La oposición peronista se dispone a incrementar la
tensión social en Argentina en los meses previos a las elecciones legislativas
de medio término que tendrán lugar en octubre próximo.
ELECCIONES LEGISLATIVAS
Argentina vive este año un tiempo electoral. El pueblo
votará en dos oportunidades. El 13 de agosto concurrirá a las urnas para
determinar, en internas abiertas y obligatorias, a un costo de 2.800 millones
de pesos (unos U$S 165 al cambio actual), los candidatos de cada partido. La
elección legislativa nacional, provincial y municipal efectiva tendrá lugar el
22 de octubre de este año.
Estos comicios de medio término constituyen una dura
prueba para el presidente Mauricio Macri y su coalición de gobierno, el espacio
“Cambiemos” que comparte su partido
PRO comparte con la “Coalición Cívica”
de la diputada Elisa “Lilita” Carrió
y en algunos distritos con los socialdemócratas de la Unión Cívica Radical.
El gobierno deberá demostrar, al menos, que mantiene
intacto el 34,33% de los votos que obtuvo en la primera ronda de las elecciones
presidenciales de octubre de 2015, para poder optar con posibilidades a la
reelección en 2019.
Mientras que la oposición, encarnada por el peronismo
no parece haber superado la crisis generada por su derrota en las elecciones
presidenciales de 2015 y, en particular, por la pérdida del gobierno de la
estratégica provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país,
que controlaba en forma ininterrumpida desde 1987.
EL ROMPECABEZAS
BONAERENSE
La derrota sumió al peronismo en crisis de liderazgo y
en la fragmentación. Donde más se observa la fractura del peronismo es
precisamente en la provincia de Buenos Aires donde al menos tres alianzas
electorales se disputan los restos de la herencia del ex gobernador Daniel
Scioli, a quién recientes escándalos sexuales lo han relegado al ostracismo
político y social.
Por un lado, se sitúa el Frente Renovador que impulsa
el ex intendente de Tigre y actual diputado Sergio Massa. Este ex Jefe de
Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, dejó en 2013, al peronismo
disconforme con el manejo que la presidente hacía del partido oficial y, en
especial, de la forma en que digitaba a su antojo las candidaturas.
En las elecciones legislativas de medio término de
2013, derrotó a la lista kirchnerista, pero dos años más tarde quedó tercero en
las elecciones presidenciales. Su candidato a gobernador en la provincia de
Buenos Aires, el ex gobernador Felipe Solá también se situó tercero, y muy
lejos, de las preferencias electorales de los bonaerenses.
Ahora, Sergio Massa termina su mandato como diputado y
aspira a ser elegido como senador nacional por esta provincia. Para ello
construyó una alianza electoral denominada “Bloque
Una” sumando a su partido, al GEN,
que lidera la diputada Margarita Stolbizer, al Movimiento Libres del Sur, que
conducen Héctor Tumini y la diputada Victoria Donda. Además, integran este
espacio otras expresiones testimoniales como el Partido de la Cultura, la
Educación y el Trabajo o el Movimiento de Integración y Desarrollo.
El Partido Justicialista de la Provincia de Buenos
Aires, en segundo término, definirá su candidatura en las próximas elecciones
primarias del 13 de agosto. Entre sus precandidatos figuran, por un lado, el ex
ministro del Interior de Cristina Kirchner, Florencio Randazzo, un político hoy
enfrentado con la ex mandataria y a quienes apoyan doce intendentes
bonaerenses.
El otro precandidato, es el intendente de José C. Paz,
Mario Ishii, aunque no se sabe con exactitud cuáles son sus apoyos partidarios.
La ex presidente Cristina Fernández de Kirchner ha
decidido, al menos por el momento, dejar al Partido Justicialista (para no
verse forzada a competir contra Randazzo en la elección interna).
Por lo tanto, los candidatos kirchneristas (no se sabe
aún si la misma Cristina Kirchner será candidata) no emplearán el rótulo de “Frente para la Victoria” sino el de “Frente Unidad Ciudadana”. La nueva
alianza, es una coalición formada por el Partido Nuevo Encuentro, que conduce
Martín Sabbatella, la Corriente de Liberación Nacional, Kolina, que conduce la
gobernadora de la provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner, el Frente Grande,
el Partido Miles del dirigente pro iraní Luis D´Elia y otros grupúsculos de
izquierda y organizaciones sociales como las Madres de Plaza de Mayo que
conduce la inefable Hebe de Bonafini.
Se descuenta que en espacio kirchnerista estarán
presentes algunas de las más desprestigiadas figuras del anterior gobierno como
el ex presidente Amado Boudou, el ex jefe de gabinete, Aníbal Fernández, el
diputado Julio de Vido, el ex secretario de Comercio Exterior Guillermo Moreno
y hasta el ex gobernador Daniel Scioli.
El Frente de
Unidad Ciudadana cuenta también con el apoyo de los militantes juveniles de
la agrupación ultrakirchnerista “La Cámpora”,
que conduce el diputado Máximo Kirchner y el respaldo de unos treinta
intendentes peronistas.
La izquierda más radicalizada -eso es si hay algún
sector más radicalizado que el kirchnerismo- está representado por el “Bloque Frente de Izquierda y de los
Trabajadores”, formado por el combativo Partido Obrero, el Partido de los
Trabajadores Socialistas y la Izquierda Socialista.
LA SITUACIÓN EN EL
INTERIOR
Si el panorama político en la provincia de Buenos
Aires es complejo, no lo es menos en las provincias del interior del país.
El peronismo controla los gobiernos de catorce de los
veinticuatro distritos en que se divide el país. Pero no todos los mandatarios
provinciales peronistas aceptan el liderazgo de Cristina Fernández.
Gobernadores peronistas, como Juan Manuel Urtubey, de
la norteña provincia de Salta, o el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti,
están abiertamente enfrentados con la ex mandataria.
Otros, como el gobernador de la provincia de La Pampa,
Carlos Verna, prefieren no expresarse abiertamente contra Cristina Kirchner,
pero tampoco acatan sus directivas, abren sus listas para los candidatos
kirchneristas o mantienen canales de contacto con ella.
Actualmente, la ex mandataria parece concentrada en
ratificar su control sobre la provincia de Buenos Aires y deja la expansión de
su liderazgo en el interior para después de octubre.
LOS PROBLEMAS DE
MACRI
El mayor problema que enfrenta la coalición gobernante
en la provincia de Buenos Aires es la carencia de una figura con suficiente
conocimiento por parte del electorado y de capacidad de liderazgo para
encabezar la campaña política en ese complejo distrito.
Esto ha forzado a la gobernadora María Eugenia Vidal,
una figura con muy buena imagen en el electorado, a hacerse cargo de la campaña.
Una solución que no deja de encerrar ciertos riesgos.
No obstante, la situación de Cambiemos en 2017 es considerablemente
mejor que en los comicios de 2015 cuando María Eugenia Vidal derrotó al
peronismo. En esa campaña el Pro solo controlaba un municipio: Vicente López y
dependía del radicalismo en muchos otros. En la actualidad la coalición
Cambiemos controla 64 intendencias de un total de 135, de ellas 9 están en
manos de intendentes del Pro. El peronismo solo gobierna en 58 intendencias y
13 están en manos de partidos vecinalistas. Además, Cambiemos tiene concejales
en todos los municipios de la provincia.
Cambiemos cuenta con 29 diputados provinciales, el
Frente Renovador otros 29 a los que suma 4 del GEN y el peronismo solo 29. En
el Senado provincial ocurre otro tanto: de los 46 senadores, 16 pertenecen a
Cambiemos, 9 al Frente Renovador, en tanto las distintas expresiones del
peronismo (que no siempre votan juntos) suman 17 y el resto a pequeños bloques
vecinalistas.
Además, la oposición peronista no sólo se ha fragmentado,
sino que ha perdido el control del gobierno provincial cuyos recursos
económicos, políticos y especialmente propagandísticos solía utilizar
descaradamente en su provecho durante los años electorales.
Ahora cuenta con muchos menos recursos, no obstante,
dista mucho de darse por vencido y enfrenta al gobierno con lo mejor de su
arsenal de trucos sucios de campaña: desde la violencia al clientelismo más
desembozado.
Así, ha comenzado con una suerte de guerra de
guerrillas electoral para acosar al gobierno y crear una imagen de caos en el
país.
En ese marco, el lunes 19 se recibió una alerta de
bomba en el Senado de Nación que, aunque resultó ser falsa, obligó a la
evacuación del edificio.
En simultáneo, manos anónimas hackearon la página
oficial del Ejército Argentino dejando consignas favorables al grupo yihadista
Estado Islámico con la clásica leyenda de “Allahu
Akbar”. Aunque parece poco probable que el hecho se vincule con el
terrorismo islámico, la página web quedó transitoriamente fuera de servicio y
el hecho causó preocupación en la población.
Por último, ese mismo lunes, los sindicatos peronistas
reunidos en la CGT, reclamaron un aumento de sueldos, adicional al pactado a
comienzo de año, del 25%, amenazando con un nuevo paro nacional si sus demandas
no son atendidas.
La CGT realizó un primer paro contra el gobierno de Cambiemos
el pasado 6 de abril con un elevado, aunque no total, acatamiento por parte de
la población.
Curiosamente, los sindicalistas pidieron no vincular
el anuncio de la medida de fuerza con las próximas elecciones legislativas.
Para finalizar, pequeños grupos kirchneristas
(usualmente de entre 30 y 50 activistas) siguen tanto al presidente Macri como
a la gobernadora Vidal en todas sus apariciones públicas, para pronunciar
discursos o inaugurar obras, provocando escraches, profiriendo gritos de
repudio y arrojando objetos.
El propósito de este hostigamiento es evitar que,
tanto el presidente como la gobernadora, aprovechen sus presentaciones públicas
para hacer campaña en favor de los candidatos de Cambiemos.
La semana pasada, el presidente y la gobernadora
sufrieron este hostigamiento cuando visitaron un comercio en la localidad de
Tigre -base territorial de Sergio Massa-. El lunes 19, la situación se repitió
en la ciudad de Mar del Plata, cuando la gobernadora María Eugenia Vidal se
disponía a inaugurar las obras del “Metrobús”
sobre la avenida Luro, en compañía del intendente Carlos Arroyo, perteneciente
a Cambiemos.
La intención del kirchnerismo es bloquear a Cambiemos
su mejor herramienta electoral: la presencia de sus principales figuras
políticas.
UN INVIERNO TENSO
El caldeado clima preelectoral anticipa un invierno
conflictivo para el presidente Macri que deberá enfrentar piquetes y agitación
callejera, demandas salariales desbocadas, paros por parte de los sindicatos y toda
suerte de maniobras desestabilizadoras por parte del kirchnerismo.
No obstante, nada indica que este clima de zozobra
impactará sobre el electorado inclinándolo hacia los candidatos kirchneristas.
Muchos argentinos están acostumbrados a este tipo de comportamiento
antidemocrático por parte de un sector del peronismo y no caen fácilmente en la
trampa.
Por el contrario, estos hechos son permanente
recordatorio de porque se votó un cambio después de décadas de gobierno
peronista.
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