martes, 27 de diciembre de 2022

Los Estados Unidos liberarán a la Reina de Cuba


 

Estados Unidos liberará a Ana Belén Montes, una agente de la Agencia de Inteligencia de la Defensa que en realidad era una espía cubana infiltrada.

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La agente de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de los Estados Unidos, Ana Belén Montes, era conocida entre sus colegas como “la Reina de Cuba”, por ser la Analista Principal sobre Cuba de esa Agencia, pero en especial por sus grandes conocimientos sobre la Isla. Todo iba muy bien, hasta el día en que se descubrió que en realidad la Reina de Cuba era la espía cubana más exitosa y dañina en la historia estadounidense.

Ahora, el 6 de enero de 2023, a 22 años de su detención, la Reina de Cuba recobrará su libertad, si bien deberá permanecer durante los próximo cinco años bajo vigilancia y sin poder salir del país sin autorización judicial.  

Conmoción en el Pentágono

El 20 de septiembre de 2001, Ana Belén Montes, la analista a cargo del tema de Cuba en la Agencia de Inteligencia para la Defensa y posiblemente la voz más autorizada sobre asuntos cubanos dentro del gobierno estadounidense fue detenida acusada de ser precisamente una espía de Fidel Castro. El arresto alteró a toda la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos pero debido a la conmoción provocada por los atentados terroristas del 11 de septiembre el caso pasó prácticamente desapercibido para el gran público. Así comenzó uno de los más enigmáticos affaires de la historia del espionaje mundial.

Los primeros pasos

Ana Belén Montes había nacido, el 28 de febrero de 1957, en una base militar estadounidense cercana a Nüremberg, en la entonces República Federal Alemana. Pertenecía a una familia de origen portorriqueño. Su padre Alberto Montes era un médico psiquíatra del Ejército estadounidense y su madre Emilia una trabajadora social que se desempeñaba en la ayuda a los inmigrantes. En 1979 se graduó en estudios internacionales en la Universidad de Virginia, y en 1988 obtuvo una maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins. En 1984, Montes trabajaba en la Oficina de Información y Privacidad del Departamento de Justicia en Washington. Sus colegas de esa época recuerdan sus frecuentes opiniones a favor de Cuba y contrarias al embargo establecido por el gobierno estadounidense. Se supone que en esa época fue reclutada por la inteligencia cubana que decidió orientar su carrera hacia donde mejor pudiera servir a los intereses del régimen castristas. Fue entonces, septiembre de 1985, cuando Montes ingresó a la DIA, como analista de inteligencia, pasando a cumplir funciones en las oficinas centrales de la Base Aérea de Bolling en las afueras de la ciudad de Washington. Por ser absolutamente bilingüe su primera asignación como analista menor fue producir inteligencia sobre la situación en Nicaragua.

Su primer éxito como espía parece haber consistido en suministrar a los cubanos información sobre instalaciones secretas en El Salvador desde donde operaban las fuerzas especiales de los Estados Unidos en el país. Montes visitó esas instalaciones en 1987. Poco después de su regreso a Washington las guerrillas del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí atacaron las instalaciones matando al sargento de los Boinas Verdes, Gregory A. Fronius.

La Reina de Cuba

En 1990, Ana Belén Montes pasó a formar parte de un grupo selecto de analistas estadounidenses que visitó varias veces Nicaragua con el objeto de informar personalmente a la entonces presidenta Violeta Chamorro sobre las actividades de la inteligencia cubana en ese país. La presidenta Chamorro enfrentaba, en ese entonces, una difícil situación política debido a que los sandinistas ocupaban diversos cargos en la administración pública y controlaban al ejército nicaragüense.

En 1992, Montes fue seleccionada por la Agencia Central de Inteligencia para realizar un curso de capacitación especial en el Centro de Estudios sobre Inteligencia. Finalizado el mismo ascendió al cargo de Analista Principal para Cuba de la DIA. Para sus colegas se transformó en “La reina de Cuba”. Una posición era la ideal para un espía cubano. Montes adquirió acceso a prácticamente toda la información que la comunidad de inteligencia estadounidense recolectaba sobre Cuba. En especial, pudo conocer cuál era la evaluación que el Departamento de Defensa hacía con relación a las capacidades militares de la Isla y cuáles eran los planes de contingencia en caso de crisis.

En 1993, la DIA la envió a un “viaje de estudios” a Cuba. En una operación financiada por la CIA, Ana Belén Montes viajó a la Isla para analizar y familiarizarse con el estado de las fuerzas armadas cubanas. Durante su estadía entrevistó a generales cubanos para interrogarlos sobre su opinión ante la apertura económica y una eventual transición del régimen hacia la democracia.

En enero de 1998 retornó a Cuba acompañada de dos asesores del Senador Jesse Helms para evaluar la situación cubana durante la visita que el Papa Juan Pablo II realizó a la Isla. Montes empleó la información recolectada para justificar el argumento de que después de la desintegración de la Unión Soviética, Cuba no representaba una real amenaza para la seguridad de los Estados Unidos, debido a su incapacidad tecnológica para proyectar su poderío fuera del ámbito territorial de la Isla.

Debido a su prestigio como analista sobre Cuba, Ana Belén Montes pasó a coordinar un comité especial interagencias sobre la Isla que agrupaba a los responsables del área en todos los organismos federales. Sus integrantes se conocían entre sí, pero fuera de ese círculo de expertos pocos sabían realmente de la existencia de ese Comité. Paralelamente, Ana Belén Montes se convirtió en una voz autorizada dentro del Grupo de Estudio sobre Cuba de la Universidad de Georgetown, donde se nucleaban alrededor de setenta académicos, analistas de inteligencia y otros profesionales involucrados en el tema de las relaciones cubano – estadounidenses.

Una operación de desinformación

A fines de marzo de 1998, el Departamento de Defensa envió al Congreso estadounidense un informe confidencial elaborado por el Comité Interagencias titulado “La amenaza cubana a la seguridad nacional de los Estados Unidos”. Las conclusiones del informe consignaban claramente que Cuba no planteaba una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Según algunas versiones, Montes, habría tratado de atemperar en la redacción del texto la peligrosidad de Cuba, en tanto que los representantes de otras agencias –tales como la Agencia de Seguridad Nacional, del staff permanente del Consejo Nacional de Inteligencia, la Agencia Central de Inteligencia, la Oficina de Investigación en el Departamento de Estado, el Centro Conjunto de Inteligencia del Comando Sur y la Oficina del Secretario de Defensa- preferían ser más severos y considerar que el régimen castrista continuaba siendo una grave amenaza no convencional. Destacando que su aparato de inteligencia se mostraba particularmente activo y no parecía haber sufrido deterioro tras la caída de la URSS.

En ese entonces, el FBI conocía, al menos desde 1995, que una organización de espionaje cubano operaba desde el condado de Miami-Dade. El grupo denominado “Red Avispa” sería desenmascarado pocos meses más tarde y llevaría al procesamiento por espionaje de doce personas. 

En el apartado titulado “La amenaza de la guerra biológica”, el informe analizaba especialmente la capacidad de Cuba para producir armas bacteriológicas. Afirmando que el régimen castrista tenía la capacidad de biotecnología suficiente para desarrollar con éxito un programa de guerra biológica. Cuando el secretario de Defensa, William S. Cohen remitió su informe al Congreso, añadió que estaba preocupado por la capacidad potencial de Cuba para desarrollar y producir armas biológicas.

A partir de la difusión de este informe, algunos analistas académicos y militares retirados de los Estados Unidos comenzaron a reiterar que Cuba había dejado de ser una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Este argumento trataba de influir sobre la Administración Clinton creando la idea de que la mejor transición para Cuba debían llevarla a cabo los hermanos Castro, con el apoyo de las fuerzas armadas. Los defensores de esta idea sostenían que una transición de esas características beneficiaría a los Estados Unidos en tres aspectos:

1.- Evitaría una masiva inmigración de cubanos hacia los Estados Unidos.

2.- Alejaría la posibilidad de que en Cuba se produjera una guerra civil que obligara a una intervención militar estadounidense.

3.- Abriría la posibilidad de desarrollar formas de cooperación con Cuba en el control del narcotráfico en la región.

Es difícil establecer cuál fue el daño que la labor de Ana Belén Montes como espía cubana causó al esfuerzo de inteligencia de los Estados Unidos. Su trabajo le facilitaba contactar directamente a los responsables de formular la política estadounidense hacia Cuba, le permitía conocer sus ideas e influir sobre los mismos con sus informes y razonamientos. Montes continuamente llevaba a cabo reuniones informativas sobre Cuba a miembros del Congreso y del Comando Sur. Ella se reunía en forma regular con sus colegas de la CIA y tenía acceso libre a la “Intelink” la red de información clasificada de la comunidad de inteligencia estadounidense.

En 1996, Montes asistió a los ejercicios militares del Comando Atlántico de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, celebrados en Norfolk, Virginia. En esa época, Ana Belén Montes informó a la inteligencia cubana sobre la inminente llegada a Cuba de un agente de inteligencia militar de los Estados Unidos, que operaba en forma encubierta. En el acuse de recibo, la inteligencia cubana le contestó: “Estamos aquí esperando por él con los brazos abiertos”.[1]

Posteriormente, al reconocer su culpabilidad, Montes admitió que entre la información suministrada a la inteligencia cubana figuraba el nombre de cuatro agentes estadounidenses que operaban encubiertos en la Isla.

Para transmitir su información a la inteligencia cubana, Montes empleaba los mismos procedimientos que los agentes cubanos que integraban la mencionada “Red Avispa”. A tal efecto se servía de transmisiones radiales de alta frecuencia, en onda corta, recibiendo señales numéricas por la misma vía que decodificaba utilizando un programa de su computadora. La técnica de recibir datos codificados por banda radial de onda corta es común en la inteligencia cubana. Los mensajes consistían en conjuntos de 150 grupos numéricos. El FBI determinó que números de este tipo, en un orden exacto se radio el 6 de febrero de 1999, en una frecuencia de AM, por los 7887 kilohertzios, por una mujer que habló en castellano y que inició la transmisión diciendo: “atención, atención”. Producido su arresto el FBI encontró en la vivienda de Montes una radio Sony, así como un par de auriculares.

Uno de los textos recuperados de la computadora portátil de la espía cubana, una laptop marca Toshiba (Refurbished) modelo 405CS con el número de serie #10568512, que había adquirido en octubre de 1996 en una tienda de CompUSA, por los expertos del FBI, consistía en un ultrasecreto programa para almacenar información de inteligencia empleando satélites y otros medios tecnológicos.

Al momento de su detención, Ana Belén Montes vivía sola en su departamento, el número 20, del número 3039 de la calle Macomb, un barrio residencial situado en el noroeste de Washington. La zona donde vivía Ana Belén era el lugar de residencia tradicional para funcionarios gubernamentales de mediana jerarquía de Washington. Como todo espía eficiente no tenía amigos ni personas que compartieran su intimida. Quienes debieron tratarla por razones profesionales la describían como brillante, organizada, con poco sentido del humor e introvertida. No acudía a reuniones sociales, no se le conocían parejas ni vínculos sentimentales. Su único hobby conocido era concurrir a los conciertos que la Orquesta Sinfónica nacional solía brindar en el Kennedy Center. No tenía problemas financieros y vivía en forma acorde con sus ingresos. En ese entonces tenía un automóvil Toyota “Echo”, modelo 2000, de color rojo.

La caída

Es difícil saber que motivó a Ana Belén Montes a traicionar a su país. Las motivaciones tradicionales, tales como el deseo de ganar dinero, la frustración profesional y otros no parecen haber sido la causa. Montes no recibió dinero del gobierno cubano más allá de alguna compensación por gastos. Tampoco hay evidencias de que los cubanos la estuvieran extorsionando o de que hubiera sido reclutada por algún “Romeo” cubano. Ni siquiera era una fanática marxista. En el juicio, su abogado defensor Plato Cacheris justificó el proceder de Montes diciendo: “Ella realizó estas actividades porque creen que la política de Estados Unidos no respeta a los cubanos, ni siquiera es tolerante o trata de entenderlos. Ella estuvo motivada por un deseo de ayudad al pueblo cubano y no recibió compensación monetaria por eso”.[2] De lo que se puede inferir que su conducta posiblemente se originó en algún conflicto causado por su condición de latina y católica en un ambiente dominado por anglosajones protestantes. Pero esto es tan solo una especulación.

Se ignora con certeza, en qué momento Ana Belén Montes comenzó a espiar para los cubanos. Tampoco se sabe que despertó las sospechas del FBI sobre ella y cuando comenzó a vigilar sus actividades. Lo más probable es que las primeras sospechas surgieran al investigar a los miembros de la “Red Avispa” o como resultado de algunas informaciones suministradas por los agentes cubanos detenidos. Lo cierto es que el FBI tenía suficientes pruebas para proceder contra ella desde varios meses antes de su arresto y por alguna razón no tomó medidas para detener o dificultar sus actividades. Ni siquiera interrumpió su acceso a la información clasificada para no alertarla. Su detención, nueve días después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, parece haberse debido al temor de las autoridades estadounidenses de que alguna parte de la información proporcionada por Montes sobre las acciones que Estados Unidos adoptaría contra los terroristas fuera compartida por los cubanos con gobiernos árabes hostiles o incluso con grupos terroristas.

Otra hipótesis surge del libro “Castro’s Nemesis. True stories of a master spycatcher” (Némesis de Castro: Historias verdaderas de un maestro cazador de espías) de Chris Simmons, un teniente coronel retirado del ejército estadounidense y ex oficial de contrainteligencia que fue una figura central en la identificación de Montes a través de la investigación denominada “Wrong Spirit” (Espíritu equivocado) que llevó a cabo el FBI durante tres años.

Según Simmons, la demora en la detención de Montes se deberá a que, dentro de la DIA, había otro espía cubano, un agente operativo que en ocasiones trabajaba con Ana Belén y al cual finalmente no se pudo probar su traición, pero que igual fue obligado a dimitir pese a que no se le formularon cargos penales.

Cualquiera haya sido el motivo, finalmente, el 20 de septiembre de 2001, Ana Belén Montes fue detenida sin incidentes en su oficina de la DIA en la base Aérea Bolling. Las autoridades registraron su domicilio, automóvil e incluso la caja de seguridad que había rentado en un banco local. Así Montes se convirtió en la espía cubana número diecisiete arrestadas desde 1998 y la funcionaria de más alto rango de la DIA en ser condenada por traición y espionaje de esa Agencia.

La detención de Montes provocó una honda conmoción dentro de la comunidad de inteligencia estadounidense, ámbito donde era bien conocida y gozaba de gran prestigio.

No conozco a esa mujer

La defensa de la espía cubana fue asumida por el estudio jurídico de Plato Cacheris y Preston Burton. Este bufete se ha especializado en la defensa de espías al servicio del bloque socialista. Entre otros representó al agente del FBI, Robert Hansen, convicto por espiar a favor de la antigua URSS y luego para la Federación de Rusia. Cacheris y Burton salvaron la vida de Hansen al convencerlo para que colaborar con las autoridades estadounidenses. También representaron al funcionario de la CIA, jefe de la Subdivisión de Contrainteligencia Soviética de la División Soviética y de Europa Oriental de esa Agencia, Aldrich Ames, detenido en 1992 junto a su esposa, la colombiana María del Rosario Casas Dupuy, por espiar para los rusos.

En 1994, Cacheris y Burton lograron un acuerdo para Ames con el gobierno estadounidense donde el espía reconoció su culpabilidad y obtuvo una condena a cadena perpetua sin opción a libertad condicional o reducción de pena a cambio de que su esposa recibiera una pena de tan sólo cinco años con posibilidad de libertad condicional para poder criar al hijo de ambos. Ames debió entregar también parte de la cuantiosa suma de dinero recibida de los rusos.[3]

En el caso de Ana Belén Montes, Cacheris y Burton alcanzaron una negociación con la Fiscalía donde a cambio de aceptar su culpabilidad y demostrar una total cooperación brindando información sobre sus actividades a favor de Cuba esta pudo evitar la pena de muerte. El gobierno estadounidense llega con frecuencia a este tipo de arreglos para evitar que en un juicio público se expongan secretos que afecten a la seguridad nacional.

Desde 2003, Ana Belén Montes cumple una condena a veinticinco años en la cárcel de FWC Carswell en Fort Worth. Una prisión militar de máxima seguridad ubicada en los extensos territorios de la base naval y aérea de Forth Worth en Texas, con el número de prisionera 25037-016.[4]

Montes no podría beneficiarse con la posibilidad de libertad condicional. Sin embargo, por alguna circunstancia que no trascendido (probablemente por problemas de salud) el gobierno federal resolvió liberarla el próximo 8 de enero de 2023, poco antes de cumplir los 67 años, aunque deberá permanecer otros cinco años bajo libertad vigilada.

La vida de Ana Belén Montes inspiró a Scott W. Carmichael, miembro en actividad de la DIA que participó de su arresto, el libro “True Believer. Inside the investigation and capture of Ana Montes, Cuba´s Master Spy”, donde se da una versión semioficial de los hechos.

Como suele ocurrir en estos casos, los medios de prensa cubanos no se pronunciaron sobre el arresto o el proceso judicial contra Montes. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, igualmente, guardó silencio. Como réquiem cabe citar las palabras de Luis Fernández, diplomático de la Sección de Intereses de Cuba, en Washington: “No tengo la más remota idea de que me están hablando, no conozco a esa mujer”.

En 22 años, el gobierno cubano nunca reconoció los servicios de Ana Belén Montes como espía, algo que si hicieron con los cinco miembros de la “Red Avispa” detenidos en los Estados Unidos. Posiblemente, ello se deba a que Montes no era cubana ni descendiente de cubanos o, lo más probable sea debido a que Ana Belén Montes, una vez detenida, aceptó colaborar con las autoridades estadounidenses detallando que información había entregado a los cubanos y cualquier otra información de valor de la que tuviera conocimiento.

Lo cierto es que como a muchos agentes dobles, Ana Belén Montes posiblemente pase sus últimos días abandonada y repudiada por todos aquellos a los que un día traicionó.

 



[1] BENAMETIS, Juan F.: “Ana Belén Montes: Un topo en el Pentágono”. Artículo publicado para el Think Tank de Cubanálisis y reproducido por Baracutey Cubano. Miami, 27/03/2007. http://baracuteycubano.blogspot.com/2007/03/ana-beln-montes-un-topo-en-el-pentgono.htp

[2] BENEMETIS, Juan F. Ob. Cit. p. 7 de 9.

[3] AGOZINO, Adalberto C. Y Graciela L. COSENTINO: “Diccionario de Inteligencia”, Ed. Seguridad y Defensa. Bs. As. 2005, p. 17.

[4] IGLESIAS, María José: “Ana María, la espía asturiana que trabajó en el Pentágono para Fidel Castro”. Artículo publicado en el diario La Nueva España. Diario Independiente de Asturias. http://www.lne.es/seccionesnoticiajsp?Ref=2009061000_50_766350_ultimapagina.htm

 

domingo, 25 de diciembre de 2022

La grieta dentro de la grieta


 

Las peleas entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner han creado dentro del gobierno y del Frente de Todos una grieta que afecta a funcionarios, dirigentes y finalmente a todos los argentinos.

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Desde la angustiante culminación del encuentro final con Francia, los argentinos vivieron treinta y seis horas de alucinante euforia.

No era para menos. Habían obtenido su tercera copa mundial de futbol. También asistían a la consagración de su ídolo, Leonel Messi, como campeón mundial. El logro que le faltaba al rosarino para ser considerado grande entre los grandes.

El triunfo en el mundial borró por un instante la grieta política que divide a la sociedad argentina. Eufóricos, los 44 millones de argentinos incluso olvidaron la “malaria” económica en que transcurren estas fechas navideñas.

Sin embargo, estas celebraciones no alcanzaron a todos los argentinos. Al menos dos de ellos no encontraron motivos para alegrarse. El presidente Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner vivieron el momento sin alegría.

Enfrentados entre sí desde hace años, el mundial de futbol marcó también su aislamiento y distancia del resto de la sociedad argentina.

El pato rengo

Alberto Fernández ha sido, desde que asumió la presidencia, un “pato rengo”. Así denominan en los “mentideros” de la política argentina a los presidentes cuando por alguna causa no tienen posibilidad de ser reelectos.

El presidente Fernández nunca tuvo esa posibilidad. Cristina Kirchner, la auténtica “jefa” del Frente de Todos, lo nominó como el “candidato designado” (y se encargó desde el primer momento en dejar muy claro este hecho). Cristina se dejó convencer por su entorno y por las encuestas de que en una segunda vuelta sería derrotada por Mauricio Macri y buscó un delegado con imagen de moderado para encabezar la fórmula presidencial. Fue un intento exitoso de atraer al electorado independiente y más moderado desencantado con la gestión de Macri.

El problema consiste en que una estrategia implementada para ganar una elección después puede demostrar que no es útil al momento de gobernar. Esta parece ser la situación que se generó con el gobierno de los Fernández.

Según algunas versiones, al ver el resultado de la segunda vuelta electoral Cristina Kirchner sintió que se había equivocado y que ella habría sido capaz de ganar en la misma forma, si se hubiera presentado como presidenta. Entonces, como en la fábula de la rana y el alacrán, la naturaleza de Cristina Kirchner pudo más que su astucia y prudencia política.

Al observar, lo ocurrido en los últimos tres años en que gobernó el binomio de los Fernández, parece evidente que Cristina Kirchner no tuvo otro plan de gobierno que resolver los problemas que le generaban los trece juicios en su contra que arrastraba desde el final de su anterior gobierno y que no solo la afectaban a ella sino también a sus hijos Máximo y Florencia.

Alberto Fernández, como simple delegado en el poder no podía tener un plan de gobierno propio. El mismo se encargó de resaltarlo en más de una ocasión. El 17 de julio de 2020, por ejemplo, en pleno aislamiento generado por la pandemia del COVID, dijo: “Francamente, no creo en planes económicos. Creo en las metas que podemos establecernos”. Y luego refiriéndose a sus relaciones con Cristina Kirchner agregó: “No somos necesariamente iguales, pero nuestras diferencias no nos dividen, por el contrario, hace un tiempo nos dimos cuenta de que estar separados facilitó nuestra derrota. ¿Hablo con Cristina? Sí. ¿Me importan sus ideas? Sí, por supuesto . . . pero el que toma decisiones aquí estoy yo”, sentenció.   A buen entendedor pocas palabras, señala el refrán.

Al parecer Alberto Fernández no supo, o no quiso, encontrar las soluciones judiciales que le demandaba su vicepresidenta. Este parece haber sido el principal problema entre ambos.

El presidente quizás temió que, una vez solucionados los problemas de Cristina, esta no lo necesitará más y se viera tentada de removerlo del cargo, o tal vez no había una solución legal para resolver las numerosas cuitas judiciales que enfrentaba la vicepresidenta.

El presidente no estaba dispuesto a violar el orden constitucional para solucionar los problemas de Cristina y probablemente el país tampoco se lo hubiera permitido.

Al no obtener la solución que ansiaba, Cristina comenzó con las presiones, las indirectas públicas mencionando a: “los funcionarios que no funcionan”; los regalos de lapiceras para destacar la inoperancia del presidente y libros sobre la renuncia de Raúl Alfonsín, como augurio de un final similar.

También el kirchnerismo se aseguró de aislar a Alberto Fernández. Cuando el presidente, al comienzo de su gestión, gozaba de mayor popularidad y conversaba civilizadamente con la oposición lo forzaron a interrumpir esa colaboración. Máximo Kirchner sostenía que “con Rodríguez Larreta no debemos ni siquiera sentarnos a tomar un café”.

Así, surgió la sorpresiva decisión de reducir el porcentaje de la coparticipación federal que recibía la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esta medida intempestiva e inconsulta rompió todo diálogo con la oposición. Una medida que la Corte Suprema de la Nación acaba de revertir con un fallo que significa un nuevo revés para el gobierno.

A esta situación se agregan los propios desaciertos de Alberto Fernández: la fiesta de cumpleaños de su esposa en pleno aislamiento por la pandemia (“Olivosgate”), el “vacunatorio vip” donde se vacunaban contra el COVID los amigos del gobierno antes que el resto de la población, las versiones sobre visitas de algunas señoritas en horas de la noche a la residencia presidencial o sobre supuestas conversaciones y fotografías almacenadas en el celular presidencial.

Finalmente, están los patéticos dislates de Alberto Fernández frente al micrófono, como afirmar que los brasileños salieron de la selva o al confundir la revista villera “Garganta Poderosa” con el filme porno, de 1972, “Garganta Profunda”.

Cristina Kirchner no dejaba pasar ninguno de estos errores y fustigaba públicamente al presidente. ¿Y cómo construye Perón el poder? ¿Qué se le ocurre a Perón? Pide ir al Departamento Nacional del Trabajo, Departamento… no lo conocía ni el gato, Departamento Nacional del Trabajo, ahí va Perón. Eso fue junio, en noviembre consigue transformarlo en la Secretaría del Trabajo y Previsión, y ahí, mis queridos y mis queridas, cazó la lapicera y no la largó más. Cazó la lapicera y entró a firmar, ¿y qué firmó Perón en esa Secretaría de Trabajo y Previsión? El Estatuto del Peón Rural, por ejemplo, derechos que los peones no tenían”, señaló en un discurso la vicepresidenta para destacar la inoperancia de Alberto Fernández. 

En otro discurso, irónica Cristina dijo: “¡Hoy estoy positiva! Hoy estoy positiva, sí, sí, ¡pum para arriba! Y bueno, bueno. Iba a contar, este señor, voy a leer el mensaje que me manda, cualquiera puede abrir mi celular, no sé si todos pueden decir lo mismo. Pero lo que está en mi celular puede ser visto y leído por todos y todas.” El selecto auditorio partidario acompañó la ironía con risas cómplices, al comprender la velada referencia a celular del presidente.

Grieta dentro de la grieta

Ante la falta de una solución a las causas judiciales, siguieron los pedidos de renuncia de los ministros más cercanos al presidente (en la mayoría de los casos concretadas, como ser las de Marcela Losardo, Matías Kulfas, Martín Guzmán, etc.) y las renuncias de funcionarios kirchneristas. Finalmente, se produjo la ruptura.

En un país dividido entre moderados y populistas (léase kirchneristas), Alberto y Cristina crearon la grieta dentro de la grieta. El Frente de Todos, el peronismo, el sindicalismo, las organizaciones sociales piqueteras y el mismo gobierno nacional se dividieron entre “albertistas” y “cristinistas”.

Lógicamente, la grieta dentro de la coalición gobernante, acompañada de presiones y pedidos de renuncias, no contribuyeron a la buena marcha del gobierno, muy por el contrario, acentuaron los errores, las contradicciones y contramarchas. La imagen tanto del gobierno, como de las principales figuras del Frente de Todos (Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa, Máximo Kirchner) caía brutalmente en las encuestas registrando el marcado repudio de la gente.

Hoy Alberto Fernández es un presidente aislado y solitario. Sergio Massa desde el ministerio de Economía actúa como una suerte de interventor en el Gobierno, cuyas atribuciones anulan las del jefe de Gabinete, Juan Manzur y opacan el rol del presidente apartándolo de las decisiones claves para la marcha de la gestión.

Ante la debilidad del presidente, los intendentes que habían dejado sus municipios para asumir como ministros se apuraron a renunciar y retornar a sus territorios. El propio Manzur ha anunciado que dejará el cargo en marzo próximo para regresar a su provincia, Tucumán, para organizar la campaña electoral. Al parecer, nadie quiere ser el último en abandonar un barco que hace agua por todos lados.

La más clara evidencia de la soledad y falta de poder del presidente fueron dos incidentes ocurridos recientemente. El 10 de diciembre, el presidente decidió celebrar sus tres años de gobierno con un acto. Pero, la convocatoria fue frustrante. Ni la vicepresidenta, ni la mayoría de los ministros (incluido Sergio Massa) asistieron al acto, como si ellos no fueran parte del gobierno. Tampoco lo hicieron la mayoría de los gobernadores e intendentes, los líderes sindicales más relevantes, los integrantes de las organizaciones piqueteras, o las figuras mediáticas afines al gobierno.

Un tanto consternado por la escasa concurrencia al acto, Alberto Fernández, pronunció uno de sus tantos desafortunados discursos y cosecho los aplausos resignados de una cada vez más reducida claque de los aduladores de siempre.  

Para remover la imagen de aislamiento y absoluta soledad que rodea al presidente Fernández, a los pocos días se sumó la reciente negativa de la selección nacional de futbol, a su regreso triunfal de Qatar, de concurrir a la Casa Rosada para saludar a Alberto Fernández.

Este es un hecho habitual en cualquier país y se desarrolla con normalidad. Pero, no es así en la Argentina kirchnerista.

Algunos futbolistas viven en Argentina y los que juegan en ligas del exterior tienen a sus familias en el país y hablan con argentinos que se vieron forzados a emigrar por la crítica situación económica porque atraviesa el país. Por lo tanto, saben muy bien lo que ocurre en Argentina y no están dispuestos a apoyar a un presidente impopular que ha demostrado muy poca idoneidad para desempeñar el cargo.

Entonces, los jugadores de la Selección Nacional de Futbol decidieron no concurrir a saludar al presidente de la Nación y las autoridades de la AFA convalidaron esa actitud.

Frente al rechazo de los futbolistas, el debilitado presidente Fernández no tuvo ni la autoridad ni la habilidad de negociación para revertir esa decisión. Para colmó evidenció su impotencia con prolongadas y estériles negociaciones y declaraciones posteriores de despecho frente al desplante sufrido. ¡Patético! ¡Todo muy patético!

La vicepresidente condenada

A Cristina Fernández de Kirchner no le ha ido mucho mejor. Si bien logró el sobreseimiento en algunas causas, aún continúa como imputada en seis causas y en otra de ellas, la referida al direccionamiento ilegal de las obras públicas en la provincia de Santa Cruz, ha resultado condenada, en primera instancia, a seis años de cárcel, inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, costas y un abultado monto indemnizatorio.

En esta forma Cristina Kirchner se ha convertido en la primera vicepresidenta en ejercicio en ser condenada a una pena efectiva de cárcel. Independientemente de que por razones de edad quizá nunca pise un establecimiento penal, Cristina ha sufrido lo que para ella es la peor humillación: pasará a la historia como una expresidenta condenada por corrupción.

En un rapto de ira, al conocer la sentencia, anunció que no sería candidata a ningún cargo en las elecciones de 2023. Era el primer paso para un “operativo clamor” que, ella pensaba, la rescataría de la condena y la posicionaría nuevamente como candidata el año próximo. Pero, para su sorpresa, no recibió el apoyo internacional que esperaba. Otros exmandatarios se negaron a sumarse a la maniobra y brindar apoyo a una figura condenada por corrupción. Solo estaban dispuestos a tomar parte, otros expresidentes procesados por corrupción: Evo Morales y Rafael Correa.

Incluso el ex condenado y hoy reelecto presidente brasileiro Luiz Inacio “Lula” da Silva retaceo su presencia (lo mismo hicieron discretamente el uruguayo José Mujica, el español Rodríguez Zapatero y la dirigente Yolanda Díaz del partido español Unidos Podemos).

Un muy oportuno contagio de COVID sirvió para archivar disimuladamente la maniobra internacional y reemplazarla por un muy discreto acto partidario “casero”, en la provincia de Buenos Aires,

Su condena, el anuncio de prescindencia en las próximas elecciones, el alto nivel de rechazo hacia su figura que muestran todas las encuestas y la falta de una propuesta de gobierno o ideas que puedan enamorar nuevamente al electorado, han hecho que el poder de Cristina Kirchner se haya diluido considerablemente.

Aunque muchos sospechan que finalmente será candidata a algún cargo político que le garantice inmunidad frente a una detención, Cristina ya no despierta ni el amor, ni el temor de antaño dentro del peronismo. Pareciera que algunos creen que el ciclo de Cristina Kirchner ya ha concluido y que es el momento propicio para que surja un nuevo liderazgo partidario que saque al peronismo de su actual decadencia y le permita, en las elecciones de 2023, retener la mayor parte de los cargos y posiciones de poder alcanzadas. Previendo que seguramente la oposición se impondrá en esos comicios.

Tanto Alberto Fernández y Cristina Kirchner han creado una segunda grieta, esta vez dentro del Frente de Todos. Ninguno de los dos puede ser reelecto, tampoco se encuentran en condiciones de nominar a un tercero (¿Sergio Massa?) como candidato con posibilidades de alcanzar la presidencia.

Es así como el poder de presidente y de su vicepresidenta se va reduciendo con el tiempo y la proximidad de las elecciones como dos patos rengos. Solo que en Argentina, los patos rengos están cada día más solos, más aisladas y más necios.

 

 

martes, 13 de diciembre de 2022

La Academia Mohammed VI de Futbol cantera del seleccionado marroquí


El gran desempeño del seleccionado marroquí al llegar a semifinales en el Mundial de Futbol Qatar 2022 convierte al reino magrebí en la gran potencia futbolística de África y del mundo árabe capaz de competir de igual a igual con los mejores seleccionados del planeta.

El éxito del seleccionado marroquí, “los leones del Atlas”, que es el primer conjunto africano y también del mundo árabe en disputar un encuentro de semifinales en un mundial de futbol, no es un hecho fortuito, es el producto de un esfuerzo nacional planificado y sostenido en el tiempo por la Federación Marroquí de Futbol, con el decidido apoyo del Rey Mohammed VI.

El monarca alauí, entre otras iniciativas, financió la Academia Mohammed VI de Futbol, ubicada en un predio de 30 hectáreas, en Salé Al Jadida (cerca de Rabat), demandó una inversión de 140 millones de euros y cuenta con instalaciones y equipamientos homologados por la FIFA.

La Academia Mohammed VI de Futbol es una de las instalaciones de este tipo más grandes y modernas del mundo.

El complejo de entrenamiento dispone de cuatro hoteles de cinco estrellas, ocho canchas aprobadas por la FIFA -una de ellas cubierta y climatizada- y un centro médico que incluye servicio odontológico.

Actualmente, la Academia cuenta con 97 futbolistas adolescentes de entre 13 y 18 años. Los jóvenes son reclutados a los 13 años entre futbolistas que demuestran habilidades especiales y reciben en el complejo una educación integral además de la preparación física.

El objetivo de la Academia es liberar a Marruecos de la dependencia de futbolistas marroquíes formados en los clubes europeos. Actualmente, 14 jugadores del seleccionado marroquí han pasado por la Academia, entre ellos Ounahi, centrocampista del Angers de Francia, En-Nesiry, el central Nayef Aguerd del West Ham y el arquero suplente Ahmed Tagnaouti.

Claro está que los jóvenes preparados por esta institución luego pueden continuar su carrera en clubes del extranjero.

La inversión de la última década en materia de futbol ha dado sus frutos. Por primera vez en la historia, los clubes marroquíes son campeones de la Liga de Campeones Africanos tanto masculina como femenina, así como de la Copa Confederaciones masculina, la Liga Europea Africana.

Marruecos también es el campeón del Campeonato Africano de Naciones, un torneo continental en que las naciones presentan equipos formados exclusivamente por jugadores que compiten en el país.

El equipo femenino marroquí quedó segundo en la Copa Africana Femenina de Naciones a principios de este año y se clasificó para su primera Copa Femenina del Mundo. Marruecos es actualmente el único país del mundo que cuenta con dos categorías de futbol femenino totalmente profesionales.

Al igual que la selección argentina, el seleccionado marroquí cuenta con figuras que compiten en las ligas más importantes de Europa: Yassine Bounou es arquero del Sevilla de España; Nordin Amrabat es volante del Fiorentina de Italia, Achraf Hakimi es lateral del Paris Saint Germain de Francia, Hakim Ziyech es volante del Chelsea del Reino Unido y Youssef En-Nesyi en delantero del Sevilla.

El director técnico del seleccionado, en un marroquí nacido en Francia, Walid Regragui, con gran experiencia dirigiendo equipos árabes y se hizo cargo del plantel tan solo cien días antes del comienzo del mundial.

Esto demuestra que el éxito de los Leones del Atlas no es producto de circunstancias afortunadas sino del trabajo constante y la preparación llevada acabo por el deporte marroquí durante más de una década.

Esfuerzo que no podría haberse materializado de no ser por el apoyo irrestricto que le brindó el Rey Mohammed VI, que ha priorizado al deporte como un medio de mostrar al mundo el crecimiento y desarrollo de Marruecos y su creciente importancia internacional.

 

 

lunes, 12 de diciembre de 2022

Comentario del libro de Juan Manuel Abal Medina: “Conocer a Perón. Destierro y regreso”


  

Juan Manuel Abal Medina fue un protagonista de primera fila en los sangrientos sucesos de la década de 1970, como secretario general del Movimiento Nacional Peronista, ahora nos brinda sus “memorias políticas” de aquello tiempos turbulentos.

Contenido:

Juan Manuel Abal Medina integra el muy reducido grupo de los protagonistas sobrevivientes del “setentismo”, junto a Julio Bárbaro, Nilda Garré, Mario Eduardo Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Cirilo Perdía, entre otros.

En ese entonces eran jóvenes de entre veinte y treinta años en los setenta, por lo cual hoy están llegando a los ochenta años. Una buena edad para reflexionar sobre los errores y aciertos de la juventud. Es también el momento propicio para dejar a la posteridad sus memorias y recuerdos sobre los hechos vividos y en los que se desempeñó algún papel de importancia. Esos testimonios serían útiles al estudio de historia de la patria que así lo hagan.

Aunque se define peronista, Juan Manuel Abal Medina nunca dejó de ser un nacionalista católico ni se apartó de sus amigos del nacionalismo, entre los que figuran: Marcelo Sánchez Sorondo, Enrique Graci Susini, Hugo Anzorreguy, Julio Mera Figueroa, Horacio Maldonado, Luis Alberto Murray y otros más. Contrariamente a lo que muchos piensan y algunos incluso han escrito, nunca perteneció a la Tendencia Revolucionaria ni a ninguna otra agrupación interna del peronismo, mucho menos al grupo terrorista Montoneros, cofundado por su hermano Fernando.

Por el contrario, mantuvo siempre buenas relaciones con el sindicalismo vandorista de los años setenta.

En el libro -y seguramente como católico, en privado- no aprobó el secuestro y asesinato de Aramburu. Solo a modo de pobre justificación relata que, en su última reunión, antes de caer abatido por las balas policiales, su hermano Fernando, a modo de arrepentimiento le dijo: “Matar es terrible… es tremendo, o al revés: Es tremendo, es terrible…” (P. 59)

Veamos algunos aspectos de su vida.

El autor

Abal Medina nació en una familia acomodada de clase media y orientación católica conservadora. Sus padres tuvieron seis hijos: Antonio, Mario, Juan Manuel, Fernando, Pablo y María.  Curso los estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, allí se vinculó con las corrientes nacionalistas católicas muy de moda entre la juventud de aquellos años. Más tarde completó sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires donde se graduó de abogado.

Según su propio testimonio, desde sus primeros años como estudiante secundario comenzó a frecuentar, junto a su hermano Fernando, a intelectuales nacionalistas como: el padre Leonardo Castellani, los historiadores José María Rosa y Ernesto Palacio, Leopoldo Marechal y activistas como Arturo Jauretche y Alicia Eguren la esposa del delegado de Perón, John William Cooke.

Poco después ingreso a la Guardia Restauradora Nacionalista que respondía a la orientación del sacerdote Julio Meinville. ​

En 1966, se incorporó al equipo editorial de Azul y Blanco, una revista semanal que expresaba el pensamiento nacional, publicación intensamente leída en los cuarteles, que dirigía Marcelo Sánchez Sorondo, con Ricardo Curutchet como secretario de redacción. La publicación tenía como sede el estudio de Sánchez Sorondo, en la calle Charcas 684, frente a la plaza San Martín.

El 1966, Abal se convierte en secretario de redacción de Azul y Blanco y contrajo matrimonio con Cristina Moldes, ​con la que tuvo cuatro hijos. ​

Su hermano menor, Fernando, también trabajó en el periódico. En diciembre 1968, ambos hermanos participaron, junto a Marcelo Sánchez Sorondo, en la creación del Círculo del Plata. Un grupo de amigos que empezó a reunirse para reflexionar, en la calle Bolívar 887 del barrio porteño de San Telmo.

Fernando Abal Medina, por influencia del exseminarista Juan García Elorrio, Alicia Eguren y John W. Cook viajó, en 1967, a Cuba junto a Norma Arrostito y Emilio Maza para recibir entrenamiento guerrillero. A su regreso fundaron, en 1970, la organización terrorista Montoneros. Fernando Abal Medina, pronto fue su primer líder, participando el 29 de mayo de 1970, del “Comando Juan José Valle” que secuestró y asesino al expresidente de facto, general Pedro Eugenio Aramburu. Se creé que fue Fernando Abal medina quien ultimó al militar en un sótano de la estancia “La Celma”, en la localidad de Timote. El 7 de septiembre de ese año resultó muerto, junto a Carlos Gustavo Ramus, en un enfrentamiento con una brigada policial en una pizzería de la localidad de William Morris, provincia de Buenos Aires.

Después de la muerte de su hermano Fernando, Juan Manuel comenzó a frecuentar círculos peronistas sin abandonar nunca sus ideas nacionalistas. Así se relacionó con Antonio Cafiero, Lorenzo Miguel, José Ignacio Rucci y otros.

En 20 de enero de 1972, se entrevistó por primera vez con Juan D. Perón en su quinta de “17 de octubre”, en el madrileño barrio de Puerta de Hierro. Sería el primero de muchos viajes.

En agosto de 1971, Lanusse había anunciado los preparativos de las inminentes elecciones, y pese a su intención original de que los peronistas fueran excluidos, permitió a los tribunales legalizar al peronismo el 26 de enero de 1972. ​

Perón nombró a Abal Medina secretario general del Movimiento Nacional Peronista, el 25 de junio de 1972, aun sabiendo los lazos que unían al joven abogado con los militares y la derecha nacionalista. Perón entendía que el nombramiento de un hermano del fallecido Fernando Abal Medina sería un claro mensaje de apoyo a lo actuado por Montoneros y una amenaza de radicalización hacia los militares. Pronto descubrió que Abal Medina, con sus contactos militares, también era un elemento útil para su estrategia de volver al poder.

Abal Medina cumplió un papel central en el retorno de Juan D. Perón el 17 de noviembre de 1972. También fue el encargado de comunicar a los distintos sectores del Movimiento Peronista que Perón había designado la fórmula Héctor J. Cámpora – Vicente Solano Lima para representar al Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) para competir en las elecciones de marzo de 1973.

Dirigió el proceso de selección de los más de 3.500 candidatos del FREJULI para gobernadores, legisladores nacionales y provinciales, intendentes y concejales en el interior del país. Los candidatos en la provincia de Buenos Aires y en la entonces Capital Federal, fue responsabilidad de Héctor J. Cámpora y Alejandro Díaz Bialet. Fueron los primeros comicios que se llevaban a cabo, en la Argentina, desde 1965.

Abal Medina apoyó la decisión de Perón de designar a su esposa María Estela Martínez Carta como compañera de fórmula en las elecciones de septiembre de 1973, tras la renuncia de Cámpora.

Perón murió en julio de 1974 y su esposa asumió la presidencia; durante su mandato se deterioró la situación económica con una ascendente inflación en tanto se sucedían actos de violencia por parte de las organizaciones terroristas, PRT-ERP, Montoneros y la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Finalmente, la situación hizo eclosión con el golpe de Estado, del 24 de marzo de 1976, que dio paso al Proceso de Reorganización Nacional.

La mayoría de los legisladores y otras figuras políticas tenían conocimiento de la inevitabilidad del golpe y algunos de ellos adoptaron previsiones para no ser detenidos. El caso más célebre en este sentido fue la fuga del secretario general de la CGT, el sindicalista textil Casildo Herrera, quien se exilió en Uruguay. Desde allí, respondió a un periodista que le preguntó por la situación en Argentina con una frase lapidaria: “Ah, no se. Yo me borré”.​

Abal Medina trabajó en su profesión de abogado en el Estudio Ramos Mejía hasta el 23 de marzo y a partir del golpe permaneció refugiado durante un mes en distintos domicilios hasta que, acompañado por su hermano Pablo y por su pareja, Nilda Garré, pidió asilo en la Embajada de México en Argentina, donde permaneció hasta que se le permitió salir del país, en 1982, durante el conflicto de Malvinas. Compartió el asilo en la embajada de México con Héctor J. Cámpora, a quien se le permitió viajar a México, en 1980, donde murió poco después.

La liberación de Cámpora fue producto de una suerte de intercambio de refugiados. México permitió la salida de un grupo de militares argentinos refugiados en la embajada argentina en ciudad de México.

Por decisión del comandante en jefe del Ejército, general Leopoldo Fortunato Galtieri, un comando especial de militares argentinos acompañados del terrorista montonero arrepentido Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela, viajaron a México, el 16 de enero de 1978, con el propósito de irrumpir en una reunión de la cúpula de Montoneros y eliminar a los miembros de la conducción nacional de la organización terrorista.

Sin embargo, Tucho Valenzuela alertó a los dirigentes montoneros del peligro que corrían quienes a su vez alertaron a las autoridades mexicanas. Los improvisados asesinos debieron refugiarse en la embajada argentina​.

Ambos gobiernos acordaron intercambiar refugiados: Cámpora, por ese entonces gravemente enfermo de cáncer, por los miembros del comando militar retenidos en México.

Abal Medina también se radicó en México. Según Wikipedia, una fuente no muy confiable, especialmente porque encontré algunos errores en su reseña biográfica, distanciado de Nilda Garré, “tuvo un puesto menor en la Secretaría de Tráfico y Transporte, y serviría como agente del CISEN (Inteligencia del Estado Mexicano), entre 1988 y 1994, dirigido por el secretario de Gobernación, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios. Está cercano al Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.

También mantendría una estrecha amistad con Cuauhtémoc Lázaro Cárdenas Solórzano, exjefe de gobierno del Distrito Federal y exgobernador de Michoacán y fundador del Partido de la Revolución Democrática (PDR) y se habría entrevistado en varias ocasiones con Fidel Castro.

Estableció un exitoso bufete de abogados en México, que más tarde abrió oficinas en España y Argentina. El director general de Telmex, el multimillonario, Carlos Slim, contrató a Abal Medina como lobista para sus crecientes intereses en la Argentina, y en 2007, fue invitado por el presidente argentino saliente Néstor Kirchner para unirse al Gabinete de su esposa y sucesora, Cristina Fernández. Juan Manuel adujo el empeoramiento de sus problemas respiratorios y rechazó el ofrecimiento; sin embargo, suele visitar a menudo Argentina. ​

Su hijo mayor, Juan Manuel desempeñó cargos en ambas gestiones del matrimonio Kirchner como jefe del Gabinete de ministros de la Nación hasta enero de 2014. ​Luego asumió como senador por el Frente de la Victoria. Distanciado de Cristina Kirchner se sumó a las filas de Florencio Randazzo, en 2021 y, en diciembre de 2022, se incorporó al gobierno de Alberto Fernández.

El libro

El texto incluye un total de 398 páginas distribuido en tres prólogos (de Hernán Brienza, Elena Castiñeira de Dios y del autor, respectivamente), 29 capítulos y 7 anexos, con numerosas ilustraciones. Las imágenes reproducen fotografías de personas, publicaciones o documentos. Son de baja calidad de impresión. No hay bibliografía y tan solo alguna que otra cita bibliográfica.

El relato, tras una breve introducción sobre la familia Abal Medina y los orígenes de la militancia política del autor y de su hermano Fernando, es una memoria política de los sucesos ocurridos entre el secuestro y asesinato del general Pedro E. Aramburu (29 de mayo de 1970) y la muerte del general Juan D. Perón (1º de julio de 1974).

Por lo tanto, no trata ningún hecho posterior, como su prolongado asilo político en la embajada de México en Buenos Aires (1976 – 1982). O su autoexilio en México.

No encontré en el relato ninguna información nueva. La mayoría de los hechos relatados están consignados en los trabajos publicados por otros autores, en especial, en los libros de Juan Bautista “Tata” Yofre.

Al final de su vida y aquejado por una seria dolencia, Abal Medina nos cuenta sobre su relación personal con Juan D. Perón. Su relato incluye muchas conversaciones personales e íntimas con Perón y otros dirigentes de la época: Antonio Cafiero, Marcelo Sánchez Sorondo, Jorge Antonio, el “Gallego” Alejandro Álvarez, Rodolfo Galimberti, los sacerdotes Leonardo Castelani, Julio Meinville, Hernán Benítez y Carlos Mujica, los sindicalistas José I. Rucci y Lorenzo Miguel, el expresidente Héctor J. Cámpora, sus hijos y su hombre de confianza: Esteban Righi, entre otros.

Lamentablemente, todos estos personajes han fallecido y solo tenemos la versión Abal Medina sobre esas conversaciones.

Entre los pocos datos que yo desconocía y que consigna Abal Medina figuran los siguientes:

-       En 1972, Juan Manuel Abal Medina contaba con informantes entre los generales de Lanusse que le permitieron a Perón saber que pensaba y que medidas se disponía a adoptar el presidente de facto, general Lanusse. En esta forma, por ejemplo, Perón se enteró del viaje a Madrid del coronel Francisco Cornicelli para intentar negociar con él, quince días antes de que se comunicara su delegado personal de entonces Daniel Paladino.

 

-       Abal Medina brinda una versión menos idílica de la que suelen presentar otros autores de las relaciones entre Perón y el líder radical Ricardo Balbín. Perón, en privado, reprochaba a Balbín que no condenara la violencia ejercida contra el peronismo, en especial, las bombas del 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo que mataron a siete manifestantes peronistas (hecho que suele atribuirse a un grupo de jóvenes estudiante universitarios radicales entre los cuales se habrían encontrado Arturo Mathov, Roque Carranza, Carlos Alberto González Dogliotti, los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse, con el apoyo del capitán Eduardo Thölke, quien habría suministrado los explosivos) y el bombardeo de Plaza de Mayo, por parte de aviones de la Aeronáutica y de la Aviación Naval que dejó un saldo de cerca de cuatrocientos muertos.

Además, Perón desconfiaba de los acuerdos y conversaciones secretar entre Ricardo Balbín, el ministro del Interior, el radical Arturo Mor Roig y el general Alejandro A. Lanusse, sospechaba, con razón, de que estaban destinados a crear un armado legal que impidiera el triunfo del peronismo en las elecciones de 1973.

 

-       Perón sentía una debilidad especial por Rodolfo Galimberti y trato de evitar su radicalización e intentó apartarlo de los Montoneros. No obstante, pudo más la vocación de Galimberti por la acción directa y su pasión por las armas.

 

-       En la página 101, Abal Medina coloca en boca de Perón el siguiente análisis sobre el papel que jugaron los Montoneros con el asesinato de Aramburu: “Con un gesto, sacó de la conversación esos temas y comenzó un resumen excelente de lo sucedido en la Argentina desde el golpe de 1966 en adelante. Señaló al Cordobazo como un momento crítico para el peronismo, porque por primera vez la protesta popular se daba al margen del movimiento y sin una participación masiva de dirigentes y militantes propios.

“Según su información, que era coincidente con la que yo contaba, lo mismo podía decirse de las derivaciones en otras provincias. Es decir, para principios de 1970 el peronismo había quedado en una posición difícil, con el protagonismo opositor en otras manos y con las filas propias, especialmente las sindicales, divididas y desorganizadas. Lo único positivo de ese momento que señaló el General era la participación de sus delegados -primero Gerónimo Remorino y luego Jorge Paladino- en pie de igualdad en las conversaciones previas de lo que luego sería La Hora del Pueblo y su agrupación una vez creada.

“Esta situación fue modificada de manera abrupta, según su opinión, por los hechos de 1970 y centralmente por el ajusticiamiento de Aramburu. Al tocar el punto, reiteró la absoluta falsedad de las versiones que circularon y continuaban circulando respecto a supuestas negociaciones suyas con Aramburu.”

 

-       En distintos momentos del libro, Abal Medina menciona que Perón trató por diversos medios y a través de la intervención de varios personajes, de disuadir a los jóvenes de la Tendencia Revolucionaria de dejar la lucha armada para integrarse al Partido Justicialista y a una militancia pacífica y tradicional. También trato de poner fin a los ataques que este sector llevaba a cabo contra le sindicalismo peronista (a quienes tildaban de “burocracia sindical”). Pero todos sus esfuerzos resultaron infructuosos.

De todas formas, Perón evitó el choque frontal con la Tendencia Revolucionaria hasta después de las elecciones de septiembre de 1973. Dos días más tarde, tras el asesinato de José I. Rucci, Perón cambio de aptitud con respecto a la “juventud maravillosa”.

-       Abal Medina también refiere que Perón conocía que la izquierda no peronista iba a forzar la liberación de los presos políticos en el penal de Devoto, el mismo día de la asunción del presidente Héctor J. Cámpora, pero no le advirtió a su antiguo delegado personal ni ordenó que se adoptaran medidas de seguridad adicionales para impedirlo.

Solo dio instrucciones terminantes a Abal Medina de evitar por todos los medios que los grupos terroristas de izquierda (en especial el PRT-ERP que había anticipado su intención de continuar sus actividades guerrilleras bajo la consigna “el 25 en la calle, el 26 en la trinchera”) se quedara con el redito político de haber liberado por la fuerza a los presos políticos. De allí la presencia de Juan Manuel Abal Medina, acompañado del diputado Julio Mera Figueroa, en el penal de Devoto, durante la noche del 25 de mayo de 1973, firmando la liberación de los presos políticos (páginas 282 y 284)

 

-       Lo mismo ocurrió con la toma de edificios públicos después de la asunción de Cámpora. Perón sabía que ocurriría, pero no advirtió a Cámpora ni adoptó ninguna medida para impedirlo.

Aunque no lo menciona, porque el autor en el libro no habla mal de ninguna persona, con excepción de José López Rega, su relación personal y su opinión de Héctor J. Cámpora y de su entorno no parecen ser muy buenas. Resulta un hecho peculiar, en especial por que compartieron cuatro años de encierro forzado en la embajada México, entre 1976 y 1980, en que el expresidente fue liberado.

 

-       Como información menor y singular, Abal Medina relata que Norma Arrostito resultó herida de bala en las piernas durante los enfrentamientos armados entre facciones peronistas al regreso del general Perón, el 20 de junio de 1973.Trasladada al hospital de Ezeiza, Abal Medina la rescató y la hizo atender por médico amigo en una clínica privada para su seguridad.

 

-       Por último, Abal Medida niega dos hechos que figuran en varios libros. El primero es haber sufrido algún tipo de atentado o accidente entre 1972 y 1974 como se consigna, por ejemplo, en Wikipedia.

Otra cuestión que niega es haber intervenido o propiciado la candidatura a senador de Marcelo Sánchez Sorondo. Atribuye esa decisión exclusivamente a Héctor J. Cámpora y a su pariente y “armador” de las listas de candidatos del FREJULI en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, Alejandro Díaz Bialet.

Recordemos que el segundo candidato a senador por la Capital Federal era el nacionalista conservador Marcelo Sánchez Sorondo, quien resultó finalmente derrotado en segunda vuelta por un joven y desconocido candidato radical: Fernando de la Rúa. Según algunas versiones, en esa ocasión, la Tendencia Revolucionaria ordenó a sus militantes votar por de la Rúa.

 

Evaluación Final

 

El libro es de fácil y agradable lectura. No sobran palabras ni adjetivos. Un relato directo, claro y sencillo sin pretensiones literarias ni académicas.

 

Aunque no aporta elementos nuevos a la historia ya conocida, seguramente el lector no especializado disfrutará su lectura.

 

Es un libro ideal para que lean los amantes de la historia y la política argentinas en estas vacaciones. Lo recomiendo totalmente.

 

Sería de mucho interés que en otro libro Juan Manuel Abal Medina nos contara los pormenores de su cautiverio en la embajada de México y otros aspectos de su intensa vida.