El kirchnerismo
evidencia un claro divorcio con la realidad que vive el país que los lleva a
ignorar los sentimientos de la población y vivir en una utopía permanente.
El filósofo chino
Lao Tsé nos dice en el Dào Dé Jing (o Tao Te Ching): “Chuang-Tzu
sonó que era una mariposa y no sabía, al despertar, si era un hombre que había
soñado ser una mariposa o una mariposa que soñaba ser un hombre.”
A Alberto Fernández de tanto vivir en el reino
imaginario de Narnia le ha pasado algo similar. El presidente parece haber
perdido la capacidad de distinguir entre la realidad y la fantasía-
Es que Alberto se ha transformado en una suerte
de Pinocho al revés. En el relato infantil de Carlo Collodi, Pinocho era un
títere de madera a quien el Hada Azul convertía en un niño.
Alberto Fernández, por el contrario, es un
presidente a quien por tanto organizar fiestitas en Olivos durante la pandemia,
crear vacunatorios truchos, confundirá la Garganta Poderosa con una Garganta
Profunda y contar muchas mentiras, la bruja Cristina lo transformó en una
marioneta de madera.
De que otra forma sino puede interpretarse que
el peor presidente de la historia argentina y uno de los mandatarios latinoamericanos
con mayor índice de desaprobación este proyectando su reelección.
Evidentemente, la intención de aspirar a un
segundo mandato por parte de Alberto Fernández solo puede tratarse de un grave error
en la percepción de la realidad.
También Cristina Kirchner sufre del síndrome de
Chuang Tzu, no sabe si es oficialista u opositora.
Sus últimas declaraciones sobre las subas de
las prepagas parecen indicar ahora se cree jefa de la oposición al gobierno
Frankenstein que ella misma creo para llegar al poder y así tratar de lograr la
impunidad frente a los numerosos juicios que enfrenta por corrupción. Delitos
en que se encuentra imputada ella, diversos funcionarios de sus gobiernos y
hasta sus propios hijos.
Cristina Kirchner, a quien tanto le dolió el
“voto no positivo” de su vicepresidente Julio Cobos en la ley que oficializaba
la Resolución 125 de retenciones al agro, ahora se ha transformado en una
suerte de “Cobos” de Alberto Fernández.
Cristina hostiga continuamente al presidente y critica
fuertemente las medidas adoptadas por su Gobierno en un intento de despegarse
de la desastrosa gestión que a puesto al país al borde del abismo.
En especial, Cristina quiere distanciarse el
impopular ajuste económico que esta implementando el ministro Sergio Massa para
tratar que el gobierno llegue al 10 de diciembre de 2023.
Claro que, por las dudas, mantiene a sus
incondicionales dentro del gobierno y administrando las áreas claves en el
control de los recursos de Estado. Como suelen recordar continuamente los
punteros kirnchneristas: “nadie suelta las cajas” porque sin plata no se
hace política.
Ese divorcio con la realidad parece haberse
expandido dentro del kirchnerismo donde algunos todavía creen que tienen
posibilidades de ganar las elecciones del año próximo.
No obstante, las encuestas muestran un panorama
muy distinto.
Según la consultora Zuban Córdoba, en octubre
de 2022, el gobierno del Frente de Todos tiene una desaprobación del 68,3% de
los consultados y una aprobación del 31,6%; pero el 75% de los encuestados
opinaron que el rumbo del país es incorrecto y tan sólo el 20% cree que el país
va por buen camino.
Los guarismos son aún más adversos en la
medición de este mes de Giacobbe Consultores.
Las tres principales figuras del oficialismo:
Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa tienen en promedio una
imagen positiva de tan solo 11,8% (Cristina: 18,8%; Alberto: 8,6% y Sergio: 8%)
mientras que el promedio de la imagen negativa es del 70,2%.
Los números son similares si se pregunta a
aquellos que nunca los votarían: 67,5% (Cristina: 64,8%; Alberto 72,3% y Sergio
66,6%).
La mala imagen de los líderes del espacio
oficial tiene su correlato en la intención de voto para las próximas elecciones
Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias.
Si la votación se efectuase el próximo domingo
30 de octubre, independientemente de quienes fueran los candidatos de cada
espacio, Juntos por el Cambio obtendría el 32,8%, los libertarios (Milei y
Esper) el 23,6%, el Frente de Todos el 15,5% y el Peronismo no kirchnerista el
4,6%.
Con esta distribución de los votos, por primera
vez en la historia, el peronismo (incluso sumando al sector no kirchnerista) se
situaría como la tercera minoría fuera de una eventual segunda vuelta.
Además, la suma del voto opositor (JxC más los
Libertarios) superaría claramente el 50% de los votos.
En otras palabras, Cristina Kirchner, con la
ayuda de Alberto Fernández y Sergio Massa han logrado convertir al peronismo en
una fuerza minoritaria. Parangonando a la antigua propaganda menemista de los
noventa podríamos decir: ¡Cristina los hizo!
Evidentemente, la campaña de Alberto Fernández
buscando la reelección es una utopía más a que nos tiene acostumbrado el
peronismo en un intento más de distraer a la opinión pública, ocultar los
problemas más urgentes como la inflación descontrolada, las desmedidas
exigencias sindicales, el carnaval de impuestos, los continuos recortes en los
fondos para educación, las fugas de funcionarios del Gabinete y muchas otras
calamidades que viven a diario los argentinos.
No obstante, para los argentinos toda fuga de
la realidad concluye en la caja del supermercado, al surtidor de la estación de
servicio o cuando recibe la boleta de la luz.
El kirchnerismo puede creer que habita en Narnia,
pero, lamentablemente, los argentinos no pueden vivir en la tierra de la
fantasía.