miércoles, 25 de febrero de 2015

LA REVOLUCIÓN DE LA GENEROSIDAD

EL AUGE DE LA FILANTROPÍA

La filantropía en un fenómeno social que se originó a comienzos del siglo XX, a medida que los grandes empresarios que habían introducido la modernidad fueron creando las fundaciones que iban a dominar las actividades benéficas durante un siglo.

Magnates como John D. Rockefeller y Andrew Carnegie se aliaron con reformadores sociales para hacer donaciones a universidades y crear institutos autónomos como el Instituto Rockefeller de Investigaciones Médicas, que se convirtió en modelo para instituciones similares.

En 1915, Estados Unidos poseían veintisiete fundaciones benéficas dedicadas a fines no específicos. Pero, en las últimas décadas el mundo ha sido testigo de una verdadera “revolución de la generosidad”. Hoy hay multitud donantes que brindan su tiempo, su trabajo y su dinero más que nunca a una mayor cantidad de gente necesitada.

Entre 2003 y 2012, el total de ayuda oficial y privada al desarrollo en todo el mundo pasó de 136.000 millones de dólares a 509.000 millones. En 2012, tan sólo los estadounidenses aportaron 316.000 millones de dólares a diversas causas y en 2011 había más de un millón de organizaciones caritativas de todo tipo, mientras que sólo las fundaciones filantrópicas son casi cien mil, cinco veces más que en 1975.

Las donaciones privadas (personales y de instituciones) a países pobres y a minorías en situación de riesgo ya alcanzan, y a veces superan, a las que hacen los gobiernos de las economías más grandes. Durante los años noventa, las donaciones internacionales de personas e instituciones estadounidenses se multiplicaron por cuatro. Volvieron a duplicarse entre 1998 y 2007 hasta alcanzar 39.600 millones de dólares un cincuenta por ciento más de lo que desembolsa el Banco Mundial.

Además, la filantropía está adquiriendo un nuevo rostro, ya sea el de los 81 multimillonarios que hasta 2012 habían adquirido el compromiso de donar la mayor parte de sus fortunas, los miles de usuarios de telefonía móvil que donaron millones de dólares, a través de mensajes de texto, para las labores de ayuda tras el terremoto de Haití, o los compradores que otorgaron los centavos remanentes de sus compras en los supermercados y grandes tiendas, o las legiones de nuevos filántropos que habiendo amasado recientemente (y súbitamente) grandes fortunas en las finanzas, las empresas de tecnología, la música, el deporte, etc., han decidido dedicar gran parte de su dinero y mucho de su tiempo a crear organizaciones para ayudar a otros y promover causas nobles.

Las grandes fundaciones estadounidenses (Rockefeller, Carnegie, MacArtur, Ford), las grandes agencias de ayuda (Cruz Roja, Oxfam, Médicos sin Frontera, Amnesty, Human Rights) y los grandes organismos gubernamentales (USAID, el Departamento de Desarrollo Internacional británico, DFID, instituciones multilaterales como el Banco Mundial, ACNUR, UNICEF, UNESCO, etc.) siguen desempeñando un papel muy importante en la canalización de fondos y asistencia técnica a los pobres y desgraciados del mundo. De hecho, en muchos aspectos, incluidos los desembolsos totales siguen mandando en ese terreno.

Pero el ímpetu actual lo tienen los nuevos actores: megafundaciones que han saltado a primera línea como la Fundación Bill & Melinda Gates (1994), que se ha convertido en la mayor del mundo en apenas una década, o la Fundación Open Society del financista George Soros (la segunda más grandes).

Y también fundaciones individuales y a menor escala, que han brotado en todas partes en los últimos quince años, así como una constelación de plataformas de ayuda privada, mercados y consultorías que están construyendo nuevos modelos, como micropréstamos para la máquina de coser de una madre india o las iniciativas de financiación pública – privada para ayudar a agricultores de Haití a exportar mangos.

Muchos de los nuevos filántropos constituyen lo que la prestigiosa revista The Economist ha denominado “celentropía” (de celebridades y filantropía); el cantante Bono con su Fundación One, Matt Damon y su labor para facilitar el acceso al agua potable, Brad Pitt promoviendo las viviendas ecológicas en la reconstrucción de Nueva Orleans o Sakira, con su fundación para ayudar a los niños y la educación, George Clooney financia un satélite sobre la frontera entre Sudán del Sur y Sudán del Norte para detectar el movimiento de tropas que puedan atacar a la población civil. Estrellas del deporte como Tiger Woods, Andrea Agassi o Leonel Messi poseen fundaciones que controlan activos por decenas o cientos de millones de dólares. Pero, hay muchas más que son pequeñas fundaciones personales de jugadores corrientes de la NFL, la NBA o las ligas de fútbol europeas cuyos nombres son poco conocidos fuera de los círculos de aficionados, pero no por ello su aporte a la caridad es menos importante.

EL LADO OSCURO DE LA FILANTROPÍA

En muchos casos, los nuevos filántropos y ciertas entidades gubernamentales de ámbito local, como un municipio de España que realiza una donación, carecen de medios adecuados para determinar con exactitud a que causa humanitaria están ayudando y, más frecuentemente aún, para saber en manos de quien termina la ayuda enviada.

En muchas ocasiones los fondos y materiales enviados con gran esfuerzo y dedicación  por donantes individuales en remotas latitudes terminan en manos inescrupulosas que, o bien los destinan para la adquisición de armamentos y equipos militares, o con mayor frecuencia los utilizan para su provecho personal.

En países en conflicto, la ayuda humanitaria suele ser monopolizada por los señores de la guerra que la asignan en forma exclusiva para abastecer a sus tropas o la distribuyen entre sus parientes y los de sus principales seguidores. En muchos mercados regionales de África se comercializan productos que fueron donados por fundaciones europeas o americanas y las ganancias de ese comercio ilícito e inmoral beneficia en forma exclusiva a las oligarquías que tienen el poder militar en sus manos y que llevan una confortable vida en centros urbanos mientras la población que dicen representar intenta sobrevivir en condiciones muy precarias en áreas remotas e inhóspitas.

TINDOUF BAJO OBSERVACIÓN

Recientemente, un caso muy evidente de malversación de la ayuda humanitaria tuvo como protagonistas a altos dirigentes del Frente Polisario involucrados en el desvío de la ayuda humanitaria suministrada por la Unión Europea.

Kristalina Georgieva, vicepresidente de la Comisión Europea encargada del Presupuesto y los Recursos Humanos, dio a conocer un informe de la Oficina Europea Antifraude (OLAF) en el cual se menciona la existencia de reiteradas prácticas fraudulentas en la distribución de los recursos que la Oficina de Ayuda humanitaria de la Comisión Europea,  la ACNUR y varias ONGs internacionales suministran a la población de los campos de Tindouf. El monto de esta ayuda supera a los diez millones de euros anuales.

Para reducir la posibilidad de las prácticas fraudulentas detectadas, añadió Georgieva, la ayuda europea comprenderá desde ahora en adelante productos alimentarios que son "menos sujetos al desvío" visto su bajo valor, el problema que representan en el almacenamiento y las dificultades de su conservación (en especial cuando se trata de productos rápidamente perecederos).

Desde hace años, diversas organizaciones como Human Rights han denunciado la venta ilícita de productos alimenticios y elementos de enfermería que llevan en el empaque etiquetas que los identifican como provenientes de la ayuda humanitaria enviada a Tindouf, en los mercados regionales de Mauritania, incluso se han detectado vehículos cedidos por algunos municipios españoles en manos de civiles mauritanos que los adquirieron ilegalmente.

Otro elemento que facilita al gobierno de Argelia y a los dirigentes del Frente Polisario apropiarse ilegalmente de parte de la ayuda comunitaria enviada por organizaciones filantrópicas de EE. UU. y Europa es su persistente negativa a realizar un censo imparcial de la población marroquí retenida ilegalmente en los campos de Tindouf.

Así lo ha reconocido el eurodiputado Gilles Pargneaux, que es miembro de la Comisión del Control Presupuestario en el Parlamento Europeo, al señalar que: "Hay que ser muy conscientes de que es la sobrestimación de la población de los campos de Tindouf lo que permitió el establecimiento de este sistema elaborado de desvío y de reventa de la ayuda alimentaria europea".

Este hecho permite a quienes controlan los campamentos solicitar un volumen mayor de recursos del que realmente necesita la población. De forma tal que la ayuda humanitaria excedente es fácilmente desviada para abastecer a los grupos armados de la región y en provecho de los seudo “funcionarios y enviados” que el Frente Polisario mantiene fuera de Argelia, viviendo lujosamente en el extranjero, con la sola misión de seguir recaudando fondos y apoyos políticos para dicha organización.

En muchos casos la ayuda humanitaria no proviene de grandes organizaciones humanitarias con capacidad de fiscalización de sus remesas de ayuda a Tindouf, sino de municipios españoles, escuelas y otras pequeñas organizaciones filantrópicas sin capacidad alguna para saber que ocurre con los productos y materiales que tan generosamente envían a los marroquíes de los campamentos.

La ayuda humanitaria que tiene estas características en la más fácil de revender o contrabandear y una vez transformada en dinero fluye hacia las cuentas bancarias clandestinas que nutren los privilegios de la burocracia del Frente Polisario.

Como puede verse, en casos como el protagonizado por el Frente Polisario, la filantropía solamente sirve para enriquecer a una dirigencia corrompida que, aprovechándose de la buena fe y el altruismo de mucha gente honesta de las sociedades en desarrollo, oprime insensiblemente a una minoría en riesgo amparándose en argumentos ideológicos y actuando al servicio de los oscuros intereses geopolíticos del gobierno que la alberga.