viernes, 27 de diciembre de 2013

¿SON MENOS INTELIGENTES NUESTROS NIÑOS?




¿SON MENOS INTELIGENTES NUESTROS NIÑOS?

 por el Dr. Adalberto C. Agozino

Hace treinta y cinco años que ejerzo la docencia. En la Universidad transité todos los peldaños de la carrera docente: desde la categoría de “alumno-ayudante” hasta alcanzar la dirección de una carrera de posgrado. Durante los últimos quince años he ejercido simultáneamente la docencia de nivel medio en un instituto de la provincia de Buenos Aires donde actualmente doy clases de historia y sociología.

Varios años antes de la crisis de diciembre de 2001 comencé a percibir que el rendimiento escolar de mis alumnos descendía marcadamente año tras año. Simplemente ya no podía enseñar la totalidad de los contenidos que había impartido el año anterior. Las preguntas de los alumnos se tornaban más elementales. Al mismo tiempo su nivel de comprensión y la calidad de su redacción y vocabulario se hacían más pobre. En consecuencia, el porcentaje de alumnos aprobados sobre el total de estudiantes descendía también año a año.

Entonces comencé a preguntarme porqué sucedía esto. Era acaso que nuestros hijos y nietos eran menos inteligentes que nosotros a su edad. Resulta evidente que no. Alumnos que reprobaban en historia o sociología, que su letra era ilegible y que sus escritos estaban plagados de errores ortográficos, demostraban otras capacidades no aprendidas en la educación formal.

Estos alumnos dominaban ampliamente la tecnología en un nivel inaccesible para mí y para la mayoría de los miembros de mi generación. Eran capaces de programar un celular inteligente en minutos y sin consultar el manual. Empleaban más “utilidades” de los mismos en un proceso que estaba vedado para mi nivel de inteligencia y capacidad de adaptación.

Más humillante para mí era comprobar como dominaban sus ordenadores. Hacían páginas web, retocaban imágenes y las “subían” a Facebook; realizaban creativos “power point” sobre temas históricos seleccionando e incorporando textos, imágenes y sonido. Muchas veces yo tardaba más tiempo que ellos en armar este tipo de presentaciones y casi siempre las mías eran más elementales y aburridas que las de ellos.

El acontecimiento que evidenció aún más que las nuevas generaciones poseen una inteligencia superior a aquellas que le precedieron fue ver a mi nieto de tan sólo ocho años manejar su consola de juegos Playstation 4. No solo dominaba con una destreza apabullante este mecanismo, pasaba rápidamente de nivel a otro, sabía reconocer las capacidades del armamento que seleccionaba, etc. No sólo me daba lecciones de como jugar y por supuesto me derrotaba humillantemente en cada juego.

Yo me vi obligado a refugiarme en mi viejo tablero de ajedrez -donde gracias al auxilio de las enseñanzas del maestro Capablanca- aún conservo la supremacía. En especial, después de que comenzó a derrotarme sistemáticamente en las partidas de “dominó”.

Pero que ocurría cuando los jóvenes debían ejercer lo que podríamos denominar destrezas tradicionales. Los mismos adolescentes que dominan el campo tecnológico, son incapaces de leer con soltura, no comprenden muy bien lo que han leído, son pésimos realizando operaciones de multiplicación o división por varias cifras si no cuentan con sus máquinas calculadoras. No pueden realizar operaciones mentales de suma, resta o multiplicación.

Al mismo tiempo su desinterés por la lectura es total. No leen ni diarios ni revistas. Es más en la mayoría de los hogares no ingresan ediciones papel de estas publicaciones. Tampoco son muy afectos a la televisión o el cine. De escribir ni hablar. Ignoran lo más elemental en cuanto a la correcta conjugación de verbos, son incapaces de determinar cuándo debe emplearse las mayúsculas o la tilde –o acento-, emplean a mansalva la “h”, confunden la “v” con la “b” y la “c” con la “s”.

Si alguien quisiera averiguar con precisión la caída en las habilidades académicas de los niños actuales. Podría por ejemplo seleccionar algunos ejercicios del célebre “Manual de Ingreso”. Este texto se empleó hasta 1983 para preparar y elaborar los exámenes de ingreso a los colegios de enseñanza pública de la ciudad de Buenos Aires.

Tal como recordaran los argentinos de mi generación, históricamente los alumnos que completaban sus estudios primarios –en ese entonces de 1º a 7º grados de la escuela elemental no podían inscribirse directamente como alumnos de los colegios públicos de enseñanza media, tampoco en las escuelas privadas más prestigiosas.

Los candidatos debían obtener su vacante en estos establecimientos aprobando un riguroso examen de ingreso. Eran examinados en matemáticas y lengua castellana y en los colegios más prestigiosos la evaluación comprendía además contenidos de historia y geografía. Finalmente las vacantes se asignaban por riguroso orden de mérito. Quienes fracasaban en ese examen debían optar por las escuelas públicas o privadas de menor prestigio o nivel de exigencia donde no se cubría la totalidad de las vacantes. Usualmente nadie se quedaba sin acceso a la educación. El alumno de menor rendimiento se veía obligado a concurrir a establecimientos más alejados de su lugar de residencia, debía elegir los turnos menos concurridos –por la tarde o noche- o a escuelas privadas de bajos aranceles y menor exigencia.

No obstante, todos los años los padres de los alumnos reprobados en los exámenes de ingreso hacían oír sus quejas por exámenes que consideraban demasiado rigurosos y hasta discriminatorios.

El 1983, llegó la democracia con la que “se come y se educa”. Sin meditar acabadamente la dimensión de los cambios que se estaban realizando y al calor del “destape” después de años de un régimen represivo se procedió a “democratizar la educación”. De un plumazo se suprimió el uniforme escolar y las reglas de aseo personal de las escuelas públicas, las calificaciones con nota numérica fueron reemplazadas por el igualitario “alcanzó” y “no alcanzó”; se suprimió el elitista “cuadro de honor” en los colegios. Además, el abanderado de cada establecimiento dejó de ser el alumno con más altas calificaciones. Este galardón fue otorgado en “votación democrática” al alumno considerado “mejor compañero”. Este cambio también suprimió el odiado “examen de ingreso” en las escuelas secundarias públicas. Para no ser menos las universidades suprimieron también los exámenes de ingreso a sus claustros. En algunos casos cambiándolo por un curso anual de nivelación. Como el Ciclo Básico Común implementado en la UBA.

La educación debía ser para todos, sin restricciones y sin considerar si el alumno estaba capacitado o no para acceder al nivel superior de enseñanza. Sólo algunos colegios como el Nacional de Buenos Aires, el Carlos Pellegrini o los Liceos Militares mantuvieron el sistema tradicional de exámenes de ingreso y retuvieron su calidad educativa.

Fue el principio del fin para la excelencia educativa de la Argentina. Luego vino la condena a la enseñanza considerada conductista, repetitiva y universalista. Precisamente ese tipo de enseñanza que posibilitó al país obtener cinco premios Nobel. Una cantidad de personalidades premiadas que no la podido igualar ninguna otra nación del Tercer Mundo. Una educación que produjo personalidades como las de Leopoldo Lugones, Jorge L. Borges, Julio Cortazar, René Favaloro y muchos otros.

A partir de entonces, cuando los distintos funcionarios que dirigieron la educación argentina en los diversos gobiernos que se sucedieron comenzaron a experimentar con teorías pedagógicas cuya validez para la transmisión de conocimientos no estaban debidamente comprobadas. En muchos caso los funcionarios elaboraban planes de estudio para un alumno teórico muy distinto del que poblaba las aulas. También fallaba el diagnóstico sobre el docente promedio. Los sindicatos docentes impulsaban un descenso en las exigencias y titularizaciones masivas de docentes que luego se atrincheraban en los privilegios de la estabilidad del cargo. Hasta las condiciones edilicias y las capacidades técnicas de los establecimientos educativos oficiales fue descuidada por años.

La gota que colmó el vaso fue la modificación del sentido último de la escuela pública. La escuela dejó de ser un establecimiento destinado a la educación para transformarse en ámbito de “contención social”. Más importante que impartir conocimientos era brindar alimentación a los niños o alejar a los adolescentes de los peligros de la calle y la falta de empleo.

El alumno dejó de ir a la escuela para adquirir un mayor nivel educativo y obtener capacidades que lo ayudaran a tener un futuro con mejor calidad de vida. Algunos padres enviaban a sus hijos a la escuela tan sólo para asegurarles el acceso a un plato de comida o para mantenerlos alejarlos de las malas compañías mientras ellos debían concurrir a sus trabajos.  

Retener al alumno en las aulas a cualquier costo se convirtió en el objetivo central de docentes y directivos. No importaba mucho si los estudiantes aprendían o no sólo, era suficiente con que asistiera pasivamente a las clases. Tampoco se prestaba demasiada atención a si el alumno molestaba a otros o desalentaba con su indiferencia a los alumnos que realmente deseaban aprender.

Lo importante era que el alumno asistiera a clase, que figurara en las estadísticas como estudiante y no como “desempleado”. Por eso se buscaba demorar por los más diversos procedimientos el ingreso de los jóvenes al mercado laboral.

Así gradualmente arribamos a la situación actual. En que con elevados presupuestos educativos, año tras año, el alumno argentino disminuye su rendimiento en las pruebas PISA.

Pero no es solo se presenta el problema del descenso en las pruebas de calidad educativa. Hay que considerar que el alumno que con grandes deficiencias en su formación concluyó sus estudios secundarios hace diez años es el docente de hoy.

Algunos de mis alumnos de escaso rendimiento escolar en el pasado son hoy mis colegas en el mismo establecimiento del que egresaron hace menos de una década.

Es así como las causas de la decadencia argentina está en el descenso educativo, en la mediocridad de sus jóvenes profesionales; docentes, abogados, médicos, contadores, etc. Porque los errores y deficiencias que un alumno sufre en un nivel educativo no se superan totalmente en el nivel siguiente.

Los errores en la “lecto – escritura” no se superan fácilmente en la escuela media, las deficiencias de comprensión de texto, la falta de vocabulario y la poca capacidad de análisis y comprensión retrasan el aprendizaje en la universidad.

En esta forma, el graduado universitario termina por egresar sin contar con todas las capacidades necesarias para el correcto desempeño de su profesión. No importa, el sistema ha ideado una larga oferta de posgrado –especializaciones, maestrías, doctorados y hasta posdoctorados- para permitirle a los jóvenes profesionales alcanzar el mismo nivel de conocimientos e idoneidad que hasta hace dos o tres décadas obtenía cualquier recién egresado de una carrera de grado. Con la ventaja adicional de retrasar un par de años más el ingreso del joven profesional al mercado de trabajo.

En síntesis, nuestros niños son más inteligentes pero el sistema educativo vigente produce profesionales de menor idoneidad laboral. Por lo tanto, si no revertimos rápidamente la crisis de nuestro sistema educativo y si seguimos experimentando e improvisando en este campo nuestro destino como nación seguirá seriamente comprometido.  

EN DEFENSA DE LOS LICEOS MILITARES



El Autor de este blog es egresado del Liceo Militar Gral  San Martín, (Bachiller y Subteniente del arma de Infantería, promoción 29) por lo cual se hace solidario con los reclamos de sus camaradas y de muchos otros argentinos que sin haber tenido la fortuna de estudiar en los claustros de estas instituciones comprenden sin embargo su importancia y ejercen su derecho constitucional de peticionar a las autoridades y expresar libremente sus ideas por la prensa. 


lunes, 16 de diciembre de 2013

CEDER NUNCA, RENDIRSE JAMÁS


CEDER NUNCA, RENDIRSE JAMÁS

Por el Dr. Adalberto C. Agozino

Los saqueos ocurridos en la primera quincena de diciembre terminaron con el intento de apertura impulsada por la Liga de Gobernadores y dejaron al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en un estado de anomia y al partido peronista en una situación de empate técnico.

La dura derrota del “cristinismo” en las PASO y la posterior enfermedad de la Presidente proyectaron al centro del escenario político a un conjunto de gobernadores peronistas que tras obtener holgadas victorias electorales en sus provincias se sintieron en capacidad de orientar la agenda gubernamental en la etapa final del kirchnerismo.

Esa percepción los llevó a realizar una reunión cumbre en la ciudad de Corrientes, el jueves 29/8/2013, de donde surgió un plan de acción tendiente a garantizar la gobernabilidad del país en la etapa institucional que se iniciaba y permitir que Cristina Fernández fuera sucedida por otro presidente peronista. Los gobernadores estaban especialmente preocupados por las condiciones en que asumiría el próximo gobierno.

Como estimaban que sin lugar a dudas el sucesor de Cristina sería otro peronista, en modo alguno querían que el futuro presidente se encontrara con una suerte de “bomba de tiempo” que hiciera prácticamente imposible la gestión del próximo gobierno.

El 10 de diciembre de 2015 finalizará el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, pero el peronismo –y muchos de los actuales gobernadores- seguirá gobernando. Los caudillos provinciales estimaban que para garantizar la gobernabilidad futura era menester realizar en forma urgente rectificaciones al “modelo”.

Cristina, entonces golpeada, tanto por la pérdida de veinte puntos en su caudal electoral de dos años atrás, como por serios problemas de salud, decidió ganar tiempo. Se resignó a ver partir a unos pocos de sus colaboradores favoritos. Pero cuando algunos la consideraban definitivamente derrotada, ella sólo se había replegado tácticamente para recomponer fuerzas.

Cristina no había cambiado ni estaba derrotada. En su naturaleza íntima no están ni la autocrítica ni el sentimiento de derrota. La Presidente parece creer que finalmente las crisis se superan con el tiempo y que la derrota sólo sobreviene si se muestra debilidad.

Los hechos parecieron darle la razón. Fue suficiente con que el gobierno nacional dejara sólo a los gobiernos provinciales, en el momento en debían enfrentar los reclamos salariales de sus fuerzas policiales y la ola de saqueos y vandalismo que le siguió, para revertir la correlación de fuerzas.

En poco más de 48 horas el vendaval de la protesta social barrió el poder acumulado por los gobernadores peronistas tras la victoria electoral de octubre. Acorralados, los caciques provinciales entraron en crisis. Fue evidente que no contralaban la situación en sus provincias tanto como ellos pensaban y que dependían de la buena voluntad del gobierno central más allá de lo que crían.

Fue suficiente con que desde Olivos retacearan el envío de fuerzas federales de seguridad a las provincias para que el Interior del país estallara. Para hacer aún más crítica la situación de los mandatarios locales desde Buenos Aires les llegaron claras señales de que no contarían con respaldo financiero adicional para hacer frente a los compromisos sociales contraídos con el personal policial.

Actualmente, los gobernadores peronistas parecen más dependientes que nunca del gobierno nacional y cualquier asomo de independencia o reclamo de correcciones en el “modelo” se ha esfumado. Es suficiente con ver el cambio de actitud y de discurso del jefe de Gabinete para percibirlo.

Sin embargo, Cristina Fernández tampoco fue capaz de recuperarse totalmente del traspié electoral y sus consecuencias posteriores. Sin un plan para el período de transición. Sin ideas frente al desmadre económico y ante la falta de un claro sucesor que garantice, a partir del 2015, una retirada del poder sin sobresaltos ni represalias, el gobierno se encuentra paralizado.

Además, tarde o temprano las esquirlas de las crisis provinciales terminarán por alcanzar al gobierno nacional.

La puja salarial (tan sólo los aumentos prometidos a las policías provinciales demandaran otros 25.000 millones de pesos anuales a las arcas del Estado), el desborde del gasto fiscal, la brutal caída de las reservas (desde el cepo al dólar se perdieron 15.000 millones de dólares de las reservas) y otros males que aquejan a la economía, provocaron una desaforada emisión de moneda sin respaldo real y despejan el camino hacia el abismo de la hiperinflación.

Mientras su imagen se derrumba en las encuestas (en los últimos días perdió 12 puntos en su imagen positiva), las falsas y costosas victorias comiteriles y los injustificados y desmesurados festejos, la verdad es que Cristina Fernández no sabe como salir del atolladero en que ha metido a su gobierno.

Por lo tanto, a falta de un plan coherente, parece haber transmitido a sus huestes claras reglas de empeñamiento: cerrar filas y aguantar lo que venga. La consigna es ceder nunca, rendirse jamás.

viernes, 13 de diciembre de 2013

COMENTARIO SOBRE “GEOPOLÍTICA DEL SÁHARA-SÁHEL” DEL PROFESOR ADALBERTO AGOZINO


COMENTARIO SOBRE “GEOPOLÍTICA DEL SÁHARA-SÁHEL” DEL PROFESOR ADALBERTO AGOZINO

Columnista Invitado: Embajador Juan José Santander

Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales

Bs. As. 4 de diciembre de 2013
 
Considero que el mérito principal de este libro es su actualidad. Efectivamente, el autor ha tomado en consideración para su análisis noticias del presente año, lo que le confiere a sus reflexiones una inmediatez y actualidad no frecuentes en este tipo de elaboraciones.

Más allá de ello, el área de que se ocupa, esa banda que atraviesa el territorio del continente africano del Atlántico al Cuerno de África, además de todas las consideraciones y ponderaciones que sus circunstancias merecen en razón del alcance que sus repercusiones e implicancias tienen o pueden llegar a tener para el mundo en su totalidad, es la vastedad de su extensión.

Para ilustrarlo de manera directa, esos más de doce millones de kilómetros cuadrados que abarcan el Sáhara y el Sáhel en su conjunto, equivalen a alrededor de cuatro veces la superficie de la India, o poco más de cuatro la de Argentina. Tres cuartos corresponderían grosso modo al Sáhara y un cuarto al Sáhel.

Esas circunstancias a las que nos referimos asumen dos aspectos, unos permanentes y otros por los que atraviesa el área en este momento de nuestra historia.

Entre los permanentes cabe destacar sin duda los recursos naturales, todos de importancia estratégica pero algunos de ellos, como el uranio o el petróleo, de singular incidencia en la actualidad, impulsada por los intereses de las potencias, grandes y medianas.

También la situación geopolítica de una franja continental que une el Atlántico con el Golfo Arábigo y los confines del Índico, que está subploblada y cuyo territorio ha sido y es, por la falta de poder efectivo de control por parte de los Estados que la comprenden y sus adyacentes, paso franco para cualesquiera tráficos o desplazamientos, tanto de poblaciones como de grupos con propósitos específicos.

Estimo que discriminar la legalidad o ilegalidad de esos movimientos carecería de sentido para sus protagonistas, y del punto de vista de las autoridades nominalmente responsables, de eficacia en sus resultados, en caso que tuvieran la voluntad de actuar contra ellos, en función de sus capacidades reales.

Derivado de ello, naturalmente desembocamos en las circunstancias que al presente afectan ese territorio: el terrorismo y los tráficos de armas, drogas y personas, a menudo íntima e inextricablemente ligados.

El Profesor Agozino pone especial énfasis en el sector occidental de esta franja, donde persiste uno de los conflictos originados en el proceso de descolonización emprendido a partir de la segunda post guerra y continuado a través de la llamada ‘guerra fría’, que asumió consecuencias particulares para el África, dado el impacto que en este continente habían tenido previamente las ambiciones y el accionar de las potencias europeas, de manera singular a partir del Congreso de Berlín en los años ’80 del siglo XIX.

Nos referimos a la cuestión del Sáhara Occidental, uno de los últimos en ser liberados por la potencia colonial, en este caso España.

El Profesor Agozino expone con claridad y sólidos argumentos no sólo esa situación sino también los riesgos que su persistencia implica, particularmente por su ubicación geoestratégica en una de las puntas de esta banda territorial potencial y actualmente de suyo conflictiva, y que ha mostrado hasta el presente ser incontrolable.

La obra expone, por lo demás, la incidencia de otros conflictos, que podríamos aventurarnos a calificar de endémicos, arraigados en diferencias étnicas, históricas, culturales, religiosas y de recursos económicos, que tiñen en mayor o menor medida a todos y cada uno de los Estados que componen el conjunto que nos ocupa.

Cada país –conviene señalar que aunque se trate de entidades cuya historia se pierda en el tiempo, su independencia actual formal y efectiva data de décadas solamente,- o cada gobernante, ha tratado con mayor o menor éxito de conciliar esas diferencias e integrar sus poblaciones y territorios.

Algunos, como Mali o Somalia –sin aspirar a una nómina excluyente-, se debaten hoy día en situaciones que por su gravedad han dado lugar a intervenciones foráneas, a menudo por potencias que buscan preservar sus intereses más que atender a necesidades humanitarias, o incluso masacres y desastres.

En todo caso, esas intervenciones, más allá de sus siempre azarosos resultados finales y colaterales, nos plantean el dilema que implica decidir por otros su destino. Sea esto dicho con toda consideración y respeto por los buenos deseos y aspiraciones de quienes las promueven aduciendo esa asistencia humanitaria como propósito.

En cuanto a acciones recientes de los gobiernos en el área, el caso del Reino de Marruecos merece destacarse por su gestión de dos circunstancias potencialmente conflictivas y delicadas: la de las normas sociales desde el punto de vista del Islam y la de la diversidad de orígenes bereberes o árabes entre su población, incluída la lingüística y cultural.

En el primero de estos casos, la reforma de la Mudáuana, o Código de Familia, instaurada a comienzos de su reinado por el actual monarca, Mohammad VI, continuando iniciativas de su predecesor, Hassán II, tiene la peculiaridad de que cada una de las modificaciones o precisiones es introducida por una cita del Qurán Al Karim o de la Sunna -conjunto de tradiciones-, que la justifica, sustenta y fundamenta.

Ello ha permitido su recepción favorable y su aceptación por la sociedad, mayoritariamente musulmana.

En el segundo caso, la cuestión bereber o, más propiamente, amazigh, que es el nombre que este conjunto humano se da a sí mismo, ha sido abocada reconociendo estatus oficial a su lengua, adoptando un alfabeto para su escritura y disponiendo su aprendizaje a partir de la enseñanza primaria en las regiones del Reino donde esta lengua es de uso corriente o principal, asumiendo el carácter de lengua materna.

Éstas, entre otras medidas, además de preservar un bien cultural que integra el acervo marroquí, han sin duda contribuido a integrar armoniosamente a grupos cuyas diferencias constituyen rasgos históricos de su propia identidad.

Me permito, yendo más allá del tema específico de la obra de Agozino, citar estos ejemplos de los que he tenido el privilegio de ser testigo presencial sirviendo como diplomático argentino en Marruecos entre 1998 y 2006, y lo hago en función de ofrecer alternativas de futuro para otros países de los que integran el Sáhara-Sáhel y que, como mencionábamos hace un momento, hallan serias dificultades de integración, estabilidad y progreso.

Pienso que la validez de estos ejemplos está ínsita en el hecho de que ambos constituyen propuestas de solución para problemas propios elaboradas por las mismas sociedades que los enfrentan y, en este sentido, precisamente, aparecen como opuestas y distintas de las intervenciones foráneas referidas.

Los riesgos para la paz mundial de la situación en el Sáhara-Sáhel son múltiples.

Uno de los ejemplos palmarios lo configura la gravedad que han venido asumiendo los incidentes de piratería en las costas de y cercanas a Somalia. Si bien el surgimiento o renovación de estas actividades puede atribuirse a las circunstancias de anomia que han aquejado a ese país en todo o en parte en los últimos años si no décadas, ello no obsta a que afecten y perturben la navegación y el comercio internacionales de manera decisiva.

Ahora bien, al pensar que ésa ha sido una consecuencia colateral, si se quiere, del conflicto en el hinterland de esas costas, imaginemos un momento un derrame o contagio en el otro sentido, tierra adentro.

Como bien explica el Profesor Agozino en su libro, nada impide efectiva o controlablemente el tránsito en cualquier sentido a través de esta banda territorial; es decir, que la extensión de un conflicto que la tuviera por escenario fácilmente o no tan difícilmente abarcaría la extensión misma de la banda. Me repito: cuatro veces la India, o Argentina, porque la diferencia entre ambas es sólo un 10%, y con alcance bioceánico: del Atlántico al Índico, pasando, vale la pena recordarlo, por el Golfo Árabo Pérsico.

Es de suponer que los Estados Unidos, al crear en la primera década de este siglo, entre 2007 y 2008, su Comando África –US Africom- dependiente de su jefatura en Stuttgart, Alemania, con la intención de establecer un comando propio en un país de África –lo que todavía no ha tenido lugar- habrán tomado en consideración algunos de los aspectos que hemos reseñado.

El ambicioso proyecto involucra asimismo tanto a la Secretaría de Estado como a la de Seguridad Interior –Homeland Security- y a la USAID -US Agency for International Development-  y contempla acciones en el terreno en un inteligente abordaje multisectorial no exclusivamente militar, en coordinación con los gobiernos de los Estados del área.

La relevancia que adquirieron súbitamente Afganistán e Iraq y la captación de recursos y fuerzas que implicaron para los EEUU estimo que llevaron a una pérdida de impulso de tal proyecto.

Sin embargo, creo que la iniciativa mencionada, a la que no calificaría dentro de las intervenciones foráneas antedichas, constituye una muestra de aquellas acciones que en la política internacional pueden a mi juicio impulsar hacia un horizonte que abra a mejores perspectivas no sólo para los países de esta descuidada franja del mundo, sino para el mundo en su conjunto.

Creo que la lectura de Geopolítica del Sáhara-Sáhel ha sido una fuente de inspiración y un disparador para estas reflexiones, lo que confiere a esta obra, a mi entender, un mérito singular: estimular el pensamiento y el análisis sobre cuestiones a menudo soslayadas pero cuya incidencia inmediata o futura sobre nuestras vidas resulta indiscutible.

Muchas gracias.

 

LA ONU EN ALERTA POR LA SITUACIÓN EN EL SÁHEL


LA ONU EN ALERTA POR LA SITUACIÓN EN EL SÁHEL

Por Adalberto C. Agozino

UNA REGIÓN COMPLEJA

El Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, advirtió el 12 de diciembre de 2013 que la región africana del Sahel está bajo la amenaza del terrorismo y el tráfico de armas, drogas y personas, fenómenos que acentúan los riesgos de desestabilización.[i]

El Sahel forma un vasto espacio de 3.053.200 de km² que separa a todo lo largo del continente africano al desierto de Sáhara (al norte) de la sabana sudanesa (al sur).

La región saheliana alberga pueblos islámicos de origen árabe y bereber que, divididos en tribus, clanes y familias conviven en una tensa armonía.

En su mayor parte, la región comprende a muchos de los países en vías de desarrollo más pobres del mundo, con economías agrícola – ganaderas que en algunas ocasiones permiten la subsistencia de su población y en otras, las frecuentes sequías derivan en hambrunas colosales que obligan a la intervención internacional para salvar la vida de los pobladores de un suelo tan inhóspito. Se estima que actualmente once millones de personas sufren por acceder a los alimentos, y cinco millones de niños pequeños están en riesgo de malnutrición.

El Sáhel comprende parcial o totalmente los territorios de Mali, Niger, Burkina Faso, Chad, Gambia, Senegal, Marruecos, Mauritania, Argelia, Nigeria, Camerún, Eritrea, Sudán y Sudán del Sur. Muchos de estos países no son capaces de controlar ni a su territorio ni a su población. Frecuentemente suelen ser acudidos por crisis de gobernabilidad, contiendas entre grupos tribales y golpes de Estado militares que provocan serios hechos de violencia. Allí la vida humana tiene muy poco valor y los derechos humanos carecen de significación alguna.

La región conforma un inmenso espacio sin ley, donde debido a la extensión y porosidad de las fronteras estatales, tienen lugar toda clase de rentables actividades ilícitas. Allí el crimen organizado transnacional prospera con  todo tipo de tráficos ilegales desde el comercio de esclavos al tráfico de drogas (en especial cocaína colombiana) y armas, la comercialización de los alimentos y equipos  enviados como ayuda internacional, el contrabando de cigarrillos y el secuestro de los pocos audaces extranjeros que comenten el error de aventurarse por la región. 

La impunidad con que pueden desarrollarse las actividades ilícitas y la miseria y el hambre que azota a la población local, tornándola vulnerable a cualquier tipo de utopía mesiánica, han despertado el interés de los grupos islámicos salafistas (fundamentalistas) por instalarse allí. Después de haber sido duramente combatidos en Afganistán los seguidores de Al Qaeda se han instalado con diversas “franquicias revolucionarias” en la región del Sahel.

MERCENARIOS, TERRORISTAS Y CRIMINALES INTERNACIONALES

Es imposible saber con certeza cuando un grupo armado responde a motivaciones claramente criminales, al extremismo religioso o a las aspiraciones de independencia de una minoría étnica. En casi todos los casos esas tres motivaciones se combinan en distintos porcentajes formando un coctel explosivo que siempre deriva en sangrientos hechos de violencia criminal.

Allí operan grupos del separatismo extremista como los saharauis del Frente Polisario que aspiran a independizar el sur de Marruecos y los tuaregs del Movimiento Nacional por la Liberación de Azawad que quieren separarse de los pueblos negros (Songhai y Fulani) que durante siglos fueron sus vasallos y hoy dominan el gobierno de Mali.

Los grupos del islamismo fundamentalista y yihadista (que practican la yihad o guerra santa contra el infiel) violento están representados por grupos terroristas tales como Al Qaeda para el Magreb Islámico (responsable del asesinato en Malí de los dos periodistas, Ghislaine Dupont y Claude Verlon, pertenecientes a Radio France Internationale, el 02/11/13)  y grupos aún más violentos que se han formado de escisiones del anterior, como Ansar al Din, el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África OccidentalMUYAO-; el grupo islámico nigeriano Boko Haram y el Ansaru (un grupo separado del Boko Haram) o el Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger.

Las divisiones entre los distintos grupos del islamismo extremo suelen responder a disputas entre caudillos, a antiguos odios entre tribus o clanes, a disputas por el control de los negocios ilegales, etc. Pero siempre son fundamentadas en interpretaciones diferentes del Corán.

Aunque todos los grupos islámicos extremos tienen por programa la aplicación de la “sharia” y la “yihad”. La “sharia” es dura ley islámica que restringe casi totalmente los derechos de las mujeres (se la excluye de la educación escolar y se les prohíbe conducir vehículos de motor entre otras cosas) y contempla la aplicación de duras penas (que comprenden mutilaciones y lapidaciones) en el caso de las transgresiones más leves. La “yihad” es la guerra santa contra los “cruzados” occidentales que profanan con su presencia la sagrada tierra del Islam.

Desde el estallido de la Primavera Árabe, en 2009, la región se ha tornado cada vez más inestable y violenta debido al arribo a la misma de ex combatientes y mercenarios de las guerras civiles de Libia, Egipto y Siria que traen consigo armamento moderno y experiencia de combate que ponen a disposición de las actividades ilícitas en la región.

Al mismo tiempo, los paupérrimos estados de la región albergan importantes recursos naturales: allí se produce el 10% del petróleo y el 6% del gas que consume el mundo, existen grandes yacimientos de uranio y otros minerales raros e ingentes recursos ictícolas.

PIRATERÍA MARÍTIMA EN EL GOLFO DE GUINEA

Este panorama se ha complicado aún más en el último año debido al auge de la piratería marítima en el Golfo de Guinea un región adyacente al Sahel. Sólo en los primeros meses de este año, se han producido ya más de cuarenta ataques, que han dado lugar al secuestro de siete buques y captura de ciento treinta rehenes, provocando pérdidas que se han estimado entre 600 y 900 millones de dólares.

Al parecer, el origen de esta piratería se encuentra en un movimiento pacífico que en los años noventa pedía que parte de los ingresos que provienen de las exportaciones de petróleo recayeran en la región del Delta del Níger y que, a partir del año 2006, se convirtió en un fenómeno violento denominado Movimiento de Emancipación del Delta del Níger. Desde entonces, la piratería ha consistido en robar la carga de los petroleros que trabajan allí para las compañías internacionales. Los piratas transfieren la carga de un barco a otro y luego lo venden en el mercado negro; muestran escaso interés por las personas, aunque sí han llegado a efectuar algunos secuestros.

La amenaza de la piratería marítima ha movido a la Unión Europea a implementar el Proyecto de Ruta Marítima del Golfo de Guinea (CRIMGO). El mismo es financiado por el Fondo de Estabilidad de la Unión Europea con 4,5 millones de euros y participan siete países de la región: Togo, Benin, Nigeria, Gabón, Guinea Ecuatorial y Santo Tomé y Príncipe.

Aunque la región es poco conocida en América Latina, se trata de un inmenso,  rico y peligroso “Afganistán a las puertas de Europa” que puede incendiar el resto del continente africano. Precisamente, la elevada volatilidad de la región originó la intervención militar francesa en Mali.

Francia desarrolla desde enero de este año la “Operación Serval” en Malí intentando poner fin a la “guerra civil” en ese país y controlar las actividades terroristas en el Sahel. Sin embargo, once meses después y pese a que los efectivos franceses se han incrementado hasta alcanzar los 10.000 hombres con abundante apoyo aéreo, Francia no ha podido ni proteger eficientemente a los 5.000 ciudadanos franceses que viven en su antigua colonia ni mucho menos estabilizar la región.

Aquellos que nos interesamos en los asuntos vinculados con la seguridad internacional debemos comenzar a prestar una mayor atención a lo que sucede en el Sahel porque esta región se ha convertido en una inmensa área sin ley que proyecta su inestabilidad a todo el continente africano, incluso, por su proximidad,  al frente africano de ese espacio común que es el Atlántico Sur.

Quienes deseen conocer más sobre esta problemática encontrarán más artículos sobre el tema en este Blog y en especial podrán consultar mi libro “Geopolítica del Sáhara – Sahel”.



[i] EFE: Sahel bajo amenaza del terrorismo y crimen organizado advierte ONU. 12/12/13.  

martes, 10 de diciembre de 2013

HIJOS DE LAS NUBES, UN CASO DE CINE DE PROPAGANDA


HIJOS DE LAS NUBES, UN CASO DE CINE DE PROPAGANDA

Por el Dr. Adalberto C. Agozino

            El cineasta Álvaro Longoria ha filmado para el Frente Polisario un documental titulado: “Hijos de las nubes, la última colonia” que constituye una expresión más del “cine de propaganda”. Al ver este documental apologético de la llamada “causa saharaui”, nos vuelve a la memoria la película “El triunfo de la voluntad” que Leni Reifenstahl filmó, en 1934, para promocionar a Adolfo Hitler y al partido nazi.

            Curiosamente, ambos filmes de propaganda fueron en su momento considerados expresiones artísticas y merecieron premios internacionales. “El triunfo de la voluntad” obtuvo la medalla de oro en la Exposición Internacional de París, en 1937, en tanto que “Hijos de las nubes, la última colonia” mereció el Premio Goya al mejor documental en 2012.

            Sin embargo, pese a los premios internacionales estos documentales son sólo instrumentos de propaganda política. Su peligrosidad consiste en que, al difundirse por medio de la televisión como un documental objetivo destinado a informar al público en general, invaden por sorpresa la mente de muchos espectadores que lo desconocen todo sobre el conflicto del Sáhara Occidental y manipulan sus sensibilidad en favor de quienes se presentan como una minoría desprotegida y perseguida.

            El espectador desprevenido cree estar recibiendo información objetiva de una fuente independiente cuando en realidad está siendo sutilmente “desinformado” y manipulado por el aparato de propaganda de un grupo separatista y sus eventuales compañeros de ruta.  

            En “Hijos de las nubes, la última colonia.”, todo es engañoso, comenzando por el título mismo del documental. El antiguo Sáhara Español no es en modo alguno un colonia sino una parte más del territorio de Marruecos, que como otras regiones de este antiguo Reino, en algún momento de la historia, fue víctima del colonialismo europeo.

            En cuanto a la técnica cinematográfica empleada en el documental, resulta evidente que el tándem formado por el director Álvaro Longoria y el productor y actor Javier Barden se esfuerza infructuosamente por imitar el estilo cinematográfico del documentalista Michael Moore en películas como Bowling for Columbine o Fahrenheit 9/11.

            Al igual que Moore, Longoria elige contar su historia empleando dibujos animados acompañados de materiales de archivo sobre la “Marcha Verde”. En especial filmaciones provenientes de antiguos noticiarios y viejas entrevistas realizadas a ciertos protagonistas de esos hechos históricos, como los reyes Juan Carlos de España y Hassan II de Marruecos o el Secretario de Estado de los EE. UU., Henry Kissinger.

            El material original está formado sólo por abundantes testimonios brindados por dirigentes del Frente Polisario y algunas personalidades internacionales vinculadas a los sectores de izquierda. Comenzando por el ex Jefe de Gobierno español, Felipe González, del PSOE, asesores del fallecido senador demócrata Ted Kennedy y otros políticos y diplomáticos estadounidenses, franceses y austríacos con claras simpatías hacia los marroquíes exiliados en el territorio argelino. Incluso, en algunos casos, se consigna como entrevistas nuevas, realizadas para el documental, a fragmentos de material existente desde hace largo tiempo en internet.

            Finalmente, al mejor estilo de Michael Moore, Javier Barden, con rostro adusto y tono indignado, muestra su frustración contra quienes se resisten a tomar parte de esa burda manipulación. Así, dedica gran tiempo de la filmación para mostrar que se niegan a conversar con él sobre la situación de los exilados los gobiernos de España, Marruecos y Argelia e incluso organismos internacionales como las Naciones Unidas.

            Es decir, que de todos los actores principales del conflicto los únicos interesados en aparecer en este documental “imparcial” parecen haber sido los dirigentes del Frente Polisario y sus simpatizantes.

            El resto del film se cae por sí solo. Especialmente cuando se muestra el contraste entre la prosperidad de la ciudad de El Aaiúm, gracias a las millonarias inversiones realizadas por Marruecos, frente a la pobreza en que languidecen los campos de exiliados de Tinduf en la hamada argelina.

            El documental evita cuidadosamente toda referencia a la seudo República Árabe Saharauí Democrática. Es que a los autores del documental les resulta difícil vender como un “estado democrático” a lo que en realidad es un conjunto de precarios campamentos instalados en Argelia. Donde en realidad impera un sistema totalitario de partido único y policía política que oprime a doscientas mil personas a quienes se les impide salir de ese lugar.

            Es por ello que, en el documental, se menciona al Frente Polisario y se abandona la fachada de la RASD. Aunque cuando registran el testimonio del  Secretario General del Frente Polisario, el estalinista Mohammed Abdelaziz, no pueden ocultar que ocupa su cargo en forma continuada desde 1976…

            Curiosamente, el documental comienza y termina con imágenes de los milicianos del llamado Ejército de Liberación Popular Saharaui marchando. Entonces el espectador no puede menos que preguntarse como hace esta minoría oprimida que depende de la ayuda internacional para contar con los modernos carros de combate de fabricación soviética que exhibe en el film la denominada  “División Armada Saharauí”.

            En síntesis, estimado lector cuando su canal de cable le anuncie la proyección de Hijos de las nubes, tenga en consideración que lo que usted verá no es una película comercial más sino un documental de propaganda del Frente Polisario.