden y su red Al Qaeda. Así nació Jaish-e-Muhammad (JeM), un grupo yihadista, que Azhar maneja como una suerte de empresa familiar.

Desde su creación JeM llevó a cabo una serie de ataques letales contra objetivos indios, incluido el llevado a cabo contra el Parlamento de la India que casi llevó a este país a la guerra con Paquistán. El 13 de diciembre de 2001, un comando formado por terroristas de Lashkar-e-Toiba (El Ejército de los Puros) y JeM atacó al Parlamento de la India. En la acción murieron cinco terroristas, seis miembros de la Policía de Nueva Delhi, dos miembros del Servicio de Seguridad del Parlamento y un jardinero. El atentado desató los enfrentamientos entre la India y Paquistán entre 2001 y 2002.

Poco después de la acción terrorista contra el Parlamento de la India, el 29 de diciembre de 2001, Masood Azhar fue sometido a arresto domiciliario durante un año por las autoridades paquistaníes debido a la intensa presión diplomática de la India y de la comunidad internacional, aunque nunca fue acusado formalmente por el ataque. El 14 de diciembre de 2002, el Superior Tribunal de Lahore ordenó el fin del arresto domiciliario de Azhar. Sería la última vez que el líder yihadista sería sometido a prisión.

En 2002, el JeM asesinó al periodista estadounidense Daniel Pearl, del The Wall Street Journal, en la ciudad de Karachi.

Después de los ataques a Mumbai de 2008 circuló la versión de que las autoridades paquistaníes lo habían detenido, pero en realidad Azhar continúo viviendo en libertad en Bhawalpur, escribiendo libros y artículos aunque evitaba las apariciones públicas.

Massod Azhar rompió su retiro voluntario después de seis años, el 26 de enero de 2014. Fue para dirigir un mitin en Muzaffarabad, pidiendo la yihad en Cachemira.
El 2 de enero de 2016, un comando de JeM, vistiendo uniformes del Ejército de la India y fuertemente armados, atacó la Estación de la Fuerza Aérea de Pathankot, que formaba parte del Comando Aéreo Occidental de la Fuerza Aérea de la India. En la acción murieron dos terroristas y seis miembros de las fuerzas de seguridad de la India. Las autoridades de la India presentaron pruebas de que, Massod Azhar y su hermano estuvieron en contacto con los atacantes durante el desarrollo del ataque. Esto originó que India solicitara a la Interpol que emitiera circulares rojas sobre los dos terroristas cachemires.
Actualmente, pese a la protección que recibe de los gobiernos de Paquistán y China, Masood Azhar es considerado un terroristas global y buscado por la Interpol, y los gobiernos de India y Estados Unidos, pero esto no le impide al yihadista obstaculizar cualquier intento de distensión entre India y Paquistán.


[i] Madrasa: Escuela coránica de las mezquitas.
[ii] ESPARZA, José Javier: Historia de la yihad. Catorce siglos de sangre en nombre de Alá. Ed. El Ateneo. Bs. As. 2015. P. 69.

miércoles, 21 de agosto de 2019

INTERESES RUSOS EN VENEZUELA



Con una deuda de casi 17.000 millones de dólares debido a la compra de gran cantidad de armamentos, Venezuela es el primer deudor de Rusia fue del espacio postsoviético.

El presidente chavista de Venezuela Nicolás Maduro sabe que hoy depende de la asistencia extranjera para mantenerse en el poder por ello no duda en armarse hasta los dientes y en entregar los recursos naturales de su país con tal de prolongar su régimen y no adopta ninguna medida importante sin antes consultarla con sus aliados de Cuba Rusia y China.

El actual gobierno de la República Bolivariana de Venezuela debe ser considerado como algo distinto de las tradicionales dictaduras latinoamericanas sostenidas por militares. La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba ha hecho una interesante caracterización del gobierno chavista. Para la organización anticastrista: “Venezuela es un estado fallido controlado por un grupo criminal vinculado al narcotráfico y al terrorismo transnacional. Este grupo ha usurpado las instituciones, desmantelado la democracia, arrebatado la soberanía al pueblo, instaurado un régimen de terror. Comete de forma continuada crímenes de lesa humanidad, como son la tortura y el genocidio por la actual hambruna y desastre humanitario que azota a la población. La inseguridad ciudadana sumada a la represión política ha dejado, en 2018, más de 24.000 muertes violentas -sin contar los miles que han muerto de desnutrición y por la falta de medidas- equiparándose en el mismo período a la suma de las ocurridas en Afganistán, Siria e Irak. El éxodo de tres millones de personas es comparable al de Siria.”[i]

Aunque la economía venezolana desde hace más de una década se encuentra en ruinas, azotada por el desabastecimiento casi total, recesión y una inaudita inflación interanual que en febrero de 2019 era del 2.300.000%[ii], obligado a proporcionar algo de alivio a una población que literalmente se muere de hambre bajo una economía en ruinas, paralizada aún más por las sanciones de Estados Unidos que han hecho que sus exportaciones sean todavía más difíciles, el gobierno chavista ha encontrado, sin embargo, la forma de adquirir armamentos rusos por valor de más de 8.000 millones de dólares, además de recibir de Rusia créditos y préstamos por otros 9.000 millones.

Esta deuda de 17.000 millones de dólares convierte al país caribeño en el principal deudor de Rusia fuera del espacio postsoviético.

Venezuela comenzó la adquisición de armamento ruso a partir de 2005, a raíz de sanciones impuestas por Washington que vedaron a Hugo Chávez Frías la adquisición de estos elementos de proveedores occidentales.

Con el paso del tiempo la dictadura chavista en Venezuela se fue blindando ante el temor de un ataque externo y porque era funcional tanto para Chávez, como después para su sucesor Nicolás Maduro, para mantener el apoyo de las fuerzas armadas adquiriendo material bélico y expandiendo la cantidad de cargos jerárquicos.

Venezuela compró en Rusia aviones de combate, vehículos blindados, artillería y equipos de inteligencia. Desde el comienzo de la Revolución Bolivariana, Venezuela y Rusia suscribieron más de 260 acuerdos de cooperación.

En septiembre de 2008, Rusia envió bombarderos Tupolev Tu-160 (Black Jack, en la terminología de la OTAN) capaces de ser armados con doce cohetes de crucero con ojivas nucleares o convencionales y cuarenta toneladas de bombas, a Venezuela para realizar vuelos de entrenamiento. En noviembre de 2008, ambos países realizaron un ejercicio naval conjunto en el Caribe. Tras las dos visitas de Hugo Chávez a Moscú en julio y septiembre de 2008, Venezuela y Rusia discutieron 46 posibles acuerdos de cooperación durante una Comisión Intergubernamental. Los dos países discutieron la creación de un banco binacional de inversión, la apertura de una ruta aérea directa entre Caracas y Moscú, la construcción de una planta de aluminio, la construcción de una plataforma de gas en la costa venezolana

Los dos países también suscribieron acuerdos para la cooperación en el desarrollo del espacio ultraterrestre y el uso de la energía nuclear. Técnicos nucleares rusos colaboran con sus homólogos en las instalaciones del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Inicialmente ambos países planeaban la construcción de dos reactores nucleares de 1.200 megavatios, modelo VVER-1200 que trabajan con uranio enriquecido, pero en 2011 después del desastre de Fukushima y con el comienzo de los problemas en la economía venezolana el proyecto fue abandonado. 

El 6 de octubre de 2011, el viceprimer ministro ruso, Igor Sechin, visitó Caracas haciendo que Hugo Chávez adquiriera armas rusas por cuatro mil millones de dólares más. Entre ellas aviones de combate y cien mil fusiles de asalto AK-130 para reemplazar el armamento obsoleto de sus fuerzas armadas.

El Wall Street Journal informo que las empresas estatales rusas de Rostec y Rosoboronexport enviaron, a partir de 2011, al país caribeño unos dos mil técnicos para ayudar a mantener las armas rusas vendidas y capacitar a los militares venezolanas sobre como operarlas. Pero como los pagos de Caracas se espaciaron, todos menos un centenar de estos contratistas fueron retirados en junio de 2019.

La deuda de Venezuela con Rusia se reestructuró en varias ocasiones. En 2016, para intentar sortear las sanciones impuestas desde Washington y Europa, Venezuela cedió a la empresa petrolera estatal rusa Rosneff el 49,9% en Citgo Petroleum, la filial de Pdvsa en Houston, Texas, Estados Unidos.

Según el Representante Especial del presidente Donald Trump para Venezuela, el republicano Elliot Abrams: “Cuando sancionamos a Pdvsa lo primero que hizo Venezuela fue acudir a Rosneff para que ayudara a vender el petróleo que antes comprábamos aquí en Estados Unidos y Rosneff lo ha hecho, y es evidente que lo hace siguiendo directivas de Putin”.

Luego en 2018, cuando el país caribeño abonó 660 millones de dólares en oro monetario que se había pignorado a un banco ruso – venezolano. Además, en junio de 2019, el régimen chavista “obsequió” dos yacimientos de gas a Rusia, otorgándole el cien por ciento del proyecto y todos los derechos del gas explotado. Además, Rosneff, dirigida por Igor Sechin, el magnate petrolero cercano a Vladimir Putin participa como socio minoritario en varios proyectos conjuntos de producción de petróleo en Venezuela. Posee el 40% de Petromonagas, de Petroperijá y Petrovictoria; el 32% de Petromiranda, el 27% de Boquerón; y 32% del Bloque Junín 6.

Venezuela buscó tecnología rusa para la explotación de sus mayores depósitos de oro. El ministro venezolano de Minería, Rodolfo Sanz, dijo en esa oportunidad que ambos países firmarían un memorando de entendimiento con la firma rusa Rusoro Mining Ltd., con sede en Vancouver, para operar en los proyectos mineros de Las Cristinas y Brisas. El primer de estos yacimientos de oro.

En noviembre de 2018, Nicolás Maduro, anunció un “Plan Oro” que permitirá a Venezuela obtener un beneficio estimado de cinco mil millones de dólares anuales, a partir de 2019. “El oro fortalecerá nuestras reservas internacionales y fortalecerá las finanzas nacionales”, dijo, y aseguró que su Gobierno había estado negociando con inversores extranjeros para vender el valioso mineral.

Los yacimientos de oro en Venezuela se encuentran en el llamado “Arco Minero del Orinoco” en el estado Bolívar. Es una vasta extensión de tierra, selva en su mayor parte, que abarca 114.000 km², desde Guyana a Colombia, donde pueden encontrarse todo tipo de minerales: petróleo, gas, hierro, aluminio… pero sobre todo diamantes y oro. Mucho oro.
Según algunas estimaciones, el territorio venezolano podría albergar hasta cuarenta millones de toneladas de diamantes, mientras que con respecto a las existencias de oro, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 2016, Venezuela es el tercer exportador de América Latina con 15% del total de la región, superado únicamente por Brasil (17%) y Perú (31%).[iii]

“Al igual que los diamantes de sangre (en África), el oro que se extrae de Venezuela, fuera de cualquier protocolo, es oro sangriento”, afirmó el general Manuel Cristopher Figuera, exjefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).[iv]

En este lucrativo negocio también interviene Rusia a través de diversas empresas. Es por lo que Rusia, uno de los mayores aliados internacionales de Maduro, al que ha respaldado con generosa ayuda financiera en el sector de los hidrocarburos, minero y militar, ha hecho una defensa encendida del régimen chavista. “Consideramos que el intento de usurpar el poder en Venezuela contradice los principios del derecho internacional”, ha manifestado el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, en una rueda de prensa.

“Nunca dejaremos que nadie nos saque de aquí”, dijo Sechin en una ocasión con respecto a los planes de Rosneft para Venezuela. Aunque en la actualidad el país no puede producir mucho petróleo por los enormes errores de gestión del gobierno chavista, tiene las reservas de crudo más grandes del mundo. A Rusia, con apenas un tercio de esas reservas comprobadas, la permanencia en Venezuela le ayuda a garantizar una participación en el mercado petrolero, mientras haya demanda.

Pero, los verdaderos intereses de Vladimir Putin en el Caribe no son económicos sino geopolíticos. Por supuesto que Rusia se beneficia con los negocios petroleros, la venta de armamento y hasta de cereales.

Para Putin es tanto o más importante balancear las presencia y actividades de los Estados Unidos y la OTAN en Europa Oriental y especialmente en las exrepúblicas soviéticas: Ucrania, Georgia, Moldavia y los países bálticos.

Si Nicolás Maduro deja la presidencia y un gobierno respaldado por los Estados Unidos lo reemplaza, es muy probable que los planes rusos deban modificarse o directamente suspenderse y que Venezuela finalmente no pague sus deudas a los rusos o estos pierdan sus privilegios en la explotación de los muchos recursos naturales de que dispone el país caribeño.

Por lo tanto, apoyará a cualquier gobierno que sea hostil a Occidente e intentará obtener presencia militar permanente en el Caribe un región que Washington considera su “patio de atrás”.



[i] BLANCO, Juan Antonio, CARTAYA, Rolando, DOMINGUEZ y OCANDO, Casto: Cubazuela. Crónica de una intervención cubana. Fundación para los Derechos Humanos en Cuba. Miami, Abril de 2019. P. 11
[ii] DIARIO PERFIL: La inflación anual de Venezuela llegó a una cifra inaudita: 2.300.000%. Bs. As. 14/03/2019.
[ii] MONTES, Sebastián: Estados Unidos apunta contra el oro, que equivale a 11% de las exportaciones de Venezuela. Colombia 02/11/2019. Tomado de smontes@larepublica.com.co
[ii] COTOVIO, Vasco, SOARES, Ivo y BONETT, William: Un rastro de oro sangriento conduce al gobierno de Venezuela. Investigación de CNN. 20/08/2019. Tomado de https://cnnespanol.cnn.com/2019/08/20/un-rastro-de-oro-sangriento-conduce-al-gobierno-de-venezuela.