jueves, 30 de abril de 2020

PERÓN, EL PRIMER TRABAJADOR ECHA A LOS MONTONEROS DE LA PLAZA



Eran los días del tercer gobierno de Perón y el general había prometido rendirle cuentas al pueblo el 1° de mayo de 1974. Los montoneros intentaron presionar al anciano general y este los expulso del acto en la Plaza de Mayo.
“Vea, vea, vea, que manga de boludos votamos a una muerta, una puta y un cornudo” gritaban desafiantes miles de gargantas juveniles. El viejo caudillo volvía al balcón que había sido escenario de sus mejores momentos políticos tras una forzada ausencia de dieciocho años. Era su reencuentro con el pueblo peronista. Un reencuentro que estaba demostrando no ser todo lo dulce que él tantas veces había soñado en las largas tardes de su exilio madrileño. La juventud maravillosa no venía a gritar “la vida por Perón” sino a cuestionar por qué estaba “lleno de gorilas el gobierno popular”.

Perón reaccionó como solía hacerlo cuando era desafiado. Antes que nada el anciano caudillo era, y lo había sido toda su vida, un militar acostumbrado a mandar y ser obedecido. Además no era un militar cualquiera, era un “general de la Nación”, en verdad de dos naciones a la vez –Argentina y Paraguay-, además era el líder de un movimiento político que había hecho del “verticalismo” –es decir de la subordinación absoluta a su conductor- una de sus características más sobresalientes. Por lo tanto, no iba a tolerar abiertas insubordinaciones de sus seguidores.

Con el rostro encendido por la indignación, Perón disparó: “Estúpidos”, “Imberbes” e inmediatamente advirtió que “aún no había tronado la hora del escarmiento”. En realidad el escarmiento habían comenzado a darlo los parapoliciales de la Triple A, con una bomba al senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, pero el anciano general omitió cualquier referencia a ello.

Las palabras del septuagenario caudillo sonaron como un cachetazo en los oídos de los jóvenes de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, que hasta unos pocos meses antes, habían imaginado que Perón los conduciría a una “Patria Socialista” similar a la que había construido Fidel Castro para el pueblo cubano.

Ahora, contundente y brutal, Perón los despertaba de sus sueños infantiles. No habría revolución ni liberación nacional, la patria no sería socialista sino peronista y ellos no eran más la “juventud maravillosa” sino los “infiltrados”. Algo aturdidos, bajaron la cabeza, mordieron su rabia, enjuagaron alguna lágrima de indignación y comenzaron a abandonar lentamente la histórica plaza. Dejaban atrás su inocencia política y muchas ilusiones. No es aventurado imaginar que entre aquellos jóvenes veinteañeros que arrastraban desalentados sus banderas se encontraban Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Dante Gullo la por entonces diputada nacional por la Juventud Peronista, Nilda Garre y otras figuras del gobierno actual.

En Argentina había comenzado el reflujo de masas en el campo popular que desembocaría en la tragedia del 24 de marzo de 1976.

En adelante el 1º de mayo de 1974 sería recordado como el día que Perón hecho a los Montoneros de la Plaza.

PERON Y LOS MONTONEROS: UNA HISTORIA DE DESENCUENTROS

La relación que Perón mantuvo con los sectores de la Tendencia Revolucionaria siempre fue una suerte de matrimonio de conveniencia donde cada parte sospechaba de la otra y confiaba en que a la larga impondría a ésta sus condiciones.

Las mentes más esclarecidas en la conducción de Montoneros no se habían engañado nunca sobre la verdadera naturaleza del peronismo. Consideraban a Perón como un político burgués, un populista autoritario, en el fondo con ideas algo conservadoras, cuyo mayor mérito había sido traducir con éxito las técnicas de propaganda y organización estatal del fascismo mussoliniano a la realidad y cultura argentinas. Sin duda, un mérito que no era menor.

Comprendían que el peronismo no era un partido basado en la lucha de clases, sino en una inestable alianza entre el movimiento obrero y la burguesía industrialista nacional arbitrada y controlada desde el Estado. Es decir, un movimiento tibiamente reformista que como advirtiera su conductor se proponía llevar a cabo una revolución con tiempo y no con sangre.

No obstante, los Montoneros confiaban que el tiempo y la biología estaban a su favor. Creían en su capacidad para forzar a Perón hacia posiciones gradualmente más revolucionarias. Tenían un gran poder de movilización, controlaban la calle y contaban con un importante aparato militar, además eran jóvenes y podían esperar. Más temprano que tarde, Perón moriría dejando a la masa popular en un estado de orfandad política. En ese momento, ellos se presentarían a cobrar su inversión, como herederos de Perón.

Juan D. Perón, por su parte, había vivido el Mayo Francés del 68 desde Europa y sabía muy bien con quienes trataba, pero los necesitaba como una pieza más -no la única y ni siquiera la principal- en su armado estratégico. Confiaba que con el tiempo el peronismo terminaría por digerir los ímpetus revolucionarios de estos jóvenes en el “trasvasamiento generacional” que seguiría a su muerte. Esperaba cooptar a los dirigentes más lúcidos a fuerza de cargos y prebendas y marginar solo a los elementos más radicalizados. Perón creía que había un lugar dentro del peronismo para estos “muchachos” siempre que no sacaran las manos del plato.

El problema surgió por la incapacidad de la Tendencia Revolucionaria de llevar a cabo un proceso de acumulación de poder sin entrar en conflicto abierto con el liderazgo de Perón.
En la década de 1970 dos estrategias revolucionarias dividían a la izquierda argentina. Por un lado, estaban los “movimientistas”, como Nahuel Moreno -es decir, Hugo Brezzano-, que sostenían la necesidad de construir un gran “partido de masas” como requisito previo al inicio de la lucha armada y la toma del poder. En otras palabras, los que ponían el trabajo político por encima de las acciones militares.

Por el otro lado, estaban quienes defendían la estrategia conocida como “foquismo”, cuyos principales teóricos eran Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y Regis Debray. Esta estrategia postulaba que era suficiente con crear un “foco revolucionario” –desarrollando una guerra de guerrillas en un área rural alejada- para encender la revolución en todo el país y tomar el poder. Hacia esta última posición se orientaron los líderes del Partido Revolucionario de los Trabajadores y su Ejército Revolucionario del Pueblo, Roberto “Roby” Santucho y el “pelado” Enrique Gorriarán Merlo.

Dentro de la Tendencia Revolucionaria convivían partidarios de ambas estrategias, el debate fue intenso y apasionado, pero finalmente se impuso la visión foquista de la Conducción Nacional en manos de Mario Firmenich, Roberto Quieto, Fernando Vaca Narvaja, Cirilo Perdía y otros jóvenes partidarios de una salida militarista.

Estos últimos tomaron la decisión de acelerar el proceso revolucionario presionando a Perón con declaraciones en favor de la creación de milicias populares, ocupaciones de dependencias públicas, movilizaciones populares e incluso acciones armadas como el asesinato del Secretario General de la CGT, José Ignacio Rucci, pocas horas después de que Juan D. Perón fuera elegido presidente constitucional por tercera vez.

Perón había reconocido los servicios que prestaran para su retorno estos sectores combativos. Les concedió cargos en las gobernaciones de provincias claves –Bs. As., Córdoba, etc.-, bancas en la Cámara de Diputados, el control del ministerio de Educación y de las universidades. Una importante cuota de poder, que no obstante pareció insuficiente a los dirigentes de la Tendencia.

En realidad, el problema residía en la inexperiencia política y la absoluta incapacidad para construir poder que evidenciaba la conducción de la Tendencia Revolucionaria. Los cuadros juveniles eran excelentes para movilizar a sus partidarios, idear consignas para los actos y llevar a cabo otras acciones de agitación callejera. Pero su análisis de la realidad era infantil, no fueron capaces de crear canales de comunicación con la dirigencia política y en muchos casos se enteraron de lo que ocurría en el gobierno del que formaban parte –al menos en teoría- por los diarios.

Además, su soberbia y omnipotencia los hacía creer que cualquier acontecimiento que evidenciaba una derrota para ellos, o bien no era una derrota o no era producto de un error de cálculo de su parte. En síntesis, carecían de toda posibilidad de autocrítica.

Cuando se hizo evidente que Perón respondía a cada provocación recortando el poder que les había otorgado: destituyó a Rodolfo Galimberti de su cargo de Secretario de la Juventud en el Consejo Superior del Justicialismo, los marginó de la comisión que organizó el retorno definitivo de Perón, permitió la salvaje balacera del 20 de junio en los bosques de Ezeiza, desplazó a Héctor J. Cámpora con quien Montoneros tenía una fluida relación, intervino la UBA con una figura de ribetes nacional facistóides como Alberto Ottalagano, desplazó al Teniente General Jorge Raúl Carcagno y al coronel Juan Jaime Cesio artífices del “Operativo Dorrego” que llevó a confraternizar a oficiales del Ejército con militantes de Montoneros; finalmente avanzo contra los gobernadores y legisladores que simpatizaban con la Tendencia.

Mientras tanto, lo única respuesta que era capaz de articular la conducción de Montoneros consistía en realizar otra nueva “apretada” contra el “Viejo”.

El choque final se produjo aquel 1º de mayo de hace cuarenta años, sesenta días después Perón moría y era enterrado vistiendo su querido uniforme de general. Pero para entonces nadie en Argentina creía que los Montoneros fueran los herederos de Perón. Es más ni siquiera nadie creía que los Montoneros fueran peronistas.


jueves, 23 de abril de 2020

DISIDENTES DEL FRENTE POLISARIO CREAN UNA NUEVA AGRUPACIÓN




Un nuevo movimiento político formado por saharauis surge como una instancia superadora que podría sacar al diferendo sobre el Sáhara de un estancamiento de más de cuatro décadas.

La aparición del Movimiento Saharaui por la Paz, un nuevo nucleamiento político que disputa al Frente Polisario la representación de la población marroquí de origen saharaui, abre la posibilidad de nuevas instancias de diálogo que permitan concretar el retorno de esas personas la territorio patrio para vivir en un régimen de autonomía dejando las condiciones infrahumanas de los campamentos de Tinduf, hoy bajo el control de Argelia y las milicias polisarias.

El miércoles pasado, un centenar de políticos y luchadores por los derechos humanos de origen saharaui han constituido un nucleamiento denominado Movimiento Saharaui por la Paz como instancia superadora del agotado Frente Polisario.

Entre los fundadores del nuevo Movimiento figuran descendientes de miembros de la Asamblea de Notables de la etapa colonial española y miembros de la Iniciativa Saharaui por el Cambio, hasta ahora una corriente crítica dentro del Frente Polisario que intentó sin éxito llevar a cabo algunas reformas democratizadoras desde interior de ese partido y expresos políticos recientemente salidos de las cárceles de Tinduf, aun con el recuerdo fresco de la brutalidad y torturas de los separatistas.

Los fundadores de la nueva agrupación han lanzado un amplio llamamiento a todos los saharauis a “adherirse” y “participar sin exclusiones ni discriminaciones de ningún tipo” para lograr una solución al conflicto que “desde hace décadas ha estado hipotecando la paz, la integración y el desarrollo de los pueblos del Magreb Árabe”.

El Movimiento Saharaui por la Paz se propone concretar “un plan de reconstrucción integral, la puesta en marcha de nuevos proyectos de desarrollo e infraestructuras socioeconómicas y por último el retorno de los refugiados saharauis en condiciones de libertad y dignidad”.

“Entre los principios y valores que asume el Movimiento Saharaui por la Paz destaca la defensa de la convivencia, la igualdad, el reparto equitativo de la riqueza, así como la protección de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales de la población”, ha señalado, antes de desvelar que su lema será: “Paz, Justicia, Concordia”.

En este sentido, ha destacado que sus autoridades se pondrán en contacto con Naciones, Unidas, la Unión Africana, la Unión Europea, España, Marruecos, el Frente Polisario, Argelia, Mauritania, Francia y los Estados Unidos para intentar concretar una solución a la cuestión del Sáhara.

Por último, ha confirmado que su primer congreso tendrá lugar durante los próximos dos años. Mientras tanto, la representación del Movimiento Saharaui por la Paz estará en manos de una comisión política integrada por trece miembros, entre los cuales se designará un Primer Secretario como máxima autoridad provisional para coordinar las acciones del Movimiento.

La aparición del Movimiento Saharaui por la Paz es una consecuencia directa de la falta de democracia y del régimen estalinista que impera dentro del Frente Polisario donde todas las decisiones e iniciativas deben consultarse con Argel y solo se llevan a cabo aquellas actividades que benefician de alguna manera a un liderazgo gerontocrático, que no vive en los campamentos sino que, tras enriquecerse durante años rapiñando la ayuda humanitaria recibida del extranjero, hoy disfrutan de sus privilegios viviendo entre España y Argelia.
Con la aparición del Movimiento Saharaui por la Paz, el Frente Polisario pierde el argumento que ha esgrimido desde su creación de ser el único representante del pueblo saharaui, y por lo tanto la única voz de esta minoría étnica frente al mundo y en los organismos internacionales


miércoles, 22 de abril de 2020

¿DÓNDE ESTA KIM JONG-UN?




Las versiones sobre los graves problemas de salud del líder norcoreano generan incertidumbre sobre la paz y estabilidad en el sudeste asiático.

La salud de los jefes de Estado suele ser un secreto bien guardado en la casi totalidad de las Naciones. Pero es aún más relevante cuando el Estado en cuestión se encuentra armado hasta los dientes.

Corea del Norte posee el cuarto ejército más grande del planeta, con más de un millón de efectivos en servicio activo y 4,7 millones de reservistas altamente entrenados. Es también el primer ejército del mundo con relación al gasto militar. Las fuerzas armadas norcoreanas consumen el 25% del PBI del país.

Además, el país asiático posee también la mayor relación de soldados por habitantes: 45 soldados cada mil habitantes superando incluso a Israel que se sitúa en segundo lugar con tan sólo 25 soldados por cada mil habitantes.

Desde 2006, Corea del Norte es oficialmente un país con armamento nuclear y misilístico. En 2016, detonó con éxito una bomba de hidrógeno convirtiéndose en el sexto país que cuenta con este tipo de armamento. Por otra parte, ese mismo año, Pyongyang lanzó con éxito desde un submarino un misil de mediano alcance (500 km).

Todo ese poderoso arsenal se encuentra en las manos de un solo hombre, el mariscal Kim Jong-un de 37 años, quien además es Secretario General del Partido de los Trabajadores de Corea, presidente de la Comisión Militar Central, presidente del Presídium del Comité Permanente del Politburó del Partido del Trabajo de Corea.

En un país tan opaco, sin prensa independiente y donde todo se maneja en el mayor secreto, los observadores deben sacar conclusiones sobre la evolución de la política interna en los menores gestos. Es por lo que la ausencia de Kim Jong-un, el pasado 15 de abril, en el “Taeyangjeol” o “Día del Sol”. La fiesta nacional con que se celebra el nacimiento del fundador de la República Democrática de Corea, el mariscal Kim Il Sung, inmediatamente despertó todo tipo de especulaciones.

Hasta que un artículo aparecido en la publicación Dayly NK, elaborado por desertores norcoreanos en Seúl, lanzó la versión de que “el brillante camarada” se encontraba en grave estado convaleciente de una cirugía cardiovascular en una clínica especializada al Norte de la provincia de Pyongyang.

Aunque la versión no pudo ser corroborada, la CNN y otras agencias noticiosas se hicieron eco de la versión. Mientras que los gobiernos de Estados Unidos, China, Japón y Corea del Sur guardaron expectante silencio.

Existen motivos fundados para sospechar que la versión tiene algún fundamento. Kim Jong-un mide escasamente 1,60 metros y pesa 130 kilogramos. Pese a su juventud padece obesidad, tabaquismo excesivo, diabetes y gota. A estos padecimientos se suma el stress que debe permanentemente debe soportar como jefe de Estado en un régimen marcadamente autocrático y la paranoia particular del joven líder coreano.

Desde que asumió el poder, Kim Jong-un ha purgado a 340 altos funcionarios del gobierno norcoreano. Los más afortunados fueron degradados y enviados a “reeducarse” trabajando en granjas prisión, otros fueron directamente encarcelados y la mayoría -unos 170- simplemente fueron ejecutados.

Entre los ejecutados de más relevancia están Jang Sung-thaek, tío de Kim Jong-un y entonces número dos del régimen por traición; Hyong Yong-col, ex ministro de Defensa por quedarse dormido durante un desfile militar; Choe Yong-gon, antiguo responsable de la cartera de Educación, por sentarse de manera informal e irrespetuosa. Las ejecuciones se realizaron mediante métodos como el pelotón de fusilamiento o hasta con el uso cañones antiaéreos. Incluso, según una versión, Jang Sung-thaek abría sido arrojado a una jauría de perros militares de ataque que terminaron con su vida.

La principal preocupación en Occidente sobre la salud del autócrata norcoreano reside en la falta de un claro mecanismo de sucesión y de un claro reemplazante.

En la práctica, la supuesta república socialista de Corea del Norte es una monarquía de partido único. Kim Il-sung, llamado “El Presidente Eterno”, gobernó desde 1948 hasta su muerte en 1994. Le sucedió su hijo, “El Amado Líder” Kim Jong-il quien también gobernó dictatorialmente hasta su muerte, en 2011. Inmediatamente le sucedió el tercer gobernante de la dinastía, su hijo menor Kim Jong-un, “el brillante camarada” que asumió el poder con tan sólo 27 años.

La familia Kim basa parte de su legitimidad para gobernar Corea del Norte en su pertenencia al “linaje Paektu”, la idea de que el clan desciende del rey Tangún que es el fundador mítico del pueblo coreano.

Se dice que el Rey Tangún fue nieto del dios de los Cielos, el dios Hwanin. Según cuenta la leyenda el hijo de Hwanin, Hwanung, quería vivir en la tierra con los mortales. Su padre le permitió descender de los cielos al Monte Paektu con 3.000 funcionarios y vivir en la tierra donde enseñó a los mortales cómo comportarse, dando lecciones morales y haciéndoles distinguir entre el bien y el mal.

Durante su estancia un tigre y un oso pidieron a Hwanung poder convertirse en seres humanos. Hwangung aceptó con la condición de que durasen cien días en una cueva con solamente ajo y plantas aromáticas. El tigre abandonó la cueva a los veintiún  días y el oso duró todo el tiempo, convirtiéndose así en mujer. La mujer no tenía hombre con quien contraer matrimonio y rezaba encontrar uno para poder así tener descendencia.

Conmovido por sus plegarias, Hwanung se transformó momentáneamente en hombre y acepto a la mujer como su esposa. Tuvieron un hijo juntos; Tangun. Tangun formó el primer reino de Corea; Kojoson. La capital del reinado fue tras el paso del tiempo trasladada a Pyongyang, es la capital de Corea del Norte.

El Monte Paektu es el lugar donde el padre de Hwanung le dio permiso para descender a la tierra y por lo tanto considerado como el lugar de origen de los coreanos (tanto en el sur como en el norte de la península).

En la actualidad, la única persona que parece gozar la confianza del “Brillante Camarada” es su hermana menor Kim Yo Jong quien incluso lo representó en febrero de 2018 en una visita de Estado al Palacio Presidencial de Seúl, en Corea del Sur. Pero, es impensable que una mujer llegue al poder en Pyongyang.

Mientras prosperan las especulaciones de todo tipo. En Corea del Norte la vida parece desarrollarse con total normalidad, pero Kim Jong-un lleva trece días sin aparecer en público y el gobierno no ha hecho ninguna declaración sobre las versiones que pueblan los medios de prensa extranjeros.

En consecuencia, las versiones existentes adquieren relevancia en la medida que la desaparición física o la incapacidad para seguir gobernando de Kim Jong-un generaría un vació de poder en un Estado clave para la estabilidad y la paz no solo en sudeste asiático sino en un mundo que se encuentra muy afectado por la combinación entre una pandemia y una pronunciada recesión económica.


martes, 14 de abril de 2020

LA DIPLOMACIA AFRICANA DEL REY MOHAMED VI NO SE DETIENE



La pandemia del COVID 19 no detiene la política del Rey de Marruecos Mohammed VI destinada a crear un África dueña de su propio destino.

El Rey de Marruecos Mohammed VI ha demostrado que ni la pandemia de coronavirus detiene su política africana.

En entrevistas telefónicas con el presidente de la República de Costa del Marfil, Alassane Dramane y el presidente de la República de Senegal, Macky Sall, el monarca alauí propuso el lanzamiento de una Iniciativa de los Jefes de Estado africanos destinada a establecer un marco operacional para apoyar a los mandatarios de la región en la gestión de la pandemia del COVID 19.

Se trata de una iniciativa realista y orientada a la acción, que permite el intercambio de experiencias y de las prácticas correctas para hacer frente al desafío sanitario, económico y social provocado por el virus. El Rey Mohammed VI entiende claramente que para enfrentar a una pandemia global, en un mundo interconectado como el actual, todos los países necesitan de la colaboración con los otros Estados. En especial en un continente como el africano donde las fronteras son particularmente porosas y los intercambios humanos sumamente fluidos.
Desde el comienzo del reinado de Mohamed VI, en 1999, Marruecos se ha caracterizado por una política exterior dirigida a desarrollo sostenible y cooperativo, al fortalecimiento de las relaciones sur – sur y a priorizar los vínculos con África.

Esta política comenzó con la cada vez mayor intervención de tropas marroquíes en las misiones de paz de Naciones Unidas en el continente y con el otorgamiento de becas para estudiantes africanos

Actualmente, Marruecos, con 1.700 millones de dólares en inversiones, es el segundo inversor africano en el continente, después de Sudáfrica y aspira a convertirse en el primero.

Las inversiones marroquíes en África se distinguen por su variedad y riqueza sectorial, a la imagen de los servicios que constituyen un componente esencial de la demanda africana. El cúmulo de las inversiones marroquíes se centran especialmente en el sector de la construcción y obras públicas, TIC, servicios bancarios, electrificación, industria farmacéutica, transporte aéreo, minas, seguros y telecomunicaciones.

La presencia de Mohammed VI acompañado de delegaciones de funcionarios y empresarios marroquíes se hizo algo habitual en los países de la región. Cada visita del monarca alauí a un país africano dejaba al país anfitrión un saldo de donaciones y ventajosos convenios de cooperación bilateral.

Marruecos ha suscripto una serie de acuerdos regionales para el libre intercambio de mercancías y para favorecer las inversiones entre el Reino y el resto del continente africano. Desde 1956 a 1999 se firmaron 515 acuerdos con los países africanos; mientras que, desde entonces, han sido 949 los acuerdos firmados hasta la fecha, es decir, más del doble. Esos acuerdos abarcan todo tipo en materias que van desde los intercambios meramente comerciales a la colaboración de materias concretas como la educación o la cultura.

Marruecos se ha convertido, en las últimas décadas, en una potencia económica y diplomática dentro de África, lo que se tradujo en la imposibilidad de que el Reino se mantuviera ausente de la escena diplomática continental o de su organización la Unión Africana. Marruecos propició la creación de este organismo por impulso del entonces rey Mohamed V que convocó a la Conferencia de Casablanca, en 1961, y luego se incorporó a la entonces Organización de la Unidad Africana (OUA) en 1963, y de la cual se alejó en 1984 por acciones que amenazaban su soberanía territorial.

En 2016, el rey Mohamed VI, en su discurso de conmemoración de un nuevo aniversario de “La Marcha Verde”, que permitió a Marruecos recuperar su integridad territorial al restablecer su soberanía sobre las provincias del Sur, en 1975, largamente usurpadas por España, aclaró: “El regreso de Marruecos a la Unión Africana no es una decisión táctica, ni debida a cálculos coyunturales. Es más bien una decisión lógica resultante de una profunda reflexión. Así pues, al anunciar nuestra vuelta, no pedimos el permiso de nadie para obtener nuestro legítimo derecho.”

Este regreso se concretó en enero de 2017 y en ese mismo año Mohamed VI fue nombrado como “Líder de la Unión Africana sobre la Cuestión de la Migración”.

En 2018, en la XXIII Sesión Ordinaria del Consejo Ejecutivo del Bloque Panafricano como preludio de la XXX Cumbre de la Unión Africana, realizada en la ciudad de Addis Abeba, Etiopia, Marruecos fue designado miembro del Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana, máximo organismo de la entidad regional.
Marruecos ha establecido estrechas relaciones con algunos importantes países africanos, a cuyos ciudadanos ha exonerado de visado para ingresar a su territorio: Argelia, Congo, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Libia, Mali, Níger, Senegal y Túnez. De esta manera, puede ser más fácil para una empresa instalada en Marruecos reunirse en este país con sus clientes africanos que en un país europeo, ya que éstos suelen tener condiciones de entrada más restrictivas para los visitantes extracomunitarios.
Marruecos fortalece la cooperación Sur – Sur, destinado aproximadamente trescientos millones de euros anuales en ayuda pública al desarrollo de África que se canalizan a través de distintos cauces de cooperación institucional como la Agencia Marroquí de Cooperación Internacional (AMCI), órgano encargado de programas tripartitos de cooperación en los que interviene el Reino como canalizador de la ayuda, otro país africano como beneficiario y un tercer país u organismo internacional como donante.
Además, existen otras fundaciones de inversión marroquíes como la Fundación de Desarrollo Industrial y de Inversiones y la Fundación Hassan II que favorecen la concreción de proyectos en determinados sectores, tanto a nivel local como a nivel internacional, siempre que estén dirigidos por una empresa marroquí. Por otro lado, Marruecos también forma parte de la Fundación África 50 que facilita la inversión en aquellos proyectos destinados a mejorar las infraestructuras del continente.


Gracias a la COP22, 26 países africanos han firmado la Promesa de Marrakech de Fomentar Mercados de Capital Verde en África destinados a financiar proyectos de energías renovables.
Marruecos, de la mano del Rey Mohammed VI se ha transformado en un país pujante que día a día se convierte en una verdadera potencia regional en África y hoy lo demuestra a ser el primer Jefe de Estado del continente en impulsar una iniciativa africana para enfrentar la pandemia del coronavirus que amenaza al mundo.


lunes, 13 de abril de 2020

LA DIPLOMACIA CUBANA DE LAS BATAS BLANCAS



Desde la instalación de la dictadura castrista, Cuba se ha transformado en una suerte de parásito comunista que sólo sobrevive alimentándose de los países gobernados por sus aliados ideológicos.

EL SATÉLITE CUBANO

Cuando a comienzos de 1959, los hermanos Castro se hicieron con el poder en La Habana, la guerra civil y el éxodo de empresarios y profesionales universitarios altamente calificados paralizaron a la economía cubana.

La situación se agravó con las expropiaciones de explotaciones agrícolas y de capitales extranjeros (en especial los radicados en hotelería, turismo, casinos, medios de prensa y canales de televisión de propiedad estadounidense) llevadas a cabo por el gobierno revolucionario.

La consiguiente militarización del país, el enfrentamiento con los Estados Unidos, el aislamiento internacional y las sanciones económicas que siguieron a la Crisis de los Misiles de 1962 y la colectivización forzada del total de la economía cubana terminaron de sepultar cualquier posibilidad de desarrollo industrial del país. Cuba se vio empantanada en un modelo agroexportador basado casi exclusivamente en la venta de caña de azúcar, ron, tabaco y frutas.

Cuando las tensiones de la Guerra Fría llevaron a los Estados Unidos a estrechar el cerco diplomático y económico sobre Cuba con el propósito de sofocar al régimen castrista, en el Kremlin decidieron que no podían permitirse perder a un aliado estratégico que constituía una suerte de portaviones natural situado a 150 km de la costa estadounidense y una base para sus operaciones latinoamericanas.

Fue entonces cuando los soviéticos asumieron la responsabilidad de sostener financieramente a su aliado en el Caribe.

El problema era que Cuba no presentaba las mismas características estructurales de los países de Europa Oriental. Países como la República Democrática Alemana, Checoslovaquia o Polonia tenían una importante base industrial que permitió a los soviéticos aplicar su modelo de capitalismo de Estado, con economía planificada y partido único. En Europa Oriental la economía estatal planificada funcionó lo suficientemente bien como para que, aplicando un severo racionamiento y soportando el desabastecimiento periódico, la población contase con medios de subsistencia suficiente.

Antes de la Revolución, Cuba había progresado más que otros países caribeños e incluso de América Latina. Había alcanzado una suerte de simbiosis económica con los Estados Unidos a través de la venta de servicios turísticos, las exportaciones de azúcar, tabaco de alta calidad, bebidas alcohólicas y frutas tropicales.

Si bien la renta nacional se distribuía muy desigualmente en beneficio de una oligarquía que controlaba la propiedad de la tierra, el sistema financiero y las empresas locales claves, Cuba distaba mucho de ser uno de los países más pobres de la región.

La ruptura de los vínculos económicos y tecnológicos con los Estados Unidos, la imposición de sanciones económicas, el incremento desmesurado del gasto militar y la colectivización de la actividad productiva de la Isla terminaron por destruir a la economía cubana. En ese contexto Cuba solo podía sobrevivir con la ayuda financiera y de todo tipo que recibía de sus nuevos socios en el Kremlin.

En ese entonces, tampoco la economía soviética atravesaba por su mejor momento. La Guerra Fría imponía a la URSS realizar crecientes gastos en armamentos, destinar fondos a la carrera espacial y para competir en distintos ámbitos internacionales donde se libraba la rivalidad entre las superpotencias.

Para colmo de males los soviéticos enfrentaban importantes tensiones con China y un malestar en aumento e incluso rebeliones dentro del bloque soviético.

Durante veinticinco años los ciudadanos soviéticos soportaron fuertes penurias económicas, un mayor racionamiento y desabastecimiento, porque la solidaridad socialista les imponía financiar a su aliado caribeño.

La Unión Soviética compró y forzó a sus satélites del Bloque Soviético a adquirir las exportaciones cubanas de azúcar, alcohol, tabaco y níquel, productos que, en algunos casos, no necesitaban o podían conseguir a precios inferiores de otros países.

Durante años, el Kremlin abasteció a La Habana con petróleo a precio subsidiado, el entregó armamento en cantidad para sus fuerzas armadas. Abrió tanto sus instalaciones militares, como universidades y centros de investigación para formar becarios cubanos. También envió a la Isla misiones con instructores de todo tipo: militares, médicos, científicos, educadores y planificadores económicos para impulsar el desarrollo del país según el modelo soviético.

Sin embargo, toda la ayuda suministrada por los soviéticos no fue suficiente para sacar a Cuba del estancamiento económico. Bajo los Castro la Isla se convirtió en un barril sin fondo que absorbía los recursos soviéticos sin que nada mejorase. Cuba continuaba siendo un país estancado en la producción de unas pocas materias primas, con toda su infraestructura edilicia y productiva deteriorada y que ni siquiera podía alcanzar el nivel de desarrollo del resto de los países socialistas.

Era evidente para el Kremlin que Cuba había resultado una mala inversión pero la Doctrina Brezhnev impedía abandonar la partida. En términos concretos, por toda la ayuda suministrada al régimen castrista los soviéticos sólo obtuvieron algunas bases militares para su flota de submarinos y bombarderos, instalaciones para monitorear las comunicaciones estadounidenses, tropas mercenarias para apoyar la expansión de su influencia en África y un socio confiable para sus actividades de inteligencia en América Latina.

PERÍODO ECONÓMICO ESPECIAL

Los soviéticos invertían anualmente más de dos mil millones de dólares para sostener la economía de Cuba cuando, en 1985, Mijaíl Gorbachov se convirtió en Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética e inició su política de “perestroika” y “glasnost”.
Gorbachov sabía que la economía de la URSS no podía seguir compitiendo a ese ritmo con los Estados Unidos y los países de la OTAN. Para distender sus relaciones con Occidente y al mismo tiempo aliviar la carga financiera que lastraba a la economía soviética el nuevo Secretario General del PCUS decidió abandonar la política aventurera implementada por Leonid Brezhnev en los países del Tercer Mundo. Así los soviéticos dejaron de suministrar armas y ayuda financiera a grupos terroristas y dictaduras africanas.

El nuevo amo del Kremlin también cambio la política soviética hacia América Latina. Gorbachov visito la región y convenció al presidente Daniel Ortega de convocar a elecciones libres que alejaron al Frente Sandinista de Liberación Nacional del poder en Nicaragua.

No obstante, ni la seducción ni las advertencias de que suspendería la ayuda económica por parte de Mijaíl Gorbachov lograron convencer a los Castro de realizar cualquier tipo de apertura o distensión con los Estados Unidos.

Cuando el petróleo, los productos y las importaciones soviéticas fueron disminuyendo y luego cesaron totalmente, Cuba inició lo que Fidel Castro definió como “periodo económico especial en tiempo de paz”. Entre 1990 y 1993, el PBI cubano se redujo un 36%.

Sin la ayuda soviética, el racionamiento de alimentos, vestimenta y medicamentos se tornó feroz al punto que a falta d combustible los cubanos debieron volver a la tracción a sangre y a las bicicletas.

Solo en 2007, Cuba recuperó el mismo PBI que tenía en 1990, y ello fue gracias a que para ese entonces La Habana recibía a la generosidad del bolivariano Hugo Chávez que desde la presidencia de Venezuela gozaba de la prosperidad que le daba un barril de petróleo a más de U$S 100. También había cambiado los vientos que llegaban desde el Kremlin gobernado por Vladimir Putin.

En el inicio del período económico especial, Fidel Castro decidió apelar a nuevas estrategias. La inteligencia cubana creó un complejo entramado de empresas fantasmas para burlar las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos y proveer a la Isla de aquellos equipos tecnológicos que el eran necesarios.

Nos sólo las tropas cubanas en África se involucraron en el contrabando de diamantes de sangre, marfil y petróleo, también los principios del socialismo debieron dejarse parcialmente de lado. Castro apostó a la industria turística y a convertir el país en una suerte de sanatorio de alta calidad para atender a pacientes extranjeros adinerados.

Para activar a la industria turística, que demandaba importantes inversiones que el gobierno cubano no podía afrontar, Castro se asoció con las grandes empresas turística y hoteleras españolas.

Mientras que empleaba sus limitados recursos en el campo de la medicina, mejorando las instalaciones, creando institutos de investigación y estimulado el incremento de estudiantes de carreras médicas becas, mejores salarios y otros beneficios.

Mientras tanto, el aparato de propaganda cubano, con sus intelectuales y artistas amigos, se dedicaron a construir el relato de las virtudes de la medicina cubana. La fallida  internación del futbolista Diego Maradona para tratar su problema de adicción a las drogas fue parte, en su momento, de esa campaña de propaganda.

En 1959, Cuba contaba con apenas seis mil médicos, la mitad de los cuales emigraron tras el triunfo de la Revolución. Actualmente, Cuba afirma que dispone de ocho médicos por cada mil habitantes (frente a cuatro en Argentina, tres y medio en los Países Bajos, tres con veinte en Francia, dos con ocho en el Reino Unido y en Canadá y dos con seis en los Estados Unidos).

Sólo que para llegar a esa cifra, el gobierno cubano computa como “médicos” al personal auxiliar -camilleros, técnicos hemoterapistas, radiólogos, enfermeros y otros-. Incluso muchos de los galenos cubanos poseen títulos de “médicos generalistas” cuyos conocimientos de medicina no superan a los que adquieren en Argentina las licenciadas en enfermería tras completar una carrera de cuatro años de duración en la Universidad.

Pero, Cuba nunca alcanzó a convertirse en un centro médico de prestigio internacional. Por lo tanto, los pacientes extranjeros adinerados no concurrían en número suficiente  buscando una cura milagrosa para enfermedades terminales, una cirugía de alta complejidad o un trasplante de órgano en forma discreta como para que la Isla pudiera recuperar su inversión, mucho menos obtener las divisas extranjeras que demandaba su economía.

Fue entonces cuando el gobierno cubano descubrió que podía sacar provecho de la falta de profesionales (médicos, educadores e ingenieros) en otros países del Tercer Mundo. Si la ONU implementada “misiones de paz” con tropas que aportaban los países miembros y a los cuales pagaba el organismo internacional, Cuba podía hacer algo similar crear “misiones médicas” o de “alfabetización” y cobrar a los países que las contrataban. Además de proporcionar las divisas que tanto necesitaba la economía cubana, las “misiones” eran una fuente adicional de prestigio internacional para Cuba que las presentaba como aporte de la “solidaridad socialista” y al mismo tiempo ganaba influencia política en los países receptores. Por eso, Castro comenzó a denominar a las misiones médicas su “ejército de batas blancas”.

En realidad no se trataba de una práctica nueva. El gobierno castrista enviaba pequeños contingentes médicos a gobiernos afines ideológicamente desde la década de 1960, cuando envió médicos e instructores militares para apoyar al Frente de Liberación Nacional tras la independencia de Argelia en 1963. No obstante, las misiones médicas se hicieron masivas en América Latina a partir del año 2003 cuando Chávez y Castro acordaron la implementación del programa “Barrio Adentro” destinado a llevar médicos y educadores cubanos a las zonas más carenciados y violentos de Caracas.

En los años del auge de los gobierno populistas en Sudamérica, aumento la presencia de médicos cubanos por toda la región: Rafael Correa contrató 382 médicos, Dilma Rousseff, en Brasil, recibió 11.000 para el programa “Mais Médicos”, que reportaba a Cuba 33 millones de dólares mensuales.

En 2013, el ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba reconocía tener desempeñando misiones médicas en 67 países a 15.000 médicos, 2.300 oftalmólogos, 15.000 licenciados (bioquímicos, psicólogos, etc.), 5.000 técnicos de la salud y 800 personas de servicio que constituyen una fuente de ingresos millonaria.

En Bolivia, el indigenista Evo Morales recibió una brigada de 712 médicos cubanos por los cuales pagó 147 millones de dólares a Cuba.

Luego de la renuncia de Morales en 2019, el gobierno de Jeanine Áñez Chávez denunció que tan solo 250 de esos supuestos profesionales realmente contaban con título de médico y que el resto cumplía misiones de seguridad e inteligencia para el gobierno del Movimiento al Socialismo. Un número menor de médicos cubanos fueron contratados por Guatemala, Surinam y Granada, Uruguay contrato un pequeña brigada de nueve médicos, .

La presencia de los médicos cubanos usualmente despertaba fuertes críticas. Los primeros en rechazar su presencia eran los colegios médicos locales, luego los políticos opositores que criticaban las actividades políticas y de proselitismo desarrollada por los profesionales cubanos. En Venezuela, por ejemplo, los médicos cubanos fueron acusados de delatar a opositores y de negarles asistencia médica.

En el caso de Bolivia, el gobierno de Jeanine Áñez detuvo a cuatro supuestos miembros de la brigada médica cubana por instigar e incluso financiar protestas violentas en los días posteriores a la renuncia de Evo Morales.

En Brasil, Jair Bolsonaro los expulso al asumir la presidencia, otro tanto hizo en Ecuador Lenin Moreno y Jeanine Áñez en Bolivia. En 2018, Kenia contrató cincuenta médicos cubanos que la justicia keniana expulso ni bien arribaron al país. En México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador debió dar marcha atrás ante las críticas de médicos y opositores.

En Argentina, en 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se pretendió contratar médicos cubanos para las provincias de La Pampa y Chaco. En esa ocasión se mencionó que se pagaría sus servicios con granos y otros productos agrícolas. Pero, en ese entonces el gobierno kirchnerista en retirada carecía del capital político necesario para llevar adelante la iniciativa.

En 2020, el gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof recientemente pretendió contratar 500 médicos cubanos con la excusa de contener la pandemia del Codiv-19, la iniciativa pronto despertó la protesta del Colegió Médico de la provincia de Buenos Aires y de políticos opositores.

UNA INDUSTRIA MUY LUCRATIVA

Para Cuba la exportación de servicios profesionales se ha convertido en una industria muy lucrativa cuyos beneficios superan los proporcionados por la exportación de materias primas como el azúcar, tabaco, ron, o níquel. El envío de profesionales de la salud al exterior suministra U$S 11.000 millones de dólares de los U$S 14.000 millones que La Habana percibe al año por ventas al extranjero de bienes y servicios, según datos suministrados por la Organización Mundial de Comercio.

Esa cifra supera ampliamente las exportaciones de tabacos (estimados en 259 millones de dólares al año) y los U$S 2.800 millones proporcionados por la actividad turística.

UN MECANISMO DE TRABAJO FORZADO

Veamos como funciona para Cuba esta lucrativa industria de exportación forzada de profesionales.

La empresa estatal “Sociedad Mercantil Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos” acuerda el salario de los médicos que envía a determinado gobierno extranjero tomando como indicador el índice de referencia elaborado por Naciones Unidas para determinar el salario de los diplomáticos que cumplen funciones en ese país.

Es decir que, por ejemplo, Brasil le pagaba a Cuba por cada médico o educador que el enviaba el salario mensual en dólares fijado por Naciones Unidas para un secretario de embajada destinado en Brasilia.

Supongamos que esa cifra fuera de unos U$S 5.000.- mensuales. El gobierno cubano entregaría en Brasil U$S 300 o 500 al médico para cubrir sus gastos locales. A la familia del profesional residente en Cuba otros U$S 150 que le permitiría aliviar considerablemente la “austeridad forzada” con que vive la población en la Isla.  Otra cifra, supongamos de unos U$S 150 el gobierno los deposita como un ahorro forzado en el Banco de Cuba en Pesos Cubanos Convertibles (paridad 1PCC = 1U$S). Pero el profesional solo accede a esa cuenta de ahorro al termino de su misión en el extranjero y luego de que las autoridades certifican que ha desempeñado correcta y completamente sus tareas internacionales. Si su desempeño fue óptimo, incluso puede recibir una tarjeta para comprar con un descuento del 30% en las exclusivas tiendas donde se debe pagar con divisas o pesos cubanos convertibles.

La suma restante que suele superar el 70% de lo percibido por médico queda en dólares para el Estado cubano. Un negocio excelente.

No cualquier médico cubano puede formar parte de una “misión revolucionaria en el extranjero”, el postulante debe reunir ciertos requisitos especiales.

1.- Nadie puede presentarse como voluntario para una “misión” sino que es designado por las autoridades y negarse a tomar parte en la misma es considerado como un acto de deslealtad con consecuencias para el profesional seleccionado y su familia.

2.- El candidato debe tener sólidos vínculos en la Isla que hagan difícil que deserte quedándose en el país o viajando a otro. Son requisitos excluyentes ser casado, padre de familia o estando divorciado tener hijos. La familia del médico nunca viaja con él, sino que permanece en la Isla como garantía de que retornará. Recordemos que las leyes de Cuba establecen que si un cubano deja la Isla sin permiso o no retornar de una misión en el extranjero durante los siguientes diez años no podrá retornar a la misma.

3.- El candidato y su familia deben contar con inobjetables antecedentes políticos. Haber militado en las juventudes del Partido Comunista, en las uniones de estudiantes o profesionales, etc.

4.- El medico o profesional no puede elegir a que país viajar. Con frecuencia ignora a que país se dirige hasta llegar a él. En el caso de los médicos y educadores su trabajo suele realizarse en áreas marginales, alejadas de las ciudades, asentamientos pobres y violentos. Es decir, en todos aquellos lugares donde los profesionales locales se niegan a prestar servicios por razones de seguridad o por la falta de una infraestructura y medios materiales para realizar una adecuada prestación médica o educativa.

5.- Los miembros de una “Misión Revolucionaria en el Extranjero” son coaccionados con represalias contra sus familias para que brinden informaciones sobre sus colegas de contingente. En especial, sobre el estado de su “moral revolucionaria”, contactos con extranjeros sospechosos y posibles planes para desertar. En otras palabras los miembros de una misión cubana se espían unos a otros y viven en medio de la desconfianza.

Estas particulares imposiciones que el gobierno cubano establece para los profesionales que integran sus “misiones revolucionarias” han originado que las Naciones Unidas califiquen como “trabajo forzado” estás exportaciones de servicios profesionales que lleva a cabo Cuba.

CONCLUSIONES

La exportación de profesionales cubanos hacia países del Tercer Mundo es una lucrativa actividad económica que además brinda la régimen comunista distintos beneficios.

En primer término grandes ingresos de divisas. Cada año Cuba obtiene de los profesionales que envía a diversos países un total de 11.000 millones de dólares que permiten apuntalar la ineficiente economía del país permitiéndole al régimen castrista sobrevivir.

En segundo término permite a la inteligencia cubana encubrir sus operaciones en ciertos países enviando agentes con cobertura de médicos u otras profesiones. Esos agentes suelen reclutar activos locales para expandir su influencia en los países acogida.

En tercer término, estas misiones constituyen un excelente argumento para la propaganda cubana que ha sabido presentar un lucrativo comercio forzado de personas como una actividad humanitaria propia de la “solidaridad socialista”.

Por último, las misiones revolucionarias en el extranjeros que cumplen los médicos y otros profesionales cubanos constituyen una forma moderna de esclavitud o “trabajo forzado” que viola todas las normativas del Derecho Humanitario Internacional.