viernes, 29 de enero de 2021

EN ARGENTINA TODO AUMENTA, ESPECIALMENTE LA CORRUPCIÓN


 


A un año de gobierno de Alberto Fernández todo aumenta en Argentina, la inflación, el desempleo, la pobreza, el índice de corrupción y hasta la imagen negativa del presidente, lo único que no aumenta es el número de vacunados y las dosis de la Sputnik V

El presidente Alberto Fernández al llegar a sus primeros catorce meses de gobierno tiene pocos -o ningún- logros que mostrar. La economía argentina que estaba en una difícil situación el diciembre de 2019 hoy está en una crisis de pronóstico reservado. Esta apreciación no es subjetiva, sino que surge de las principales variables económicas.

La inflación en 2020 fue del 33,6% y, según el economista Matías Rajnerman de la consultora Ecolatina, en el primer mes de 2021 es del 4% igual que el ritmo de la devaluación del peso.

El desempleo pasó de 9,7% en 2019 al 11,7% y se refleja directamente en el aumento de la pobreza que afecta al 44,2% de la población y constituye el porcentaje más alto de la última década.

Es decir, que dieciocho millones de argentinos son pobres. En el último año, se sumaron a la pobreza más de dos millones de nuevos pobres.

La indigencia que 2019 era de 8,9% se elevó a 10,1%. El 64.1% de los niños y adolescentes argentinos son pobres.

En 2020 el 47,4 de los hogares argentinos recibieron algún tipo de ayuda económica por parte del Estado. Las personas que recibieron algún tipo de subsidio estatal en el último año pasaron del 37,5% al 55,5%.

En otras palabras, más de la mitad de la población argentina vive de la otra mitad. Pero, esto no es totalmente así porque los pobres también pagan impuestos. Los pobres también pagan impuestos indirectos como el IVA, el impuesto a los combustibles, a las bebidas alcohólica, a las gaseosas y otras muchas imposiciones. Además del llamado “impuesto inflacionario” que afecta a todos los argentinos sin distinciones de sector económico al que pertenezcan.

En la última encuesta dada a conocer por la consultora Synopsis (18/01/21) el 72,1% de los encuestados manifiesta tener una baja confianza en el gobierno. El 58,6% califica como negativo el desempeño del gobierno.

Las preocupaciones económicas se sitúan entre los principales problemas que afectan a la gente y alcanzan el 39,7% de las respuestas. De ese porcentaje, el 26,7% se siente preocupado por la inflación, el 13% sostiene que el principal problema es el desempleo. Le siguen la corrupción con 34,2%, la sanidad con 9,1%, los problemas de seguridad también con 9,1% y la educación con 2,8%.

El 58,7% de los encuestados estimaron que la situación económica del país será peor dentro de un año.

Si bien los partidarios del gobierno pueden adjudicar a la herencia dejada por el gobierno de Mauricio Macri y a las consecuencias de la pandemia de coronavirus el agravamiento de la crisis económica, no pueden adjudicarle a nadie el agravamiento de los índices de corrupción.

Según el Índice 2020 de Transparencia Internacional, Argentina bajo el gobierno de Alberto Fernández descendió doce puestos situándose en el puesto 78 entre 180 países. Mientras que, en 2019, durante el gobierno de Mauricio Macri el país había subido 19 puestos posicionándose en el lugar 66 de la tabla.

La peor performance de Argentina en el Índice de Transparencia Internacional fue en 2015, durante el segundo período de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando el país se situó en el puesto 107 entre los 168 países evaluados.

Entre los 32 países del continente americano, Argentina se sitúa en la posición 14, un puesto más abajo que el año 2019.

Es como resultado de la crisis económica y desastrosa gestión de la pandemia del coronavirus y otros desaciertos como la liberación de presos y las presiones sobre la Justicia para eliminar las causas penales por corrupción que afectan a Cristina Fernández de Kirchner y a varios ex funcionarios suyos que la imagen presidencial ha caído bruscamente.

La imagen negativa del presidente Fernández alcanzó en la encuesta al 54,3% de los consultados y la positiva fue tan sólo del 30,7%, una cifra que se aproxima al piso de los votantes kirchneristas. Mientras que los guarismos de la vicepresidenta Cristina Kirchner son aún peores: la desaprobación alcanza al 70% y la imagen positiva es del 28%.

En las encuestas de los próximos meses posiblemente la imagen del gobierno argentino seguramente se deteriorará aún más debido a la forma en que se está gestionando la crisis del coronavirus Covid 19.

El presidente Alberto Fernández aseguró que el país recibiría en enero de 2020, diez millones de dosis de la vacuna rusa Spunitk V. Pero, pese a las promesas presidenciales, sólo se recibieron 410.000 dosis completas (1º y 2º dosis).

Debido a las presiones ejercidas por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el país solo adquirió vacunas de Rusia y descartó con vagos argumentos adquirir vacunas de otras empresas farmacéuticas internacionales.

Argentina fue el primer país del mundo en vacunar masivamente a su población con la vacuna rusa, pero esto no fue suficiente razón para que Rusia cumpliera los contratos suscriptos con el país para la provisión de las vacunas.

 A este ritmo la vacunación, solo recibieron las dos dosis de la vacuna 51.000 personas, administrar el fármaco al 80% de los más de cuarenta y cuatro millones de habitantes podría demandar veinte años.

Para colmo de males, ayer trascendió que el candidato presidencial de Ecuador, Andrés Arauz, del partido Unión por la Esperanza (UNES) apoyado por el ex presidente Rafael Correa, afirmó durante un debate presidencial que Alberto Fernández le había prometido 4.400.000 millones de vacunas contra el coronavirus. La noticia sumió a los argentinos entre la incredulidad y la indignación.

En octubre de este año, el gobierno de Alberto Fernández deberá enfrentar las elecciones parlamentarias de mitad de mandato, si sufre una derrota importante no sólo puede perder la mayoría en la cámara de diputados y una fuerte disminución de su mayoría en el senado, sino que podría convertirse en los que se llama un “pato rengo”, un presidente que difícilmente podría lograr la reelección y que seguramente sería sucedido por un opositor.

No obstante, todavía faltan nueve meses para los comicios y el peronismo es conocido por su aceitado aparato electoral, por lo cual nada está dicho y todo puede suceder.

EL REINO DE MARRUECOS ES EL PRIMER PAÌS AFRICANO EN INICIAR LA VACUNACIÓN


 

El Rey de Marruecos, Mohammed VI se vacuno contra el Covid 19 dando el ejemplo y para generar confianza al inicio de la campaña de nacional de vacunación que inmunizará al 80% de los marroquíes.

Cumpliendo con su compromiso con el pueblo marroquí, hoy el Rey de Marruecos se aplicó públicamente la primera vacuna contra el Covid 19 dando así comienzo a la campaña nacional de vacunación contra el virus que ha generado la actual pandemia.

La campaña tiene por objeto inmunizar al 80% de los treinta y cinco millones de marroquíes.

En previsión de la necesidad de proteger a su población el Reino de Marruecos ha adquirido 66 millones de dosis de las vacunas producidas por la farmacéutica anglo – sueca AstraZeneca y el laboratorio chino Sinopharma.

Por el momento, Marruecos habría recibido dos millones de dosis de AstraZeneca y 500.000 de Sinopharma que constituye una cantidad más que suficiente para iniciar la administración del fármaco.

En una primera etapa se está vacunando en forma totalmente gratuita a los miembros del personal sanitario de más de 40 años, efectivos de las fuerzas de seguridad y docentes de más de 45 años, ciudadanos mayores de 75 años y a los residentes en Marruecos que tengan una antigüedad en el país de 17 o más años.

La vacunación se realiza en dos dosis separadas por 21 días una de otra. Para el desarrollo de la campaña se ha previsto la creación de 2.880 vacunatorios dotados de cámaras frigoríficas en centros de salud, cuarteles, universidades, prisiones y lugares de trabajo distribuidos a todo lo largo y ancho del territorio marroquí.

Marruecos tiene acuerdos firmados con Sinopharma para producir en el país su vacuna con vistas a la exportación al resto del continente africano. El Rey Mohammed VI ha expresado su intención de entregar parte de estas vacunas sin cargo a países hermanos de África que no pueden afrontar los costos de vacunar gratuitamente a su población.

En esta forma, gracias a las previsiones y gestiones realizadas oportunamente por el Rey Mohammed VI, el Reino de Marruecos se convierte en el primer país de África, y en uno de los primeros del mundo, en iniciar la vacunación masiva y gratuita de su población.

 

martes, 26 de enero de 2021

UNA TIERRA PROMETIDA, LAS MEMORIAS DE BARACK OBAMA


 


El libro de memorias del presidente estadounidense Barack Obama relata los hechos ocurridos desde sus inicios como joven abogado dedicado a los derechos civiles hasta el final de su primer período presidencial.

 

 

_ Pienso que la pregunta para usted, señor presidente, es: ¿cree que la suerte está de su parte?

Lo miré y sonreí.

_ ¿Dónde estamos, Phil?

Phil vaciló dudando de si era una pregunta capciosa.

_ ¿En el despacho Oval?

_ ¿Y cómo me llamo?

_ Barack Obama.

Sonreí

_ Barack Hussein Obama. Y estoy aquí contigo en el despacho Oval. Hermano yo siempre creo que la suerte está de mi parte.

Barack Obama

Una tierra prometida. (P. 494)

 

De las memorias y sus autores

 

Desde hace un siglo existe un saludable hábito en los Estados Unidos. Al término de su mandato los presidentes publican sus memorias. Esta costumbre genera para ellos importantes ingresos económicos y la oportunidad de defender ante la opinión pública el legado de su gobierno. Al mismo tiempo sus textos son una fuente bibliográfica para los historiadores posteriores.

En esta forma, las memorias presidenciales se han convertido en éxitos editoriales y motivo de debates políticos por lo cual muchos importantes funcionarios (secretarios de Estado, comandantes militares, embajadores, etc.) estadounidenses también publicaron sus memorias (entre ellos figuran Henry Kissinger, Alexander Haig, Norman Shwarkoff, Donald Rumsfeld, Hilary Clinton, etc.)

El problema de emplear las memorias de los estadistas como fuente historiográfica es la tendencia de los autores a justificar sus actos y decisiones distorsionando u ocultando los hechos.

Es cierto que con respecto a muchos sucesos el público tiene cierta creencia e incluso la prensa errónea o maliciosamente atribuye decisiones a personas o circunstancias totalmente ajenas al suceso en cuestión.

Además, sin caer en teorías conspiratorias, lo cierto es que en la mayoría de los hechos históricos hay ocultas otras razones o explicaciones que difícilmente se harán públicas alguna vez. La historia suele ser escrita por los vencedores en las contiendas bélicas o las luchas electorales y políticas. En muchas decisiones inciden en forma determinada los intereses personales, los antagonismos y favoritismos personales y hasta los errores involuntarios que producen resultados que son interpretados por la posteridad como intuiciones geniales o perversas maquinaciones según los casos.

En muchas ocasiones los estadistas, al narrar algunos acontecimientos, deben ocultar, omitir o distorsionar el relato de los acontecimientos para no afectar los intereses de su país, para no perjudicar a personas aún vivas, a sus descendientes o al recuerdo que la Historia tiene de ellas, en otros casos mienten por mero cálculo político para adjudicarse méritos que no tienen.

En muchos libros de memorias, el autor aprovecha la ocasión para reconocer a estrechos y fieles colaboradores destacando sus méritos, adjudicándoles los aportes y oportunos consejos. También brindan la ocasión para sutiles venganzas con los rivales, para tomar distancia de algunos personajes (ocasionales aliados, colaboradores y hasta amigos) que posteriormente cayeron en descrédito, cometieron graves errores o fueron ingratos con el autor.

Por lo tanto, las memorias son a la vez un género literario y un tipo de fuente historiográfica que tanto el lector como el investigador debe tomar con mucho cuidado porque sus datos suelen estar considerablemente distorsionadas por los factores anteriores.

Así como por el hecho de que ningún estadista o político de alto perfil escriben sus propios discursos, sino que delegan esa tarea a especialistas. Incluso algunos políticos que simulan improvisar (como tanto les gusta a los gobernantes populistas) suelen preparar y estudiar sus alocuciones previamente.

Del mismo modo, ningún estadista escribe el mismo sus memorias. Eva Perón no escribió “La razón de mi vida”, sino el periodista español Manuel Penella da Silva y luego retocaron el texto Juan D. Perón y su ministro de Educación Raúl Mendé. Tampoco Winston Churchill escribió el mismo algunos de los libros que le permitieron obtener el Premio Nobel de Literatura en 1953, en especial “The Word Crisis” o “The Second Word War”.

Debido a sus muchas obligaciones, Churchill dictaba sus notas a una secretaria que luego las pasaba a máquina corrigiendo la redacción y un equipo de investigadores históricos verificaba y justaba los datos, agregaba esquemas, gráficos, mapas o algún documento que complementaba y mejoraba el relato original. Aunque las ideas centrales, las anécdotas y las conclusiones eran siempre de Churchill.

Finalmente, Churchill trabaja ajustando y puliendo la redacción final del texto que se publicaba.

Otros políticos, que carecen del talento literario o la vocación de escritor o periodista, que afortunadamente tuvo el estadista británico, se limitan a grabar sus memorias o a responder un largo cuestionario ideado por un escritor profesional –ghost writer- la elaboración total del texto. No sorprendería descubrir que algunos de ellos ni siquiera hayan leído completo antes de su publicación.

Pese a su vocación como profesor y escritor, cuesta imaginar que Henry Kissinger encontrara el tiempo suficiente para corregir la redacción de las tres mil páginas de sus dos gigantescos tomos de memorias, debido a otras múltiples ocupaciones. am

Al menos Barack Obama es honesto al reconocer a los miembros del equipo de redacción en los agradecimientos.

Una tierra prometida

Esta parte de las memorias del expresidente Barack Obama llegó en plena pandemia del coronavirus y de las elecciones presidenciales de 2020 y en su versión en castellano, publicada por Editorial Debate tiene 926 páginas totales de las cuáles 847 corresponden al texto y las restantes están destinadas a agradecimientos y referencias. Además, el libro incluye dos anexos fotográficos en color de muy buena calidad.

El texto está divido en 27 capítulos que abarcan desde sus años de estudiante secundario hasta la “Operación Lanza de Neptuno” que, el 2 de mayo de 2011, culminó con el asesinato del terrorista Osama bin Laden, líder de la red Al Qaeda y responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

En 2008 Brack Obama era un político sui géneris: cosmopolita, intelectualmente bien preparado, profesionalmente educado en la misma Ivy League donde se formaron algunos de sus predecesores. Egresó de la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia y culminó la de Derecho en Harvard donde fue el primer afroamericano en dirigir la Law Review, iniciando así su popularidad.

Obama pertenece a la minoría afroamericana, pero sin el pasado esclavista de sus pares (en este sentido, aunque miembro formal de esta minoría también responde a la condición de mulato), con un discurso moderado, aunque propio de un político progresista que no respondía al acartonamiento del establishment estadounidense. Por lo que los estadounidenses vieron en su presidente 44° a un dirigente con un discurso conciliador y articulado que abría una nueva etapa en la política de su país.

A lo largo de todo el libro Obama dedica muchos párrafos a destacar los costos humanos y familiares que paga un político por los cargos que desempeña y de cómo ve afectada su vida personal por los cuestionamientos injustos de la oposición y la prensa independiente, las restricciones a sus desplazamientos y actividades por razones de seguridad y los efectos de la notoriedad que adquiere.

A las lamentaciones del expresidente podríamos contestarle con una célebre frase de otro exmandatario demócrata Harry Truman: “Quien no resista el calor, que no entre en la cocina”.

Otro tema reiterativo en el texto son los reconocimientos y agradecimientos destinados a su madre la antropóloga Ana Duham, de quien destaca su “libertad intelectual”, su abuela “Toot” y su esposa Michelle. A esta última, en especial, le agradece por los grandes sacrificios de ser la esposa de un político exitoso y la Primera Dama de los Estados Unidos.

A lo largo de todo el libro Obama insiste en el carisma de su esposa, en su indiferencia por la política y en su constante preocupación por mantener a sus hijas lo más cubiertas posibles de la exposición pública.

Ninguno de estos temas presenta mayor relevancia para el lector.

En “Una tierra prometida”, Barack Obama realiza muchas descripciones o referencias de personalidades que van desde rivales políticos, colaboradores, altos funcionarios y estadistas extranjeros y en todos los casos aprovecha para dejar su opinión (en la mayoría de los casos crítica) sobre ellos.

En general, es tan importante lo que dice de algunas personas como lo que no dice. Por ejemplo, hay escasas referencia a Bill Clinton y ninguna a legado de su administración. De Hillary Clinton reconoce algunos méritos, como su alto perfil internacional, pero minimiza su rol como secretaria de Estado y en los procesos de toma de decisión de su gobierno.

Muy oportunamente, Obama termina su libro antes de la fecha del ataque al consulado estadounidense en Bengasi el 11 de septiembre de 2012, en que fallecieron cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador Christopher Stevens. Hillary Clinton ha sido especialmente cuestionada por su manejo de la crisis en Libia. En esta forma, el expresidente no se ve obligado a explicar demasiado que ocurrió en esa ocasión y quienes fueron responsables por el resultado.

Pocas son las personas que merecen la aprobación de Obama en el libro. Una de ellas en Nancy Pellosi, la congresista por el estado de California que fue y es presidenta de la Cámara de Representantes, el fallecido senador Ted Kennedy y la canciller alemana Angela Merkel y el expresidente Dmitri Medvedev.

El autor es especialmente crítico con el presidente ruso Vladimir Putin a quien considera un auténtico dictador. Despectivo e irónico se burla del presidente francés Nicolás Sarkozy, de quien no duda en decir que usa zapatos con elevador para parecer más alto y decir que parece “un personaje de Toulouse – Lautrec” (p.403). Recordemos que el célebre pintor francés retrataba bailarinas, prostitutas y rufianes...

También no duda en menospreciar al presidente Hu Jintao por teñirse las canas, al primer ministro de Dinamarca Lars Lokke Rasmussen al que crítica su peinado diciendo “tenía el pelo rubio apelmazado, como si acabase de salir de una pelea de lucha libre” (P.619).

Es particularmente duro con las monarquías del Golfo Pérsico y los dictadores de Medio Oriente que viven en el lujo y ostentación, en tanto mantienen a sus pueblos en la pobreza.

Obama centra el relato en los temas que resolvió exitosamente durante su presidencia y obviando los que constituyeron fracasos. Entonces relata detenidamente sus campañas electorales, los planes para enfrentar la denominada “crisis de las hipotecas subprime” en 2008; los avances en la lucha contra el cambio climático, la guerra en Irak y Afganistán, la reforma sanitaria, las cumbres del G-8 y G-20, etc.

No hay mayores referencias a América Latina tan sólo leves menciones a su gira por la región el 2011, en que recorrió Brasil, Uruguay y Chile, y a Brasil por su participación entre los BRICS. Es el único país especialmente nombrado. Los únicos mandatarios latinoamericanos mencionados son los brasileños Luis Inacio “Lula” da Silva y Dilma Rousseff y el chileno Sebastián Pineda.

No hay ninguna mención a las marchas de inmigrantes, a régimen bolivariano en Venezuela o a los líderes populistas como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, José Mujica o Néstor Kirchner. Lo cual indica el escaso interés que para la Administración Obama tenía América Latina y el escaso peso de la región en la política internacional.

Como hemos dicho, no hay referencias a la Argentina o a Cristina Fernández de  Kirchner que gobernó el país por esos años. La única frase vinculada con Argentina es la siguiente: “...los políticos estadounidenses no consideraban que la muerte de camboyanos, argentinos o ugandeses fuera relevante para nuestros intereses...” (P. 790)

Por momentos, el relato tan pormenorizado de los inconvenientes para lograr aprobar una ley o convencer a un líder extranjero de apoyar los intereses y la visión estadounidense sobre un tema en particular se hace tedioso y aburrido.

El relato se hace más dinámico cuando describe la “Primavera Árabe” y la participación estadounidense en el derrocamiento del dictador egipcio Hosni Mubarak y el libio Muammar Gadafi y los intentos contra el sirio Bashar al-Ásad. Especialmente, los argumentos de Obama sobre la necesidad de democratizar y estabilizar el Norte de África.

Por supuesto, que Obama se cuida mucho de decir que desde su intervención en esa región, Libia vive una cruenta guerra civil que mantiene al país dividido con dos gobiernos. En Trípoli el Gobierno de Salvación Nacional y en Tobruk las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar.

Egipto tras la salida de Hosni Mubarak hubo elecciones donde resultó elegido el candidato de los Hermanos Musulmanes el islamista Mohamed Morsi quien asumió el cargo el 30 de junio de 2012 quien un año más tarde fue derrocado por los militares que llevaron a cabo una dura represión contra los islamistas. Finalmente, el general Abdelfatah Al-Sisi, electo presidente en 2014, instaurando un régimen tan dictatorial y represivo como el de Mubarak.

En Siria, la intervención de los Estados Unidos y sus aliados provocó una cruenta guerra civil de diez años. Solo Bashar al-Ásad permaneció en el poder gracias a los mercenarios rusos del Grupo Wagner y al apoyo de Vladimir Putin.

Es cierto que los Estados Unidos no fueron los únicos responsables de la desestabilización de parte del África del Norte y Medio Oriente, pero hicieron su contribución al caos.

El último capítulo del libro de Obama consiste en el relato de la “Operación Lanza de Neptuno” nombre clave para la ejecución de Osama bin Laden. Si el lector espera encontrar allí un relato de la misma es mejor que consulte Wikipedia donde encontrará una mejor explicación y mayores detalles. Porque el expresidente Barack Obama no aporta ningún dato nuevo, salvo la confirmación de que desde un primer momento los Estados Unidos iban a arrojar los restos del líder de Al Qaeda al mar para evitar que el lugar de su entierro de convirtiera en un “lugar santo” de culto y peregrinación. Lo cual contradice la versión de que todos los países musulmanes se opusieron a recibir sus restos mortales.

 “Una tierra prometida” es tan solo la primera parte de las memorias de Barack Obama debemos esperar un segundo libro en que el autor seguramente hablará de su segundo mandato y de la campaña presidencial en que Donald Trump se impuso a Hillary Clinton.

Recomendación Final: un libro solo para personas muy motivadas o interesadas en conocer la opinión de Obama sobre los políticos estadounidenses y algunos líderes mundiales y con tiempo libre para leer unas novecientas páginas de gene

jueves, 21 de enero de 2021

BIDEN EN LA CASA BLANCA. ¿ES UNA BUENA NOTICIA PARA EL GOBIERNO ARGENTINO?


 

Joe Biden es el nuevo presidente de los Estados Unidos y el presidente Alberto Fernández fantasea con mayores inversiones y el apoyo estadounidense para negocias con el FMI

 

Con la asunción por parte de Joe Biden de la presidencia de los Estados Unidos ha comenzado en el mundo una nueva etapa.

 

El gobierno del presidente Alberto Fernández está tratando de convencer a los argentinos de que el cambio de gobierno en los Estados Unidos resultará favorable para el que el país reciba nuevas inversiones americanas y el apoyo de Washington para obtener financiamiento por parte de los organismos financieros internacionales como el FMI y el BID.

 

Así lo declaró el propio presidente Fernández el 16 de noviembre pasado, al decir: “Tengo optimismo de que con Biden podemos estar más tranquilos, confiados y tal vez podamos avanzar un poco más y lograr mejores resultados.”

 

Sin embargo, el análisis de los antecedentes y declaraciones del nuevo presidente presentan un panorama muy distinto.

 

Joe Biden presenta un largo historial de actitudes anti argentinas.

 

En 1982, por ejemplo, durante el Conflicto de las Islas Malvinas, el entonces senador Biden recomendó al presidente Ronald Reagan que abandonara la neutralidad y enviara tropas para combatir en favor de su tradicional aliado: el Reino Unido.

 

Por otra parte, recordemos que Biden fue el vicepresidente de Barack Obama. Precisamente durante su gobierno las relaciones bilaterales con los Estados Unidos tocaron el punto más bajo.

Obama evitó visitar Argentina durante su única gira por América Latina, en marzo de 2011, y se reunió una sola vez, en Colombia en 2012, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pese a que compartió con ella cinco encuentros internacionales.

 

El 15 de febrero de 2011, el gobierno kirchnerista que sabía que había sido marginado del periplo que el mandatario estadounidense realizaría por la región, incautó un avión de la fuerza aérea americana que traía material y armamento para instruir al personal de la Policía Federal Argentina en tácticas antiterroristas en cumplimiento de un acuerdo bilateral entre ambos Estados.

 

Las fotografías del ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman abriendo con un alicate una valija con claves y material clasificado del gobierno americano recorrieron todo el mundo.

 

Joe Biden es posiblemente el político estadounidense que mejor conoce a América Latina, ha recorrido dieciséis veces los países de la región, pero nunca visitó a la Argentina.

 

Pero, retornemos por un momento a Barack Obama. Durante el gobierno de Mauricio Macri el presidente Barack Obama visitó a la Argentina en tres ocasiones. La primera visita fue el 24 de marzo de 2016 y retornó a Buenos Aires en septiembre para la Cumbre del G-20. Después de dejar la Casa Blanca, el expresidente demócrata visitó nuevamente el país en 2018, está vez en viaje privado.

 

Por otra parte, el entonces vicepresidente Joe Biden se reunió con el presidente Macri en la Cumbre de Davos, el 21 de enero de 2016, y su esposa Jill Biden visitó a la Argentina en junio de 2016 reuniéndose con la entonces primera dama Juliana Awada en la Quinta de Olivos.

 

Todos hace pensar que el expresidente Barack Obama tendrá muchos peso en la Administración Biden así lo hace pensar las primeras designaciones de ex funcionarios de su gobierno que ha hecho el nuevo presidente.

 

Estas son malas noticias para el kirchnerismo. Muchos más son los temas que separan de los que unen a ambos gobiernos. Mencionaremos tan solo cinco de las cuestiones más importantes en donde chocan los intereses de Washington y Buenos Aires: Venezuela, Rusia, China, Irán y la corrupción.

 

Los vínculos del kirchnerismo con Venezuela, Rusia, China, Irán y los procesos judiciales que enfrentan Cristina Fernández de Kirchner y sus exfuncionarios por delitos de corrupción en los tribunales federales son bien conocidos por lo cual resulta más interesante conocer que opina el presidente Joe Biden sobre estos temas.

 

En octubre de 2020, el entonces candidato demócrata a la presidencia publicó en la revista Americas Quarterly un artículo titulado: “El hemisferio occidental necesita el liderazgo de los Estados Unidos”, del cual hemos tomado los párrafos más significativos sobre estas cuestiones.

 

China y Rusia

 

China es ahora el socio comercial más grande o segundo más grande de prácticamente todos los países en el Cono Sur, y los chinos han logrado convencer a la República Dominicana, El Salvador y Panamá que no reconozcan diplomáticamente a Taiwán. Rusia también está expandiendo su alcance en Latinoamérica y el Caribe. Nuestros rivales geopolíticos están llenando con entusiasmo el vacío de liderazgo mientras que los Estados Unidos se echa para atrás.

 

Es vital que mantengamos nuestro papel como líder en la región – no porque tememos competencia, sino porque el liderazgo de EE.UU. es indispensable para superar los persistentes desafíos impidiendo el máximo potencial de nuestra región. China y Rusia buscan beneficios económicos y diplomáticos, pero no invierten en instituciones democráticas o buena gobernanza. Nosotros sí, porque el éxito de nuestros vecinos nos beneficia y sus pugnas nos impactan.”

 

Recordemos que, el régimen chino aparece para el Gobierno de Alberto Fernández como un aliado estratégico a nivel geopolítico mundial. Además de los tratados bilaterales, Argentina recibió en los últimos años varios riesgosos créditos blandos -aquellos que suelen emplearse para controlar las economías de los países pobres- para ayuda financiera y acuerdos comerciales con los chinos. El jefe de Estado Xi Jinping otorga gran importancia a los recursos naturales de América Latina y Argentina no escapa a esa lógica. Es por eso que facilita exportaciones hacia sus gigantescos mercados (cerdos, limones y soja, entre otros). A cambio, consiguió el compromiso oficial para construir dos centrales nucleares en la provincia de Buenos Aires, que ya estaban aprobadas durante la administración de Mauricio Macri, además de otras concesiones.

Actualmente, Argentina y China analizan nuevos acuerdos en el ámbito de la defensa. Estos incluyen la colaboración en materia de ciberdefensa y el interés de Argentina para comprar de aviones de combate JF-17, que son desarrollados por Chengdu Aircraft Industry Corporation y por Pakistan Aeronautical Complex desde 2007. Estos aparatos  se destinarían a la Fuerza Aérea Argentina para remplazar a los antiguos caza Mirage III/Mirage V.

Argentina también esta interesada en adquirir doscientos vehículos blindados de transporte de personal (VCTP) a rueda 8x8 del modelo ZBL09, fabricados por la empresa Norinco (North Industries Corporation) del país asiático para  la infantería del Ejército Argentino. 

China y Argentina también evalúan compartir experiencias en misiones de paz, el intercambio de oficiales de las fuerzas armadas de ambos países para cursar estudios en sus institutos militares, el desarrollo de la infraestructura del muelle y de los servicios logísticos para la base naval de Ushuaia y la ampliación del Polo Químico Río Tercero de Fabricaciones Militares.

 

Difícilmente la Administración Biden vea con simpatía los acercamientos y acuerdos de todo tipo entre China y el gobierno de Alberto Fernández.

 

Corrupción

 

“El problema de la corrupción es un cáncer que erosiona la capacidad de las naciones para gobernar, disuade inversiones extranjeras cruciales y puede metastatizarse en una crisis de legitimidad en las democracias frágiles. Desde los Papeles de Panamá al escándalo de la Operación “Lava Jato” en Brasil, hasta el rampante nepotismo en Venezuela y Nicaragua, tenemos amplia evidencia de cómo la corrupción socava el progreso en la región. Los latinoamericanos están hartos de tanta corrupción sistémica.”

 

Venezuela

 

“En vez de respetar la voluntad de sus pueblos, los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua han confrontado a manifestantes pacíficos con fuerza, hasta con matones armados. Han encarcelado a sus adversarios políticos y han limitado las libertades de expresión y asociación necesarias para el diálogo político. En Venezuela, funcionarios del gobierno han malversado miles de millones de dólares del Estado, siempre mientras el pueblo venezolano lucha por encontrar alimentos y medicinas. Es una afrenta en contra de los valores democráticos.” […]

 

“Los gobiernos tienen la responsabilidad fundamental de respetar los derechos universales de sus ciudadanos. Nuestra región acoge ese precepto en la Carta Democrática Interamericana, lo que significa que todos los países de este hemisferio, incluidos los Estados Unidos y nuestros amigos y adversarios, tienen el deber de apoyar a los pueblos de las Américas. Todos nuestros ciudadanos quieren las mismas cosas básicas: un trabajo que pague un salario justo y ponga comida en la mesa, educación para nuestros hijos, seguridad para nuestras familias, respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales, un sentido de oportunidad y la esperanza en un mañana mejor. La región solía mirar hacia los Estados Unidos para avanzar en estos temas. Pero si empañamos nuestro ejemplo, debemos esperar que busquen otras opciones.”

 

En sintonía con estas declaraciones del entonces candidato Biden, el nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, en su comparecencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado americano declaró: Coincido con los pasos que hemos tomado hacia Venezuela en los años recientes, incluyendo el reconocimiento al señor Guaidó, el reconocimiento a la Asamblea Nacional como la única institución democráticamente elegida en Venezuela, buscando aumentar la presión sobre el régimen dirigido por el brutal dictador Maduro, así como trabajar con algunos aliados”. Y luego agregó el nominado secretario de Estado: “necesitamos una política efectiva que pueda restaurar la democracia en Venezuela, empezando por elecciones libres y justas”.

 

Antes de la comparecencia de Blinken en el Senado, el equipo de Biden ya había hecho un guiño a Guaidó al invitar a la toma de posesión en el Capitolio a Carlos Vecchio, el embajador en Washington del autoproclamado “presidente encargado”.


 

Por el contrario, el 6 de enero de 2020, antes de cumplir un mes en el cargo, el presidente Alberto Fernández ordenó retirar las credenciales a Elisa Trotta, la delegada de Guaidó a quien el expresidente Mauricio Macri había reconocido un año antes como representante diplomática legal de Venezuela en Argentina. Con esa esa decisión, Alberto Fernández reconoció al dictador Nicolás Maduro como único presidente legítimo de Venezuela y le devolvió la legación diplomática en Buenos Aires.

 

Además, Fernández se alejó del Grupo de Lima, una reunión de países que apoyan a la democracia en Venezuela y reconocen a Juan Guaido como “presidente encargado” del país caribeño. Al mismo tiempo, Fernández es activo participante del Grupo de Puebla que apoya al gobierno de Maduro.

 

Irán

 

Tanto Joe Biden como su vicepresidenta Kamala Harris, cuyo esposo es un prestigioso abogado judío practicante, han sido durante años defensores de los intereses israelíes en el Senado estadounidense. Por lo cual difícilmente vean con simpatía las maniobras de ocultamiento del Caso Amia, el memorándum de entendimiento con Irán y la sospechosa muerte del fiscal Alberto Nisman, hechos ocurridos durante la última presidencia de Cristina Kirchner.

 

Cabe entonces preguntarse ¿Sobre la base de que intereses comunes piensan el presidente Alberto Fernández y el canciller Felipe Sola mejorar las relaciones bilaterales con los Estados Unidos en la era Biden?

 

¿Acaso confían en que el Papa Francisco interceda ante el presidente Biden, segundo presidente estadounidense de religión católica, para ayudar a la Argentina?

 

Pareciera que el kirchnerismo ha comenzado a creerse su propio relato.

lunes, 18 de enero de 2021

LIBIA NUEVO NARCOESTADO EN EL NORTE DE ÁFRICA


 

 

Los mayores volúmenes de droga decomisada en Libia o en rumbo a su territorio indican que el país del Norte de África se ha convertido en una pieza clave de las nuevas rutas empleadas por las organizaciones internacionales del narcotráfico.

 

LIBIA EN LA GEOPOLÍTICA DEL MEDITERRÁNEO

 

Situada en el centro de la costa africana del Mediterráneo, a menos de mil kilómetros de Roma y menos de dos mil de Madrid, Libia es un estado fracasado importante en términos de posición geopolítica en el contexto de África del Norte, el Mediterráneo Oriental y Europa del Sur.

 

Aunque Libia es un país dotado de grandes recursos petroleros y gasíferos, solo el 8% de sus 1.759.540 km² es apto para la vida humana y su economía se encuentra paralizada por una década de guerra civil que generó desplazamientos de población y destrucción de infraestructuras críticas.

 

En este contexto, Libia despierta el interés de las potencias regionales y mundiales que pretenden ganar influencia en el futuro de un territorio de gran valor geoestratégico. Pero no solo los Estados se sienten interesados por el destino de Libia, también los grupos criminales transnacionales han descubierto que el país magrebí puede jugar un papel clave en sus actividades de tráfico de estupefacientes y han modificado sus rutas tradicionales de tráfico estableciendo nuevas rutas terrestres y marítimas para aprovechar un gran espacio sin ley con 1.770 km de costas  tal como es hoy el territorio libio.

 

Según Alessandro Ford, en un artículo publicado en el portal InSight Crime el 9 de diciembre de 2020, inspectores de aduanas de Malta decomisaron 612 kilos de cocaína ocultos en un cargamento de aceite de cocina, un decomiso récord para la nación isleña en el Mediterráneo. El embarque zarpó de Ecuador e hizo escala en Colombia antes de su llegada a Freeport, en Malta.

Tres días antes, las autoridades del puerto de Guayaquil en Ecuador decomisaron 582 kilos de cocaína ocultos en 19 trozos de teca con destino a Libia y Siria.

Este no es el primer hallazgo de cocaína con destino a Libia en años recientes, pero sí el más grande. En mayo, las autoridades aduaneras brasileñas descubrieron 128 kilos de cocaína en dos contenedores dirigidos a Libia en el Puerto de Itajaí. En julio de 2018, la Policía Nacional colombiana capturó 43 kilos de cocaína en el puerto de Buenaventura. El embarque se encontraba camuflado en la estructura de un contenedor con destino al puerto de Benghazi, en Libia. Recordemos que en 2016, pescadores libios encontraron 70 kilos de cocaína flotando frente a una playa cerca de Tobruk.

Los vecinos regionales de Libia en el norte de África experimentan la misma fuerte marejada de decomisos de cocaína. En mayo de 2018, las autoridades argelinas interceptaron en el puerto de Orán 701 kilos de cocaína escondidos en un buque carguero que transportaba carne congelada procedente de Brasil con destino final en España. En esa ocasión también capturaron a seis miembros de una red de narcotraficantes.

Incluso Túnez rompió su récord de captura de drogas en 2017. El cuerpo de guardacostas tunecino capturó en aguas de su país un embarque de 31 kilogramos de cocaína valorada en más de seis millones de dólares.

La captura se produjo cuando los guardacostas tunecinos observaron una serie de “movimientos sospechosos” en una embarcación que navegaba frente al Cabo Bon, una península en el Estrecho de Sicilia. Dos hombres huyeron con el barco luego de lanzar una bolsa grande color rojo al mar. Al recuperarlo los funcionarios tunecinos descubrieron treinta bloques de cocaína de máxima pureza.[1]

Al parecer el incremento de los controles antinarcóticos en el África Occidental, un área de tránsito tradicional para la cocaína sudamericana está llevando a los traficantes a cambiar sus rutas terrestres hacia las costas mediterráneas de África del Norte.

Desde hace una década, un tercio de la cocaína que ingresa a Europa lo hace desde el África Occidental y Norte generando a los grupos criminales que operan en la zona ganancias estimadas por los expertos en 450  y 1.150 millones de dólares por año.[2]

Por otra parte, es muy probable que el porcentaje de cocaína proveniente de África del Norte se incremente porque la producción de este estupefaciente ha aumentado y es necesario distribuirlo y hacerlo llegar a cada vez más mercados. Además, la demanda continúa en alza en Europa y Asia, y en baja en los Estados Unidos, incluso  el dólar se ha depreciado frente al euro lo que hace aún más atractivo al mercado europeo.

Por lo tanto, Libia un Estado fracasado que carece de un gobierno y fuerzas armadas nacionales, con extensas costas sobre el Mediterráneo, con puertos como Misrata, al-Khoms, Benghazi o Tobruk, es el punto de tránsito ideal para la cocaína sudamericana que llega por vía marítima a través de grandes buques pesqueros o buques de carga, antes de transbordarse a buques más pequeños (lanchas rápidas, veleros, barcos de pesca costera) que navegan las aguas territoriales  hasta puertos del Golfo de Guinea y la costa atlántica de África. Una vez en el continente africano, las drogas son transportadas en pequeñas cantidades en vuelos comerciales, o por contrabandistas, a través de los caminos y rutas de la región del Sahel hasta la costa libia.

Algunos otros embarques también llegan por vía aérea desde Sudamérica (en especial provenientes de Venezuela y Brasil) o arriban por vía terrestre desde la lejana Sudáfrica a la región Sáharo - Saheliana.

El contrabando de drogas desde Argelia, Mali, Mauritania, Níger y Libia hacia las costas mediterráneas es relativamente sencillo, especialmente tomando en consideración la porosidad de las fronteras en esa región o simplemente la inexistencia de puestos fronterizos. Aunque en los últimos años con las iniciativas multinacionales contra el terrorismo en el Sahel, el transporte de la cocaína latinoamericana a través de la región se ha vuelto algo más difícil. Ello hace que el precio de los estupefacientes se incremente, pero no impiden su circulación.[3]

Múltiples factores hacen atractiva al África del Norte para el narcotráfico. En primer lugar, la debilidad institucional de los Estados ubicados en esa zona geográfica, que en muchos casos son incapaces de hacer cumplir la ley. La mayoría no controla la integridad de su territorio, y mucho menos es capaz de fiscalizar los flujos que traspasan sus fronteras o se mueven dentro de ellas.

Es importante también destacar los altos niveles de corrupción de los funcionarios públicos en los países de la región. De acuerdo con el índice de percepción de la corrupción de Transparency Internacional (2018), Libia ocupa el puesto 171 entre 180; Chad el 165, Guinea el 148, al igual que Nigeria y Mauritania, el 143. Los siguen muy cerca Mali, puesto 124; Argelia y Níger el 122.

A ello debe sumarse la baja rentabilidad de las economías legales y el alto nivel de desocupación que afecta especialmente a los jóvenes, lo que funciona como un incentivo para el incremento de las actividades ilegales. Las redes de negocios ilícitos son generadas, gracias al atractivo económico que implica participar en ellas. Para la mayoría de la gente en la región Sáharo – Saheliana, los mercados marginales e ilícitos representan oportunidades de enriquecimiento que no están presentes en la economía formal y suponen riesgos más bajos que los presentados por los negocios legales.

En esta región, los traficantes parecen conectarse de forma fácil con gente importante. Eso les permite establecer y operar redes sociales informales, con lo que evitan la detección por parte del aparato de seguridad. Asimismo, son capaces de cooptar dicho aparato cuando es necesario. De ahí que la corrupción de las fuerzas de seguridad y armadas y las agencias de control de aduanas y fronteras, por parte de las organizaciones criminales en los países de la región Sáhara -Saheliana constituye el principal problema para las iniciativas destinadas a controlar el tráfico de estupefacientes.

Incluso, en algunos países, la elite gobernante, los servicios de seguridad y grupos radicalizados están compitiendo en forma violenta por el acceso a los negocios ilícitos que genera el narcotráfico.

África ya no es solo una zona de tránsito para la cocaína sudamericana, actualmente es también una zona de consumo y producción de drogas. Alrededor del 30% de las drogas que transitan por África Occidental y del Norte se consume localmente. Debe tenerse en consideración que en muchos casos los costos del transporte de drogas (traslados, protección de los embarques, la corrupción de los funcionarios, etc.) se pagan en drogas y no con dinero. Según la Oficinal para las Drogas y el Crimen de Naciones Unidas (UNDOC) en el África Occidental hay 1.100.000 usuarios de cocaína.[4]

Para comprender mejor el porque Libia se ha convertido en un Estado fracasado atractivo para las organizaciones internacionales del narcotráfico debemos analizar cómo ha evolucionado la actual situación política y militar en ese país del Norte de África en la última década.

LA SITUACIÓN EN LIBIA

 

Desde febrero de 2011, se desarrolla en Libia una sangrienta guerra civil en la cual por el momento rige un alto al fuego. En esa fecha el país fue alcanzado por la onda expansiva de la “Primavera Árabe” que se iniciara poco antes en Túnez. La muerte de Muamar el Gadafi, en octubre de 2011, no trajo la paz sino que generó un enorme vacío de poder seguido de encendidas luchas tribales y religiosas.

 

Tras la caída de Gadafi, los jóvenes combatientes que habían luchado contra su régimen no entregaron las armas y pronto se adueñaron del gobierno asaltando el Parlamento y secuestrando al primer ministro. Luego de lo cual se repartieron los cargos públicos, se apropiaron del dinero y saquearon los bien provistos arsenales del dictador libio.

 

La existencia de numerosas milicias dotadas de artillería y armamento pesado hizo que al poco tiempo la guerra civil recrudeciera con inusual virulencia. El 14 de febrero de 2014, el mariscal Jalifa Haftar, quien había logrado movilizar a parte del antiguo ejército que había desertado de las filas de Gadafi en 2011, y que más tarde se había sentido marginado y amenazado por los islamistas, difundió un comunicado en el que ordenaba la suspensión del Congreso General Nacional –CGN-, dominado por los islamistas, tras el rumbo a la deriva que había tomado el país y proponía la formación de una comisión presidencial hasta que se celebraran nuevas elecciones. Después de cruentos combates entre islamistas y moderados el país quedó dividido en dos bandos.

 

Por un, lado están los islamistas, que controlan la capital, Trípoli. Su coalición, “Amanecer de Libia”, incluye a las Brigadas de Misrata, de las ciudades del Oeste del país y de la minoría bereber, así como a otros grupos de tendencia islamista. Han resucitado al Congreso General Nacional –el antiguo Parlamento- y han elegido un “gobierno de salvación nacional” encabezado por el primer ministro Fayez al Sarraj.

El otro bando, era el gobierno con sede en las ciudades de Tobruk y Al Baida, al este del país, y presidido por Abdulá al Thini. Cuenta con la Cámara de Representantes, el Parlamento elegido en las elecciones de junio de 2014.

Más tarde, este bando se fusionó formalmente con “Operación Dignidad”, el grupo que responde a la conducción del general Jalifa Haftar, a quien se designó como “Comandante en Jefe” de sus fuerzas el 2 de marzo de 2015.

También forman parte de esta coalición moderada las milicias de la ciudad de Zintán, situada al Oeste, las cuales, antes controlaban Trípoli y su aeropuerto internacional junto con los guardias “federalistas” de las instalaciones petrolíferas conducidas por Ibrahim Yadran.

Las dos facciones adoptaron posiciones políticas y religiosas diametralmente opuestas. Los que tienen su sede en Tobruk proclaman que están luchando contra los terroristas islamistas, mientras que los instalados en Trípoli afirman que lo hacen contra los residuos del régimen de Gadafi.

LA PARTICIPACIÓN INTERNACIONAL

El conflicto alcanzó dimensiones internacionales cuando diversos estados comenzaron a involucrarse enviando dinero y armas, luego llegaron los instructores militares y en los últimos meses tropas mercenarias.

Libia se convirtió en el teatro de operaciones donde se dirimen conflictos que se han originado en otros lugares y donde se pretenden resolver pujas geopolíticas generadas por la necesidad de controlar los recursos energéticos del Mediterráneo Oriental.

Los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania, Egipto, Rusia, Sudán y subrepticiamente Francia unen sus esfuerzos para apoyar a la fuerzas del Ejército nacional de Libia, comandadas por el “mariscal” Jalifa Haftar que desde hace cinco años intenta infructuosamente controlar Trípoli, la capital libia.

La Fuerza Aérea de los Emiratos Árabes Unidos se instaló en la base aérea de Al Khadim, situada en el noroeste de Libia. Desde junio de 2016, allí operan los aviones de apoyo aéreo cercano AT-802 y los drones chino de tipo Wing Long armados con misiles antitanques LJ-7 “Blue Arrow” y aviones artillados Calidus B-250.

En enero de 2020, se agregaron a las medidas de seguridad de la base Al Khadim, baterías del sistema de defensa aérea de mediano alcance Hawk. Hasta entonces la base solo estaba protegida por sistemas de corto alcance Pantsir-S1.

En esta forma las fuerzas emiratíes se prepararon para posibles ataques de la Fuerza Aérea Turca.

Para reforzar al general Haftar, Vladimir Putin, por su parte, envió entre doscientos y quinientos mercenarios rusos (tiradores de élite, instructores y fuerzas especiales) pertenecientes al Grupo Wagner.

La “empresa de servicios militares” Grupo Wagner, con sede en Londres, está dirigida por el magnate gastronómico Yeugeni Prigozhin.

Prigozhin, es conocido en Rusia como “el Chef de Putin” (es propietario de cadenas gastronómicas como Concord Management y Concord Catering), es un empresario con fluidos contactos en el Kremlin.

En 2018, cuando el general Jalifa Haftar visitó Moscú en búsqueda de ayuda militar mantuvo una reunión con el ministro de Defensa ruso Sergey Shoigú, quien concurrió al encuentro acompañado de Yeugeni Prigozhin, tal como testimonian las imágenes difundidas por el canal de YouTube del Comando General del Ejército Nacional Libio.

Prigozhin, que sufre sanciones por parte del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, fue acusado por el asesor especial de los Estados Unidos, Robert Müller, por su gestión de la Agencia de Investigaciones en Internet, una “fábrica de trolls” empleada para campañas de desinformación y de la cual se sospecha que estuvo detrás de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.

Los mercenarios del Grupo Wagner hicieron su aparición en Ucrania, apoyando a las fuerzas separatistas prorrusas de Donbass. Luego el Grupo Wagner apareció en todos los escenarios bélicos donde se juegan los intereses rusos: Siria, Sudán, República Center Africana o Venezuela. En muchos casos cobran sus servicios en especies: petróleo, minas de oro, esmeraldas o diamantes de sangre, etc.

Los combatientes de Wagner (en su mayoría rusos, pero también ucranianos de Donbass, sirios o sudaneses) suelen recibir un salario mensual de unos dos mil dólares que se incrementan según sus capacidades especiales (paracaidista, buzo, tirador de élite, piloto, experto en explosivos, etc.) o experiencia de combate comprobada.

Los hombres del Grupo Wagner se diferencian de los “contratistas” (de diversas nacionalidades) que emplean las Fuerzas Armadas y otras Agencias de los Estados Unidos. Los contratistas estadounidenses suelen cumplir en general misiones secundarias de seguridad o logísticas (custodia de instalaciones, misiones de apoyo humanitario, seguridad e interrogatorio de prisioneros.) Habitualmente no se  involucran en acciones de combate a menos de ser atacados.

Los mercenarios rusos, por el contrario, cumplen especialmente misiones de combate. Participan activamente en las batallas como unidades de asalto de élite. En Siria, por ejemplo, demostraron ser sumamente eficaces, especialmente cuando las fuerzas locales se negaban a avanzar. Los rusos más aguerridos y con indiferencia por sus vidas, luchaban sin tomar en cuenta las pérdidas humanas. En caso de muerte en combate, la familia del mercenario recibe unos cincuenta mil dólares una cifra muy importante en cualquier lugar y en especial en Rusia.

Para los servicios de inteligencia y los expertos occidentales el Grupo Wagner es en realidad un apéndice del GRU (El Departamento Central de Inteligencia, en ruso: Главное Разведывательное Управление, o Glávnoye Razvédyvatelnoye Upravlenie) el organismo de inteligencia de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia.

Para operar en primer línea de combate en Libia, el Grupo Wagner ha reclutado a un millar de ex combatientes de la milicia sudanesa Janjaweed.

El término Janjaweed se traduce del árabe como “pistolero montado” o “demonio montado”. El núcleo original de los Janjaweed fueron pastores nómadas en el Norte de Darfur y en las zonas adyacentes de Chad que se dedicaban especialmente a la cría de camellos. Estos pastores que pertenecen a los subgrupos étnicos de la Mahamid y Mahariya de la etnia de los Rizeigat.

Los Janjaweed fueron armados en los años ochenta como milicias de autodefensa en la guerra del Chad. Actualmente, unos cinco mil hombres de la Janjaweed están integrados a las Fuerzas de Apoyo Rápido dependiente de los Servicios de Inteligencia y Seguridad de Chad a las ordenes Mohamed Hamdan Dagalo, vicepresidente del Consejo Militar de Transición del Chad, un hombre al que se le atribuyen sólidas relaciones con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Los mercenarios chadianos de Janjaweed han sido acusados de genocidio y violaciones reiteradas a los derechos humanos contra la población de Darfur, en la Corte Penal Internacional.

El Grupo Wagner también ha contratado a través de la empresas de servicios militares Moran y Schit a mercenarios sirios que combatieron al servicio del dictador Bashar Háfez al-Ásad.

Para contrarrestar el apoyo extranjero que recibe el Ejército Nacional Libio del general Jalifa Haftar, las fuerzas del Acuerdo Nacional de Libia con sede en Trípoli ha solicitado ayuda al presidente Recep Tayyip Erdogan de Turquía.

El 27 de noviembre de 2019, Fayez al Serraj, líder del Gobierno del Acuerdo Nacional Libio, único gobierno reconocido por la ONU y el presidente turco Erdogan firmaron un acuerdo de cooperación en materia de defensa seguido de otro tratado que delimita las zonas económicas exclusivas en aguas del Mediterráneo de ambos países.

Así, al Serraj buscó básicamente evitar su derrota frente a Haftar que pretende eliminar toda huella del Islam político en Libia y acaparar el poder al estilo de la dictadura egipcia del general Abdelfatah al Sisi.

Mientras que Erdogan pretendía, como mínimo, frenar el proceso que Grecia, Chipre, Egipto e Israel, a través del llamado “Foro del Gas del Medio Oriente”, están desarrollando para explotar los hidrocarburos localizados en el Mediterráneo Oriental son contar con la participación de Ankara.

En principio, Erdogan, arrinconado por los países del Foro que han condenado el acuerdo, pretende sumar aliados a su causa con la intención final de llegar a tener un papel relevante en la futura red mediterránea de suministro de gas a los países de la Unión Europea. Por el momento, a la espera de ver en qué desemboca su controvertida exploración en aguas chipriotas, ya ha logrado convertir a la ciudad sureña de Ceyhan en el punto de llegada de hidrocarburos procedentes del mar Caspio y de Irak. Por otro lado, está a punto de entrar en servicio el gasoducto Turkstream por el que transitará gas ruso hacia Europa.

Ankara también pretende resarcirse de las pérdidas económicas acumuladas en estos años en los que sus cuantiosas inversiones en Libia han quedado paralizadas o destruidas por la guerra civil. Su objetivo es intentar reactivar los más de trescientos proyectos desarrollados por empresas turcas y que se encuentran en distintas fases de ejecución y que constituyen una inversión superior a los U$S 16.500 millones de dólares. Y a eso se une actualmente el interés por obtener una importante porción de los contratos para la reconstrucción de un país que cuenta con los suficientes recursos en hidrocarburos como para encarar seriamente la modernización y reparación de los daños provocados por una década de violencia fratricida.

En este sentido, las empresas turcas tienen grandes posibilidades de participación tanto en el sector de la construcción de infraestructuras como en el aeronáutico, sin olvidar la venta de armamentos.

Por último, Erdogan esta imbuido de una visión neo-otomana cada vez más marcada. El presidente turco aspira a ser reconocido como el líder político del Islam suní, incluso por encima de Riad. Al igual que ocurre en Siria, también en Libia -uno de los últimos territorios perdidos del Imperio Otomano hace un siglo- se dirime en buena media la confrontación entre los aspirantes a un liderazgo que tradicionalmente han ejercido los saudíes[5].

Por lo tanto, la presencia turca en Libia significa para Erdogan no sólo desviar la atención sobre los problemas internos y alimentar el orgullo de una sociedad golpeada por la crisis, sino también aumentar el peso específico de Turquía en un delicado juego que lo está llevando a involucrarse en escenarios bélicos tan complejos como el sirio e iraquí.

La presencia militar turca en Libia comenzó con una Fuerza de Reacción Rápida con capacidad para cumplir misiones de “militares y policiales”, el establecimiento de una Oficina de Cooperación en Defensa y Seguridad “con suficientes expertos y personal”, transferencia de materiales e instrucción militar y compartir información de inteligencia.

Las tropas turcas comenzaron a llegar el lunes 6 de enero de 2020 a la ciudad – estado de Misrata, situada en la costa a unos cuatrocientos kilómetros al oeste de la ciudad de Trípoli, donde los turcos habían instalado una base que operaba las unidades de drones turcos clase “Bayraktar TB2”, que combatían con mucho éxito contra las fuerzas del general Jalifa Haftar.  

Los efectivos turcos estaban comandados por un teniente general al mando de  trescientos hombres de las fuerzas especiales reforzados por mercenarios sirios contratados por Ankara. En esta forma, mercenarios sirios combatieron al servicio del Gobierno del Acuerdo Nacional y otros mercenarios sirios lo hicieron para el otro bando, el Ejercito Nacional Libio de Haftar.

Después de algunos meses de cruentos combates la ofensiva de las tropas de Haftar se estancó e incluso perdió parte de los territorios conquistados. Finalmente, ambos bandos alcanzaron en octubre de 2020 un alto al fuego patrocinado por la ONU, Rusia y Turquía, que incluía el acuerdo del retiro de todas las tropas mercenarias en un plazo de tres meses y un intercambio de prisioneros que se llevó a cabo a fines de diciembre pasado. 

Los acuerdos también contemplan conversaciones a través del “Foro de Diálogo Político en Libia”, bajo los auspicios de Naciones Unidas, para crear las condiciones que permitan la celebración de elecciones el próximo 24 de diciembre de 2021. [6]

 

CONCLUSIONES

La constitución de un único gobierno nacional en Libia no significará automáticamente la normalización del país sino el inicio de un largo proceso de transición hacia la democracia y consolidación de la gobernabilidad que seguramente demandará al menos una década.

Mientras Libia permanezca sin un gobierno reconocido que ejerza el control de todo el territorio, con fuerzas de seguridad y armadas profesionales y disciplinadas, continuará siendo un “Estado fracasado” donde prosperarán todas los negocios del crimen organizado y en especial el tráfico de personas y de drogas hacia la Europa comunitaria y Asia a través de sus largas costas desprotegidas.

Una de las principales y más difíciles tareas de un nuevo gobierno libio será desarmar a los aproximadamente cinco mil bandas de milicianos y grupos de autodefensa de diversa dimensión y motivación, pero todos sumamente armados y violentos.

El cese de los combates y la desarticulación de los grupos milicianos dejará mucha “mano de obra desocupada”, que a falta de una ocupación legal o por el deseo de permanecer en actividades armadas pasaran a alimentar a los grupos del crimen organizado transnacional.

En síntesis, no deberá sorprender entonces que en los próximos meses surjan noticias sobre nuevos decomisos de drogas destinadas a Libia o aún dentro del propio territorio libio. Si no tenemos tales noticias probablemente se deberá más a la falla en los controles que a la interrupción de los flujos ilegales de droga sudamericana a través de este país norafricano.

 

 

 



[1] FORD, Alessandro: Libia y norte de África emergen como centros de tránsito de cocaína. Artículo publicado en el portal InSight Crime, el 11/01/2021. https://es.insightcrime.org/noticias/analisis/libia-norte-de-africa-transito-cocaina/

[2] SAMPÓ, Carolina: El tráfico de cocaína entre América Latina y África Occidental. Artículo publicado en https://revistas.flacsoandes.edu.ec/urvio/article/view/3700/2643, el  Bs. As. 29/09/2018.

[3] SAMPÓ, Carolina: El tráfico de cocaína entre América Latina y África Occidental. Artículo publicado en https://revistas.flacsoandes.edu.ec/urvio/article/view/3700/2643, el  Bs. As. 29/09/2018.

[4] EL YATTIOUI, Mohammed Badine y Claudia BARONA CASTAÑEDA: Narcotráfico entre América Latina y África: un caso contemporáneo entre seguridad y gobernanza. Universidad de las Américas, Puebla, México 22/02/2019. Artículo publicado en http://www.seguridadinternacional.es/resi/index.php/revista/article/view/110/190

 

[5] SÁNCHEZ TAPIA, Felipe: ¿Qué hace Turquía en Libia?. Atalayar, 07/03/2020. Artículo publicado en

https://atalayar.com/content/qu%C3%A9-hace-turqu%C3%ADa-en-libia

[6] EUROPA PRESS: AMPL.- Libia.- Las partes libias votan este lunes el método de selección del futuro gobierno de unidad. Madrid. 07/01/2021. Artículo publicado en https://www.notimerica.com/politica/noticia-partes-conflicto-libia-proceden-segundo-intercambio-prisioneros-acuerdo-alto-fuego-20210107121857.html