El singular político opositor ruso, Alexéi Navalni,
sigue agitando las aguas de la política rusa con serias acusaciones de
corrupción que involucran al ex presidente y actual primer ministro Dimitri
Medvédev.
Las revelaciones sobre corrupción gubernamental de
alto nivel parecen estar de moda que el mundo. Primero fue el escándalo
provocado por las coimas pagadas por la constructora Oderbrech a diversos
gobiernos latinoamericanos, luego las denuncias de los fiscales generales de Maryland, Brian Frosh, y del
Distrito de Columbia, Karl Racine, contra el presidente estadounidense
Donald Trump por recibir dinero de gobiernos extranjeros, ahora es el gobierno
ruso quien debe hacer frente a su propio affaire de corrupción.
El polémico precandidato presidencial, a las
elecciones de 2018, el abogado Alexei Navalni, presidente de la Fundación para
la Lucha contra la Corrupción, no cesa en sus acusaciones contra funcionarios
del gobierno de Vladimir Putin.
El principal blanco de las acusaciones de Navalni es
el primer ministro Dmitri Medvédev, hombre de extrema confianza del presidente
Vladimir Putin. De hecho, Medvédev, que había sido su primer ministro,
reemplazó a Putin en la presidencia, de 2008 a 2012, mientras esta pasaba a
desempeñarse como primero ministro. En un enroque continuista que repitieron a
partir de 2012.
Actualmente, Medvédev es también el líder del
oficialista partido Rusia Unida, con mayoría en la Duma (cámara baja del
parlamento ruso) ya que cuenta con 343 escaños de un total de 450.
Navalni empleó YouTube para difundir sus denuncias y
en dos semanas alcanzó 8.800.000 visitas. La denuncia adjudica a Medvédev una
cuantiosa fortuna ilegal compuesta por inmensas y lujosas mansiones, ubicadas
en diversas zonas de la Federación de Rusia. Los inmuebles adjudicados a
Medvédev están situados en lugares que van desde las afueras de Moscú, las
regiones de Kursk e Ivánovo, las montañas del Cáucaso y en zonas turísticas del
Mar Negro.
A estas propiedades hay que agregar más de cien
hectáreas de terreno en conjunto, consistente en una explotación agropecuaria y
viñedos en Rusia, además de una hacienda, viñas y una bodega vitivinícola en la
Toscana, Italia y dos lujosos yates.
Según Navalni, la fortuna ilegal de Medvédev
alcanzaría la astronómica cifra de 1.130 millones de euros y sería administrada
a través de un complejo entramado de fundaciones.
En el Affaire Medvédev, siempre en base a
investigaciones y denuncias formuladas por Navalni, están involucrados
importantes empresarios rusos que habrían efectuado sospechosas “donaciones”,
la administración presidencial sospechada de vender terrenos a precios hasta
doscientas veces inferiores al valor de mercado y bancos estatales que
financiaron operaciones inmobiliarias con créditos a tasas por demás
convenientes.
La denuncia involucra también a otros funcionarios y
ex funcionarios del gobierno ruso. Entre ellos el ministro de Agricultura,
Alexandr Tkachov, antiguo gobernador de la región de Krasnodar, donde es tan
varios de las propiedades mencionadas en la denuncia.
El gobierno ruso ha mantenido un curioso silencio
frente a la denuncia para no incrementar la difusión de la misma.
La vocera de prensa del primer ministro Medvédev,
Natalia Timakova, ha querido restarle entidad a la denuncia declarando que “no tiene sentido” comentar “el ataque propagandístico de un personaje
de la oposición condenado por corrupción (Navalni), quien ha declarado que ya
está realizando una campaña electoral y que lucha contra las autoridades.”
Tampoco ningún fiscal o juez ruso han decidido
analizar las denuncias efectuadas por Navalni para ver si las mismas tienen
alguna entidad y deben abrir una investigación judicial por enriquecimiento
ilícito, corrupción, asociación ilícita, incumplimiento de deberes de funcionario
público y cualquier otro tipo de delito que surjan de las mismas.
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