lunes, 29 de abril de 2019

EN ESPAÑA LA NUEVA DERECHA IRRUMPE EN EL ESCENARIO POLÍTICO



El domingo pasado, los españoles concurrieron a las urnas por tercera vez en tres años y medio, en esta oportunidad la derecha conservadora del partido VOX logró más de dos millones y medios de votos.
Desde del domingo 28 de abril, España ha dejado se ser el único país de la Unión Europea donde la derecha no tenía representación parlamentaria. Vox el partido de la derecha conservadora y tradicionalista ha obtenido 24 escaños en el Parlamento español.

El sistema político español fue durante décadas un bipartidismo atenuado donde el centro derechista Partido Popular (PP) y la centro izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se alternaban en el poder acompañados según las circunstancias por un decena de partidos regionales como: Izquierda Unida, Junts per Catalunya, EH Bildu, Esquerra Unida de Catalunya, Compromis, Partido Nacionalista Vasco, Coalición Canaria, Partido Regionalista de Cantabria.

La crisis económica llevó a que en las elecciones generales de diciembre de 2015 desapareciera el bipartidismo. En ese momento irrumpieron dos nuevos partidos nacionales: los liberales de Ciudadanos, con Albert Rivera y la izquierda populista de Podemos, fundado por un grupo de profesores de ciencia política entre los que se encontraban  Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias,  su pareja Irene Montero e Iñigo Errejón.

En los últimos años, el Partido Popular, conducido por Mariano Rajoy, encauzó la economía española mientras se desangraba electoralmente entre escándalos de corrupción y el acoso del independentismo catalán. Finalmente, el 12 de junio de 2018 gracias a una discutida moción de censura, el PSOE, liderado por Pedro Sánchez desplazó a Mariano Rajoy.

Sánchez formó gobierno con el apoyo de lo que constituye una verdadera coalición de izquierda formada, además del PSOE, por Unidos Podemos, Ezquerra Republicana de Cataluña, Partido Nacionalista Vasco, Partido Demócrata Europeo Catalán, Compromís, Bildu y Coalición Canaria. Es decir, una extraña asociación de formaciones políticas populistas de izquierda, anticapitalistas, separatistas y antimonárquicos. La coalición que apoyaba a Pedro Sánchez se mantuvo unida hasta febrero del corriente año en que las demandas de los separatistas catalanes impidieron la aprobación de los presupuestos nacionales y precipitaron la actual consulta electoral.

Los grandes triunfadores del domingo 28 de abril han sido, en especial, el PSOE. Pedro Sánchez que no sólo seguirá gobernando a España, sino que el PSOE vuelve a ser el partido mayoritario del país, algo que no ocurría desde 2008. Los socialistas incrementaron su representación parlamentaria de 84 a 123 escaños (el 28,70%). Además, quedaron a 60 escaños del PP su más cercano competidor.

También, resultaron triunfadores los liberales de Ciudadanos. Tuvieron un gran desempeño al  pasar de 32 a  57 escaños (15,84%), incrementando su representación en 25 escaños y situándose a tan solo nueve del alicaído PP que ocupa el segundo lugar.

Pero, el gran vencedor de los comicios es la derecha de VOX, que pasó de lograr tan solo el 0,2% de los sufragios emitidos, con tan solo 46.781 votos, en las elecciones generales de 2016, a obtener dos millones y medio de votos, el 10,3% del total, lo que le reportó 24 escaños. Se trata de los primeros representantes legislativos de la derecha electos desde que Blas Piñar (líder de Fuerza Nueva) perdiera su escaño en el Congreso de los Diputados en 1982.

Pese a que la prensa suele catalogar a VOX entre las fuerzas políticas de ultraderecha y aún entre los movimientos neonazis, sus dirigentes insisten en que su formación constituye un partido político democrático que rechaza a la extrema derecha: “Somos antifascistas y anticomunistas”, proclama su líder Santiago Abascal, con “un mismo programa en toda España”. “Extrema decencia” y “extrema necesidad”, reiteran sus dirigentes.

VOX se formó en 2013, con un grupo de dirigentes y militantes, entre los que se encontraban Santiago Abascal, el ex funcionario de prisiones y víctima de ETA José Antonio Ortega Lara, José Luis González Quirós e Ignacio Camiñas, que se alejaron del Partido Popular en desacuerdo con la forma en que actuó la cúpula dirigente del partido frente a los casos de corrupción que lo involucró (Caso Gürtel), con la política antiterrorista implementada por el gobierno de Mariano Rajoy con respecto del grupo terrorista ETA y del Partido Popular del País Vasco (por ejemplo la excarcelación del etarra Josu Uribetxeberria Bolinga que fue juzgado y condenado a 178 años de cárcel por el asesinato de tres guardias civiles, a 14 años por secuestrar durante 116 días al empresario Julio Iglesias Zamora en junio de 1993,​ y a 32 años por el secuestro de Ortega Lara en enero de 1996, ​ a quien mantuvo encerrado en un pozo durante 532 días.) y con la política de tolerancia frente a los nacionalismos separatistas de los vascos y catalanes. Los disidentes acusaban a Rajoy de traicionar el ideario del PP.

Los críticos acusan a VOX de inspirarse en partidos de ultraderecha europeos como Alternativa para Alemania (AfD) o el Partido Popular Austríaco (ÖUP) de Sebastian Kurz y de seguir las ideas de la derecha alternativa que orienta en el mundo el ex asesor del presidente Donald Trump, el ideólogo estadounidense Steve Bannon.

VOX también propone endurecer la política migratoria española, terminando con la migración irregular y expulsando a los migrantes que sean reincidentes en la comisión de delitos o faltas graves, posición que difunde con consignas como: “Aquí no cabe todo el mundo” o “Sin papeles, fronteras cerradas”.

Los grandes perdedores del domingo han sido sin lugar a duda el Partido Popular, que de la mano de Pablo Casado ha obtenido un escuálido 16,68%  (de 7,9 a 4,3 millones de votos) que le han significado tan sólo 66 escaños, una pérdida de 69 diputados con respecto a los 135 que obtuviera en las elecciones de 2016. La peor derrota en la historia del PP. Aunque por el momento se mantiene como segunda fuerza electoral de España.

El otro perdedor es la izquierda antisistema y populista de Podemos, que bajo la conducción estalinista del binomio Pablo Iglesias – Irene Montero ha pedido 29 escaños y 1,3 millones de votos, pasado de 71 diputados obtenidos en 2016 a tan sólo 42. Iglesias, sin realizar ningún tipo de autocrítica, ha tratado de conformar a sus partidarios diciendo: “Es suficiente para cumplir nuestros objetivos. Somos una fuerza política imprescindible para que haya un Gobierno de izquierda en España”.

Ese es el precio que Podemos ha debido pagar por la política sectaria de Iglesias que ha terminado con el alejamiento de todas las voces críticas internas como la de Iñigo Torrejón, Carolina Bescansa, José Manuel López, Sergio Pascual y Sandra Mínguez. A lo que se suman algunos excesos como la compra de un lujoso chalé por parte del matrimonio Iglesias – Montero.

Santiago Abascal, líder de Vox, suele burlarse del líder de Podemos, Pablo Iglesias, llamándolo “Pablo Mezquitas” porque Irán lo financia a él y a su partido.
Por el momento, el sistema político español se ha transformado en un multipartidismo, con cinco grandes partidos acompañados por una decena de partidos regionales de mucho menor peso electoral.

El gran desafío que enfrentarán a corto plazo los partidos políticos españoles no es sólo conformar una coalición estable de gobierno sino prepararse par revalidar o incluso mejorar su performance electoral en las elecciones municipales, autonómicas y europeas del “superdomingo” 26 de mayo.  


sábado, 20 de abril de 2019

EL REY DE MARRUECOS SE DESTACA POR SU APOYO DE LOS CREYENTES



Mohammed VI, rey de Marruecos, toma decisivas acciones para proteger a todos los hijos de Abraham, cualquiera sea su fe, en búsqueda de una mayor tolerancia y comprensión interreligiosa

Mohamed VI siempre ha tomado con extrema responsabilidad su condición de “Amir Al Muminin”, Comendador de los Creyentes, brindando su asistencia a todos los creyentes sin distinciones por su fe. Tal como destacó recientemente en su discurso acogida a su santidad el papa Francisco I, en Marruecos.

Es por lo que Mohammed VI no podía permanecer indiferente a las calamidades que la última semana se han cernido sobre los hombres de fe.

En París, las llamas dañaron considerablemente ese patrimonio de la humanidad y símbolo eterno de Francia que ha sido siempre la iglesia de Notre Dame.
En forma casi simultánea otro incendio accidental daño la mezquita sagrada de Al-Qsa en Jerusalén, construida hace 1.300 años.

Al parecer el incendio se originó en el Salón de Oración de Al-Marwani, también conocido como Establos de Salomón, parte del mismo complejo que la mezquita de Al-Qsa y la Cúpula de la Roca. Afortunadamente, los bomberos de Waqf islámico de la ciudad pudieron controlar el siniestro antes de que dañara a las personas o las otras salas de oración. Si bien la causa sigue bajo investigación, fuentes autorizadas atribuyen el inicio del fuego a un accidente provocado por unos niños que jugaban cerca de la sala de oración en ese momento.

La Cúpula de la Roca, construida a finales del siglo VII, es el tercer santuario del islam, después de la Kaaba, en ciudad santa de Qibla (La Meca) y la Mezquita del Profeta Mohammad, en la ciudad santa de Medina, ambas en Arabia Saudí.

Antes de orar en dirección a Qibla, las oraciones de los musulmanes se enfrentan a este santuario sagrado. Estructuralmente, el santuario es de gran importancia cultural, por ser el primero en emplear una cúpula en arquitectura islámica, e incluye el intrincado uso geométrico de muelles, columnas y arcadas. La estructura octogonal de doble recinto cubre una roca monumental que representa la cima del Monte Moriah, el lugar desde el cual según Al Corán, Muhammad inició su viaje al Paraíso. En cuanto a la notable cúpula dorada de la estructura, originalmente estaba construida en madera (también con una técnica de doble capa) y luego adornada con mármol y aluminio de color dorado.

La mezquita sagrada de Al-Aqsa puede albergar a más de cinco mil personas y se encuentra en el sur de Haram Al-Sharif o Monte del Templo.

Atento a los lazos culturales, históricos y fraternales que ligan a Marruecos con Francia y en la búsqueda de un mayor entendimiento entre católicos y musulmanes, el rey de Marruecos comunicó al Arzobispo de París, a través de su embajador en el país galo, que el reino alauí contribuirá financieramente a la reconstrucción del emblemático templo cristiano.

Por otra parte, Mohammed Vi asumiendo su responsabilidad como presidente del Comité Al-Quds, a Al-Quds Asharif, el monarca marroquí dispuso también que el Reino participe en la restauración de la mezquita santa de Al-Aqsa y los sitios aledaños.

Con tal propósito, el Rey ordenó que se enviarán a arquitectos y artesanos marroquíes, reputados en todo el mundo islámico por su maestría, para colaborar en las obras de reparación preservando la autenticidad del legado arquitectónico del templo sagrado.

La actividad artesanal de los expertos marroquíes se llevará a cabo en coordinación con la Administración de los Waqf islámicos del Reino Hachemita de Jordania.

Actuando con equidad y atento a preservar la herencia judaica que ha enriquecido históricamente la tradición del pueblo marroquí, el rey Mohammed VI dispuso también la creación de un museo de la cultura judaica en la histórica ciudad de Fez.

La iniciativa real ha sido saludada con fervor por el Secretario General del Consejo de las Comunidades israelitas de Marruecos, Serge Berdugo, quien no dudó en declarar que: “La creación de este lugar de memoria en una ciudad que es la cuna de la civilización marroquí, donde la impronta del judaísmo marroquí ha sido de las más importantes, muestra el deseo del Soberano de que todas las corrientes que han enriquecido la civilización marroquí estén presentes.”

Estas recientes iniciativas reales que hacen a la solidaridad interreligiosa y la defensa del patrimonio cultural de la humanidad sin distinciones de credo o nacionalidad hablan de la preocupación del rey Mohammed VI por fomentar el entendimiento entre los hombres más allá de todo prejuicio.

También revelan que el rey Mohammed VI es claramente un líder africano, árabe y musulmán que se proyecta hacia el mundo con una clara dimensión de estadista.

jueves, 18 de abril de 2019

EL TATA YOFRE EN ESTADO PURO




El último libro de Juan Bautista Yofre, “Dios y la patria se lo demanden” es una clara muestra de su maduración como historiador y escritor, así como un documento esencial de historia argentina.

Juan B. “Tata” Yofre ha vivido siete décadas de intensa labor como periodista, hombre de Estado, diplomático y, en la última etapa, como prolífico historiador, escritor y analista político.

Su producción de la última década, más de diez libros, es tan importante y diversa que resulta difícil elegir una obra como la más importante. Pero, sin duda “Dios y la patria se lo demanden” está entre los dos mejores libros escritos por Yofre.

El texto combina en dosis exactas el documento histórico inédito, el anecdotario curioso y el testimonio vivencial. Todo ello registrado por la pluma ágil y directa de un periodista de fuste devenido en historiador que asume y defiende claramente una visión crítica del pasado de nuestro país. Posición que es y ha sido la misma a lo largo de su vida, sin cambios camaleónicos u oportunistas

Alguien podrá o no estar de acuerdo con las ideas de Yofre pero no podrá cuestionar la honestidad intelectual y la valentía con que siempre las ha sostenido.
Está por demás, tratándose de una obra de Yofre, decir que las cuatrocientas páginas del libro son de rápida y amena lectura.

Resulta difícil decir que capítulo del libro resulta más interesante. Si lo es el que describe  la ceguera con que Hipólito Yrigoyen dejó que se llevara a cabo el golpe de Estado de 1930, o el que detalla los entretelones que rodearon la captura del general Juan José Valle en junio de 1956. Quizá el rescate de la figura histórica del teniente coronel Jorge M. Osinde o el relato de los vanos intentos del almirante Eduardo Massera para buscar una aceptación internacional que le permitiera convertirse en “presidente constitucional” con el apoyo de un sector del peronismo, mientras intentaba ocultar su papel de actor central en la represión genocida llevada a cabo por el Proceso de Reorganización Nacional en 1976.

Quizá sea lo más relevante la ambigua posición del presidente de la Unión Cívica Radical, el Dr. Ricardo Balbín, quien en un “diálogo político” con el ministro del Interior general Albano Harguindeguy durante la dictadura, dieciocho meses antes de su muerte, por un lado justificaba el golpe de Estado contra Isabel Perón, decía que “nunca hice política con los muertos” y por el otro pretendía negociar ventajas para su partido y acordar una fecha para el llamado a elecciones.

Mi parte favorita, son sin lugar a duda, los últimos tres capítulos del libro. Cuna “el Tata” por primera vez  hace un relato pormenorizado de como surgió su relación personal con Carlos S. Menem durante la campaña presidencial de 1988 – 1989.

En especial, cuando describe como se gestó la nota de contratapa del diario Ámbito Financiero, del lunes 9 de mayo de 1988, titulada: “Menem pasó por La Matanza y mostró su popularidad en los sectores marginados.”

Pocas notas periodísticas han sido tan influyentes como esa. Al alertar el fenómeno que se estaba gestando en torno de la figura de quién, hasta entonces, era poco más que un ignoto gobernador riojano y sobre las posibilidades de que se convirtiera en el futuro presidente de los argentinos. Yofre, con esa nota, influyó en la campaña presidencial y cambio la vida de muchas personas, entre otras la mía.

Tratando de imitar el estilo autorreferencial de Yofre voy a concluir con un recuerdo personal.

En la página 391 de “Dios y la patria se lo demanden”, Juan B. Yofre hace mención a un informe “secreto” sobre la marcha de la economía presentado en noviembre de 1989 al presidente Menem, con la firma de Jorge y Juan Born, que casi le cuesta el cargo.

El informe en cuestión, tengo entendido fue elaborado por un brillante economista, el Dr. Carlos García Martínez, en ese entonces asesor en la Secretaría de Inteligencia de Estado, aunque Yofre no lo menciona. El Informe fue uno de los motivos de su alejamiento de la SIDE.

Yofre presente el informe al presidente como un documento “solo para sus ojos”, pero Menem confrontó al equipo económico y a Eduardo Bauza diciéndole algo parecido a “Miren esto es lo que piensa la SIDE de la marcha de la economía”.
Eso desató el vendaval y la guerra abierta de Yofre contra los “celestes” del entorno presidencial.

La mañana del escándalo tuve la oportunidad encontrarme con Yofre a su regreso de la Casa Rosada tras su acalorada disputa originada por el informe.

Había concurrido con el teniente coronel ® Roberto “El negro” Pascale a llevarle un ejemplar de un libro que recién había publicado: “Estrategia y acción militar. De Sun Tzu a la Guerra de las Galaxias”.

En su despacho del quinto piso de la calle 25 de Mayo 11, Yofre nos recibió inmediatamente tratando de disimular su preocupación y contrariedad.

Fue, como siempre, muy cortes y amable pero parecía sumamente cansado y su mente estaba en otra parte.

Cuando le mencione que tenía una invitación del gobierno de Sudáfrica para conocer el país, dijo: “Andá… Andate ahora”.

No interpreté lo que ocurría y decidí posponer el viaje hasta después del verano. Mala decisión de mi parte. Nunca conocí Sudáfrica.

Abandone del despacho del jefe de la SIDE con una rara sensación, que quería apartar de mi mente. Sentía que “el Tata” no seguiría por mucho tiempo en su despacho de la SIDE. Lamentablemente, estaba en lo cierto.

Juan B. Yofre tiene una deuda con los argentinos, escribir sus memorias completas. Esperemos que lo haga antes de que como las de Ramón J. Cárcano lleven el título de “Mis primeros ochenta años”.

Por lo pronto, si usted quiere conocer porque la Argentina esta hoy como está, debe comenzar por leer: “Dios y la Patria se lo demanden”. No se lo pierda.

domingo, 14 de abril de 2019

GOLPE DE ESTADO MILITAR EN SUDÁN



El teniente general Abdel Fattah Abdelrahman al Burhan, Jefe de Estado Mayor del Ejército y presidente del Consejo Militar Transitorio asumió la presidencia de Sudán desplazando a otro militar, el dictador general Omar al Bashir en el poder desde 1989.

Las protestas callejeras se producen en Sudán desde el 19 de diciembre de 2018, detonadas en un comienzo por el alto nivel inflacionario, el aumento en el precio del pan y de los combustibles.

Las protestas pronto fueron capitalizadas por un conglomerado de organizaciones y partidos opositores denominado “Fuerzas de la Libertad y el Cambio” que se conformó en enero de 2019 y donde ejerce un rol protagónico la “Asociación de Profesionales Sudaneses”.

En la última semana las protestas que comenzaron con concentraciones, marchas, huelgas y otras acciones de resistencia civil derivaron en “sentadas pacíficas” en los alrededores del Cuartel General del Ejército.

Luego de que las protestas alcanzaron un saldo de 38 muertos, cientos de heridos y mil detenidos sin dar muestras de decrecer, el Ejército de Sudán decidió asumir el poder el jueves 11 de abril desplazando al anciano dictador Omar Hassan Ahmad al Bashir (76), líder del Partido del Congreso Nacional, que con treinta años al frente del país era uno de los jefes de Estado que más tiempo ejerció el poder en África.

El Ejército sudanés, para calmar los ánimos y evitar que el país cayera en un espiral de violencia, tras derrocar al presidente Al Bashir, lo reemplazó por un Consejo Militar Transitorio formado por diez generales y estableció una hoja de ruta para la transición hacia la democracia.

La presidencia del Consejo Militar Transitorio recayó en el hasta entonces Inspector General de las Fuerzas Armadas teniente general Abdel Fattah Abdelrahman al Burhan quien asumió también como Jefe de Estado Mayor del Ejército y ministro de Defensa en reemplazo del dimitido general Ahmed Awad ibn Auf.

La vicepresidencia del Consejo Militar Transitorio y del país fue ocupada por el general Mohamed Hamdan Daqlo, comandante de la unidad de fuerzas de élite denominada “Fuerzas de Apoyo Rápido” que cuentan 30.000 hombres. Se trata de una milicia que en un tiempo respondía a las órdenes directas del exdictador Al Bashir pero fue convertida en un cuerpo regular del Ejército. Actualmente, la mayor parte de sus efectivos están desplegadas en guerra del Yemen y en las fronteras de Sudán para combatir el narcotráfico y el tráfico de personas.

La hoja de ruta establecida por el Consejo Militar Transitorio contempla un periodo de transición de dos años “preparar el ambiente político para el traspaso pacífico del poder”, según declarara el general al Burhan.

Los militares pretenden que el futuro gobierno democrático continúe designando a un general como ministro de Defensa y a designar ellos al futuro ministro del Interior.

Como primeras medidas el Consejo Militar detuvo al presidente Al Bashir y a todos sus ministros. Destituyó al general Salah Abdalá Qush, hasta entonces jefe del Agencia Nacional de Seguridad e Inteligencia, encargada de reprimir las protestas, quien fue reemplazado por el hasta entonces su segundo el general Yaladín al Sheij.

También ordenó la liberación de todos los presos políticos. Aunque prorrogó por noventa días el estado de sitio, derogó la constitución de 2005 y proclamó “una invitación abierta al diálogo de todos los componentes de la sociedad sudanesa, sus partidos y la sociedad civil” para alcanzar un consenso y establecer las reglas que permitan construir una  transición pacífica a la democracia.

Inmediatamente, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos anunciaron su apoyo al Consejo Militar Transitorio. El rey Salman de Arabia Saudí incluso ordenó el envío de un paquete de ayuda a Sudán que incluiría derivados del petróleo, trigo y medicinas.

EL OCASO DEL DICTADOR

En cuanto al destino del expresidente Omar al Bashir, quien enfrenta cargos por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en la Corte Penal Internacional, por su responsabilidad en los abusos cometidos por la fuerzas sudanesas, en especial las Fuerzas de Apoyo Rápido, contra la población local civil en Darfur.

La región de Darfur, situada al oeste del país, en la zona limítrofe entre Libia, Chad y la República Centroafricana. Darfur fue un sultanato independiente hasta 1916 en que se incorporó al Sudán Anglo – Egipcio. La región vivió una cruenta guerra civil entre 2003 y 2008, que arrojó un saldo de 400.000 víctimas fatales y más de dos millones de personas desplazadas.

El conflicto estalló en 2003, cuando los “yanyauid”, un grupo de milicianos provenientes de etnias Baggara de los Abbala (criadores de camellos) se enfrentó a las tribus de agricultores fur, zaghawa y masalit, de etnia negra.

El conflicto étnico se inició tras años de rivalidad y disputas por el control de las escasa tierras fértiles de la región que se reducían día a día por el incremento demográfico y el deterioro medioambiental (calentamiento global, desertificación, etc.).

El Movimiento Justicia e Igualdad y el Movimiento de Liberación de Sudán, que agrupaban a los agricultores, responsabilizaron al gobierno de Jartum de oprimir a la población negra para favorecer a las etnias árabes. En represalia, contando con el apoyo de Eritrea, comenzó una guerra de guerrillas atacando oleoductos y cuarteles del Ejército.

El Ejército de Al Bashir, después de sufrir varias serias derrotas frente a manos de las milicias móviles que conocían muy bien el terreno donde operaban y contaban con el apoyo de la población local, desplegó las Fuerzas de Rápido Apoyo y comenzó a armar a las milicias “yanyauid”.

Las fuerzas de Jartum y sus aliados cometieron toda clase de atrocidades, solaron las aldeas de los pueblos de raza negra aplicando técnicas de limpieza étnica y llevando a cabo violaciones masivas. Además, la violencia destruyó la precaria economía de subsistencia de la región provocando una hambruna generalizada que dejó un saldo de 50.000 personas muertas en su mayoría niños.

Finalmente, el 1° de agosto de 2007 se llegó al acuerdo de desplegar 26.000 cascos azules de la Misión de Naciones Unidas para Darfur -UNAMID- en la región para iniciar el proceso de pacificación de la zona.

El genocidio de Darfur hizo de Omar al Bashid fuera conocido como “El Carnicero de Darfur”. Además, Bashir fue repudiado por dar asilo a notorios terroristas como el venezolano Carlos Ilich Ramírez, conocido como “El Chacal” y el mismo Osama Bin Laden.

UNA PESADA HERENCIA

Sudán está situado en el norte de África, a orillas del mar Rojo, entre Egipto y Eritrea. Está atravesado por el Nilo y sus afluentes.

Su población, estimada en algo más de cuarenta millones de personas, se distribuye en 597 tribus que hablan cuatrocientos dialectos distintos.

Los problemas de Sudán se remontan al momento en que dejó de ser el país más extenso de África, tras la secesión de Sudán del Sur, el 29 de julio de 2011, que hizo que perdiera casi todos sus campos petroleros y el 60% de sus ingresos fiscales. No obstante, Sudán con sus más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados es el tercer país más extenso del continente africano después de Argelia y la República Democrática del Congo.

Aunque el país todavía es rico en recursos naturales como el petróleo y el algodón y su economía está entre las de más rápido crecimiento de África. Sus principales mercados de exportación se encuentran en Asia y son China, Japón e India. El 80% de la población sudanesa se dedica a la agricultura.

En los últimos años Sudán ha  sufrido serios problemas económicos. Al Bashir deja una inflación del 120% anual y un amplio legado de corrupción. Sudán ocupa el puesto 172 entre 180 países, según el Índice de Percepción de la Corrupción de 2018, elaborado por la ONG Transparencia Internacional.

La Organización de Naciones Unidas estima que 5.700.000 sudaneses -el 13% de la población- se enfrentan a una aguda crisis alimentaria, especialmente en las áreas afectadas por la sequía en Oriente y Occidente del país.

UN FUTURO LLENO DE INTERROGANTES

La situación en Sudán dista mucho de haberse estabilizado tras el derrocamiento del anciano dictador al Bashir. Un periodo de transición de dos años con un gobierno militar parece excesivo para una país atravesado por una profunda crisis económica y siempre a punto de estallar en conflictos étnicos.

Falta saber que ocurrirá con el hasta hoy mayoritario Partido del Congreso Nacional y como se conformará el espectro político del país con la presencia de grupos islamistas y los partidos de oposición.

No sería extraño que, siguiendo la tradición africana, una dictadura militar disfrazada de gobierno democrático sea sucedida por un gobierno civil también encabezado por un militar.



miércoles, 10 de abril de 2019

LA CRISIS EN LIBIA



La ofensiva de las tropas del Ejército de Liberación Nacional Libio, a las órdenes del mariscal Jalifa Haftar, contra el gobierno del Acuerdo Nacional con sede en Trípoli, reabrió la guerra fratricida en el norte de África.


LA SITUACIÓN EN LIBIA

Desde febrero de 2011, se desarrolla en Libia una sangrienta guerra civil. En esa fecha el país fue alcanzado por la onda expansiva de la “Primavera Árabe” que se iniciara poco antes en Túnez. La muerte de Muamar el Gadafi, en octubre de 2011, no trajo la paz sino que generó un enorme vacío de poder seguido de encendidas luchas tribales y religiosas.

Tras la caída de Gadafi, los jóvenes combatientes que habían luchado contra su régimen no entregaron las armas y pronto se apropiaron del gobierno asaltando el Parlamento y secuestrando al primer ministro. Luego de lo cual se repartieron los cargos públicos, se apropiaron del dinero y saquearon los bien provistos arsenales del dictador libio.

La existencia de numerosas milicias bien armadas hizo que al poco tiempo la guerra civil recrudeciera con inusual virulencia. El 14 de febrero de 2014, el mariscal Jalifa Haftar, quien había logrado movilizar a parte del antiguo ejército que había desertado de las filas de Gadafi en 2011, y que más tarde se había sentido marginado y amenazado por los islamistas, difundió un comunicado en el que ordenaba la suspensión del Congreso General Nacional –CGN-, dominado por los islamistas, tras el rumbo a la deriva que había tomado el país y proponía la formación de una comisión presidencial hasta que se celebraran nuevas elecciones. Después de cruentos combates entre islamistas y moderados el país quedó dividido en dos bandos.

Por un, lado están los islamistas, que controlan la capital, Trípoli. Su coalición, “Amanecer de Libia”, incluye a las Brigadas de Misrata, de las ciudades del Oeste del país y de la minoría bereber, así como a otros grupos de tendencia islamista. Han resucitado al Congreso General Nacional –el antiguo Parlamento- y han elegido un “gobierno de salvación nacional” encabezado por el primer ministro Fayez al Sarraj. Sin embargo, ni un solo país extranjero ha reconocido a su gabinete.
El otro bando, era el gobierno con sede en las ciudades de Tobruk y Al Baida, al este del país, y presidido por Abdulá al Thini. Cuenta con la Cámara de Representantes, el Parlamento elegido en las elecciones de junio de 2014.
Más tarde, este bando se fusionó formalmente con “Operación Dignidad”, el grupo que responde a la conducción del general Jalifa Haftar, a quien se designó como “Comandante en Jefe” de sus fuerzas el 2 de marzo de 2015.
También forman parte de esta coalición moderada las milicias de la ciudad de Zintán, situada al Oeste, las cuales, antes controlaban Trípoli y su aeropuerto internacional junto con los guardias “federalistas” de las instalaciones petrolíferas conducidas por Ibrahim Jadran.
Los dos bandos tienen posiciones diametralmente opuestas. Los que tienen su sede en Tobruk proclaman que están luchando contra los terroristas islamistas, mientras que los instalados en Trípoli afirman que lo hacen contra los residuos del régimen de Gadafi.
El conflicto alcanzó dimensiones internacionales dentro del mundo árabe cuando los Emiratos Árabes Unidos bombardearon, con la ayuda de Egipto, las posiciones del Amanecer Libio en Trípoli, mientras que Turquía, Italia y Qatar apoyan al ingeniero Sayez al Serraj. Qatar, en especial, eligió financiar a los grupos islamistas  y entregarles suministros militares a través de una base aérea en Sudán.
Por otro lado, beneficiándose del vació del poder, cientos de yihadistas del Estado Islámico se trasladaron a Libia desde Siria e Irak y se hicieron temporalmente con el control de varias ciudades del país del Norte de África, entre ellas Derna y Sirte, si bien fueron finalmente derrotados por las fuerzas del Ejército Nacional Libio. Actualmente, el Estado Islámico no controla ninguna ciudad o pueblo de Libia no obstane, opera con fuerzas residuales en áreas rurales.
A partir de agosto de 2016, Haftar se negó a apoyar el  Acuerdo de Paz alcanzado en la VIª Ronda de Negociaciones que las distintas facciones libias llevaron a cabo en la ciudad marroquí de Skhirat, bajo la coordinación de la Misión de Apoyo de la Naciones Unidas en Libia, liderada por su Represente Especial, el político español Bernardino León y la activa colaboración del gobierno de Marruecos. Lo que llevó a los Estados Unidos y sus aliados a considerar que Haftar se había convertido en un serio obstáculo para la paz en Libia. 
En septiembre de 2016, Haftar aprovechó la debilidad del gobierno de Trípoli y la actividad del Estado Islámico, para lanzar la “Operación Trueno Veloz”, derrotando a las fuerzas de la Guardia de Instalaciones Petroleras y apoderándose el Golfo de Sidrá y con ello del control del núcleo de la industria petrolera libia. Tras el éxito de esta operación Haftar fue ascendido a “mariscal de campo”.
A comienzos de julio de 2017, amplió su dominio ocupando la ciudad de Bengasi, capital de este y segunda ciudad en importancia del país, así como los puertos de Ras Lanuf y Sidrá. En esa ocasión, tres suboficiales franceses fallecieron cuando los milicianos de las Brigadas de Defensa de Bengasi derribaron un helicóptero del Ejército Nacional Libio.
En febrero de 2019, tras una rápida ofensiva tomo control de las ciudades del sur de Libia, en la región de Fezán, un territorio clave para el contrabando de personas, armas y combustible que mueve la economía del oeste del país. Y asumió el control de los yacimientos petroleros de Al Shara y Al Fil, esenciales para la supervivencia energética y económica de la ciudad de Trípoli.
Ante la falta de una autoridad central, el país ha sufrido cada vez más la actividad terrorista de grupos como el Estado Islámico o milicianos vinculados a Al Qaeda y se ha convertido en un baluarte para los traficantes de personas. Esto ha forzado al grueso de la población, que vive en la miseria, a armarse hasta los dientes y organizar grupos de autodefensa en forma de milicias, lo cual ha incrementado los niveles de violencia en el país.
Este choque de intereses y rivalidades tribales y políticas ha provocado la muerte de unas quince mil personas desde 2011, a los que se suman otros quinientos mil libios desplazados (de una población total de seis millones de habitantes) y a un incierto número de desaparecidos, a menudos víctimas de la violencia política.

UN CAUDILLO MILITAR DE OSCURO PASADO Y EXTRAÑOS ALIADOS

Jalifa Haftar, a sus 76 años, nasserista y panarabista convencido, cultivado en el nacionalismo y el socialismo árabe, es uno más de una larga lista de militares curtidos en la conspiración política que han construido regímenes despóticos para dominar a sus pueblos, como el egipcio Abdelfatah al Sisi.

El hoy mariscal de campo Jalifa Belqasim Haftar nació, en 1943, en la ciudad oriental de Ajadibiya. Es miembro de la tribu al-Farjani.

Estudio en la Escuela al-Huda, en Ajadibiya en 1957 y luego se mudo a ciudad de Derna para realizar sus estudios secundarios entre 1961 y 1964. El 16 de septiembre de 1964 ingresó a la Real Escuela Militar de Bengasi de la cual se graduó en 1966.

Se graduó con Diploma de Honor de la Academia Militar M. V. Frunza, de la antigua Unión Soviética. También se perfeccionó como oficial de artillería en Egipto.

Formó parte de los “Oficiales Sindicalizados Libres”, el grupo de militares que apoyaron al coronel Muhammad Gadafi cuando, en 1969, derrocó al rey Idris y estableció la “Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista”. Fue miembro del Consejo de Mando Revolucionario en los primeros días del golpe de Estado.

Pronto Haftar se convirtió en uno de los militares mimados del régimen. En 1973, durante la Guerra del Yom Kipur, comandó el batallón libio que combatió junto a las fuerzas egipcias y sirias contra las Fuerzas de Defensa de Israel.

En 1986, con el grado de coronel, Gadafi lo nombró comandante de las fuerzas militares libias involucradas en el conflicto del Chad.

Abandonados por Gadafi, Hafta y unos 600 de sus hombres más fieles fueron derrotados y hechos prisioneros por las tropas chadianas tras un bombardeo de las fuerzas francesas en Wadi Doum, en el norte de Chad, en 1987.

Esa fue la oportunidad que aprovecho la CIA estadounidense para reclutarlo. Haftar y parte de sus hombres fueron trasladados a Zaire donde crearon el Frente Nacional de Salvación para Libia (NFSL), un activo grupo de oposición a Gadafi.

Luego tras una breve estadía en Kenia, en junio de 1990, Haftar y trescientos de sus hombres fueron trasladados en calidad de “refugiados” por el ejército estadounidense a Virginia, donde los establecieron en un cuartel de la Agencia, en Langley.

En 1996, Haftar intentó un levantamiento contra Gadafi en las montañas del Este de Libia. Cuando el intento naufragó por falta de apoyo, el militar libio retornó a los Estados Unidos donde siguió vinculado a la CIA e incluso tomó parte en algunas conspiraciones para terminar con la vida de Gadafi.

Haftar, junto con algunos de sus hombres, regresó a Libia en marzo de 2011, apenas un mes después de estallar la revuelta contra Gadafi y mientras las fuerzas de la OTAN bombardeaban al país del Magreb. Ingresó desde Egipto e inmediatamente se convirtió, con el grado de teniente general, en el jefe de las fuerzas rebeldes en el Este del país.

Jalil Haftar tiene cinco hijos y una hija. La hija Asma Haftar, y sus hijos Uqba y Al-Muntasir residen en los Estados Unidos. Saddam y Jalil Haftar son capitanes en el Ejército Nacional Libio. 

El ascenso de Haftar se debe más a su habilidad para cosechar apoyos internacionales que a sus méritos militares.

En un comienzo contó con el apoyo de los Estados Unidos pero luego rompió con Washington que lo considera un “general renegado”. En los últimos años, Haftar cosecho el apoyo de un amplio espectro de países deseosos de acceder a los recursos naturales de Libia, frenar el flujo de migrantes africanos a la Europa comunitaria o simplemente obtener ventajas geopolíticas en el norte de África. Entre estos apoyos se  cuentan  Arabia Saudita, Egipto, Rusia, Francia y Emiratos Árabes Unidos.

En noviembre de 2016, Haftar decidió apelar a sus antiguos mentores los rusos. Viajó a Rusia para reunirse con em Ministro de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov y el ministro de Defensa Serguei Shoygu a los efectos de obtener apoyo y armamento del Kremlin.

Después de este viaje Rusia ha brindado tratamiento médico especializado a soldados heridos del Ejército Nacional Libio (ENL), ha impreso dinares libios para el gobierno con sede en Tobruk e incluso ha enviado a mercenarios del grupo Wagner CMP, que dirige el empresario Yevgeny Prigozhin, a entrenar y combatir con los hombres del ENL. Los mercenarios del grupo Wagner, que han tenido un rol destacado en la guerra de Siria, también protegen al dictador venezolano Nicolás Maduro. 

Los rusos han cobrado los servicios suministrados a Haftar  con petróleo y ventajas geopolíticas. El gobierno de Tobruk ha firmado acuerdos con los rusos que permitirán al Kremlin abrir dos nuevas bases en el Este de Libia.

El 12 de abril de 2018, el mariscal Jalil Haftar habría sufrido un accidente cerebral arterial que obligo a su internación en París durante dos semanas, pero el 25 de abril estaba de regreso en Bengasi.

En julio de 2018, el presidente de Francia, Emmanuel Macrón, lo invitó a París y le dio así el status de actor central en la solución del conflicto libio.  

Sin embargo sobre Jalifa Haftar pesan serias acusaciones de violaciones a los derechos humanos. Las fuerzas del Ejército Nacional Libio suelen ejecutar a los islamistas que caen en sus manos, especialmente si se trata de combatientes del Estado Islámico. No obstante, el conflicto libio es una guerra civil y los combatientes, en su mayoría, no son soldados profesionales sino milicianos que en muchos casos perdieron a sus familias en la contienda y están motivados por fuertes sentimientos de venganza por lo cual las violaciones a los derechos humanos son comunes en ambos bandos.

OPERACIÓN TORRENTE DE DIGNIDAD

El mariscal de campo Jalifa Haftar quien controla el 70% del territorio y los principales recursos del país decidió a comienzos de abril de 2019 intentar reunificar el país terminando con el gobierno islamista de Trípoli.

Al parecer, contando con asesoramiento e información de Francia, Haftar ha lanzado su campaña hacia la capital desde el sur, para evitar confrontar directamente con la poderosa ciudad-estado de Misrata, situada en la costa central de Libia, a unos doscientos kilómetros de Trípoli, que lo considera un criminal de guerra y cuenta con una aguerrida y numerosa milicia que constituye la fuerza de elite del gobierno de Fayez al Sarraj, en especial la Brigada 301.

Haftar intensificó el domingo 8 de abril su ofensiva militar sobre Trípoli con bombardeos que causaron un número indeterminado de víctimas en los barrios del sur, y que amenazan con desencadenar un baño de sangre en la capital libia.

El Ejército Nacional Libio cerró para los aviones militares el espacio aéreo en el oeste de Libia, declaró esta región como zona de guerra y amenazó con atacar cualquier aeropuerto al oeste del país del que despegue un avión militar. El miércoles 10 de abril, el Ejército Nacional Libio anunció, a través de su portavoz Ahmed Mismari, el derribo de un avión hostil que había despegado de la ciudad de Misrata.

Varios pueblos vecinos, algunos de ellos situados a tan solo cuarenta kilómetros del centro de Trípoli han sido capturados por las fuerzas de Haftar.

La defensa de la ciudad está en manos de la “Fuerza de Protección”, que se constituyó en diciembre pasado, y esta formada por cuatro milicias claves: los revolucionarios de Trípoli, las fuerzas de seguridad de Abu Salim, el batallón Nawasi y las fuerzas especiales de disuasión.

La virulencia de los ataques, concentrados en torno al antiguo aeropuerto internacional hoy en desuso y el área de Suq al-Khamis, han empujado a la ONU a solicitar un alto al fuego para evacuar a los heridos y enterrar a los muertos. Pero el 8 de abril, Rusia impuso su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba la ofensiva llevada a cabo por las fuerzas del mariscal Haftar.

Las fuerzas del Ejército Nacional Libio enfrentan una fuerte resistencia por parte de las poderosas milicias de Misrata y Zawlya.

El Mando de África de los Estados Unidos (AFRICOM), responsable de las operaciones militares estadounidenses y coordinación en África comunicó que “debido al aumento de inestabilidad” en la región había reubicado temporalmente a un contingente de fuerzas estadounidenses, aunque no ofreció más detalles sobre los efectivos desplazados.

CONCLUSIONES

Libia, el noveno país con las mayores reservas petrolíferas del mundo, se ha visto en los sometido en los últimos ocho años a diversos altibajos en la producción y exportación de hidrocarburos, incluyendo un bloqueo de los pozos más importantes en 2013 y 2014. Sin embargo, la relativa estabilización del país en los últimos años ha permitido la recuperación de la exportaciones petroleras, que en abril de 2018 alcanzó los 1,05 millones de barriles al día, muy lejos de los tres millones diarios que exportaba en los años 70 pero que aún es una cifra considerable para un país en guerra.

Los pozos más rentables, que se hallan en la llamada “creciente petrolero” que va desde Sidrá hasta Zuetina, y que produce más de la mitad del crudo del país se encuentran bajo el control del Ejército Nacional Libio que responde al mariscal Jalifa Haftar.

Italia, Francia y la ONU a menudo organizan procesos de paz contrapuestos para Libia, que en ocasiones sólo reflejan sus intereses comerciales y geopolíticos.

Libia parece estar al borde de un conflicto bélico generalizado. Una “tercera guerra libia” que anulará drásticamente los años de esfuerzos diplomáticos para reconciliar a las dos facciones armadas rivales y estabilizar al país.