domingo, 26 de febrero de 2023

La salida de Marruecos de la lista gris del GAFI, un duro golpe para sus detractores


 


El Grupo de Acción Financiera Internacional reconocer los esfuerzos de Marruecos y lo retira de la “lista gris” de países bajo supervisión.

Esta semana, el trabajo honesto y eficiente del pueblo marroquí siguiendo las Altas Directivas Reales provenientes de Su Majestad el Rey Mohammed VI han brindado al Reino magrebí un nuevo éxito internacional.

El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) decidió, durante la Asamblea General del organismo realizada en la ciudad de París, entre el 20 y 24 de febrero, por la unanimidad de sus miembros retirar el Reino de Marruecos de la “lista gris” de países bajo supervisión especial del organismo por las deficiencias que presentan en el control de activos sospechosos de estar vinculados con actividades ilícitas tales como la legalización (lavado) de activos, el financiamiento de actividades terroristas o la producción de armas de destrucción masiva.

Los expertos del GAFI, después de realizar un seguimiento e inspecciones, arribaron a la conclusión de que Marruecos ha implementado el marco legislativo y las medidas necesarias para dar cumplimiento a los estándares internacionales en materia de transacciones bancarias, tales como la supervisión y el monitoreo del cumplimiento por parte de las instituciones financieras marroquíes de las normas internacionales, además del intercambio de información en la gestión de riesgos, así como la evaluación y diversificación de informes sobre transacciones sospechosas.

La resiente resolución adoptada por el GAFI ha sido celebrada, muy justamente, como una victoria en Rabat, porque constituye el reconocimiento internacional de que el gobierno marroquí, en el campo financiero, está al mismo nivel de desarrollo y control que las naciones más prósperas del Norte.

Por lo tanto, Marruecos podrá solicitar a la Unión Europea el levantamiento de una medida similar de supervisión financiera que sin ningún fundamento se le aplicó en el pasado

Por otra parte, al salir de la “lista gris”, Marruecos tendrá mayores facilidades para gestionar financiamiento por parte de los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, Banco Europeo, etc.) y para atraer importantes inversiones extranjeras que no encontrarán impedimentos en sus países de origen y tendrán la certeza de la seguridad jurídica que el Reino ofrece.

Al mismo tiempo, la decisión del GAFI constituye una evidencia más de que la reciente resolución del Parlamento Europeo contra Marruecos no es más que una patraña sin fundamento montada por los enemigos del Reino aprovechando los compromisos ideológicos, las oscuras maniobras y la corrupción de algunos eurodiputados.

Adicionalmente, los marroquíes celebran que la decisión del GAFI, se produjo precisamente en Francia. En Rabat, las autoridades marroquíes sospechan que la maniobra contra Marruecos en el Parlamento Europeo tuvo por mentores y actores principales a Francia, Argelia y a los separatistas del Frente Polisario y sus compañeros de ruta.

También se alegran de un hecho singular: mientras Marruecos deja la “lista gris”, Sudáfrica, socio diplomático de Argelia y estrecho aliado de los separatistas polisarios, ingresa a ella.

Más allá de los detalles más o menos anecdóticos y las rivalidades geopolíticas, la decisión del GAFI, reconoce también el creciente protagonismo internacional del Reino de Marruecos, tanto en el ámbito regional como continental, gracias a la visionaria orientación del Rey Mohammed VI, el estadista de mayor prestigio de África.

 

 

Larreta al gobierno, Massa al poder


 

Finalmente, el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, se decidió y lanzó su candidatura presidencia con una encendida invocación a superar “la grieta” política e ideológica que divide a los argentinos.

El dirigente de Juntos por el Cambio (JxC) realizó, en su primer mensaje, una convocatoria a la concordia entre los argentinos, que desde el punto de vita humano, moral y ético, todos deberíamos apoyar.

Sin embargo, el llamado al entendimiento, al diálogo y a consolidar un consenso nacional para sacar al país de una de las mayores crisis de su historia omite, por lo menos, un par de aspectos esenciales.

La grieta que actualmente divide a lo argentinos no se basa en cuestiones de simpatía o antipatía a determinados dirigentes, vaya por caso: Cristina Kirchner o Mauricio Macri. Se debe a que en el seno de sociedad argentina anidan dos proyectos de país basados en valores e ideas enfrentadas entre sí.

Un sector más moderado y conservador suscribe la idea de una Argentina demoliberal, con plena vigencia de la ley, respeto por la propiedad privada y las libertades individuales. Aspiran a que los gobiernos acepten la división de poderes, el pluripartidismo e impulsen el correcto funcionamiento de las instituciones republicanas.

Sueñan con un Estado más pequeño, pero infinitamente más eficiente, con menor intervención estatal en la economía, en un país que busque el crecimiento y la estabilidad económica.

Sus adherentes pretenden reducir el gasto social haciéndolo más justo, racional y transitorio para así poder disminuir los impuestos que ahogan las actividades productivas. También impulsan una reforma laboral que permita a la industria nacional ganar competitividad a nivel internacional y que, al mismo tiempo, termine con el trabajo en negro.

Este sector pretende aplicar algo cercano a la economía social de mercado que modernice el país y lo inserte en el mundo. Sueñan con un país alineado claramente con las grandes democracias del hemisferio norte y donde la inmigración deje de ser la opción más atractiva para los jóvenes.

Aspiran a vivir en un país más seguro, donde la gente pueda vivir, trabajar y estudiar sin temor por si vida. Un país con menos piqueteros, motochorros, corruptos, mafiosos y narcotraficantes.

Del otro lado de la grieta el modelo del país se inspira en las dictaduras populistas de América Latina, especialmente de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Regímenes basados en el partido único o el partido oficial hegemónico. Donde impera el culto a la personalidad y el nepotismo más descarado. Aceptan que el liderazgo político se transmita por matrimonio o por herencia en un sistema de cuasi monarquía donde las esposas e hijos reciben los cargos por su cercanía familiar con el líder, tal como ocurre en Nicaragua y Corea de Norte.

Los defensores del modelo populista parecen convencidos de que están llevando a cabo la “revolución” (que, por otra parte, nadie le pidió que realizaran) y que están construyendo una sociedad socialista más justa e igualitaria, Una sociedad más cercana al perimido modelo soviético que al socialismo democrático y respetuoso de las libertades individuales que gobierna en algunos países europeos.

Por lo tanto, pretenden superar al sistema capitalista privado por un capitalismo de Estado, donde el empresario que arriesga su capacidad emprendedora y su capital en la empresa que construyó es reemplazado por un funcionario del gobierno, premiado por su compenetración ideológica y lealtad al líder supremo. Un funcionario que nada arriesga y que, por lo general, tampoco sabe mucho de la empresa que le toca gerenciar.

En el camino hacia esa sociedad utópica, los populistas se resignan a aumentar al infinito los impuestos para sostener las pérdidas ocasionadas por empresas estatales absolutamente ineficientes y mantener un gasto social en continua expansión. Incluso intentarán implantar medidas tales como la “renta universal”, es decir, una suerte de asignación monetaria, como una pensión o jubilación, que recibirían todos los ciudadanos argentinos pobres (incluso los inmigrantes irregulares e indocumentados de los países limítrofes) desde el mismo momento de su nacimiento y hasta la muerte, para compensarlos de no encontrar un empleo formal y del hecho de ser pobres.

Como el populismo no cree en la capacidad de las personas para decidir lo que es más conveniente para el país y para ellos mismos. Todos los gobierno populistas cuentan con un grupo de militantes profesionales esclarecidos, una suerte de vanguardia rentada del pueblo, como podría ser La Cámpora, que le indica a la masa del pueblo como y que debe pensar y a quién debe apoyar. Los “pibes para liberación” que les dicen.

Los populistas creen que la movilización callejera de algunos miles de personas es más importante que las decisiones expresadas por millones de personas en las urnas.

No les preocupa que los jóvenes que emigren, porque consideran a los que se van como opositores al modelo de país que ellos intentan construir. ¿Si no por qué se van? Por otra parte, a más inmigración de descontentos menor resistencia interna a sus manejos en el gobierno. En este punto imitan al gobierno chavista de Venezuela que expulsó a 3,5 millones de venezolanos por vía de la emigración voluntaria.

Así, los populistas pretenden uniformar a la población bajo sus consignas apelando al esquema tradicional de la propaganda marxista-leninista, machacar insistentemente una mentira para intentar convertir en verdad (la proscripción de Cristina Kirchner, por ejemplo, o los 30.000 desaparecidos). También aplican la “regla de la simplificación” o del "enemigo único”, que cuando no lo hay lo inventan. Un enemigo que debe ser cuanto más abstracto mejor, “la derecha”, los ricos del campo, el poder corporativo, los medios, Héctor Magnetto y Clarín, o los jueces de la Corte Suprema de Justicia.

Aunque no lo dicen por el momento, aspiran a reformar la constitución nacional para consagrar el “poder popular de las masas”, la reelección presidencial indefinida, recortar las libertades individuales (en especial la libertad de prensa) y suprimir cualquier rasgo de gobierno republicano

El alineamiento internacional en esa Argentina populista se circunscribiría a todos los regímenes ideológicamente afines. Especialmente, de América Latina, como el Estado Plurinacional de Bolivia, de Luis Arce y Evo Morales, la Colombia de Gustavo Petro, el Chile de Sergio Boric, el Brasil de Luiz Inacio “Lula” da Silva. Pero, también Cuba, la Rusia de Putin, la Venezuela chavista, China, Corea del Norte, Argelia y, si es posible, la teocracia terrorista de Irán.

A estás alturas el lector habrá comprendido que no existe un punto intermedio o acuerdo entre estos dos modelos tan opuestos. No existe un modelo intermedio que permita alcanzar un consenso y superar la grieta. Porque la libertad y la democracia no se negocian ni fraccionan.

Tampoco es posible negociar de igual a igual con los condenados y procesados por corruptos, ni con dirigentes políticos y sindicales sospechados (con sobrados y evidentes motivos) por la opinión pública de haberse enriquecido ilícitamente o con aquellos cuyo propósito final es derrocar al régimen republicano, aún cuando los mismos tengan una importante capacidad de desestabilización, tan grande como para amenazar la gobernabilidad del país.

Se puede pensar seriamente que las organizaciones piqueteras negociaran pacífica y democráticamente una reducción en los planes sociales que administran, o, que aceptaran nuevas regulaciones que impidan sus coercitivos “acampes” en la avenida 9 de Julio.

No se puede negociar con personajes como Grabois, Pérsico o Menéndez, ni con sindicalistas como Moyano o Baradel para preservarlos al frente de sus gremios y negocios, permitiéndoles seguir extorsionando a los gobiernos con paros salvajes cuando no se someten a sus condiciones.

Baradel, por ejemplo, al frente de los docentes bonaerenses llevó a cabo 62 paros durante los cuatro años del gobierno de María Eugenia Vidal y ninguno durante la gestión de Axel Kircillof.

Por lo tanto, hablemos claro, todo diálogo con el kirchnerismo comienza y termina en un indulto, tanto para Cristina Kirchner como para sus hijos y algunos de sus funcionarios más cercanos, involucrados en los mismos actos de corrupción.

El kirchnerismo demandará seguramente algunos asientos en la futura Corte Suprema de Justicia reorganizada, con el objeto de asegurarse la impunidad en futuros procesamientos y juicios por corrupción.

Además, el kirchnerismo se opondrá a toda reforma electoral que, como la boleta única o la boleta electrónica, reduzca, en las elecciones, el peso de los intendentes y del aparato de punteros kirchneristas, especialmente en los barrios populares del conurbano.

Por último, negociar con los grandes jerarcas del sindicalismo significa abandonar toda idea de la tan necesaria reforma laboral y de una industria nacional más eficiente y competitiva.

Entonces, de que forma propone usted superar la grieta, sin abandonar las demandas que un sector importante de la población espera que satisfaga el gobierno que asuma el 10 de diciembre próximo.

Posiblemente Rodríguez Larreta estará pensando que basta con un acuerdo espurio con su compadre Sergio Massa y sus socios del “círculo rojo” de empresarios, para crear una suerte de “Pacto de la Moncloa” a la criolla que le otorgue gobernabilidad a un futuro gobierno de JxC y, al mismo tiempo compense los diputados que perderá a manos del partido de Javier Milei.

La cuestión central es que Sergio Massa es parte del problema y, por lo tanto, difícilmente pueda ser parte de la solución.

Buena parte del país no quiere ni apoyará esa suerte de “kirchnerismo descafeinado” que se desprende de la propuesta electoral de Rodríguez Larreta, y que, por otra parte, parece muy alejada de lo que este momento político demanda y los votantes quieren.

Si Horacio Rodríguez Larreta pretende representar el voto democrático y republicano deberá indicarle claramente al electorado con quién y qué pretende negociar con el kirchnerismo para superar la grieta.

Por el momento, basta con decir claramente que si superar la grieta pasa por un acuerdo con Sergio Massa la propuesta electoral de Horacio Rodríguez Larreta carece de total seriedad y aceptación.

 

jueves, 23 de febrero de 2023

Los intereses vitales en la guerra de Ucrania


Las diferentes percepciones sobre los intereses en juego, y las amenazas que realmente se cernían sobre cada Estado, terminaron por propiciar el estallido del conflicto en Ucrania y hoy impiden que se arribe a negociaciones para un alto al fuego.

El geopolítico germano estadounidense Hans Morgenthau (1904 – 1980), uno de los principales teóricos del realismo en las relaciones internacionales, señalaba que los Estados tenían dos tipos de intereses; los nacionales o vitales e intereses secundarios.[i] Aclarando que cuando un Estado considera comprometidos a los primeros se arriesga a ir a la guerra, mientras que una amenaza a sus intereses secundarios suele resolverse mediante negociaciones y actos de apaciguamiento.

La guerra de Ucrania, que curiosamente ambos bandos se niegan a denominar “guerra”. Para los países de la OTAN se trata de “la invasión rusa a Ucrania” y para el Kremlin de una “operación militar especial”. Lo cierto es que en Ucrania se libra una guerra, por lo cual, aún a riesgo de ser políticamente incorrectos hablaremos de “guerra” para denominar a este conflicto bélico.

Analicemos detenidamente que tipo de intereses persiguen los principales actores de este conflicto: Rusia, Ucrania y los Estados Unidos.

Desde su constitución como estados, tanto Rusia como los Estados Unidos han vivido continuamente en guerra. Ambos han padecido cruentas guerras civiles, la Guerra de Secesión estadounidense transcurrió entre 1861 y 1865; y la Revolución Rusa y la guerra civil desde 1917 a 1922.

A lo largo de su historia los rusos han guerreado contra innumerables pueblos: turcos, tártaros, suecos, lituanos, polacos en diversas ocasiones, los franceses durante la invasión de la Grande Armée napoleónica, en 1812, en 1905 contra los japoneses, enfrentaron a los alemanes y los austríacos en la Primer Guerra Mundial y en la Gran Guerra Patria (1941 – 1943) contra los invasores alemanes, finlandeses, rumanos, búlgaros, españoles, italianos, eslovacos. croatas y japoneses. En tiempos de la Guerra Fría, los rusos combatieron por procuración en China, Corea, Vietnam y en África.

Los estadounidenses a su vez combatieron contra los británicos, franceses, mexicanos, nativos americanos, españoles, nativos filipinos, contra los alemanes y austríacos en las dos guerras mundiales, contra los italianos, los franceses de Vichy, los japoneses, coreanos, chinos, vietnamitas, laosianos, camboyanos, granadinos, panameños, afganos, iraquíes, sirios y terroristas yihadistas de distintas nacionalidades (saudíes, egipcios, paquistaníes, marroquíes, argelinos, etc.)

Como puede apreciarse ambas potencias, en los últimos doscientos años, han pasado más tiempo en guerra que en paz.

Pero con una gran diferencia. En el caso de los Estados Unidos, su territorio nunca fue invadido (salvo brevemente durante la guerra de la independencia) y sus victorias le permitieron anexarse territorios y colonias en regiones no fronterizas: Filipinas e islas del Pacífico, Puerto Rico, Hawái e incluso Alaska, si bien esta fue adquirida por compra.

Por el contrario Rusia fue invadida con frecuencia y debió reconquistar su territorio ocupado por el invasor, incluso los franceses llegaron a ocupar e incendiar Moscú, en 1812, y los alemanes estuvieron a tan solo doce kilómetros de conquistar Moscú y a menor distancia en Leningrado y Stalingrado, en 1942.

Las ganancias territoriales de Rusia llevaron a la anexión de regiones fronterizas. De hecho, la URSS antes y ahora Rusia han sido potencias regionales y no globales o coloniales.

Las continuas invasiones por parte de ejércitos extranjeros han desarrollado en el pueblo ruso una tendencia a desconfiar de los extranjeros y a sentirse permanentemente amenazados.

En muchos casos esa paranoia rusa estuvo justificada. Al terminar la Primera Guerra Mundial, una coalición de catorce países intervino militarmente (con 200.000 hombres, entre ellos unos cinco mil estadounidenses) en favor de los Ejércitos Blancos. Más tarde, durante la invasión rusa a Finlandia, conocida como la Guerra de Invierno, los francos – británicos estuvieron a punto de enviar tropas en auxilio de los finlandeses. Sólo su revés en Noruega disuadió a los aliados de hacerlo. En 1979, cuando los soviéticos invadieron Afganistán, Zbigniew Brzezinski, el polaco -estadounidense Asesor de Seguridad Nacional del presiden Jimmy Carter, convenció al mandatario estadounidense de aplicar sanciones económicas a la URSS y armar a los muyahidines afganos para darles a los soviéticos su propia versión de la guerra de Vietnam. La maniobra estadounidense fue exitosa y los soviéticos se empantanaron, durante una década, en una estéril guerra de desgaste.

La paranoia con que se manejan las relaciones internacionales de Rusia, hace que muchas veces Occidente interprete como actos de agresión a ciertas acciones defensivas realizadas por los dirigentes rusos.

Así, por ejemplo, la creación del Pacto de Varsovia, el 14 de mayo de 1955, se produjo seis años después de la constitución de la OTAN, el 4 de abril de 1949.

Algo similar ocurrió con la República Democrática Alemana, que los soviéticos constituyeron el 7 de octubre de 1949, cinco meses después de que los Estados Unidos y sus aliados propiciaran la creación de la República Federal Alemana, el 28 de mayo de 1949. ¿Quién fue entonces responsable de la división de Alemania durante 45 años?

La intervención militar de Rusia, en 2015, en la guerra civil de Siria responde a la necesidad de preservar la base naval que posee desde 1971, en el puerto de Tartús a unos 158 km al noreste de Damasco y que es la primera base naval fuera del territorio ruso y la única en el Mediterráneo.

La anexión de la península de Crimea a la Federación de Rusia, el 18 de marzo de 2014, fue una respuesta al golpe de Estado ocurrido entre el 18 y el 20 de febrero de 2014, que derrocó al presidente prorruso Viktor Yanukóvich. La formación de un gobierno ucraniano rusofobo hizo pensar al Kremlin que corría peligro su estratégica base naval de Sebastopol, apostadero de la Flota Rusa del Mar Negro, desde hace 230 años después de que la zarina Catalina, la Grande, le arrebatara ese territorio al Imperio Otomano en el siglo XVIII.

Cuando la Unión Soviética perdió la Guerra Fría, en 1989, sufrió el típico castigo a que suele someterse a los Estados derrotados. Su territorio se fragmentó en quince estados distintos y en algunos casos enfrentados entre sí (Armenia contra Azerbaiyán, Rusia contra Georgia y Ucrania, etc.); su economía se desquició y perdió a sus aliados del Pacto de Varsovia y sus bases en Europa Oriental, desapareció la protección que le brindaba su sistema de alerta temprana, perdió incluso sus instalaciones militares dentro del antiguo territorio soviético e incluso se vio obligada a librar una guerra civil en Chechenia (1994 – 2000), además de contener algunos otros intentos separatistas.

La desconfianza y la paranoia de los altos mandos rusos se fue incrementando con el correr del tiempo en la medida en que sus antiguos aliados del Báltico, de Europa Oriental e incluso de la fragmentada exYugoslavia se incorporaban a la OTAN y se convertían en sus virtuales enemigos.

Putin advirtió a Occidente sobre como interpretaba su país esos gestos hostiles. El 10 de febrero de 2007 en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich expresó: “Creo que es obvio que la expansión de la OTAN no tiene ninguna relación con la modernización de la propia alianza o con la garantía de la seguridad en Europa. Por el contrario, representa una seria provocación que reduce el nivel de confianza mutua. Y tenemos el derecho de preguntas: ¿Contra quién está dirigida esta expansión?”

Una década más tarde, en 2018, en su discurso ante la Asamblea Federal, Putin insistió en el tema: “La elite de Occidente no oculta sus ambiciones, que es derrotar estratégicamente a Rusia. ¿Qué significa eso? Significa acabar con ustedes mismos de una vez por todas.” […] “Hacen eso convirtiendo los conflictos locales en conflictos mucho más amplios y grandes”.

Estos hechos explican porque los mandos rusos consideraron imprescindible invadir Ucrania para defender lo que ellos ven como intereses vitales.

Los Estados Unidos, por el contrario, han luchado todas sus guerras en el extranjero, su territorio nunca atacado ni invadido.

En las Naciones Unidas están representados 193 estados miembros, pero los Estados Unidos cuentan con 254 bases e instalaciones militares repartidas por todo el mundo que albergan aproximadamente 173.000 hombres de sus fuerzas armadas.

Al término de la Guerra Fría, los Estados Unidos no solo mantuvieron sus alianzas y bases militares en Europa, sino que las expandieron.

Aún cuando Rusia es el único país con una capacidad militar suficiente para destruir o al menos causarle un daño inaceptable a Washington, los estadounidenses no se sienten realmente amenazados por los rusos y, por lo tanto, no evitan provocarlos y amenazarlos.

En otras palabras, los Estados Unidos no se han involucrado en el conflicto de Ucrania para proteger intereses vitales sino para satisfacer intereses secundarios.

Estados Unidos se embarcó en Ucrania en una guerra por procuración. La OTAN, al menos por el momento, es no beligerante pero no neutral, porque abastece de armamento, entrenamiento e inteligencia operativa a Ucrania, mientras que aplica sanciones económicas y de todo tipo a Rusia.

Las sanciones económicas de los Estados Unidos habían sido aplicadas a la URSS en 1979, después de que invadiera a Afganistán, e incluyeron el boicot a las Olimpiadas de Moscú. Fueron implementadas sin retiro de embajadores ni declaraciones de guerra, pero en esta ocasión, en un hecho sin precedentes, sancionó a ciudadanos rusos desvinculados del gobierno, por el solo hecho de su nacionalidad (empresarios, deportistas, músicos, etc.).

En Ucrania, los Estados Unidos han retomado su rol de la Segunda Guerra Mundial como “arsenal de las democracias”. Es decir, que Ucrania proporciona el campo de batalla, las víctimas civiles y los soldados para luchar contra los rusos y los estadounidenses los financian y le suministran armas para que resistan la invasión.

Irónicamente, podría decirse que los Estados Unidos lucharan en Ucrania hasta el último ucraniano o hasta que la opinión pública estadounidense se canse de esa guerra y busque la forma de terminar con su participación en ese conflicto.

En ese momento, los ucranianos quedarán con su país en ruinas y solos frente a los rusos, tal como les sucedió a los vietnamitas del sur cuando se retiraron los estadounidenses y debieron enfrentarse solos al vietcong. Muchos recordamos las desgarradoras imágenes de la evacuación de la embajada americana en Saigón, en 1975. Algo similar ocurrió en Afganistán, cuando los estadounidenses se fueron y los talibanes finalmente tomaron el control del país.

¿Cuáles son los intereses secundarios que Estados Unidos persiguen en Ucrania?

Podemos especular que los estadounidenses apoyan a Ucrania para debilitar a Rusia involucrándola en una prolongada guerra de desgaste y aislarla diplomática y económicamente. También para forzar a Europa (especialmente a Alemania) a terminar con su dependencia del gas ruso; al mismo tiempo para obligar a los europeos a aumentar sus gastos en defensa (un objetivo largamente perseguido por los sucesivos gobiernos americanos), renovar sus propios armamentos y reactivar sus industrias bélicas, etc.

¿Qué interese protege Ucrania con esta guerra?

Ucrania tiene una historia compartida con Rusia de muchos siglos, sin embargo, en los últimos cien años, a partir de la Revolución de Octubre, en 1917, los ucranianos padecieron toda suerte de atrocidades a manos de los rusos. Comenzando por la represión ligada a la colectivización forzada del campo, el horror del Holodomor y el duro castigo que Stalin aplicó a Ucrania al final de la Gran Guerra Patria por lo que el dictador soviético consideraba la colaboración de los ucranianos con los invasores nazis.

Más recientemente, Kiev debió enfrentar el apoyo que Moscú brindó a las tendencias separatistas de la población ucraniana ruso parlante.

Todos estos hechos alimentaron los sentimientos antirrusos de gran parte de la población ucraniana y de sus dirigentes y los llevarona a escalar en el conflicto con Rusia.

Pero, es evidente que, después del manotazo ruso que despojó a Ucrania de Crimea, los altos mandos ucranianos se convencieron de que solo la pertenencia a la OTAN podía garantizar la integridad territorial de su país frente a los atropellos rusos.

También es posible que la perspectiva de lograr ingresar a la Unión Europea, después de integrar la OTAN, y compartir la prosperidad de los países que la integran haya influido en sus decisiones.

O, quizás existieron promesas por parte de Occidente de que no los iban a dejar solos frente a los rusos.

Por último, Zelenski y sus asesores pueden haberse dejado llevar por la idea de que finalmente Putin no se atrevería a provocar una guerra con la OTAN, hayan alimentado la intransigencia ucraniana en los meses previos a la invasión rusa.

Lo cierto es que las diferentes percepciones sobre los intereses en juego, y las amenazas que realmente se cernían sobre cada Estado, terminaron por propiciar el estallido del conflicto en Ucrania y hoy están impidiendo que se arribe a negociaciones para un alto al fuego.

Los anuncios de diversos países de la OTAN de que entregarán nuevos y más sofisticados armamentos a Ucrania, contribuyen a prolongar la guerra (posiblemente desaten una nueva ofensiva rusa para anticiparse a que esos armamentos entren en servicio), y alimentan la intransigencia de Volodimir Zelenski.

Al mismo tiempo, refuerzan la convicción de los altos mandos rusos de que los Estados Unidos y la OTAN buscan poner a Rusia de rodillas y terminar con su influencia sobre el espacio exsoviético.

El problema más grave es que la prolongación de la guerra en Ucrania no hace más que incrementar el terrible riesgo de una escalada nuclear.

Recordemos que Vladimir Putin ha dicho en varias ocasiones que Rusia no perderá esta guerra y, lamentablemente, el amo del Kremlin ha demostrado, a través del tiempo, que no suele amenazar en vano, ni hablar por hablar.



[i] MORGENTHAU, Hans: Politics Among Nations: The Struggle for Power and Peace (Política entre Naciones. La lucha por el poder y la paz), 1948

 

lunes, 20 de febrero de 2023

Burda maniobra argelina en la Unión Africana


 


Marruecos frustró fácilmente una maniobra argelina destinada a darle algún protagonismo al Frente Polisario dentro de la Unión Africana.

La dictadura argelina se ha embarcado en una campaña diplomática contra Marruecos, que unida a la carrera armamentista, está tensionando a todo el continente africano.

El nuevo incidente se produjo durante la 42° sesión ordinaria del Consejo Ejecutivo de la Unión Africana, realizada el pasado jueves 16 de febrero en la ciudad de Addis Abeba, Etiopia.

En esa ocasión, Argelia con el apoyo de Sudáfrica y un puñado de países aliados a ambas naciones pretendió modificar el reglamento denominado “Estrategia y Marco Político para las Asociaciones de la Unión Africana”.

El proyecto impulsado por Argelia pretendía crear las condiciones reglamentarias que permitiera a determinadas entidades, en especial la inexistente República Árabe Sahariana Democrática (RASD), tomar parte en todas las cumbres de la Unión Africana con sus socios de Europa y Asia.

Con este Proyecto, Argelia pretendía dar “aire diplomático” al alicaído Frente Polisario y su ilusoria RASD, en momentos en que crece su aislamiento internacional y el consenso entre los países africanos de que debe ponerse fin a la ficción de una entidad que no reúne los requisitos mínimos para ser considerada como un actor estatal.

Por eso, fue sencillo para Marruecos conformar un bloque mayoritario de países aliados y amigos que rápidamente abortó la burda maniobra argelina.

La mayoría de los países africanos son conscientes de que el Frente Polisario forma parte de la Unión Africana, la entidad africana está perdiendo oportunidades de desarrollo y encuentra impedimentos para el establecimiento de asociaciones importantes, como sucedió durante la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África, organizada recientemente, en Túnez, que fue un frustrante fracaso debido a la participación de los separatistas en sus trabajos, en violación a las normativas de la Unión Africana.

Es por esto, que el Polisario fue excluido de la Cumbre entre Estados Unidos y África, en diciembre pasado, que contó con la participación de cerca de cincuenta líderes africanos, y previamente a la Cumbre Unión Africana – Unión Europea, realizada en febrero de 2022, la Unión Europea había publicado un comunicado de prensa afirmando su constante y sólida posición de no reconocimiento de la inexistente RASD.

Mientras Argelia y sus aliados del Frente Polisario padecen un gradual aislamiento dentro de la Unión Africana, Marruecos ha recogido el apoyo de los países que la forman a sus candidaturas en organismos internacionales, incluida su candidatura a la elección del Consejo de la Organización Marítima Internacional (OMI) para el período 2024 – 2025; el Comité para la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migrantes y sus Familiares, así como la candidatura al Consejo de Seguridad de la ONU, para el período 2028 – 2029.

Lo ocurrido en la votación dentro de la Unión Africana, es una clara derrota más para Argelia en innecesaria y estéril batalla diplomática contra el Reino de Marruecos.

Es también un infructuoso derroche de energías y recursos que estarían mejor empleados en la implementación de proyectos de desarrollo y crecimiento económico de los pueblos del Magreb.

Pero, hasta el momento ha sido inútil pedirles a los militares argelinos, los auténticos mandatarios de Argelia, prudencia, racionalidad y vocación de servicio a su propio pueblo, mucho menos solidaridad con el resto de África.  

 

 

 

 

 

 

sábado, 18 de febrero de 2023

Los desatinos del presidente Alberto Fernández


 


Una declaración del Grupo de Puebla imprudentemente suscripta por el presidente argentino Alberto Fernández causó hondo malestar a su par chileno Gabriel Boric.

El ministro de Relaciones Exteriores argentino Santiago Cafiero afirma que: “La Argentina de hoy, por el liderazgo de Alberto, tiene un rol relevante en el mundo […] Fue un liderazgo latinoamericano reconocido en el mundo”.

Después de escuchar esas declaraciones del canciller argentino, muchos comenzaron a preguntarse en que consistía ese “rol relevante” de la Argentina en el mundo y cuál era el “liderazgo latinoamericano” que ejerce el presidente Alberto Fernández.

Argentina, lamentablemente, solo lidera entre los países más endeudados y con mayor inflación del mundo.

Alberto Fernández, por su parte, se ha hecho famoso por sus frases imprudentes y sin sentido, sus notorios furcios y sus habituales desatinos internacionales que poco tiene de diplomáticas.

Comenzando por su inolvidable frase de que: “Los mexicanos salieron de los indios y los brasileños salieron de la selva”, que recorrió el mundo mostrando que algunos progresistas argentinos muy adentro suyo albergan un “enano racista”, como bien podría haberlo dicho la periodista italiana Oriana Fallacci.[i]

Siguiendo con el furcio de creer que estaba inaugurando la “Cumbre de las Américas” cuando en realidad debía dar comienzo a la “Cumbre de la CELAC”, o el papelón de quedarse dormido durante la ceremonia de asunción del presidente Gustavo Petro, en Colombia.

Sus errores diplomáticos también son de gran importancia. Por ejemplo, el ofrecer a Vladimir Putin que Argentina fuera la “puerta de entrada” de Rusia en América Latina, una semana antes de la anunciada invasión rusa a Ucrania.

También son muy recordadas sus apreciaciones sobre las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. El 26 de junio de 2022, declaró a diario Clarín: “El tema de derechos humanos no tiene ideologías ni banderas. Cuando sentí que en Venezuela estaban en riesgo los derechos humanos, pedí a la ONU que investigara lo que pasaba. Gracias a Dios votamos eso, porque las cosas en Venezuela mejoraron muchísimo y esas noticias ya no existen”. Una afirmación que difícilmente compartiría la ex Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet.

El jueves 16 de febrero los errores en la gestión de los asuntos internacionales de Alberto Fernández pusieron una nueva piedra en el zapato de las siempre delicadas relaciones bilaterales de Argentina con Chile.

El presidente argentino tiene problemas para armonizar su rol de jefe de Estado de sus simpatías y compromisos ideológicos y políticos.

En esta ocasión su imprudencia consistió en firmar una declaración del Grupo de Puebla que cuestionaba la imparcialidad e independencia de la justicia chilena.

El Grupo de Puebla es un foro político integrado por representantes de fuerzas políticas latinoamericanas de izquierda. Fundado el 12 de julio de 2019 en la ciudad mexicana de Puebla. Su objetivo principal es articular ideas, modelos productivos, programas de desarrollo y políticas de Estado de carácter progresista. Está compuesto por presidentes, expresidentes, referentes políticos y sociales dentro del movimiento progresista y por académicos de diecisiete países latinoamericanos, España y Portugal.

En esta ocasión la declaración del Grupo de Puebla consignaba que: “Acusar y no haber permitido el juicio por ocho años, es una inadmisible forma de perseguir un liderazgo en una nueva modalidad de lawfare.”

El documento realiza una encendida defensa de Marco Enríquez Ominami, uno de los fundadores e ideólogo principal del Grupo de Puebla que, desde 2015, enfrenta cargos por corrupción.

Marco Enríquez Ominami, es un exdiputado socialista y cineasta chileno, que suele actuar en América Latina como lobista de empresas francesas, aprovechando las credenciales progresistas que le dan ser hijo del guerrillero Miguel Enríquez, muerto cuando era secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile, y las relaciones personales forjadas durante su largo exilio en Francia, escapando de la dictadura de Pinochet.

La causa penal abierta contra Enríquez Ominami es relativa al financiamiento irregular de la política por parte de la empresa Sociedad Química y Minera de Chile, mediante la emisión de facturas falsas. Un delito que tiene una pena máxima de cuatro años de cárcel.

El Grupo de Puebla demanda que se ponga en marcha el proceso judicial para que supuestamente Enríquez Ominami pueda demostrar su inocencia.

El presidente chileno Gabriel Boric consideró que la declaración incursionaba en los asuntos internos de su país y replicó contundente: “Acá se respetan las instituciones, espero lo mismo de sus colegas”. Refiriéndose al respeto que en Chile se hace de la división de poderes y de la independencia de la justicia y en clara alusión, sin nombrarlo, al presidente argentino Alberto Fernández que pretende destituir a la Suprema Corte de Justicia de su país para favorecer a la vicepresidente Cristina Kirchner condenada a 6 años de prisión e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos públicos por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública.

La ministra de Relaciones Exteriores de Chile, Antonia Urrejola, actuando conforme a los procedimientos diplomáticos, citó al embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa para manifestarle que su gobierno considera el contenido de esa declaración como “absolutamente improcedente”.

Entre los firmantes de la declaración del Grupo de Puebla se encuentran el expresidente de Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, el expresidente de Colombia, Ernesto Samper, el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, el expresidente de Panamá, Martín Torrijos, el expresidente de Bolivia, Evo Morales y figuras relevantes del ámbito social latinoamericano como el exjuez Baltazar Garzón o la excandidata presidencial del Perú, Verónika Mendoza.

Fernández fue el único presidente en ejercicio que firmó la declaración, su homólogo boliviano Luis Arce Catacora, también integrante del Grupo de Puebla, prudentemente se abstuvo de suscribirla.  Algo que el mandatario argentino debió haber hecho también, especialmente tomando en consideración lo sensible que es la opinión pública chilena a cualquier actitud argentina que crea que puede afectar a su país.

Lo más sorprendente del caso es que el roce diplomático se produce entre dos mandatarios que comparten la misma identificación progresista y de izquierda.

Lo que ocurre es que Alberto Fernández con sus ansias de protagonismo suele comportarse en los ámbitos internacionales como un elefante en un bazar pasando por alto procedimientos diplomáticos sin medir las consecuencias.

Ahora, su torpeza ha generado un incidente más, esta vez con un país vecino que históricamente ha mantenido una susceptibilidad especial en su trato con Argentina.

En lugar de buscar convertirse en un líder latinoamericano (para lo cual ha demostrado no tener condiciones) el presidente argentino Alberto Fernández debería dedicarse más a su vocación de tocar la guitarra[ii] y cantar. Cantar quizás esa canción de Joaquín Sabina que dice: “He defraudado a todos empezando por mí”.[iii]  



[i] FALLACI, Oriana: En una de sus famosas declaraciones la periodista italiana afirmó que dentro de cada argentino habitaba un “enano fascista”.

[ii] GUITARRA: En Argentina a las personas fabuladoras, verborrágicas y mentirosas suele denominárselas “guitarreros”.

[iii] SABINA, Joaquín: canción titulada “Lo niego todo”.

jueves, 16 de febrero de 2023

Las peligrosas alianzas de Argelia


 

Argelia intenta una maniobra diplomática imposible. Argel pretende acercarse a Occidente sin romper su tradicional alianza con Rusia, de quien depende para obtener armas y entrenamiento militar.

Argelia enfrenta desde hace años problemas estructurales en su sistema de alianzas que no ha podido solucionar.

Internamente es un régimen represivo, tutelado por los militares, que periódicamente simula elecciones totalmente condicionadas para brindar al mundo la ficción de que es una democracia.

Económicamente, Argelia depende totalmente de sus exportaciones de hidrocarburos, que conforman el 95% de su PBI.

Precisamente, el 80% de sus exportaciones de gas tiene por destino a países de Unión Europea, especialmente Francia, Italia y España.

Si bien la Unión Europea depende en gran medida del gas argelino, también la economía argelina es dependiente de las compras europeas de gas y de las inversiones y exportaciones que recibe de Europa.

Al mismo tiempo, la Unión Europea tiene estándares muy precisos en materia de derechos humanos y libertades públicas que en ocasiones emplea como instrumento de presión al servicio de sus objetivos geopolíticos o pasa por alto los atropellos a esos derechos y libertades en la medida que así lo demanden sus intereses.

En el caso de Argelia, el Parlamento Europeo y otras institucione comunitarias han mirado hacia otro lado cuando Argel reprimía despiadadamente a los periodistas y activistas del Hirak, la represión a los separatistas de la Cabilia o frente al trato criminal que da a los migrantes irregulares subsaharianos que ingresan a su territorio.

Al mismo tiempo, Argelia desde los tiempos de la lucha por la independencia, a mediados del siglo pasado, mantiene una alianza estratégica primero con la Unión Soviética y actualmente con Rusia como su sucesora.

Para Argelia, Rusia es su principal proveedor de armamentos (el 80% de los equipos que emplea el Ejército Nacional Popular de Argelia son de origen ruso), instruye a sus oficiales en la doctrina operativa más eficaz para el empleo de cada tipo de armas y por último ambos países y sus aliados realizan maniobras conjuntas. Así, por ejemplo, Argelia participó con sus tropas de las maniobras denominadas “Vostok 22”, en septiembre de 2022, en la república rusa de Osetia del Norte, cercana a la sensible frontera con Georgia.

Poco después, entre el 16 y el 28 de noviembre de 2022, en Argelia, en la región de Bechar, a unos cincuenta kilómetros de la frontera cerrada con Marruecos, se llevaron a cabo la maniobras conjuntas de tropas argelinas y rusas denominadas “Escudo del Desierto 2022”.

El gobierno argelino ha negado insistentemente la realización de estas maniobras, pero el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, confirmó, el 1° de febrero de 2023, en una entrevista a la cadena oficial RT (Russia Today), la realización de las mismas, dejando en evidencia la duplicidad de la diplomacia argelina.

Argelia constituye el segundo comprador mundial de armas rusas, sólo superada por China.

La política internacional de Argelia muestra un fuerte alineamiento con los intereses rusos. Incluso los principales aliados de Moscú han pasado a ser los principales socios internacionales de Argelia: Cuba, Bielorrusia, Venezuela, Irán, Siria, Nicaragua y Corea del Norte.

Por último, sus vínculos con Rusia proporcionan a Argel la garantía del apoyo de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con derecho a veto. Algo que Argelia valora especialmente para prevenir eventuales conflictos en el Sáhara con Marruecos.

Resumiendo, podríamos decir que Argelia depende en lo económico de Occidente y en lo militar y diplomático de Rusia.

Esta situación obliga a Argelia a desarrollar un difícil y poco creíble equilibrio diplomático.

Un equilibrio que se desestabilizó primero con el apoyo que recibió Marruecos de parte de los Estados Unidos y España y luego, especialmente, con el estallido de la invasión rusa a Ucrania.

Cuando a finales de 2020, los Estados Unidos reconocieron la soberanía marroquí sobre su Sáhara, Argelia reaccionó creando un clima de confrontación bélica con Marruecos y desatando una carrera armamentista (que lo ubicó entre los diez primeros países del mundo que destinan mayor proporción de su PBI a comprar armamentos) en el Magreb, con sus adquisiciones de armamentos rusos.

Rusia inmediatamente pidió a Argel que no incrementase sus exportaciones de gas a Europa, mientras que Occidente solicitó al presidente Abdelmadjid Tebboune que dejase de adquirir armas rusas para que las exportaciones de armamentos no se convirtieran para Moscú en una forma de financiar la guerra en Ucrania.

Diversos legisladores estadounidenses, reaccionaron solicitando sanciones internacionales contra Argelia por esas compras de armamentos.

Para ganar tiempo, sin cesar sus vínculos con Moscú, el presidente Tebboune realizó una serie de maniobras distractoras: suspendió sin fecha un viaje de Estado a Rusia y, el 23 de enero, el jefe de Estado Mayor, general Saïd Chengrilha, viajó a París donde lo recibió el presidente Emmanuel Macron, en el Palacio de Eliseo. En esa visita, muy poco difundida y dónde no se exhibieron fotografías de Macron junto a Chengrilha, se habría firmado acuerdos de compras de armamentos franceses para el ejército argelino y se anunció un reforzamiento de los vínculos estratégicos entre ambos países.

Sin embargo, el acercamiento entre París y Argel duró poco más de dos semanas. El incidente provocado por Francia cuando procedió a la exfiltración de la periodista franco – argelina Amira Bouraoui, una de las voces más críticas contra la dictadura de Tebboune.

Argelia acusó a agentes franceses de haber sacado clandestinamente a Bouraoui de Argelia hacia Túnez, para luego embarcarse en un avión con rumbo a París.

Francia declaró que únicamente había brindado “protección consular” a una ciudadana francesa

Argelia inmediatamente llamó a consultas a su embajador en París y las relaciones entre ambos países entraron en un impase.

Tebboune aprovecho el incidente para sincerar su política exterior. Abandonó bruscamente la prudencia mostrada en su acercamiento hacia Francia y sin más ocultamientos se inclinó decididamente hacia su aliado histórico: Rusia.

El presidente argelino se comunicó telefónicamente con Vladimir Putin acordando retomar su visita de Estado a Moscú para el mes de mayo. El viaje tiene por objeto ultimar detalles para el acuerdo de adquisición de armamentos rusos por valor de U$S 11.000 millones de dólares y otros tratados de cooperación económica y diplomática.

Para neutralizar el aislamiento internacional que ha originado su invasión a Ucrania, el Kremlin proyecta incrementar su presencia en el Mediterráneo Occidental y en África a los efectos de aumentar sus exportaciones de armamentos y obtener el apoyo de los votos de los países africanos en los organismos multilaterales internacionales.

Por lo tanto, Argelia se ha convertido para Rusia en una suerte de “puerta de entrada” a África y un aliado confiable al servicio de sus intereses geopolíticos en la región.

Uno de los principales campos de acción donde tendrá lugar el accionar conjunto argelino – ruso es la región saharo – saheliana. Allí, los mercenarios del Grupo Wagner, que ya operan en Libia (un país convulsionado pero rico en petróleo y gas), proyectan reemplazar la presencia de las fuerzas francesas que actualmente están retirándose de Mali.

Otros cinco mil mercenarios de Wagner, contratados por el magnate ruso Yeugeny Prigozhim, dominan actualmente la República Centroafricana saqueando un país con grandes recursos en oro, diamantes y maderas preciosas.

El Grupo Wagner, el nuevo aliado de Argelia, es considerado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como una “organización criminal internacional”. Además, Yevgeny Prigozhin ha admitido públicamente haber creado y financiado la Internet Research Agency, una empresa con sede en San Petersburgo, conocida como una “fábrica de troles” y a la que el gobierno estadounidense acusa de interferir en las elecciones presidenciales de 2016, en las que triunfo el magnate inmobiliario Donald Trump.

Por lo tanto, resulta evidente que Argelia por el oportunismo y la duplicidad de su política exterior, además de su dependencia de los armamentos y apoyos rusos, no puede ser un socio confiable para las potencias occidentales.

En la actual confrontación que vive el mundo es claro que Argelia ha elegido el bando de Rusia, comportándose como uno más de sus aliados.

Ahora, resta a los Estados Unidos y a Europa definir que política seguir con un país que con su política aventurera y belicista esta desestabilizando el Norte de África.