miércoles, 28 de febrero de 2018

CRECE EL NEGOCIO DE LA DIPLOMACIA PÚBLICA




Ex mandatarios y políticos progresistas se enriquecen con operaciones de propaganda y lobby encubierto en favor de empresas multinacionales y gobiernos dictatoriales.

AQUELLOS JARRONES CHINOS

El socialista Felipe González, luego de dejar su cargo de presidente de Gobierno, definió la condición de los ex mandatarios españoles diciendo: “Somos como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. No se retiran del mobiliario porque se supone que son valiosos, pero están todo el rato estorbando.”

Sin embargo, nada más alejado de ello en la realidad. En las últimas décadas, los políticos jubilados en todo el mundo se han convertido en “celebrities” e “influencers” al servicio de la diplomacia pública.

Muy lejos han quedado los tiempos -antes de que se crearan las pensiones para ex presidentes- en que Harry Truman, al dejar la Casa Blanca en 1953, debió ir a vivir con su suegra porque no tenía residencia propia y sus únicos ingresos provenían de una pensión militar de escasos cien dólares. Algo similar ocurrió con el ex presidente radical Elpidio González (1922 – 1928), quien después de una larga trayectoria política como jefe de Policía, ministro y legislador, en la vejez debió ganarse el sustento como vendedor de anilinas.

Hoy los políticos, después de abandonar sus cargos, obtienen importantes beneficios económicos, no sólo escribiendo libros de memorias sino también ingresando en el circuito de conferenciantes internacionales y cobrando por posar en fotos con empresarios y políticos en ascenso, necesitados de forjarse una imagen internacional. También suelen cobrar por trabajos de “asesoría” y lobby en favor de empresas multinacionales y, lo que es mucho más grave, ayudando a mejorar la imagen internacional de gobiernos dictatoriales.

KISSINGER: EL PRECURSOR

Esta práctica no es nueva, aunque actualmente ha crecido exponencialmente. En 1977 llegó a la Casa Blanca el demócrata Jimmy Carter. El nuevo presidente hizo de la defensa de los derechos humanos en todo el mundo el paradigma central de su política internacional.

La dictadura militar del general Jorge R. Videla, que gobernaba en Argentina, desde el 24 de marzo de 1976, se convirtió en uno de los blancos principales de esta política.
Fue entonces cuando los militares argentinos decidieron contratar los servicios del ex Secretario de Estado y premio Nobel de la Paz, Henry Kissinger para mejorar la imagen internacional del régimen.

Henry Kissinger, que recién fundaría su firma de consultoría geopolítica internacional “Kissinger Associates” en 1982, brindó un importante asesoramiento que coronó con una visita de respaldo en Buenos Aires, con la excusa de presenciar el Mundial de Futbol en 1978.

Entre las recomendaciones formuladas por el ex Secretario de Estado cabe destacar, en especial, la creación del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)

Una ONG constituida por diplomáticos, ex legisladores y ex ministros argentinos para impulsar la inserción argentina en el mundo. Inmediatamente el CARI se transformó en entidad corresponsal del Council on Foreign Relations y el Consejo de las Américas, entre otros foros internacionales.

En 1978, Henry Kissinger visitó la Argentina donde fue recibido con un trato diplomático similar al de un jefe de Estado en ejercicio. Pronunció conferencias con el recién constituido CARI y en la Universidad de Belgrano. Concurrió al programa televisivo “Tiempo Nuevo” para ser entrevistado por el periodista Bernardo Neustad. Se fotografío presenciando sonriente un partido de futbol junto al dictador Videla.

Incluso compartió un almuerzo privado, en la Casa Rosada, con Videla y el embajador estadounidense en Buenos Aires, Raúl Castro.

Durante la visita, Henry Kissinger elogió continuamente la forma en que Argentina había resuelto la “amenaza terrorista” y no mencionó en ninguna ocasión ni a la democracia, ni a los derechos humanos. Luego cobró sus abultados honorarios -que en esa época superaron el millón de dólares- y partió.

Desde entonces, con casi cien años, Henry Kissinger es uno de los mayores lobistas internacionales y la lista de sus clientes por todo el mundo es un secreto muy bien guardado.

Henry Kissinger fue un precursor de lo que actualmente se denomina “diplomacia pública”, aunque sus honorarios seguramente han sido inferiores a los que hoy perciben los grandes “influencers” de la política internacional.

El ex primer ministro británico Tony Blair, por ejemplo, después de pasar diez años en Downing Street, factura a través de su firma de consultoría Tony Blair Associates más de treinta millones de euros anuales. Esos ingresos le permiten pagar cómodamente los 35.000 euros mensuales que le demanda la hipoteca de su mansión londinense de ocho millones de euros.

Muchos de estas “celebrities” de la política mundial gerencian sus conferencias a través de Harry Walker´s Agency, que representa a oradores profesionales desde 1946, y que ha fichado a ex mandatarios y otras personalidades como el alemán Gerhard Shröder, el brasileño Fernando Henrique Cardoso o el matrimonio de Bill y Hillary Clinton.

Bill Clinton, por ejemplo, que gestiona sus actividades de asesoría y conferencias. A través de la Fundación Clinton Global Initiative, ha visitado la Argentina para dar conferencias en varias ocasiones.

Arribó al país, como ex presidente y conferenciante, en julio de 2001, invitado por el portal gubernamental EDU.ar que dirigía en ese entonces Antonio de la Rúa, hijo del presidente de la Nación. Los asistentes a la conferencia abonaron una entrada de mil dólares, que se incrementaba a cinco mil si el asistente deseaba una foto con el ex presidente estadounidense.

Clinton debe haber logrado una buena remuneración porque regresó al país para dar conferencias, reunirse con políticos y empresarios y sacarse las tradicionales fotografías en 2009 y 2011.

Después de haber dado conferencias por todo el mundo, Bill Clinton, que cobra un arancel de doscientos mil dólares más gastos de traslado y alojamiento, ha recaudado por esta actividad más de cincuenta millones de dólares desde que dejó la presidencia.

DE LA MONCLOA AL LOBBY INTERNACIONAL

Sin embargo, los ingresos de estos grandes conferenciantes y lobistas palidecen cuando se consigna lo que perciben por estas mismas actividades los ex jefes de gobierno españoles.
Felipe González, después de una estadía de catorce años en La Moncloa, integró durante cuatro años el directorio de la empresa Gas Natural Fenosa, con intereses en varios países latinoamericanos incluida Argentina, cobrando un total de 560.000 euros.

En 2014, ganó otros 310.000 euros cuando la diminuta firma consultora Oyauri Investment que comparte con uno de sus hijos fue absorbida por el gigante tecnológico Indra.

González, además brinda servicios de gestión, intermediación, consultaría y asesoramiento financiero, técnico y empresarial a través de dos firmas: “Tagua Capital” e “Ialcon Consultoría”, esta última en asociación con sus tres hijos: Pablo, David y María.

El ex presidente de Gobierno se encuentra matriculado como letrado en el Colegio de Abogados de Madrid con el número 14.129. Ha brindado servicios de asesoría y lobby a la empresa Star Petroleum, radicada en Luxemburgo, pero de capital español, para sus negocios en Sudán del Sur.

Felipe González, muy ligado al grupo Prisa y a su antiguo presidente Juan Luis Cebrián, ha brindado también asesoramiento a grandes empresarios latinoamericanos como el venezolano Gustavo Cisneros o el mexicano Carlos Slim. Su arancel por conferencia es de 30.000 euros.

No obstante, los beneficios obtenidos por Felipe González son muy inferiores a los que obtiene anualmente su sucesor, José María Aznar, que, a los 51 años, y en el mejor momento de su vida profesional, se despidió del Palacio de la Moncloa en 2004, después de ocho años como jefe de gobierno.

Al dejar la Moncloa, Aznar se reinventó física y laboralmente. Inmediatamente fichó para el Washington Speaker Bureau, firma especializada en la representación de conocidos oradores. El caché de Aznar oscila entre 40.000 y 90.000 euros por sesión, alcanzando una recaudación anual de 350.000 euros tan solo en este rubro.

También da clases como distinguished fellow (profesor distinguido) en la Universidad Johns Hopkins, desde 2011, dirige un par de centros de estudios trasatlánticos con especial interés en Latinoamérica. Asesora al menos a cinco empresas multinacionales (mineras, eléctricas, de comunicación, servicios legales y auditoría y servicios profesionales), participa en media docena de grupos de presión y think tank. Es un conocido “abre puertas” y lobista a través de su propia sociedad de consultoría “Famaztella” (acrónimo de familia Aznar – Botella) constituida en 2004.

Aznar cobra un salario vitalicio, por su condición de ex presidente del Gobierno (1996 – 2004), que asciende actualmente a unos 70.000 euros anuales. Además, también dispone de por vida de un servicio de custodia, una secretaria y un asistente personal pagados por el gobierno español.

Los ingresos de Famaztella crecieron gracias a las ganancias que generaron sus conferencias y libros. Por escribir tres volúmenes para la editorial Planeta cobró 600.000 euros. Sus títulos: “Ocho años de gobierno”, “Retratos y perfiles: de Fraga a Bush” y “Cartas a un joven español”. En 2009, publicó, también con Planeta, “España puede salir de la crisis”.

Aznar es también consejero de News Corporation, el holding de medios de comunicación del magnate Rupert Murdoch. El ex presidente del PP recibió, en 2009, unos 220.000 dólares por sumarse al Consejo de Administración de News Corp y asesorar al conglomerado propietario de diarios como The Wall Street Journal y The Times y cadenas televisivas como CNBC y Fox News.

Ese mismo año, se sumó como consejero de Doheny Global Group, una sociedad estadounidense del sector energético con intereses en Europa del Este dirigida por el empresario Irwin Katsof, cofundador de un grupo proisraelí y defensor de la energía nuclear. Además, es consejero de la firma inmobiliaria estadounidense J. E. Roberts. Aunque se desconoce cuales son sus ingresos por esas actividades.

La empresa energética Endesa (propietaria de la argentina Edesur) lo contrató como asesor externo para Iberoamérica por 200.000 euros anuales.

Tan sólo en 2013, José María Aznar recorrió 380.093 kilómetros en sus viajes, estuvo fuera de España 190 días y visitó veintidós países.

Para llevar a cabo estas intensas actividades, tanto González como Aznar, han creado amplias estructuras de apoyo, integradas por profesionales de la  comunicación, escritores de libros, redactores de discursos, asesores de imagen, secretarios para llevar su agenda y un community manager.

Estas actividades rentadas de propaganda encubierta y tráfico de influencias son moralmente cuestionables cuando se realizan en provecho de una empresa multinacional y totalmente condenables cuando se ejercen al servicio de gobierno dictatoriales y hasta de grupos terroristas.

El actor español, Javier Barden, por ejemplo, es un conocido lobista del grupo separatista marroquí Frente Polisario. Ha filmado para este grupo una película de propaganda –“Hijos de las nubes”-, que es una burda pieza de desinformación. El filme fue financiado con el dinero que Argelia destina al sostenimiento de las actividades internacionales del grupo separatista.

LOS NEGOCIOS DEL PROGRESISMO

No solo los políticos jubilados incrementan sus ingresos con trabajos de asesoría y conferencias, también los hacen políticos en actividad y hasta legisladores en ejercicio de cargos electivos.

La dirigencia del partido antisistema español Podemos ha obtenido abultados beneficios de la “venta de servicios de asesoría” al régimen chavista de Venezuela y produciendo programas de propaganda para la televisión iraní.

En los últimos doce años, el gobierno venezolano pagó al Centro de Estudios Políticos y Sociales, una entidad dirigida por la plana mayor de Podemos: Pablo Iglesias, Luis Alegre, Carolina Bescansa, Iñigo Errejón, Alberto Montero y Juan Carlos Monedero, un total de cuatro millones de euros en concepto de asesorías. Aunque la cifra puede ser mayor debido a que parte de los pagos se efectuaron con dinero en efectivo y no quedó registro de estos.

Según el diario español ABC, el 75% de esos fondos llegaron a España y el 25% se destinó a cubrir los gastos corrientes (alojamiento, viáticos y pasajes) de los políticos españoles en Caracas.

El flujo de dinero venezolano con que contaban los dirigentes de Podemos era de tal envergadura que en algún momento intentaron comprar la señal televisiva de Canal 33, por ese entonces tasada en 1,2 millones de euros.

No obstante, el régimen chavista no fue el único sponsor con que contó en sus inicios la dirigencia de Podernos.

El secretario general del partido, Pablo Iglesias cobró 24 facturas por un valor total de 97.610 euros, emitidas entre el 28 de diciembre de 2012 y el 11 de noviembre de 2015 de la productora 360 Global Media S.L., gerenciada por el iraní Azimi Mahmoud Alizadeh.

Entre 2012 y 2015 el Servicio de Radiodifusión de la República Islámica de Irán transfirió a la productora 360 Global Media alrededor de 9,5 millones de euros a través de cuentas domiciliadas en paraísos fiscales.

Los honorarios que percibía Pablo Iglesias se justificaban por la producción y conducción del programa “Fort Apache” que se transmitía por la señal televisiva iraní en español Hispan TV destinada al público peninsular y latinoamericano.

Incluso el gobierno separatista catalán encabezado por el prófugo Carles Puigdemont apeló a agencias de conferenciantes internacionales para reclutar “observadores” amigos que dieran un viso de legalidad a la realización del referéndum del 1 de octubre de 2017, declarado ilegal por el gobierno español.

Primero intentó contratar al ex primer ministro socialdemócrata de Holanda (1994 – 2002) y presidente del Club de Madrid (2009 – 2013) Win Kok. Pero el dirigente holandés se negó a tomar parte de la farsa y debieron recurrir a otros personajes menos escrupulosos.

Finalmente, a través del think tank de los Países Bajos, The Hague Centre for Strategic Studies (HCSS) un equipo de una veintena de “observadores internacionales” encabezados por un ex embajador holandés con experiencia en misiones de observación con organismos internacionales, Daan Evert, arribó el 27 de septiembre y permaneció en Barcelona hasta el 3 de octubre, supervisando la realización de la votación.

El HCSS percibió por esta operación 119.700 euros transferidos por el Govern a través de una transferencia del BBVA. El dinero se destinó a cubrir los costos de alojamiento, traslado y honorarios de los “observadores”.

Estas revelaciones no hacen más que proporcionar pruebas y alentar sospechas sobre otras operaciones políticas poco claras como la mediación ensayada por los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá) entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana.

La mesa de diálogo ensayada en República Dominicana con auspicio del ex presidente colombiano Ernesto Samper, Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el apoyo del Vaticano y la OEA. Finalmente, sólo sirvió para que el régimen chavista ganará tiempo y terminará convocando a unos comicios ilegítimos para el próximo 22 de abril.

Todo hace pensar que las reuniones en Dominicana fueron nada más que una eficaz cortina de humo sustentada en el prestigio político de los ex mandatarios.

Esa idea encuentra mayor sustento cuando el presidente Nicolás Maduro pide públicamente al Rodríguez Zapatero que dirija una misión de observadores internacionales para supervisar los comicios venezolanos.

También surgen sospechas de financiamiento ilícitoy operación de diplomacia pública  cuando se ve confluir en un acto al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, al líder de Podemos, Pablo Iglesias, al coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, al secretario general de UGT, Pepe Álvarez y al secretario internacional de cooperación de Comisiones Obreras, Félix Ovejero.

Especialmente, por que dicho acto es en apoyo a la cuarta reelección consecutiva del presidente boliviano Evo Morales, en 2019.

La constitución de Bolivia prohíbe la reelección del presidente por más de dos períodos. El 21 de febrero de 2016, Evo consultó a la población si estaba de acuerdo con modificar la carta constitucional para ser presidente por un nuevo período. El No se impuso por el 51,3%.

El revés no terminó con las aspiraciones de Evo Morales quien, en noviembre de 2017, logró que el Tribunal Supremo ignorara la letra de la constitución y la voluntad popular expresada en las urnas, habilitando una ilegal cuarta postulación.

Mientras dentro de Bolivia crece la resistencia a un nuevo mandato de Evo Morales, el presidente trata de manipular a la opinión pública internacional apelando al apoyo, muchas veces bien remunerado, de sus eventuales aliados en otros países.

Todo esto no son más que descaradas operaciones de diplomacia pública, una práctica cada vez más empleada en la política internacional por los regímenes dictatoriales que necesitan mejorar su imagen.

Lo particularmente censurable es que se realice con la complicidad de políticos que presumen de democráticos, éticos y progresistas.

miércoles, 21 de febrero de 2018

CRISIS DE GOBERNABILIDAD EN ETIOPÍA


Mapa de Etiopía con sus divisiones administrativas

Después de Zimbabue, República Democrática del Congo y Sudáfrica, la inestabilidad política generada por la corrupción y los conflictos tribales están afectando ahora a Etiopía y han provocado la renuncia del primer ministro.

PERFIL GEOPOLÍTICO DEL PAÍS

Etiopía es un país sin salida al mar situado en el llamado Cuerno de África. Con un territorio de 1.104.300 Km², que lo convierte en el vigésimo séptimo país en extensión del mundo, aunque vastas áreas de este son áridas y poco aptas para la vida humana.

Ese territorio se encuentra habitado por algo más de noventa y un millones de personas. Pero sólo el 42,7% de la población está alfabetizada y la tasa de hijos por mujer es de 4,3. Como ocurre con otros países africanos el virus del HIV-SIDA afecta al 1,25% de la población. Cabe destacar que Etiopía solo cuenta con 1.500 médicos para asistir a la totalidad de su población.

Etiopía es el único entre los 54 países africanos que nunca ha sido colonizado. Escapó al llamado “reparto de África” generado por la “Conferencia de Berlín” de 1884.
Solo sufrió una breve ocupación italiana entre 1936 y 1941, cuando los fascistas de Benito Mussolini conquistaron a sangre y fuego al país.

Compite con Egipto por el título de sociedad independiente más antigua del continente. Sus orígenes como nación se remontan al Reino de Aksum que ya controlaba esa región en el siglo II a. C. Aunque el nombre “Etiopía” (en hebreo Kush) se menciona en la Biblia varias veces, y es de alguna manera considerado un lugar sagrado.

Es también la segunda nación más antigua del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial después de Armenia. Esto ocurrió en el siglo IV, hasta entonces la religión oficial del reino era el judaísmo. Hoy, las diversas versiones del cristianismo comprenden al 61,6% de los etíopes, el islam al 32,8% y las creencias animistas al 5,6%.

RESISTIENDO AL COLONIALISMO

Los italianos penetraron en el Cuerno de África, en 1869, directamente después de la apertura del Canal de Suez. La empresa italiana de navegación Rubattin compró la Bahía de Asab a unos jefecillos locales a los efectos de construir un puerto de servicios para su flota comercial. El 10 de marzo de 1882, el gobierno italiano adquirió la tierra de Asab a la empresa italiana y comenzó la expansión territorial en la región. Poco a poco, a pesar de las protestas etíopes, las fuerzas italianas fueron ocupando la totalidad de la costa hasta conquistar la ciudad portuaria de Massawael, el 5 de febrero de 1885.

El 1° de enero de 1890, el Reino de Italia proclamó a ese territorio como “Colonia Italiana de Eritrea”, que constituyó la primera posición colonial italiana en África.

El 5 de marzo de 1889, Menelik II, rey de Shewa, se proclamó Emperador de Etiopía, después de haber conquistado las regiones de Tigray y Ambara.

En diciembre de 1894, Bahta Hagos lideró una rebelión contra los italianos en Akkele Guzay, solicitando el apoyo de las fuerzas del caudillo tigray Mengesha Yohannes. Sin embargo, tropas del ejército italiano al mando del coronel Pietro Toselli aplastaron la rebelión y mataron a Hagos.

El 7 de diciembre de 1895, tropas etíopes atacaron las posiciones italianas, obligando a su ejército a replegarse a Eritrea. El 20 de diciembre capturaron la fortaleza de Maquela, aunque permitieron a la guarnición italiana retirarse con sus armas y pertrechos.

El 1 de marzo de 1896, el ejército italiano concentró casi la mitad de las fuerzas que tenía desplegadas en territorio africano, en la zona montañosa de Adua (o Adowa), con el propósito de sorprender al ejército etíope. Las fuerzas italianas estaban compuestas por cuatro brigadas, con un total aproximado de 15.000 soldados, cincuenta y seis piezas de artillería y alrededor de cinco mil áscaris eritreos que actuaban como portadores y tropas auxiliares. El ejército etíope al mando del Emperador Melenik, por su parte contaba aproximadamente con 120.000 hombres, entre infantería y caballería, con un número indeterminado de cañones, de distinto calibre y con escaso parque.

El general Baratieri había previsto un ataque temprano en la mañana, con la esperanza de sorprender a un enemigo dormido y poco preparado. Sin embargo, los etíopes conocían las intenciones de los italianos, adelantaron sus oficios religiosos y fueron ellos quienes sorprendieron a los italianos con un violento contraataque. El resultado fue una amplia victoria de las tropas etíopes al mando de Menelik, lo cual se explica principalmente por la desproporción numérica de las fuerzas beligerantes que no pudo nivelar el superior adiestramiento, armamento y logística de que disponían los italianos.

Las pérdidas italianas alcanzaron aproximadamente a 6.000 muertos y desaparecidos, y cerca de cuatro mil prisioneros. Además, 1.200 áscaris eritreos resultaron muertos. Los etíopes, por su parte, habrían sufrido alrededor de diez mil bajas, entre muertos y heridos. 

Los italianos capturados fueron tratados como prisioneros de guerra, pero a los ochocientos áscaris eritreos que apresaron los etíopes fueron considerados como traidores. En consecuencia, los castigaron amputándoles la mano derecha y el pie izquierdo.

Luego de su victoria, Menelik se retiró ordenadamente a Addis Abeba, confiando en que el resultado de la batalla resultara decisivo, y la derrota italiana precipitara el fin de la guerra. 

La derrota sufrida por las fuerzas italianas en la batalla de Adua era el mayor revés de una fuerza colonial europea hasta el Desastre de Annual, donde un ejército español de 13.000 hombres fue aniquilado por los rifeños marroquíes comandados por el caudillo Abd el-Krim, el 22 de julio de 1921.

Por medio del tratado de Addis Abeba, en octubre de 1896, Menelik había garantizado la delimitación estricta de las fronteras con Eritrea y obligado a Italia reconocer la soberanía e independencia de Etiopía. 

LA AGRESIÓN FASCISTA

Desde su llegada al poder, tras la Marcha sobre Roma, de 1923, el “Duce” Benito Mussolini había apelado a la invocación de la liturgia romana y planteado la creación de un Imperio Italiano en las costas del mar Mediterráneo. El problema era que hasta entonces el Mediterráneo era una parte importante en las esferas de influencia de Francia y el Reino Unido. Para no confrontar directamente con esas potencias, Mussolini enfocó su vista en Etiopía, en ese momento situada entre las colonias de la Eritrea Italiana y la Somalia Italiana.

Mussolini creía que una corta campaña militar exitosa en África, frente a un rival débil, elevaría la moral de su Ejército y aumentaría el prestigio internacional del régimen fascista. Por otra, parte estaban los intereses comerciales italianos y la posibilidad de enviar la población italiana excedente como colonos a ese continente reduciendo el nivel de desempleo en la metrópoli.

El rearme alemán y su propaganda expansionista sobre Europa Oriental decidió al dictador italiano a llevar a cabo su propio programa armamentista incrementando el tamaño de las fuerzas armadas italianas. Las guarniciones italianas en Eritrea y Somalia se reforzaron notablemente.

Los fascistas italianos comenzaron lentamente a ocupar territorio etíope. El emperador Haile Selassie, que había ascendido al trono en 1934, se dirigió al Reino Unido en búsqueda de apoyo contra la inminente agresión italiana. Pero, tanto el Reino Unido como Francia estaban involucrados en una “política de apaciguamiento” frente a las Potencias del Eje y no querían arriesgarse a una nueva guerra en Europa por defender a una nación africana. Además, como países colonialistas, no veían con desagrado que Italia satisficiera sus apetencias expansionistas incorporando territorios fuera de Europa. En este sentido, Etiopía no fue más que un precedente de lo que, en 1938, ocurriría con Checoslovaquia.

El 4 diciembre de 1934, tropas etíopes e italianas se enfrentaron en duros combates, en el oasis de Walwal, próximo a la frontera común. Murieron ciento cincuenta etíopes y cincuenta italianos. Ambos países aceptaron recurrir al arbitraje de la Sociedad de las Naciones, que salomónicamente exoneró de responsabilidades a ambos países por el incidente.

Entre el 11 y el 14 de abril de 1935, el primer ministro británico Ramsay Mac Donald, ministro de Asuntos Exteriores francés Pierre Laval y Benito Mussolini, se reunieron en la localidad italiana de Stresa para reafirmar la vigencia de los Tratados de Locarno, apoyar la independencia de Austria y proclamar la necesidad de que Alemania respetara el Tratado de Versalles.

Mussolini interpretó que el interés de Francia y el Reino Unido por mantener el statu quo y la paz en Europa le dejaba las manos libres en Etiopía. Inmediatamente comenzó una intensa campaña propagandística para preparar al pueblo italiano y a la opinión pública internacional para una guerra en África. Los economistas italianos comenzaron a presentar a Etiopía como un país rebosante de materias primas y un floreciente mercado para los productos italianos. En mayo de 1935, Italia proclamó su intención de dominar la región y de recurrir a la guerra, si era necesario, para conseguirlo.

Mientras tanto el emperador Haile Selassie comenzó a reclutar un ejército, llegando a crear una fuerza de medio millón de hombres. No obstante, las tropas etíopes estaban precariamente armadas. Su armamento principal era tan solo fusiles de diverso calibre, algunos de ellos de un avancarga y de un solo tiro por vez, algunos guerreros incluso solo portaban sus escudos y lanzas. Carecían de artillería y ametralladoras pesadas y por todo apoyo aéreo disponían de una docena de aviones de la Primera Guerra Mundial piloteados por mercenarios. Incluso carecían de un mando unificado y eran más bien una milicia tribal que combatía según las ordenes de sus varios jefes. Incluso su sistema de comunicaciones dependía de mensajeros a pie pues carecían de aparatos de radio, por lo cual resultaba muy fácil a los italianos dejar incomunicados a los destacamentos etíopes.

El 3 de octubre de 1935, cien mil soldados italianos comandados por el mariscal Emilio De Bono atacaron a Etiopía desde Eritrea sin declaración previa de guerra. Al mismo tiempo una fuerza menor comandada por el general Rodolfo Graziani atacó desde Somalia.

La Sociedad de las Naciones, condenó a Italia como país agresor, el 11 de octubre de 1935, y le impuso numerosas sanciones económicas, pero estas incluían el embargo de productos que no eran de primera necesidad para la industria italiana: el mineral de hierro y el petróleo no estaban consideradas en dicha lista, y por ello empresas de Estados Unidos (que no era un país miembros de la Sociedad de las Naciones), el Reino Unido, Francia y Alemania no respetaron las sanciones.

Al mismo tiempo, los británicos aseguraron al gobierno fascista que no llevarían a cabo ninguna intervención en Etiopía.

Exasperado por el lento y precavido avance del general De Bono, Mussolini lo reemplazó por el general Pietro Badoglio. Las fuerzas etíopes lanzaron un contrataque en diciembre de 1935, pero su ejército rudimentariamente armado, no pudo hacer mucho frente a los invasores, aunque logró detener su avance durante varias semanas. Pero, pronto los italianos hicieron pesar su mejor armamento: artillería de campaña, vehículos blindados y aviones modernos, impidiendo a los etíopes explotar sus éxitos iniciales. Los italianos incluso violaron la Convención de Ginebra empleando gas mostaza contra la población civil y los combatientes. Los etíopes carecían del más mínimo equipamiento contra armas químicas e incluso su vestimenta dejaba expuesta gran parte de su cuerpo. Los italianos incluso abrieron fuego sobre ambulancias y puestos de la Cruz Roja Internacional.

El 29 de marzo de 1936, Graziani bombardeó la ciudad de Harar y dos días después los italianos consiguieron una gran victoria en la batalla de Maychew, la cual anuló toda posible resistencia organizada de los etíopes. El emperador Haile Selassie se vio forzado a escapar al exilio, el 2 de mayo, y las fuerzas de Badoglio llegaron a la capital Addis Abeba el 5 de mayo.

Italia anexó oficialmente el territorio de Etiopía, el 7 de mayo de 1936, y el rey italiano Víctor Manuel III fue reclamado emperador. Las provincias de Eritrea, Somalia Italiana y Abisinia (Etiopía) fueron unidas para formar la “Provincia Italiana de África del Este”.
Mussolini retiró su país de la Sociedad de las Naciones, en 1937, y se acercó mucho más a la Alemania Nazi y al Japón.

La ocupación italiana de Etiopia no duró ni siquiera una década. Durante la Campaña de África Oriental, tropas británicas y guerrillas etíopes expulsaron a los italianos de Etiopía. Cinco años más tarde, el 5 de mayo de 1941, y Haile Selassie regreso al poder.

En 1952, la ONU aprobó la Federación de Etiopía y Eritrea. Hacia 1974, el régimen de Haile Selassie se enfrentaba a una gran crisis interna. El anciano Emperador era acusado de corrupción, los militares lo responsabilizaban por las derrotas sufridas a manos de guerrilleros independentistas eritreos. Para colmo, una de las periódicas hambrunas provocadas por las sequías, en las provincias de Welo y Tigray, agravó la situación.

La crisis terminó con un golpe de Estado protagonizado por oficiales de baja graduación del Ejército, apoyado por grupos de izquierda. El Emperador fue derrocado y sus bienes expropiados. En su reemplazo asumió el gobierno una junta militar conocida como “Derg”.

En 1977, asumió el control de la Derg, el coronel Menghistu Haile Mariam quien instauró un gobierno de inspiración soviética y convirtió al país en “República Democrática Popular de Etiopía”.

En 1984, el país sufre una atroz hambruna que termina con la vida de millones de personas por inanición. Finalmente, cuando desaparece la URSS, en 1991, también desaparece la República Democrática Popular de Etiopía. Las tropas del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope derrotan a Menghistu y su líder Meles Zenawi es proclamado presidente del país.

Entre 1997 y 2l año 2000 se produce una cruenta guerra civil que culmina con la secesión de Eritrea y, bajo el patrocinio de la ONU y la Unión Africana se obtuvo la paz.

EL SISTEMA INSTITUCIONAL

El actual sistema político etíope fue establecido por la Constitución del 22 de agosto de 1995. Se basa en el sistema parlamentario. El gobierno efectivo reposa en la “Cámara de Representantes del Pueblo”, compuesta por 549 diputados electos por sufragio universal directo cada cinco años. Ésta designa al presidente y al Primer Ministro y tiene competencia en materia legislativa, fiscal y presupuestaria.

El regionalismo está representado por la “Cámara de la Federación” integrada por 108 miembros elegidos por sufragio universal indirecto. Son los representantes de los intereses de las regiones que ejercen el control constitucional.

El Poder Ejecutivo es dual. Por un lado, está el presidente de la República. En una función casi honorífica. El presidente es elegido cada seis años y no ejerce ningún poder real.
El gobierno efectivo está en manos del Primer Ministro, también designado por la Cámara de Representantes del Pueblo, su mandato dura cinco años y puede ser reelecto una sola vez.

EL MILAGRO ETÍOPE

A algo más de treinta años de gran hambruna y a veinticinco del fin del régimen prosoviético, Etiopía se ha convertido en uno de los países africanos que más inversiones internacionales atrae. El país es considerado un aliado estratégico fiable de Occidente en la región. Estados Unidos posee una base militar en el país y aporta medios militares para luchar contra el grupo terrorista yihadista Al Shabab en la vecina Somalia.

El país ha experimentado tasas de crecimiento de dos dígitos en los últimos diez años. Un buen número de etíopes se han convertido en millonarios según consigna un informe de The New World Wealth. Las calles de Addis Abeba vibran por un ruido ensordecedor que producen los martillos neumáticos en manos de obreros, abundan las estructuras de hormigón de nuevos edificios y está en marcha un proyecto de construcción de un ferrocarril electrificado elevado de 34 km a lo largo de las principales arterias de la ciudad.

Todo ello en el contexto de un modelo de desarrollo de “estilo chino” que combina la más absoluta libertad económica, la seguridad para las inversiones extranjeras y el apoyo a los empresarios locales, con un régimen de partido hegemónico (de los 549 diputados electos, tan solo uno pertenece a la oposición) y un rígido control de las actividades políticas opositoras.

Este modelo posterga las mejoras sociales y el asistencialismo a la población hasta tanto se produzca un mayor desarrollo industrial y comercial.

Sin embargo, la expansión urbana y la especulación inmobiliaria ha comenzado a destruir campos de pastoreo y labranza desarraigando a miles de agricultores que han protagonizado desde noviembre de 2015 violentas protestas callejeras y huelgas.

El gobierno ha respondido como era habitual reprimiendo duramente los incidentes callejeros al costo, en estos años, de casi un millar de muertos y ha encarcelado a veinte mil opositores (incluidos dirigentes políticos de partidos legales, reconocidos periodistas y blogueros), la mayoría de los cuales enfrentaron cargos por terrorismo.

Los más activos en las protestas han sido 150.000 agricultores de la etnia oromo, la más numerosa del país, cuyas tierras serán expropiadas para proyectos urbanísticos de ampliación de la ciudad de Addis Abeba. Los oromo piden respeto a su propiedad, a su identidad y el cese de su marginación y persecución sistemática del gobierno en manos de la etnia Tigray que domina al actual partido gobernante del Frente Democrático Revolucionario Etíope (FDRE), en el poder desde el derrocamiento del régimen izquierdista del coronel Mengistu Haile Mariam en 1991.

Los oromo, en su lucha contra el gobierno, han recibido el apoyo de la etnia guerrera de los amhra, con grandes vínculos en el Ejército, que también se sienten discriminados y relegados por los políticos tigray.

El gobierno declaró el estado de excepción tras diversas protestas en las regiones de Oromia y Amhra, durante el Festival Irrecha (una suerte de días de acción de gracias del pueblo oromo), el 2 de octubre de 2016. Incidentes entre manifestantes y fuerzas policiales durante el desarrollo del Festival arrojaron un saldo de aproximadamente cien manifestantes muertos.

Para terminar con las protestas y alivianar las tensiones, el gobierno liberó desde enero unos mil presos políticos. Entre los liberados figura Bekele Gerba, secretario general del Congreso Federalista Oromo, el periodista y bloguero Eskinder Negga y el vicepresidente del mayor partido de la oposición, la Unidad por la Democracia y la Justicia, Andualem Aragie.

También prometió el cierre de las instalaciones carcelarias de Maekelawi. Inaugurada en los años setenta, el penal de Maekelawi fue denunciado, en 2013, por Human Rights Watch como un centro de torturas. El gobierno ha dicho que construía un “museo” en las citadas instalaciones.

Esto un fue suficiente para los activistas oromo que llamaron a una huelga el 12 de febrero en la que se cerró el comercio y jóvenes armados con palos y piedras bloquearon las carreteras en Oromia para presionar al gobierno para que mantenga su promesa de amnistía total para los presos políticos.

El jueves 15 de febrero, renunció el primer ministro Hailemariam Desalegn, que llevaba casi seis años en el cargo. Desalegn dejó también la presidencia del Frente Democrático Revolucionario Etíope y a la presidencia del Frente de Liberación del Pueblo Tigray, uno de los cuatro partidos que integran la coalición gobernante.

Posteriormente, el ministro de Defensa, Siraj Fegessa, emitió un comunicado anunciando que se establecía nuevamente el estado de emergencia en el país por los siguientes seis meses, que podía ser ampliado por otros cuatro meses.

La renuncia del Primer Ministro no ha descomprimido la situación. Por el momento no ha trascendido quien lo reemplazara en el cargo.

CONCLUSIONES

Más allá de lo formal, Etiopía no es una auténtica democracia sino un régimen autoritario de partido hegemónico. El gobierno se sostiene en base a un régimen policíaco que encarcela a los opositores y ejerce una férrea censura sobre la prensa e internet.

El conflicto actual, más allá de haberse detonado por la corrupción y la especulación inmobiliaria en la expansión edilicia de Addis Abeba asume todas las características de un conflicto tribal por el control del gobierno, y de los privilegios y negocios que este genera, entre las étnicas tigray y los oromo y amhra. Si esto es así, será difícil encontrar un punto de equilibrio entre las distintas tribus que permita estabilizar al país.


sábado, 17 de febrero de 2018

FUERTES VÍNCULOS DEL FRENTE POLISARIO CON EL ESTADO ISLÁMICO




La detención de una célula terrorista del Estado Islámico o Dáesh, en Marruecos, pone de manifiesto los vínculos entre el separatismo saharaui y el terrorismo yihadista.

La detención, el jueves 15 de febrero, en Marruecos de terroristas pertenecientes al grupo yihadista Estado Islámico y que anteriormente eran miembros del Frente Polisario, confirma el efecto desestabilizador que cumplen en la región sahelo – sahariana los campamentos argelinos donde, desde hace años, los separatistas retienen a la población saharaui marroquí.

La Oficina Central de Investigaciones Judiciales, el organismo responsable en Marruecos de la lucha contra el terrorismo y la delincuencia transnacional, que dirige Abdelhak Khim como parte de la Dirección General de la Supervisión del Territorio Nacional, la eficiente DGST marroquí, arrestó en las ciudades de Laayun, Salé y Marrakech a tres individuos, de entre 24 y 30 años, miembros de una célula terrorista del Dáesh.

En el proceso, las autoridades antiterroristas marroquíes secuestraron documentación, uniformes y hasta una bandera pertenecientes al Frente Polisario.
Precisamente, una semana antes, en declaraciones formuladas a la prensa, Khim había advertido sobre los vínculos del Dáesh con el Frente Polisario y las actividades del terrorismo yihadista en el sur de Argelia.

Dijo el alto funcionario de seguridad marroquí: “El Dáesh no ha desaparecido. Hubo una reubicación; se reorganizaron en la zona sahelo – sahariana y en Libia. Donde encuentran áreas sin ley, allí se establecen”. Para luego agregar: “El problema se incrementa con la falta de cooperación de los argelinos y la existencia de un área controlada por un grupo terrorista que es el Frente Polisario.” Concluyendo: “Al Qaeda en el Magreb Islámico sigue intentando controlar el sur de Argelia y al norte de Mali”.

Cabe destacar que la DGST marroquí colabora con los organismos de seguridad e inteligencia europeos en la lucha contra el terrorismo yihadista y ha sido esencial en el esclarecimiento de atentados en Bélgica, Francia y Barcelona, España.
Las recientes detenciones de terroristas yihadistas no hacen más que confirmar lo acertado de las declaraciones del jefe antiterrorista.

Durante largo tiempo, otros expertos internacionales en terrorismo yihadista, como Chema Gil Garré, Codirector del International Security Observatory, con sede en España, y responsable del Departamento de Análisis de Terrorismo y Seguridad Internacional, han denunciado insistentemente que los líderes del Frente Polisario mantienen vínculos con grupos terroristas y con organizaciones criminales dedicadas, entre otros negocios ilícitos, al secuestro de cooperantes europeos.

El Frente Polisario tiene un largo historial de actividades terroristas. El grupo separatista asesino a casi trescientos ciudadanos españoles durante las décadas de los años 70 y 80. Los pescadores españoles que faenaban en la zona de El Aaiún o los trabajadores que picaban piedras en las minas de fosfato de Fosbucraá fueron aniquilados en masa. Barcos con toda la tripulación pasada a machete, secuestros, torturas físicas y psicológicas o fusilamientos con ráfagas de ametralladora eran algunas de las desastrosas “postales” que dejaron los terroristas separatistas que nunca fueron debidamente investigadas ni sancionadas, según afirma la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo (ACAVITE).
También son inocultables los vínculos del Frente Polisario con el crimen organizado internacional.

El 24 de octubre de 2011, por ejemplo, la madrileña Ainhoa Fernández Rincón, el mallorquín Eric Gonyalons y la italiana Rosella Urru, todos ellos cooperantes europeos pertenecientes a diversas ONG, fueron secuestrados en Rabuni, la sede administrativa de los campamentos argelinos controlados por el Frente Polisario, mientras desarrollaban actividades humanitarias.

Del secuestro de los cooperantes participaron elementos del Frente Polisario en asociación con terroristas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), vinculados a Mokhtar Belmokhtar, el terrorista conocido periodísticamente como “Míster Marlboro”, desde sus tiempos de contrabandista de tabaco.

Los cooperantes fueron trasladados por sus captores en vehículos 4X4, primero a territorio de Mauritania y luego al norte de Malí. Meses después, luego de intensas negociaciones y de que sus gobiernos pagaran a los terroristas un sustancial rescate, fueron liberados.
En este sentido, los organismos de seguridad e inteligencia de la Unión Europea ven con preocupación la actitud tolerante de Argel hacia algunos terroristas yihadistas de origen argelino que operan en el Norte de Mali, como el mencionado Mokhtar Belmokthar. Cuando estos terroristas son perseguidos por las fuerzas internacionales en el Sahel suelen encontrar refugio en territorio argelino.

Tampoco podrá hablarse de verdadera seguridad en la zona mientras persistan los campamentos controlados por el Frente Polisario donde vive y recibe adiestramiento militar una población sin futuro, propensa a radicalizarse y a engrosar las filas de organizaciones terroristas como el Dáesh o AQMI.

Población que el Frente Polisario mantiene sumida en la pobreza y en la desesperación. Esos pobladores, para ganarse la vida, se ven naturalmente tentados a realizar actividades ilícitas.

De nada servirán los crecientes esfuerzos internacionales por controlar la región como la francesa “Operación Barkhane”, la “Misión de Entrenamiento de la Unión Europea en Mali (EUTM-Mali)”, establecida por la Unión Europea, con auspicio de las Naciones Unidas; la “Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSMA)” o la costosa “Force Conjointe du G-5 Sahel (FC-G5S)”, constituida por Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger.

El Frente Polisario es una organización terrorista, las pruebas están allí quien quiera verlas las verá y quien persista en su infantil creencia de que trata con una minoría perseguida enfrentará, más tarde o más temprano, las consecuencias.