martes, 31 de marzo de 2020

EL CONURBANO NO APARECE EN LOS NOTCIEROS



Cacerolazos, motines en las cárceles, saqueos en el Gran Buenos Aires y desobediencia empresaria destruyen el relato oficial de que la crisis del coronavirus se encuentra bajo control.

Los afectados por el Covid-19 en Argentina se acercan dramáticamente a los mil infectados y los muertos a veintisiete, mientras el presidente haciendo gala de un insólito optimismo declaró en una entrevista: “los primeros resultados dicen que estamos dominando al virus... Muchos países de Europa, Estados Unidos también, impusieron la cuarentena tardíamente cuando el virus se había propagado mucho. Nosotros lo estamos controlando.”

En sintonía con esa visión optimista, el médico infectólogo Gustavo Lopardo, integrante del Comité de Crisis que realiza el seguimiento del avance de la pandemia en el país, propuso que los medios de comunicación cesen de informar sobre el número de afectados para no generar miedo.

“Contar los muertos e infectados es el rol de la Organización Mundial de la Salud, no de los medios”, concluyó el asesor presidencial. Como si para bajar la fiebre de un enfermo fuera suficiente con romper el termómetro.

Al mismo tiempo los medios de prensa controlados por el gobierno y los encuestadores afines al kirchnerismo insisten en tratar de instalar la idea de que el presidente tiene un nivel de aprobación superior al 90% cuando diversos acontecimientos indican que eso no es así.

El lunes 30 de marzo, entre las 21.00 y 21.30 hs., se produjo un cacerolazo masivo en las ciudades de Buenos Aires y Córdoba capital -la segunda en importancia del país- pidiendo que ante la crisis del coronavirus los políticos se bajen los sueldos.

La protesta surgió en las redes sociales y se expandió a través de las cadenas de WhatsApp, un medio que el gobierno no puede controlar pese a contar con un numeroso “ejército de trolls”.

El sector de la sociedad que tiene un trabajo formal, una vivienda propia y paga impuestos esta cansada de que el gobierno le imponga una “solidaridad forzada” con los sectores populares dependientes de la ayuda financiera estatal mientras con los políticos se fijan altísimos salarios y se otorgan suculentos beneficios -pasajes de avión gratuitos, chofer y automóvil oficial, numerosos asesores bien remunerados, excepciones impositivas, etc.- con recursos provenientes de los impuestos pagados por los contribuyentes.

En la provincia de Tucumán, una de las más pobres del país, por ejemplo, cada uno de sus 49 legisladores provinciales le cuesta cada año al erario local $85.716.327 pesos argentinos, que equivalen a 5.042 salarios mínimos vitales y móviles (de aproximadamente $17.000.-) o U$S 1.026.543 dólares estadounidenses al cambio oficial.

El ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá recibe un salario mensual de $628.991 pesos argentinos, que equivalen a 37 salarios mínimos vitales y móviles o unos U$S 10.000 dólares estadounidenses. No es una cifra demasiado alta para un funcionario de esa jerarquía. Además, cada vez que el ministro sale del país, como cualquier otro miembro del gabinete, percibe “viáticos” diarios en dólares por cada día que permanece en el extranjero y cuyo monto varían según el país de destino y que no debe justificar si los gasto o no, son para él. También recibe un monto considerable y variable en concepto de “gastos eventuales”. Esos fondos si debe justificarlos con boletas y reintegrar el sobrante si no los emplease.

Los interesante es que el Canciller paga impuesto a las ganancias por su salario y no por los “viáticos o los gastos eventuales” que se abonan por boleta separada en efectivo previamente al inicio de su viaje. Como encargado de las Relaciones Exteriores del país el Canciller debe viajar con frecuencia por lo que en algunos meses sus ingresos por concepto de “viáticos” pueden superar sus haberes.

En Argentina, la política no conoce de ajustes ni solidaridades. Pero, la gota que colmó el vaso de la paciencia colectiva fue la decisión del gobierno de contratar a algunos artistas que se identifican públicamente con el kirchnerismo -como el músico Fito Páez- para que realicen desde sus domicilios funciones para “alegrar” a la población a través de las redes sociales. Una suerte de paliativo oficial para compensar a los artistas amigos por la suspensión de los espectáculos debido a la cuarentena.

Es que los gobiernos populistas se especializan en hacer solidaridad y apoyar a la “cultura” con el dinero de los otros.

La imposición de la cuarentena con congelamiento de despidos, de incrementos en los alquileres y el cese de actividad económica ha erosionado considerablemente el apoyo que el gobierno recibía de un sector del empresariado.

Eso se hizo evidente cuando la empresa ítalo-argentina Techint, una de las principales contratistas de la obras pública, despidió, pese a la prohibición gubernamental de efectuar despidos, suspensiones o reducciones de sueldos a los empleados; a 1.450 de sus trabajadores.

Aunque por el momento el gobierno logró que la prensa ocultara estos hechos, en las redes sociales circularon filmaciones caseras efectuadas por ciudadanos particulares -y en algunos casos por el propio personal de seguridad- de motines en las cárceles de Batán -provincia de Buenos Aires- y Coronda -provincia de Corrientes-, protagonizados por presos que demandaban medicamentos y alimentos. Saqueos a comercios en la localidades bonaerenses de La Plata, Tigre y Pergamino.

Curiosamente, estos saqueos no se produjeron contra locales de grandes cadenas de supermercados que cuentan con guardias de seguridad y seguros por vandalismo, sino contra pequeños comercios locales, en especial verdulerías. Parece que, al menos en esta ocasión, para los saqueadores es más importantes hacerse con una bolsa de papas que robar un electrodoméstico o una botella de bebida alcohólica. Por algo, los productos de la huerta subieron entre un 100 y un 200% desde el establecimiento de la cuarentena.

Por último, el fin de semana pasado circuló por las redes sociales y hasta se comentaron en los medios de prensa tradicionales -aunque sin proyectarlos- videos grabados por un ciudadano mientras recorría las calles del municipio bonaerense de La Matanza donde era posible observar apretadas colas de varias cuadras de extensión de gente que pretendía acceder a un cajero automático para sacar dinero, también se veían vendedores callejeros y personas que transitaban tranquilamente por las calles sin emplear barbijos ni ninguna otra medida de protección. La filmación no mostraba ninguna presencia policial ni de autoridad municipal o provincial alguna.

Otro vídeo revelaba la circulación de buses -llamados en Argentina “colectivos”- “truchos” -es decir falsos o ilegales-. Por lo general se trata de unidades de transporte dejadas fuera de servicio por su deterioro y antigüedad que circulan en forma clandestina evitando los cruces de calles controlados por la policía. Los pasajeros pagan un boleto o tique mínimo y a cambio viajan hacinados, apretados unos contra otros, solo los afortunados consiguen un asiento. Allí tampoco nadie emplea barbijos pese a viajar en un espacio cerrado y falto de ventilación.

Es que el conurbano bonaerense profundo nunca sale en los noticiarios televisivos.
Resulta evidente que pese a las optimistas afirmaciones del presidente Fernández, la situación epidemiológica en Argentina dista mucho de estar bajo control y que finalmente esta negligencia oficial luego se saldará inevitablemente en un número mayor de víctimas que hoy se podrían evitar. Pero, el relato y la incapacidad de las autoridades de todos los niveles lo impide.


jueves, 26 de marzo de 2020

EL RELATO TAMBIÉN LLEGA AL CORONAVIRUS



El gobierno de Alberto Fernández ha construido un “relato” afirmando que tiene la bajo control pero la realidad es que la Argentina reaccionó tarde y mal frente a la pandemia de coronavirus.

Los gobierno populistas del llamado socialismo del siglo XXI suelen reemplazar la realidad que les es adversa por una fantasía bien construida. Una realidad alternativa que el kirchnerismo ha bautizado como: “el relato”.

Así, durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando se incrementó el porcentaje de población por debajo de la línea de pobreza, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -INDEC- respondió dejando de medir el índice de pobreza. El entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, de cuya área dependía ese organismo, justificó esta decisión afirmando que medir la pobreza era “estigmatizar a los pobres”.

Así, que por decisión gubernamental, en la Argentina kirchnerista, dejaron de existir los pobres. En realidad, pobres había y en cantidad, todos los veían pero nadie sabía con certeza cuantos eran y si su número crecía o disminuía.

Ahora el gobierno de Alberto Fernández procede en forma similar con respecto a la expansión del coronavirus tratando de instalar la idea de que ha actuado correctamente y a tiempo para prevenir lo más posible la difusión de la enfermedad.

Aunque la situación es otra. El gobierno argentino adopta tarde las medidas necesarias y las implementa mal. No obstante, difunde ante la población la idea de que tiene todo bajo control y que se han adoptado todas las previsiones posibles. Lo cual no es cierto.

Luego de menos preciar la gravedad de la pandemia con las declaraciones triunfalistas del ministro de Salud Ginés González García, un médico que llegó al cargo patrocinado por la industria farmacéutica, el gobierno comprendió la gravedad de la amenaza y los riesgos electorales que encerraba a futuro y decidió actuar con energía pero el entramado de incapacidad e intereses políticos y económicos trabó la adopción de las medidas de fondo.

El gobierno inicialmente estableció un acuerdo con la oposición y los medios de prensa para evitar las críticas a las medidas adoptadas para contener la pandemia. Se trataba de suspender “la grieta” y la persecución a los funcionarios y periodistas macristas en nombre de la unidad nacional frente a la crisis y planteando la necesidad de impedir la propagación del pánico en la población.

La prensa comenzó a dedicar mucho espacio a las imágenes del presidente Fernández, ataviado con un curioso casco blanco, recorriendo instalaciones sanitarias y realizando declaraciones redundantes y poco concretas, como el anuncio de que destinaba veinte millones de dólares a la lucha contra el coronavirus, mientras que otros países como Marruecos destinaban 1.000 millones para paliar la emergencia.

Había dado comienzo el relato sobre el coronavirus: el presidente Fernández se había anticipado a la crisis, tenía la situación bajo control y no había nada de qué preocuparse.
Algunos periodistas y ciertos analistas que venden su imagen de “independientes” comenzaron a difundir reiteradamente que la imagen positiva del presidente se había incrementado notablemente. Como si frente a la pandemia del coronavirus fuera importante la imagen del presidente. Lamentablemente, la realidad era otra.

Mientras tanto, comenzó el aprovechamiento político de la coyuntura con desprecio de las urgencias que el momento imponía. El mejor ejemplo de ello fue la puja en torno al inicio o no de las clases.

Durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, los gremios docentes en manos de dirigentes kirchneristas impidieron, con huelgas por reclamos salariales, el normal inicio de las clases previsto en el calendario escolar.

Tanto el presidente Alberto Fernández como el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof, estaban interesados en instalar el mensaje en la población de que con el kirchnerismo en el gobierno las clases comenzaban sin incidentes en la fecha prevista.

El calendario escolar establecía el inicio de las clases en la educación primaria para el lunes 2 de marzo y una semana más tarde, el lunes 9 para los alumnos de secundaria. El gobierno hizo que las clases comenzaran según ese calendario,  aunque para ese entonces ya se habían registrado los primeros casos de coronavirus, muchos alumnos regresaban de sus vacaciones en el extranjero y en diversos países se habían interrumpido las clases. La prudencia indicaba que lo correcto era no iniciar las clases pero los intereses políticos prevalecieron.

Finalmente, el viernes 13, es decir al fin de la segunda semana de clase para los alumnos primarios y de la primera para los estudiantes de secundaria, se suspendieron las clases después de exponer a docentes y alumnos al riesgo de contagio y a la expansión de la pandemia.

Los controles en aeropuertos y a los viajeros se manejaron la misma negligencia.

Quién esto escribe partió desde Buenos Aires a Madrid el 1° de marzo y regresó a Argentina desde esa ciudad el día 11. Para ese entonces el gobierno argentino afirmaba que se realizaban controles de temperatura a los pasajeros. Pero no era cierto. En ambas ocasiones este viajero no observó ningún tipo de controles ni en el aeropuerto de Ezeiza ni en el de Barajas.

El 10 de marzo el gobierno argentino decretó que todos los viajeros que arribaran al país provenientes de lugares con una alta tasa de casos de coronavirus, como España, Estados Unidos o Italia, estaban obligados a realizar un aislamiento preventivo de catorce días.

Sin embargo, al arribar al aeropuerto de Ezeiza no había ningún tipo de control. Solo se les pedía a los pasajeros que completara una supuesta declaración jurada donde aseguraba no tener ninguno de los síntomas del covid-19, pero nadie controlaba los datos consignados. Era muy sencillo mentir, incluso consignar un nombre y domicilio falso. Una persona retiraba los formularios a medida que los pasajeros descendían sin molestarse en leerlos, mucho menos en confrontar los datos con los del pasaporte. Las declaraciones juradas eran un mero formulismo para afirmar la existencia de controles.

Luego los viajeros provenientes de varios vuelos -en este caso precisamente de España e Italia- se hacinaron durante casi una hora en una amplia sala donde formaron una apretada fila en zigzag para cumplir con el trámite migratorio habitual. Pese a que muchas personas tosían y lucían sus ojos afiebrados a ninguna autoridad aeroportuaria ni sanitaria se le ocurrió tomarles la temperatura o sacarlos de la fila para verificar su estado.

Al dejar las instalaciones del aeropuerto los viajeros se distribuyeron en diversos medios de transporte público y privado rumbo a sus lugares de alojamiento sin ningún tipo de control.
Durante días, residentes en Argentina y turistas continuaron arribando al país sin que las autoridades los obligaran a cumplir con el aislamiento obligatorio. Los turistas se registraban en sus hoteles y luego salían alegremente a recorrer la ciudad y a comer en restaurantes y bares llenos de gente. Incluso un crucero de turismo repleto de pasajeros permitió su descenso en el puerto de Buenos Aires y las autoridades tardaron dos días en obligarlo a zarpar.

En ese momento, 11 de marzo, para un país de casi tres millones de kilómetros cuadrados de extensión y cuarenta y cuatro millones de habitantes había un solo laboratorio habilitado -el Instituto Malbrán- para efectuar los análisis sobre la existencia o no de coronavirus. Hoy, con más de quinientos casos detectados y nueve  muertos, los laboratorios habilitados son solo seis en todo el país y la cantidad de reactivos de prueba es insuficiente para todos los pacientes sospechosos de haber contraído la enfermedad. Esto significa que el número real de contagiados y de muertos por coronavirus se ignora y que el gobierno no implementa los controles necesarios para establecer un conteo confiable.

Finalmente, el jueves 19 de marzo el gobierno decretó el cese total de actividades hasta el 31 de marzo y la obligatoriedad de permanecer en los domicilios para el grueso de la población.

Sin embargo, como había previsto un feriado de cuatro días hasta el 24 de marzo. Los argentinos ignorando la prohibición oficial, alegremente partieron para unas minivacaciones en la costa y otros destinos de turismo interno. Nuevamente, el gobierno nacional no tomó ninguna medida para impedirlo. Tan solo los intendentes y algunos vecinos de ciertas localidades evitaron la llegada de turistas a sus ciudades.

Mientras tanto, los primeros días del cese de actividades laborales y comerciales comenzaron a golpear fuerte en la economía de los trabajadores por cuenta propia (peluqueros, entrenadores físicos, taxistas, remiseros, vendedores callejeros, jardineros, empleadas domésticas, masajistas, dentistas, abogados, psicólogos, plomeros, albañiles, etc.) se quedaron de un día para otro sin ingresos y sin fecha cierta de cuándo podrán trabajar nuevamente.

Estamos hablando de entre el 35 y 45% de las familias argentinas, incluyendo gran parte de la población con menores recursos que depende de los pagos que reciben del gobierno: la asignación universal por hijo, planes sociales que se pagan por tarjeta de débito, distribución gratuita de alimentos, y de la comida que brindan los  comedores comunitarios, etc.

La aplicación de aislamiento social obligatorio detonó motines en algunas cárceles. Los presos acusaron al personal penitenciario de no respetar la cuarentena si habían viajado al exterior, se quejaban de que había disminuido la comida y de que se suspendieran las visitas de familiares.

También se registraron protestas en los barrios de emergencia donde la población más carenciada se hacina en precarias viviendas. Allí en ocasiones viven tres o cuatro personas en una pieza, sin agua corriente ni cloacas. Incluso hubo saqueos a comercios y ataques a personal policial en algunas zonas marginales del Gran Buenos Aires que el gobierno ha tratado de minimizar y ocultar presionando a la prensa.

En las “villas”, donde la policía rara vez entra, la gente se niega a cumplir con el aislamiento y se reúne a conversar en los pasillos, jugar al futbol y tomar cerveza o incluso mate…
Si el coronavirus entra en alguno de estos asentamientos poblacionales, con 15 o 20.000 habitantes, las consecuencias serán letales.

Actualmente, la situación en Argentina parece controlada. Pero es tan sólo la calma que precede a la tormenta. Según los expertos esa tormenta puede llegar en la primera quincena de abril con la aparición de los primeros fríos.

El gobierno no está debidamente preparado para hacer frente a la expansión de la pandemia. Además, la sociedad toda no parece comprender la gravedad de la situación, casi 140.000 personas han sido detenidas y procesadas por violar la cuarentena. La gente, sin distinción de niveles sociales, vulnera el aislamiento social y menosprecia las medidas de prevención. En algunos casos, incitados por el mal ejemplo de algunas autoridades nacionales y ciertos comunicadores sociales.

Parece que una vez más los argentinos insisten en bailar sobre la cubierta del Titanic.

jueves, 19 de marzo de 2020

EL REY DE MARRRUECOS TOMA LA INICIATIVA EN LA LUCHA CONTRA LA PANDEMIA DE CORONAVIRUS



El Rey Mohammed VI adopta previsiones financieras para proteger al Reino de Marruecos de los efectos de la pandemia de Covid 19 que ha puesto en jaque al mundo.

El Rey de Marruecos, Mohammed VI, ha reaccionado rápidamente para enfrentar la pandemia de coronavirus. Las primeras medidas adoptadas por decisión del monarca fueron la suspensión de vuelos y el cierre de fronteras. Ahora, el monarca alauí se ha puesto al frente de la lucha contra el coronavirus adoptando medidas de carácter económico.

El Rey ha dispuesto la creación de un fondo especial para modernizar la infraestructura sanitaria y dotarla de nuevos equipos, material de protección, respiradores, etc. para posibilitar que el Reino atienda el desafío que implica esta pandemia con los recursos materiales necesarios.

El monarca ha destinado a este fondo un monto de mil millones de euros. A ello se suman otros doscientos millones de euros de donación privada aportados por el Consejo de Administración de Al Mada (el holding de la familia real marroquí).

Esta donación personal de la familia real indica la especial sensibilidad que tiene la monarquía sobre la difícil situación que enfrenta su pueblo y su deseo de contribuir a aliviarla.

Los fondos reunidos también se emplearán para atenuar en la medida de lo posible las consecuencias económicas de la pandemia. Recordemos que en Marruecos la industria turística es un pilar de la economía que genera recursos para miles de familias trabajadoras. El Reino magrebí recibe anualmente once millones de turistas y su ausencia impactará duramente en la economía de los sectores populares y las pequeñas y medianas empresas marroquíes.

Es por lo que el Rey Mohammed VI se ha anticipado en la generación de acciones concretas y efectivas para enfrentar el difícil momento por el que atraviesa el mundo y que lógicamente también afectará a su Reino.


domingo, 15 de marzo de 2020

ESPÍA Y TRAIDOR, LIBRO DE BEN MACINTYRE



Comentario a la biografía del coronel de la KGB Oleg Antonovich Gordievski quien se convirtió en espía a las órdenes de Secret Intelligence Service, más conocido como SIS o MI6, durante más de una década.

El libro “Espía y Traidor. La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría”, publicado en una edición de tapa dura de 380 páginas (en realidad 349, si se descuentan agradecimientos y diversos índices), ilustrada con buenas y claras fotografías, por la Editorial Planeta a través de su sello “Crítica”, en 2019, en Madrid, constituye la primera biografía novelada del último espía soviético al servicio de la inteligencia del Reino Unido.

Benedict Richard Pierce Macintyre (1963) después de obtener su título de grado en historia en St. John’s College de Cambridge en 1985, ha repartido sus labores entre el periodismo y la actividad de escritor. Actualmente es columnista y editor asociado de The Times.

Como escritor, Macintyre ha publicado numerosos libros. Algunos de ellos han llegado al lector de habla hispana a través del sello “Crítica”, como: “El agente Zigzag. La verdadera historia de Eddie Chapman, el espía más asombroso de la Segunda Guerra Mundial” (2009); “El hombre que nunca existió. Operación Carne Picada. La historia del episodio que cambio el curso de la Segunda Guerra Mundial” (2010), “La historia secreta del día D. La verdad sobre los superespías que engañaron a Hitler” (2013); “Un espía entre amigos. La gran traición de Kim Philby” (2015) y, “Los hombres del S.A.S: Héroes y canallas en el cuerpo de operaciones especiales británico” (2017).

Otros trabajos importantes de Macintyre, como “For hour eyes only, Iam Fleming and James Bond” (2008), un catálogo escrito para el London’s Imperial War Museum al conmemorarse el centenario del escritor más emblemático del género de espionaje, no han sido traducidos aún.

Macintyre, sin embargo es un historiador que investiga y relata hechos reales del mundo del espionaje en el siglo XX y no un escritor de ficción. El no crea a sus personajes sino que los elige cuidadosamente.

En general escribe laudatoriamente sobre quienes arriesgaron su vida con éxito para espiar o llevar a cabo operaciones especiales al servicio de la inteligencia británica. Por ejemplo, el relato que este caso realiza Macintyre sobre el desertor soviético Oleg Gordievski parece destinado a presentar como un héroe a un hombre que traicionó a su país, a la organización para la cual trabajaba y a la que había jurado lealtad y por último a su propia familia a la que abandonó en Moscú sin saber si volvería a verla.

Al mismo tiempo, el relato insiste en destacar la eficiencia del MI6 y su capacidad para derrotar al KGB soviético durante la Guerra Fría.

Como suele ocurrir en los libros que relatan operaciones de inteligencia, “Espía y Traidor” esta lleno de contradicciones y omisiones. En los agradecimientos, por ejemplo, el autor reconoce haber entrevistado a Oleg Gordievski en la casa segura en que vive en más de veinte ocasiones y haber registrado unas cien horas de grabaciones. Además, señala que habló personalmente, gracias a la gestión del desertor ruso, con “todos” los agentes del MI6, de la CIA estadounidense y del Politiets Efterretningtjeneste (Servicio de Seguridad e Inteligencia o PET) de Dinamarca, que intervinieron en el caso.

Pero, seis líneas más abajo señala: “Este libro no cuenta con la autorización ni la ayuda del MI6 y no he tenido acceso a los informes clasificados del Servicio de Espionaje”.

Hasta el lector menos experimentado en asuntos de espionaje comprenderá que entrevistas de este tipo no pueden realizarse sin aprobación oficial de los organismos de inteligencia involucrados que incluso supervisan el material elaborado antes de su publicación buscando fallas de seguridad que puedan revelar secretos operativos.

Tampoco contribuye mucho a la credibilidad y a la calidad de historiador que pretende alcanzar Macintyre que reconozca el haber reemplazado los nombre reales de algunos agentes por seudónimos para mantener su anonimato a treinta y cinco años de esos hechos.

Por otra parte, el libro aporta muy poca información precisa sobre los motivos que llevaron a Gordievski a convertirse en un traidor a la URSS mientras cumplía funciones diplomáticas y de inteligencia en la embajada soviética en Copenhague.

El general del KGB Nikolai Sergéyevich Leonov (1928), el agente que reclutó a Raúl Castro para el KGB y a través de él llego a su hermano Fidel y a Ernesto Che Guevara, aseguró en una ocasión que Gordievski se convirtió en traidor porque el MI6 lo había sorprendido en alguna indiscreción en Copenhague que de revelarse pondría fin a su carrera en el KGB.

Macintyre por su parte, insiste en negar que la traición del espía ruso del KGB se haya producido debido a un chantaje de MI6 como el hecho de que Gordievski fuera homosexual (lo que habría puesto fin a su carrera en Rusia y llevado a su encarcelamiento). Aunque acepta que en Copenhague, Gordievski adquirió algunas revistas de pornografía gay “por simple curiosidad”.

No obstante, parece muy difícil creer que un hombre criado dentro de la privilegiada nomenclatura soviética, hijo de un coronel de la KGB que atravesó por las purgas estalinistas sin problemas, hermano de un oficial del KGB condecorado y muerto en servicio, cuya primer esposa era una oficial del KGB y su segunda esposa era la hija de un general de la KGB, un día decidiera espontáneamente convertirse agente doble y traidor como un acto de rebeldía contra el sistema soviético.

Macintyre pretende hacer creer al lector que la traición de Gordievski fue en realidad un acto de disidencia y protesta frente a la edificación del Muro de Berlín, en 1961, y el violento sofocamiento de la Primavera de Praga en 1968. Acto de rebeldía que recién concretó en octubre de 1974 y no en forma espontánea sino cuando fue reclutado por un hombre del MI6.

También resulta poco creíble que Gordievski no haya demandado una compensación económica por sus servicios y que incluso el MI6 debiera forzarlo para que aceptar el dinero.

Macintyre insiste en diferenciar a Oleg Gordievski de Aldrich Ames, el agente de la CIA que traicionó a los Estados Unidos vendiendo sus secretos al KGB durante quince años y que fuera responsable de revelar a los soviéticos la identidad de unos veinticinco espías e informantes americanos, entre ellos el del flamante rezident en Londres.

En verdad, las diferencias entre ambos traidores no son tantas. Ames pertenecía a una antigua familia vinculada a la inteligencia americana, su padre había sido miembro de la Oficina de Servicios Estratégicos o OSS durante la Segunda Guerra Mundial y luego ingresó a la CIA.

Ambos tenía estancada su carrera dentro del organismo de inteligencia al que pertenecían, los años pasaban y no eran promovidos a cargos de responsabilidad y se sentían desvalorizados por sus superiores. También, ambos habían pasado por divorcios traumáticos que afectaron sus carreras.

El autor omite intencionalmente mencionar sí Gordievski traicionó la identidad de agentes rusos permitiendo su detención. Solo menciona a tres o cuatro informantes extranjeros que recibían dinero del KGB a cambio de información, afirmando que su detención se demoró para no revelar la existencia de un “topo” británico en el seno de la inteligencia soviética.

Lógicamente, hay escasas referencias concretas a la información revelada por Gordievski, aunque el autor insiste en asignarle la mayor importancia.

Tampoco aclara muy bien porque el MI6 permitió que su espía más valioso regresara intempestivamente a Moscú cuando existían claros indicios de que sus actividades de espionaje estaban bajo sospecha o habían sido descubiertas.

La fuga de Gordievski de Moscú, fue una operación sumamente riesgosa, bien coordinada y llevada a cabo con éxito. En parte debido a un concatenamiento de hechos afortunados. Es decir, contradiciendo la Ley de Murphy, en esa ocasión todo lo que podía salir mal afortunadamente salió bien.

Pero, el éxito del plan de extracción no atenúa el error cometido por la inteligencia británica al permitir el regreso de Gordievski a la URSS sabiendo que seguramente sería detenido y torturado.

Macintyre no deja de destacar que mientras que los rusos abandonaron a su agente Aldrich Ames a su suerte, los británicos cargaron de honores, dinero y reconocimientos a Oleg Gordievski. Se entrevistó con la primer ministro Margaret Thatcher, con el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan y, en 2007, recibió de manos de la reina Isabel II, el nombramiento de Compañero de la Distinguida Orden de San Miguel y San Jorge (CMG) por “su servicio a la seguridad del Reino Unido”.

Además, el desertor ruso recibió una casa confortable y una importante suma de dinero, en parte proveniente de varios libros sobre el KGB que escribió con varios coautores y que le reportaron importantes regalías.  En el caso de Oleg Gordievski al menos, el espionaje y la traición si pagan.

En síntesis, el libro “Espía y Traidor” de Ben Macintyre, más que un material con rigor histórico es una obra que combina la propaganda y la desinformación que por un lado reivindica a un espía desertor ruso, Oleg Gordievski y por el otro destaca la eficiencia y gran capacidad operativa y analítica del MI6.

No obstante, los apasionados por las historias reales de espionaje encontraran un material interesante y algunos consejos sobre como reclutar y manejar a agentes infiltrados. Buena suerte.   

viernes, 13 de marzo de 2020

NUEVAS NACIONES AFRICANAS SE SUMAN AL RECONOCIMIENTO DE LA SOBERANÍA MARROQUÍ SOBRE EL SÁHARA



Liberia se suma a los Estados africanos que reconocen la soberanía marroquí sobre sus provincias del Sáhara abriendo oficinas consulares en ese territorio.

El pasado 12 de marzo, Liberia se sumó a los Estados africanos que apoyan los derechos del Reino de Marruecos sobre el Sáhara abriendo oficinas consulares en esa región.
Liberia cuenta con una embajada en Rabat, un Consulado en Casablanca y ahora a abierto otro consulado en la bella ciudad costera de Dakhla, situada en la región sahariana marroquí.

Este es el cuarto consulado abierto en la ciudad de Dakhla que se suma a otros tres abiertos en la ciudad de El Aiún.

Por el momento, son siete las naciones africanas que cuentan con legaciones consulares en el Sáhara marroquí: Burundi, Comoras, Costa de Marfil, Gabón, Liberia, la República Centroafricana y Sâo Tomé y Príncipe.

La apertura de oficinas consulares por parte de Estado en un territorio que otros países consideran “en disputa” tiene gran peso en el derecho y la política internacional. Significa que para ese Estado la soberanía sobre ese territorio no se encuentra en duda sino que pertenece a quien tiene el control del mismo, en este caso, reafirma que el Sáhara fue y es sin ninguna duda una región integrante del Reino de Marruecos.

Mientras que la inexistente República Árabe Saharaui Democrática pierde día a día el reconocimiento de algunos pocos estados que en algún momento la reconocieron y se ve circunscripta a un puñado de aliados incondicionales de Argelia, como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte o Irán, el apoyo internacional a la soberanía marroquí se incrementa en forma continua pasado de un lento gotero a un flujo continuado de reconocimientos.

Este realineamiento internacional, lleva a un creciente aislamiento del Frente Polisario y hace cada vez más precaria y sufrida la situación de la población marroquí retenida en los campamentos de Tinduf.

Es necesario que Argelia reconozca que ha perdido la partida y contribuya a encontrar una solución justa, equitativa y realista del artificial diferendo del Sáhara. Solución que solo puede provenir de la Iniciativa para la Negociación de un Estatuto de Autonomía para la región de Sáhara propuesto en abril de 2007 por el Reino de Marruecos

viernes, 6 de marzo de 2020

CONSEJO DE DERECHOS HUMANOS DE NACIONES UNIDAS



DISERTACIÓN DE LA DRA GRACIELA L. COSENTINO 2020 EN EL MARCO DE LA 43° SESIÓN DEL CONSEJO DE DERECHOS HUMANOS DE NACIONES UNIDAS

Señor Presidente,

Es bien conocido que el Frente Polisario retiene contra su voluntad un número indeterminado de población saharaui en los campamentos de Tinduf. La mayoría de ellos son niños, los cuales, constituyen la cuarta generación de una población que  enfrenta una situación social y medioambiental extrema.

Los niños se ven forzados a vivir en tiendas de campaña, sin agua corriente ni cloacas, en medio de una zona militarizada y siempre potencialmente en riesgo de guerra, sufriendo tensión, angustia, depresión crónica y violencia física además de privaciones materiales y  acceso restringido a la educación

Un tercio de ellos padece anemia, problemas respiratorios, gastrointestinales y otras enfermedades que dejan secuelas físicas y mentales que afectarán por el resto de su vida su desarrollo cognitivo e impactarán en su desempeño social y físico.

Esta situación constituye una grave y constante violación a los derechos humanos implementada en forma sistemática por el Frente Polisario, no obstante haber recibido la reiterada condena de Unicef y otros organismos internacionales.


Señor Presidente,

El Frente Polisario no duda en emplear a los niños en las campañas anuales de "Vacaciones en Paz”, que solo tienen un propósito  propagandístico. Sin considerar el impacto traumático y el daño psicológico que sufren los niños al dejar su entorno familiar para someterse a la convivencia con extraños en un ámbito desconocido.

Los dirigentes del Polisario saben que algunos de estos niños serán retenidos, bajo cualquier excusa, por los hogares de acogida y que probablemente nunca retornen al seno de sus familias, pero insisten en continuar con esta práctica.

Señor Presidente,

A medida que crecen, los niños padecen una suerte aún peor. El Frente Polisario viola el Estatuto de la Corte Penal Internacional al transformarlos, desde la más temprana edad, en “soldados”. En los campamentos la “militarización” y el adoctrinamiento político comienzan en la infancia, para convertir a los niños en potenciales combatientes.

Señor Presidente,

En los campamentos de Tinduf se producen severas violaciones a los derechos humanos de una población retenida contra su voluntad.

Naciones Unidas ha establecido que un Estado es responsable por la falta de debida diligencia si no ha tomado medidas para prevenir o castigar las violaciones al derecho internacional de los derechos humanos cometidos por particulares o grupos cuya conducta reconoce y asume como propia (Anuario de la Comisión de Derecho Internacional, 2001, Vol. II -Segunda Parte-, pág. 26).

Por lo tanto, Argelia, que tolera y auspicia al Frente Polisario, es responsable por las violaciones a los derechos humanos de los niños retenidos en Tinduf y está en la obligación de hacer cesar dicha situación y aplicar también  la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y en especial del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en conflictos armados.

Muchas Gracias.



miércoles, 4 de marzo de 2020

EL OSCURO MUNDO DE LOS ESPÍAS



Pocas actividades están más rodeadas de preconceptos y prejuicios que las tareas de inteligencia por ello conviene realizar algunas precisiones.

El mundo de las actividades de inteligencia es un territorio opaco donde la verdad está siempre en fuga. Los involucrados niegan su participación, la identidades son falsas, los motivos que llevan a las grandes traiciones son diversos y difusos y la desinformación está a la orden del día.

Incluso los documentos desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos (uno de los pocos países que revela los secretos de algunas de sus operaciones de inteligencia) suelen ser de valor secundario y estar fuertemente censurados.

En los raros caso en que un alto responsable o un agente brinda entrevistas, da testimonios o escribe sus memorias su dichos no son confiables. Sus revelaciones suelen en general ajustarse a la versión oficial de los hechos que quieren difundir sus antiguos jefes o están llenos de falsedades donde el protagonista, en su afán de parecer un héroe, se adjudica hechos en los que no participó u oculta acciones que si cometió para situarse mejor ante el público y la historia.

Periodistas y escritores que se dedican a los temas vinculados con el espionaje suelen difundir versiones fantasiosas, erróneas o incompletas de los hechos debido a que realmente desconocen como operan los organismos de inteligencia, son parte de estos o han sido “intoxicados” por quienes consideran una “fuente” confiable de información.
Muchos libros de no ficción que se publican sobre el tema son previamente censurados por los servicios de inteligencia involucrados en los acontecimientos o con los personajes cuyas actividades se relatan en sus páginas. Pocas son las auténticas revelaciones “no autorizadas” y de escasa relevancia.

LA LITERATURA SOBRE ESPÍAS

Por último, la visión distorsionada sobre el mundo de la inteligencia se hace aún más opaca debido a los relatos y películas de ficción que se realizan sobre el tema. Especialmente, sobre operaciones de espionaje.

En la mayoría de los relatos de ficción sobre espías, los agentes suelen ser retratados como hombres solitarios, una suerte de “francotiradores” que operan totalmente aislados y solo rodeados por enemigos. Ellos son descriptos como aberrantes traidores, sádicos asesinos o heroicos disidentes según de que lado se encuentre el que relata la historia.
El emblemático agente británico James Bond, por ejemplo, no es más que un sicario con licencia para matar. El 007, en la versión original de los libros escritos por Iam Fleming, terminaba con sus enemigos con un certero disparo de su minúscula pistola Beretta 950, que cargaba tan solo ocho pequeños proyectiles de 6,35 mm. Pero no recolectaba información, no roba secretos de Estado ni debía enfrentar los riesgos de transmitirla clandestinamente a sus jefes.

Los auténticos agentes de inteligencia no recorren el mundo llamando la atención con sus lujosos autos descapotables, no seducen bellas mujeres que parecen salidas de las tapas de la revista Playboy. Tampoco beben los anticuados Martini con vodka (mezclado, no agitado) en los bares más glamurosos del planeta.

Los espías reales suelen adoptar el perfil de oscuros burócratas, llevan una existencia precaria, agónica, gris y anodina. Aunque también hay excepciones donde realidad y ficción se funden en una sola. Aldrich Ames, el funcionario de contrainteligencia de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, que trabajo más de una década como doble agente para los rusos y delato a una decena de agentes operativos y colaboradores al servicio de los estadounidenses a sus jefes en Moscú, era un alcohólico que hacía ostentación de un nivel de gastos muy por encima de sus ingresos.

Ames había adquirido una propiedad en Arlington, estado de Virginia, por valor de cuatrocientos mil dólares pagándola al contado. Sus facturas de teléfono sumaban seis mil dólares mensuales debido a las comunicaciones internacionales que su esposa colombiana realizaba a Bogotá, vestía con ropas caras de marca y confeccionadas a medida que sus colegas en la Agencia no podían costearse. Para colmo de males concurría todos los días al trabajo conduciendo un automóvil descapotable Jaguar que valía más de su sueldo anual de sesenta mil dólares.

No obstante, esas excentricidades de Ames que debían haber despertado las sospechas de su superiores, Ames fue finalmente capturado no por sus errores y despilfarros sino por datos provenientes del acceso que la CIA tuvo, en el momento del quiebre de la URSS, sobre las cuentas en la banca suiza desde las cuales el KGB giraba dinero a sus agentes y colaboradores en el extranjero.

Pero, en realidad el caso de Ames es la excepción que confirma la regla. Los espías más exitosos tratan de no llamar la atención porque su actividad debe desarrollarse en las sombras. Tal el caso de, la estadounidense de origen portorriqueño Ana Belén Montes, analista superior de inteligencia de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) que suministró a la inteligencia cubana información clasificada del Pentágono y de operaciones de inteligencia estadounidenses en el Caribe desde 1984 hasta su detención en 2001.

Montes era inteligente, callada y discreta, no tenía amigos íntimos ni relaciones de pareja conocidas. Con sus colegas mantenía un trato cordial pero distante, nadie, ni siquiera su familia, traspasaba el muro de su intimidad. Su trabajo en la inteligencia para defensa parecía ser su único objeto en vida. Por su conocimiento del régimen cubano se había ganado, en la comunidad de inteligencia estadounidenses, el mote “la Reina de Cuba”. Aunque en realidad formaba parte de la organización de espionaje cubano en Estados Unidos conocido como “la Red Avispa”.

James Bond es una fantasiosa creación literaria inventada por un ex agente de inteligencia que operó en las particulares condiciones de la Segunda Guerra Mundial y que en realidad sabía poco del trabajo de campo que desarrollaban los agentes operativos y espías, tal como se aprecia cuando describe el armamento y equipo que emplea el 007 para enfrentar al villano de turno.

Más cercano a la realidad es el personaje creado por otro agente de inteligencia británico devenido en escritor de ficción, David John Moore Cornwell, más conocido por su seudónimo literario de John Le Carré, el agente del MI 6, George Smiley.

Smiley constituye la antítesis de James Bond. El personaje es un antiguo profesor de lingüística de mediana edad a quien las circunstancias convirtieron en un oscuro espía cerebral, obsesionado por descubrir a los agentes dobles que prosperan dentro del MI 6. No emplea armas, no sabe ni pretende pelear físicamente con sus enemigos y es un fracaso con las mujeres. Smiley parece siempre estar embargado por una profunda tristeza, añora el tiempo en que el Reino Unido era una potencia hegemónica, cuando El Imperio regía sobre los mares. Sus colegas lo desprecian, sus superiores lo relegan frente a rivales con mejores vinculaciones sociales y encanto personal, hasta su promiscua esposa lo traiciona, sin molestarse en ocultarlo, con amigos y rivales.

Smiley es un escéptico. Un curtido veterano de la Guerra Fría que tiene muy en claro que en las batallas de inteligencia no hay ni vencedores ni vencidos. Cuando por fin logra desenmascarar al “topo” que los soviéticos han instalado en el MI 6, su archienemigo “Karla”, sus colegas le dicen a Smiley que ha ganado, entonces el viejo espía responde con enorme descreimiento tan sólo: “sí, seguramente sí”.

LAS PIEZAS DEL ENGRANAJE

Los agentes de infiltración prolongada, más conocidos como “topos” o “dobles agentes”, no suelen operar solos, sino que cuentas con redes de apoyo. Agentes que los controlan o “manipulan”, pagan sus servicios, recogen sus informes y los contiene emocionalmente. Reciben también el apoyo de equipos de analistas dedicados a procesar la información que suministran y orientan sus búsquedas de nuevos datos.

Ana Belén Montes, como hemos dicho, formaba parte de la “Red Avispa” una organización de espionaje cubano en los Estados Unidos que integraban otros 26 agentes de La Habana.

Los llamados “espías atómicos”, que operaron en los Estados Unidos en la década de 1940, constituían una extensa red de agentes de diversa nacionalidad encargados de transmitir a los soviéticos los secretos de fabricación de las armas nucleares.
Entre los que fueron identificados se encuentran
-        Klaus Fuchs: físico teórico refugiado judeo-alemán que trabajo en el Proyecto Manhattan, como parte de la delegación británica en Los Álamos. Eventualmente descubierto, confesó y fue sentenciado a la cárcel en el Reino Unido. Posteriormente fue liberado y emigró a Alemania del Este donde terminó sus días como profesor universitario.
-        Theodore Hall: físico estadounidense que trabajó en Los Álamos. Su identidad como espía no fue revelada hasta muchos años después. Nunca fue arrestado en relación con sus actividades de espionaje, aunque al final de su vida confesó sus actividades a familiares y periodistas.
-        David Greenglass: un operador mecánico estadounidense que trabajo en Los Álamos confesó haber entregado información a los soviéticos a través de su hermana y su cuñado (los Rosenberg). Fue sentenciado a una larga condena de prisión.
-        George Koval: un estadounidense hijo de emigrantes bielorrusos. En su juventud regresó a la URSS donde primero ingresó al Ejército Rojo y luego al GRU. Durante la Segunda Guerra Mundial se incorporó al Ejército de los Estados Unidos y se desempeño como radioperador en el Special Engineering Detachment. Actuaba bajo el nombre en código de “Delmar” y logró obtener información de Oak Ridge y del proyecto Dayton sobre el detonador “Urchin” utilizado en la bomba de plutonio conocida como “Fat Man”. Su actividad como espía no fue conocida en los Estados Unidos hasta que, en 2007, se le entregó a título póstumo la condecoración de “Héroe de la Federación Rusa” por el presidente Vladimir Putin.
-        Ethel y Julius Rosenberg: un matrimonio judeo – estadounidense involucrados en la coordinación y reclutamiento. Los Rosenberg rehusaron confesar cargos y fueron sentenciados y ejecutados en el penal de Sing – Sing. Ambos recibieron póstumamente la medalla de “Héroe de la Unión Soviética”.
-        Harry Gold: un estadounidense que confesó haber actuado como correo para Greenglass y Fuchs.
-        Morris y Lona Cohen: estaban a cargo de una red que incluía ingenieros y técnicos en municiones en plantas de aviación, en el área de Nueva York. Fueron los encargados de reclutar a Ethel y Julius Rosenberg, también se desempeñaron como correos de Fuchs y Greenglass pasando sus informes al consulado soviético en Nueva York. Después de la detención de Fuchs, en 1950, huyeron a Moscú. En 1954 ambos reaparecieron en Londres con los nombres ficticios de Helen y Peter Kroger, con pasaportes neozelandeses falsificados. Trabajaron con el notable agente soviético Konon Molody (alias Gordon Lonsdale). Luego Morris se convirtió también en el residente soviético en Gran Bretaña. Detenidos en 1961, fueron condenados a veinte años de cárcel, pero en 1969 fueron intercambiados por el súbdito británico Gerald Brooke. De regreso a Moscú recibieron la “Orden de la Bandera Roja”, la “Orden de la Amistad de las Naciones” y la medalla de “Héroe de la Unión Soviética”.
Probablemente el jefe de la red haya sido Vilyan Guénrijovich Fischer (1903 – 1971), conocido en los Estados Unidos como el coronel Rudolf Ivánovich Ábel. El residente de la KGB soviética en los Estados Unidos detenido en Nueva York el 17 de junio de 1957 e intercambiado por el piloto estadounidense del avión espía U-2, Francis Gary Powers, el 10 de febrero de 1962, en el puente berlinés de Glienicke, en la localidad de Potsdam. Fischer fue condecorado con la “Orden de Lenin”.
En ocasiones sus controladores se ocupan de ayudar a los agentes dobles a su servicio a ascender en sus carreras hasta posiciones de jefatura, proporcionándoles “comida para pollos”. El teniente coronel de la KGB, Oleg Gordievsky se convirtió en “residente” – jefe- de su organismo en Londres, porque los británicos se encargaron de expulsar sistemáticamente al residente anterior y a su adjunto evitando la acreditación de nuevos “diplomáticos” soviéticos en el Reino Unido. En esta forma, sus jefes en el Kremlin se vieron forzados a ascenderlo a la posición de “residente” al no poder enviar un nuevo jefe.

La inteligencia castrista hizo algo similar para promover la carrera de Ana Belén Montes, le suministro importante información sobre miembros del gobierno de Cuba (comida para pollos) como para que se ganara el respeto y aprecio de toda la comunidad de inteligencia estadounidense. En esa forma, su agente infiltrado pronto tuvo el conocimiento de todas las operaciones que se organizaban contra la Isla y de los agentes y desertores que trabajaban para los estadounidenses. Una muy buena inversión.

Los agentes de contrainteligencia dedicados a perseguir y capturar a los espías extranjeros y, especialmente, a los dobles agentes se preguntan con frecuencia cuales son los motivos que llevan a una persona a un agente entrenado a traicionar a su país o a sus amigos y colegas.

Desgraciadamente para los “cazadores de espías” no existe una causa única sino múltiples motivaciones: patriotismo, convicción ideológica, ambición económica, frustración profesional por supuestos agravios inferidos a su ego: falta de reconocimiento, postergación en los ascensos, etc.; deseos de aventura…

En la mayoría de los casos los agentes que luego de convierten en “agentes dobles” lo hacen por estricta necesidad, o bien son sorprendidos cometiendo espionaje o cometen algún desliz sexual, se endeudan, adquieren adicciones que los hacen vulnerables a ser reclutados por chantaje.

Oleg Gordievsky, por ejemplo, fue reclutado por el agente británico Richard Bromhead, en su primera asignación en el extranjero, en Copenhague, Dinamarca, luego de cierta indiscreción alcohólica y sexual.

Un agente que inicialmente colabora forzadamente con el enemigo porque es reclutado por chantaje es de inmediato generosamente recompensado por su traición. Al aceptar dinero de sus enemigos a cambio de información, el espía entra en un camino sin retorno. Además, el dinero fácil termina por acallar su conciencia y le proporciona nuevos incentivos para continuar traicionando a su país.

Sus reclutadores y manipuladores pronto el aseguran un destino dorado para el momento en que sea necesario o decida retirarse. Un lugar protegido donde terminar su vida, honores, más dinero y hasta un nuevo empleo en el servicio de inteligencia al que realmente ha estado sirviendo.

No obstante, son pocos los espías que después de traicionar a su país encuentran las recompensas que les prometieron su nuevos jefes. La mayoría de ellos terminan sus días olvidados, siempre ocultándose y con temor a la venganza de sus antiguos jefes. Venganzas que, como veremos, en muchas ocasiones se concretan.

Los espías británicos al servicio de la Unión Soviética, que formaban la red conocida como “Los cinco de Cambridge”: Kim Philby, Donald Maclean, Guy Burguess, Anthony Blunt y John Caimcross, luego de desertar encontraron que su exilio moscovita no era todo lo “dorado” que había soñado.

Harold Adrian Russell “Kim” Phillby (1912 – 1988) por ejemplo nunca vistió el uniforme de coronel del KGB que le habían prometido, pronto descubrió que era en realidad un miembro del KGB sino tan solo el “agente Tom”. Las seis importantes condecoraciones que recibió, incluida la “Orden de Lenin”, le sirvieron de escaso consuelo. Pronto de convirtió en un alcohólico perdido que destruyó su matrimonio. Sus amigos “chequistas”, para contenerlo mejor pronto le consiguieron una nueva “esposa” rusa y ocasionalmente lo empleaban como conferenciante de los nuevos agentes soviéticos destinados a operar clandestinamente en países de Occidente.

Algunos traidores han tenido una peor suerte, condenados a muerte in absentia, sufrieron brutales intentos de terminar con su vida. El podpolkovnik (teniente coronel) Aleksander Válterovich Litvinenko del FSB – Federálnaya sluzhba bezopásnosti Rosíysoi Federatssi- la agencia de contraespionaje y seguridad de Rusia, que tras desertar vivía oculto en el Reino Unido, fue víctima de un envenenamiento con polonio 210 radiactivo que terminó con su vida 23 de noviembre de 2006.

Otro fueron desertores rusos fueron un poco más afortunados. Oleg Gordievski sufrió un intento de envenenamiento, con medicamentos adulterados, el 2 de noviembre de 2007, del que sobrevivió después de estar treinta cuatro horas inconsciente.

El desertor ruso al servicio del MI6, el coronel Serguei Skripal, un antiguo coronel del GRU -Glávnoye Razvédytelnoye Upravlenie o Departamento Central de Inteligencia-, la rama de inteligencia militar de Rusia, que vivía en el Reino Unido, sufrió un atentado efectuado por agentes rusos  con gas neurotóxico.

Skripal era agente británico desde su reclutamiento en España en 1993. En 1999 pasó a retiro y comenzó a trabajar en el ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia. En diciembre de 2004, Skirpal fue arrestado frente a su casa en el distrito moscovita de Kryaltskoye, poco después de regresar del Reino Unido. En agosto de 2006, fue procesado en virtud del artículo 275 del Código Penal ruso por alta traición en forma de espionaje, por el Tribunal Militar Regional de Moscú en un juicio celebrado a puertas cerradas. Skripal fue sentenciado a trece años de prisión a cumplir en un centro de detención de máxima seguridad, además se le despojó de su rango militar y sus condecoraciones.

Tras haber cumplido la mitad de su condena, el 8 de julio de 2010, fue amnistiado por el entonces presidente ruso Dmitri Medvédev e intercambiado, junto a otros tres rusos capturados mientras realizaban tareas de espionaje para Occidente, en un intercambio de espías que incluyó a diez agentes rusos arrestados en los Estados Unidos.

El intercambio de agentes, el mayor desde el fin de la Guerra Fría se llevó a cabo en Schewechat, el aeropuerto internacional de la ciudad de Viena. Entre los diez espías rusos liberados se encontraba la glamorosa Anya Kushenko, Anna Chapman o, como la denominó la prensa occidental, “la agente 90 – 60 – 90”. Detenida, el 27 de junio de 2010, por el FBI junto a otros nueve agentes rusos.

Skirpal inició una nueva vida en el Reino Unido, siempre trabajando para la inteligencia británica. Se mudo a Salisbury, Wiltshire, donde compró una casa en 2011.

El 4 de marzo de 2018, Serguei Skripal de 66 años y su hija Yulia, de 33, quien visitaba a su padre en el Reino Unidos, fueron encontrados inconscientes sentados en un banco público cerca de un centro comercial de Salisbury por un médico y una enfermera que pasaban por allí y alertaron a las autoridades. Remitidos al Hospital del Distrito de Salisbury se determinó que los rusos habían sido envenenados con un agente neurotóxico. Al menos 21 miembros de los servicios de emergencia, policías y ciudadanos comunes que paseaban por el lugar sufrieron lesiones de distinta consideración por efectos del tóxico.

El 12 de marzo de 2018, la primera ministra Theresa May identificó el agente nervioso utilizado en el ataque como el agente Novichok de fabricación rusa y exigió una explicación al Kremlin. Dos días después, May dispuso la expulsión del Reino Unido de 23 “diplomáticos” rusos declarado “persona non grata” en respuesta al ataque sufrido por Skirpal y su hija. Se trató de la expulsión más numerosa de diplomáticos en treinta años en el Reino Unido.

Después de permanecer internada durante tres semanas en estado crítico, Yulia recuperó el conocimiento y pudo hablar. Fue dada de alta el 10 de abril de 2018. Serguei tardó mucho más en responder al tratamiento médico pero, finalmente, el 18 de mayor de 2018 pudo dejar el hospital.

Como puede apreciarse las actividades de inteligencia encierran un mundo de secretos donde las traiciones y las venganzas están a la orden del día y del cual la mayoría de las personas que se interesan por este tema tienen muy poco conocimiento real. Recordemos que los mejores espías son aquellos que nunca han sido identificados y cuyos secretos aún están por ser revelados.