Comentario del
libro de historia militar escrito por Barbara W. Tuchman sobre los primeros
treinta y un días de la Primera Guerra Mundial.
CONTENIDO
“Los cañones de agosto” es considerado el libro de historia militar más
influyente de la segunda mitad del siglo XX. Publicado en inglés, en 1962, hay
referencias a este libro y a la influencia que ha tenido sobre diversos
estadistas, comenzando por el presidente John F. Kennedy durante la “Crisis
de los Misiles” en octubre de ese año.
El libro fue desde un comienzo un éxito editorial que
convirtió inmediatamente a su autora en una personalidad intelectual influente.
El Comité del Premio Pulitzer le otorgó el premio de la categoría “ensayo”
debido a que no podía incluirlo en la categoría historia debido a que la obra
no versaba sobre un tema estadounidense.
Curiosamente, esta importante obra no fue publicada en
español hasta 2007, es decir, cincuenta años después de su primera edición en
inglés.
Existen numerosas referencias y comentarios sobre esta
obra, sin embargo, debido a la importancia de la misma me pareció importante
compartir con los lectores de Alternative mis impresiones sobre este libro.
LA AUTORA
Barbara Wertheim, tal su apellido de soltera, nació en
Greenwich, estado de Connecticut, el 30 de enero de 1912, en el seno de una
acaudalada e influyente familia judeo – estadounidense de origen alemán.
Su abuelo materno fue Henry Morgenthau (1856 – 1946)
nacido en Alemania. Era un abogado y hombre de negocios con gran peso dentro
del Partido Demócrata. El presidente Woodron Wilson lo nombro embajador ante el
Imperio Otomano (1913 – 1916). La Gran Guerra lo sorprendió en Constantinopla
donde se destacó por levantar su voz denunciando el genocidio perpetrado por
las tropas turcas sobre las poblaciones de origen étnico griego y armenio.
Su tío Henry Morgenthau junior fue secretario del Tesoro
del presidente Franklin Delano Roosevelt durante más de doce años.
Su padre fue el banquero Maurice Wertheim, una persona
rica y prestigiosa, propietario de la revista “The Nation”, presidente
del Congreso Judío Estadounidense, destacado coleccionista de arte y fundador
del “Theatre Guilde”.
Su infancia transcurrió en dos hogares, primero en una
mansión de piedra caliza roja, de cinco pisos, situada en el Upper East Side,
donde una institutriz francesa leía para los niños pasajes de las obras de
Racine y Corneille y, posteriormente, en el bucólico ambiente de una casa de
campo en Connecticut, rodeada de establos y caballos.
Siempre en un ambiente intelectual donde imperaban las
ideas liberales, el sionismo militante y la inquietud por el arte. Curiosa
combinación de ideas para formar a una historiadora de la guerra.
Sus primeras lecturas fueron los libros infantiles de
Lucy Fitch Perkins y los libros de aventuras de George Alfred Henty y las
novelas históricas del francés Alexandre Dumas, que por esos años ejercía en
sus lectores la misma pasión que actualmente J. K. Rowling con su Harry Potter.
Barbara se educó en la Escuela Walden de la ciudad de
Nueva York. Después de cuatro años en el Radcliffe College obtuvo su
Bachillerato en Artes en 1933. Aunque no realizó estudios académicos
posteriores, su formación se completó con la educación familiar que le permitía
dominar el francés y el alemán. El resto lo adquirió en sus experiencias de
viaje y trabajo periodístico por el mundo que le permitieron obtener dos
premios Pulitzer.
Asistió, acompañado a su abuelo, de la Conferencia
Económica Internacional de Londres en 1933. Posteriormente, pasó un año en
Tokio (incluyendo un mes en China) como ayudante de investigación del Instituto
de Relaciones del Pacífico. Luego comenzó a escribir sus primeros artículos
para The Nation. A los veinticuatro años cubrió la Guerra Civil española
desde Madrid para The New Statesman de Londres.
En 1938 publicó su primer libro “La política británica
perdida: Gran Bretaña y España desde 1700”.
En 1940, el mismo día que las fuerzas de la Wehrtmacht atravesaban
el Arco del Triunfo en Paris, contrajo matrimonio con el médico internista
Lester R. Tuchman, investigador médico y profesor de medicina en la Escuela de
Medicina de Mount Sinaí Hospital, en Manhattan. Tuvieron tres hijas, incluida
Jessi Mathews, quien fue presidenta del Carnegie Endowment for International
Peace.
Después del ingreso de los Estados Unidos en la Segunda
Guerra Mundial trabajó en la Oficina de Información de Guerra. Finalizada la
contienda, Tuchman pasó la siguiente década dedicada a la crianza de sus
pequeñas hijas mientras realizaba investigación básica para su libro “Bible
and Sword: England and Palestine from the Bronza Age a Balfour” publicado
en 1956. Analizando la política británica en Medio Oriente.
En 1958, Barbara Tuchman comenzó a recibir cierto
reconocimiento como ensayista de historia con su libro “The Zimmermann
Telegram”, un estudio detallado del telegrama que Alemania envió a México
durante la Primera Guerra Mundial prometiendo partes del suroeste de Estados
Unidos al gobierno mexicano por declararle la guerra a su vecino.
La consagración llegó a Tuchman cuando alcanzó los
cincuenta años al publicar “Los cañones de agosto” y obtuvo su primer
Premio Pulitzer.
Su siguiente libro fue “The Proud Tower” en 1966,
subtitulado “Un retrato del mundo antes de la guerra 1890 – 1914”. El
libro es un remanente de la investigación y la información recopilada para “Los
cañones”. Es un estudio de la sociedad, la cultura y la política europea y
estadounidense en el “Belle Epoque”.
Recibió un segundo premio Pulitzer, en 1970, por su libro
“Stilwell y la experiencia estadounidense en China, 1911 – 1945”. El
libro registra las experiencias de guerra del general Joseph Stilwell,
comandante de las fuerzas estadounidenses en el teatro de operaciones chino
-birmano durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial.
Los siguientes siete años los dedicó a la investigación
de su siguiente libro: “Un espejo distante: el calamitoso siglo XIV”. En
esta obra, Tuchman parte de la biografía del caballero y noble francés
Enguerrand de Coucy para describir el cuadro de la época en Francia.
Sus últimos trabajos de Tuchman fueron “The March of
Folly: From Troy to Vietnam”, publicado en 1984, una discusión sobe los
errores históricos y “The First Salute”, de 1988, una perspectiva
internacional sobre la revolución estadounidense.
Barbar Tuchman falleció de un derrame cerebral a los 77
años, el 1989, en el mismo lugar donde nació.
En su honor la Sección de Relaciones Internacionales
Históricas de la Asociaciones de Estudios Internacionales creó el Premio
Barbara W. Tuchman al Mejor Artículo sobre Relaciones Internacionales
Históricas escrito por un estudiante graduado.
EL TEXTO
En su edición española de RBA Libros, S. A. de 2018,
reimpresa en 2019, que me ha servido para elaborar este comentario, Los cañones
de agosto comprende 587 páginas totales, aunque tan solo 530 corresponden al
tratamiento del tema. Las restantes comprenden los prólogos, bibliografía,
notas, fuentes e índices.
La edición contiene diversos mapas de las operaciones
militares. Por ser gráficos en blanco y negro, partidos en el centro por ocupar
dos páginas, resultan bastante confusos y no aportan a la comprensión del
relato.
Las fotografías en blanco y negro con dieciséis ilustraciones
en blanco y negro de alta calidad permiten encontrar el rostro de los personajes
mencionados en el relato.
La traducción es buena y refleja muy bien la elaborada
prosa de la autora.
El texto se divide en tres partes denominadas: Los
planes, El estallido y Las batallas que agrupan un total de 23 capítulos de
extensión variable.
Debo reconocer que abordé el libro con muchas, quizá demasiadas
expectativas, en consecuencia, no puede evitar la decepción.
Lógicamente no era la primera obra que leía sobre la Gran
Guerra y encontré que no estaba a la altura de otros libros sobre el tema que han
tenido menos prensa.
Los cañones de agosto no pueden competir ni mucho menos
con “La crisis mundial 1911 – 1918: su historia definitiva de la Primera
Guerra Mundial” que escribió y publicó en seis volúmenes entre Winston
Churchill entre 1923 y 1931. Tampoco en la “Breve historia de la Primera
Guerra Mundial”, preparada, en 1957, por la Encyclopedia Americana, bajo la
dirección y asesoramiento del general de brigada del Ejército de los Estados
Unidos Vicent Espósito o “La Gran Guerra” de John H. Morrow, Jr. Publicada
en español en 2008. Para mencionar tan solo las obras traducidas al castellano
y que pueden encontrarse sin inconveniente en las buenas librerías argentina.
En principio debemos mencionar que el libro de ninguna
manera reseña los primeros treinta días de la Primera Guerra Mundial porque no
menciona nada con respeto a la guerra en el Frente Oriental, donde las fuerzas
del Imperio Austro – Húngaro se enfrentaron a los rusos en la región Galitzia,
actual Ucrania. Solo hay un párrafo de cinco líneas, en la página 387, sobre la
batalla de Lemberg donde las tropas rusas causaron 250.000 bajas y tomaron
100.000 prisioneros a los austrohúngaros.
Barbara Tuchman se adhiere a la versión de los Aliados
atribuyendo la responsabilidad de la guerra a las aspiraciones de hegemonía geopolítica
por parte del Imperio Alemán y disculpando tanto a Francia como al Reino Unido
de toda responsabilidad en la tragedia.
Posiblemente, es por ello que prácticamente omite toda
mención al asesinato del heredero del Imperio Austro-Húngaro, Archiduque
Francisco Fernando en Sarajevo. Omitiendo la participación del servicio de
inteligencia militar de Serbia en el atentado a través de la organización
terrorista conocida como “La mano negra”.
No hay casi menciones al Imperio Austro-Húngaro, como si
la autora no hubiera consultado fuentes austríacas o la información que surgía
de las mismas no coincidían con su hipótesis de trabajo. De hecho, hay más
referencias a Italia, sus intereses y capacidades militares que al Imperio
Austro-Húngaro.
Incluso destina un capítulo a un hecho secundario como
fueron las correrías por el Mediterráneo de los cruceros alemanes Goeben y
Breslau y su posterior arribo a Constantinopla. Hecho que solo se explica
porque sus padres y su abuelo Henry Morgenthau, en ese entonces embajador
estadounidense ante el Imperio Turco, fueron testigos del arribo de los buques.
También Barbara, de tan sólo dos años, presenció el hecho.
El resto del libro describe las operaciones en el Frente
Occidental, un hecho por demás estudiado y conocido. Qué es lo destacable: las
descripciones y testimonio que recopila de los soldados que partían en agosto
de 1914 a lo que creían era una guerra de seis semanas. Su relato hace recordar
a aquellos barones franceses que partieron, en la primera cruzada, hacia Tierra
Santa, con sus halcones en el brazo y sus perros de caza junto a sus
cabalgaduras. Pensando que Jerusalén se encontraba a un día de marcha o algo así.
Es de destacar la descripción que realiza de un hecho
usualmente minimizado: la resistencia belga a la invasión alemana y su
incidencia posterior en las operaciones. También dedica un gran espacio en
describir las atrocidades cometidas por el Ejército Imperial Alemán contra la
población civil.
No tan oportunas parecen las reflexiones que atribuyen a
las enemistades y rivalidades entre los generales franceses y entre los mandos
franceses y británicos, y otras apreciaciones psicológicas, muchos de los
errores cometidos durante los primeros días de la contienda.
No obstante, estas observaciones el libro Los cañones de agosto
es una lectura obligatoria para quienes busquen comprender la Gran Guerra y la
primera mitad del siglo XX.
El lector disfrutará de un relato ameno de lo sucedido al
comienzo de esta guerra mundial que necesariamente deberá completar con otras
fuentes.
En síntesis, Los cañones de agosto de Barbara Tuchman
goza de una fama inmerecida, pero es una lectura recomendable pero no
imprescindible.