Sumido en la impotencia y la frustración
los separatistas polisarios anuncian públicamente que retoman sus prácticas
terroristas, algo que, por otra parte, nunca habían abandonado.
CONTENIDO
En los
últimos años, el Frente Polisario se ha mostrado impotente y aislado. Desde los
incidentes en Guerguerat al menos los separatistas saharauis han sido incapaces
de contrarrestar el accionar diplomático marroquí.
Nunca terminaron
de asimilar el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre su Sáhara, en diciembre
de 2020. Ahora además deben asumir la pérdida de su más importante aliado,
después de Argelia, y su principal base de operaciones en Europa, que era
España, país que se ha sumado al reconocimiento de la soberanía marroquí.
Además,
debieron ver como importantes países africanos, árabes y hasta latinoamericanos
establecían sus oficinas consulares en Dajla y El Aaiún en reconocimiento
expreso a la soberanía marroquí.
Tampoco
su principal sostén, Argelia, a podido hacer nada para frenar este proceso.
Argel
rompió relaciones con Rabat y batió temporalmente tambores de guerra, sin
atreverse a apelar a la fuerza, consciente de que la respuesta marroquí
seguramente sería contundente y demoledora.
Si
Argelia se convirtiera en un país agresor, seguramente recibiría la condena
internacional y correría el riesgo de un resultado mucho más adverso que su
derrota en la Guerra de las Arnas de 1963.
Es por
ese motivo que el Frente Polisario anuncia que incrementará su accionar
terrorista, una práctica que en realidad nunca ha abandonado.
Así lo
anunció recientemente el terrorista Mohamed Luali Akeik, auto titulado, jefe del
Estado Mayor General de la banda terrorista Ejército de Liberación Saharaui,
afirmando que “El Polisario extenderá el conflicto con Marruecos a las
ciudades saharauis de El Aaiún, Smara, Dajla y Bojador, sin afectar a la
población civil”.
Luego
agregó el terrorista: “La decisión de reanudar el conflicto no excluye a ninguna
región. Todos los territorios saharauis son un objetivo legítimo para los
combatientes del Ejército Saharaui que cuidarán de no dañar las
infraestructuras civiles”.
Por último,
Luali Akik puso en evidencia toda la frustración que viven los altos mandos
polisarios al decir: “Después de 29 años de alto al fuego, los saharauis han
perdido la confianza en el Consejo de Seguridad de la ONU y la comunidad internacional.
La amenaza
de los separatistas se torna muy creíble cuando se recuerda su largo historial
de actividades terroristas.
UNA
VEZ TERRORISTA SIEMPRE TERRORISTA
Día a día se acumulan las evidencias de que el Frente Polisario
no es sólo una organización separatista sino, cada vez más, un grupo terrorista
y los campos de Tinduf una cantera de terroristas con instrucción militar.
Comencemos por recordar que durante los años en que llevaba a
cabo una abierta guerra de guerrillas contra las Fuerzas Armadas Reales de
Marruecos, entre 1976 y 1991, los terroristas del Frente Polisario no sólo
atacaban instalaciones y personal militar marroquí sino también a civiles
inocentes.
Las milicias del Polisario atacaron a empresas españolas que
operaban en las provincias del Sur de Marruecos y a barcos pesqueros españoles
y de terceros países que operaban en las aguas de la zona económica exclusiva
marroquí en el Atlántico Sur.
Los pescadores españoles que faenaban en la zona de El Aaiún o
los trabajadores que picaban piedras en las minas de fosfatos de Fosbucraá
fueron aniquilados en masa. Barcos con toda la tripulación pasada a machete,
secuestros, torturas físicas y psicológicas o fusilamientos con ráfagas de
ametralladoras eran algunas de las desastrosas “postales” que dejaron
los terroristas separatistas y que nunca fueron debidamente investigadas ni
sancionadas, según afirma la Asociación
Canaria de Víctimas del Terrorismo (ACAVITE).
También ACAVITE registra que el Frente Polisario asesinó a 289
víctimas inocentes y provocó un número aún mayor de heridos.
El alto al fuego acordado con medicación de Naciones Unidas, el
6 de septiembre de 1991, no puso fin a las actividades terroristas del
Polisario.
Aunque los miembros del Frente Polisario pretendieron
reconvertirse de terroristas en dirigentes políticos de una falsamente
pretendida minoría perseguida y hasta inventaron la patraña de una supuesta
República Árabe Saharaui Democrática -RASD-, periódicamente aparecen pruebas de
los vínculos entre ellos y hechos u organizaciones terroristas cuando no del
crimen organizado.
Los ejemplos son numerosos, por lo tanto, sólo mencionaremos los
más importantes y recientes.
SECUESTRO DE COOPERANTES
El 24 de octubre de 2011, por ejemplo, la madrileña Ainhoa
Fernández Rincón, el mallorquín Eric Gonyalons y la italiana Rosella Urru,
todos ellos cooperantes europeos pertenecientes a diversas ONG, fueron
secuestrados en Rabuni, la sede administrativa de los campamentos argelinos
controlados por el Frente Polisario, mientras desarrollaban actividades
humanitarias.
En el secuestro de los cooperantes participaron elementos del
Frente Polisario comandados por Adnan Abu Walid al Sarhaoui, de quién
hablaremos más adelante.
Finalmente, los cooperantes fueron liberados sanos y salvos
previo pago de un sustancioso rescate por parte de España e Italia. Lo que no
se estableció claramente es que parte tocó a los polisarios del rescate y que
otros réditos políticos obtuvo el Frente Polisario por su participación en las
negociaciones que permitieron la liberación de los cooperantes.
Lamentablemente, este no es el único ejemplo de nexos entre
polisarios y yihadistas.
El 15 de febrero de 2018, la Oficina Central de Investigaciones
Judiciales, el organismo responsable en Marruecos de la lucha contra el
terrorismo y la delincuencia transnacional, que dirige Abdelhak Khim como parte
de la Dirección General de la Supervisión del Territorio Nacional, la eficiente
DGST marroquí, arrestó en las ciudades de Laayun, Salé y Marrakech a tres
individuos, de entre 24 y 30 años, miembros de una célula terrorista del Dáesh.
En el proceso, las autoridades antiterroristas marroquíes
secuestraron documentación, uniformes y hasta una bandera perteneciente al
Frente Polisario.
Precisamente, una semana antes, en declaraciones formuladas a la
prensa, Khim había advertido sobre los vínculos del Dáesh con el Frente
Polisario y las actividades del terrorismo yihadista en el sur de Argelia.
Dijo al alto funcionario de seguridad marroquí: “El Dáesh no ha desaparecido. Hubo una
reubicación; se reorganizaron en la zona sahelo – sahariana y en Libia. Donde
encuentran áreas sin ley, allí se establecen.” Para luego agregar: “El problema se incrementa con la falta de
cooperación de los argelinos y la existencia de un área controlada por un grupo
terrorista que es el Frente Polisario”. Concluyendo: “Al Qaeda en el Magreb Islámico sigue intentando controlar el sur de
Argelia y el norte de Mali”.
LA INTROMISIÓN DE IRÁN EN EL
MAGREB
El 1° de mayo DE 2018, Marruecos sorprendió al mundo al
denunciar que la República Islámica de Irán, a través de la organización
terrorista Hezbollah, llevaba al menos dos años entrenando y equipando con
armamento sofisticado a las milicias terroristas del Frente Polisario.
El canciller marroquí Nasser Burita afirmó poseer “pruebas y datos” concretos de que uno o
más diplomáticos de la Embajada de Irán en Argel había participado “durante al menos dos años” como “facilitadores” entre los grupos
terroristas Hezbollah y Frente Polisario en acciones destinadas a instruir a
milicianos del grupo separatista en “acciones
de guerrilla urbana y ataques contra el Reino de Marruecos.”
Instructores militares de Hezbollah, en especial expertos en
explosivos y en la construcción de túneles, habrían viajado a los campamentos
argelinos de Tinduf para formar a los milicianos en tácticas de comandos,
guerrilla urbana y manejo de armamento sofisticado. También habrían
suministrado al Frente Polisario misiles de fabricación soviética SAM-9, SAM-11
y 9K34 “Strela-3”, afirmó el
canciller Burita. Todas estas actividades se efectuaron con la complicidad del
gobierno de Argelia.
Cabe mencionar que Hezbollah es una organización terrorista
islámica de orientación chií de El Líbano que, desde su creación en 1982,
recibe armas, instrucción militar y apoyo financiero de Irán.
Según la justicia argentina, Hezbollah, en complicidad con
funcionarios del aparato de inteligencia y del servicio diplomático de Irán,
llevaron a cabo los sangrientos atentados de la Embajada de Israel en Buenos
Aires (17/3/1992) y de la Asociación Mutual Israelita en Argentina (18/7/1994).
Ambos ataques explosivos provocaron, en total, 114 muertos y 542 heridos.
Estos atentados terroristas fueron los únicos hechos de
violencia yihadista que se produjeron en América Latina hasta el momento.
Por otra parte, la agencia antidrogas de los Estados Unidos, Drug Enforcement Administration -DEA-,
considera que Hezbolla cuenta con extensas redes en América del Sur dedicadas
al tráfico de drogas, lavado de dinero, contrabando y otros negocios ilícitos
para financiar parte de las actividades terroristas del grupo.
La denuncia realizada por Marruecos pone en evidencia que el
Frente Polisario, pese a la presencia de la MINURSO, sigue con la complicidad
de Argelia e Irán armándose y planificando acciones terroristas en la región
del Sáhara.
VÍNCULOS CON EL YIHADISMO
En una entrevista concedida, en 2012, al diario español “ABC”, el pretendido ministro de Defensa
de la inexistente RASD, Mohamed Lamin Buhali, reconoció la presencia de unos “20 o 25 saharauis” formando parte de
organizaciones yihadistas en el Sahel. “Unos
están con Al Qaeda, algunos de ellos puede que ya no estén vivos y otros están
detenidos. Otros, en torno a 14, están con el MUYAO”, admitió Buhali.
Resulta evidente que, cuando un dirigente de importancia en un
grupo terrorista reconoce un hecho de estas características es porque la
cantidad de yihadistas provenientes de las filas del Frente Polisario es mucho
mayor de lo que se admite y su existencia resulta inocultable.
Otra prueba innegable de que el Frente Polisario mantiene
vínculos con grupos yihadistas, o, al menos, de que los campos de Tinduf
constituyen una cantera de personal con preparación militar que nutre las filas
de los grupos salafistas que operan en la región sahelo – sahariana, es el caso
del antes mencionado Adnan Abu Walid al Sarhaoui.
Abu
Walid Al Saharaui es un ejemplo de lo peligros que son los campamentos de
Tinduf en el sur de Argelia. Allí permanece retenida una población marroquí
impedida de retornar a su patria y que no tienen ningún tipo de futuro en la
inhóspita Lahmada.
No es
extraño, en consecuencia que muchos jóvenes desesperados de esos campamentos
terminen sumándose a la peligrosa minería ilegal, al contrabando o se
radicalicen incorporándose a los grupos yihadistas que operan en la región.
Lehbib
Ould Ali Ould Said Ould Joumani, conocido como Adnan Abu Walid Al Saharaui,
nació el 16 de febrero de 1973, en la ciudad de El Aaiún en los últimos años de
la ocupación colonial española del Sur de Marruecos. En 1991 recibió
capacitación militar de la mano de instructores argelinos en la Escuela de
Suboficiales de Tropas de Chabid El Ouali donde se entrenan las milicias
terroristas del supuesto “Ejército de Liberación Popular Saharaui”, en
Tinduf.
El
Frente Polisario envió a la Universidad Frére Mentouri de Constantina en
Argelia de donde egresó en 1997 con un título en Ciencias Sociales.
De
regreso a Tinduf debido a su conocimiento de idiomas: francés, español y árabe
fue destinado al área de protocolo del Frente Polisario encargado de atender a
los visitantes extranjeros que concurrían a los campamentos.
Posteriormente,
visitó Nuakchot, capital de Mauritania, donde se radicalizó y terminó uniéndose
al centro saudí de Ibn Abbas.
Al
parecer comenzó a desarrollar actividades terroristas en 2011, con el
secuestro, el 24 de octubre de ese año, de los cooperantes europeos capturados
dentro del campamento de Rabuni, tal como mencionáramos más arriba.
Durante
los diez años siguientes Walid Al Saharaui formó parte de distintos grupos
yihadistas hasta convertirse en emir del Estado Islámico del Gran Sáhara en 2016.
Pero sus andanzas como terrorista concluyeron en agosto d 2021, cuando fuerzas
francesas que realizaban la Operación Barkhane lo abatieron en Mali.
EL
ASESINATO DE LOS CHOFERES MARROQUÍES
El 11
de septiembre de 2021 fueron asesinados dos choferes de camiones marroquíes y
un tercero resultó herido levemente en un atentado terrorista con armas de
fuego contra un convoy de camiones de transporte internacional de mercaderías
en una ruta al norte de la capital de Mali. El incidente tuvo lugar en la ruta
que atraviesa la comarca forestal de Didiéni distante a unos doscientos
kilómetros de Bamako.
Se
trató claramente de un ataque terrorista. Quienes efectuaron los disparos
mostraron gran coordinación y disciplina, portaban chalecos antibala, estaban
fuertemente armados y se comunicaban entre sí con transmisores portátiles.
Después de abrir fuego sobre los camioneros se retiraron en orden sin saquear
los vehículos.
Aunque
ningún grupo terrorista ha reivindicado el ataque, el hecho de que los
agresores no saquearan los vehículos descarta que se trate de un robo efectuado
por bandidos armados de la zona.
Los
únicos realmente interesados en interrumpir el tráfico de mercancías marroquíes
con destino a los países del África Occidental son los separatistas del Frente
Polisario.
Recordemos
que las milicias del llamado “Ejército de Liberación Popular Saharaui”
pretendieron bloquear el paso fronterizo de Guerguerat hasta que el 13 de
noviembre de 2020 fueron desalojados del lugar por las Fuerzas Reales de
Marruecos.
El
incidente fue la excusa para que el Frente Polisario considerase roto el cese
al fuego establecido en 1991 y anunciase que retomaba las acciones armadas.
Ante
la imposibilidad de atacar territorio marroquí los terroristas polisarios podrían
haber decidido llevar a cabo ataques contra el comercio marroquí en Mali.
CONCLUSIONES
El anuncia
del Frente Polisario de que retomará el accionar terrorista es el más grave
error que ha cometido este grupo separatista en su historia. Reconocerse como
grupo terrorista se pone al margen del derecho internacional y del derecho
humanitario de la guerra.
Por
otra parte la condición de “grupo terrorista” confeso limitará sus
actividades propagandística, especialmente en los foros y organizaciones, y, sobre
todo, la imagen que han intentado crear de una minoría perseguida incrementado
el aislamiento diplomático que hoy sufren.
Por
otra parte, si el Frente Polisario se reconoce como una organización terrorista
que ataca a un país miembro de la Unión Africana pone en serio riesgo la permanencia
de la ya inexistente República Árabe Saharaui Democrática dentro del organismo.
Por
último, aunque podríamos enunciar otros aspectos en que esta declaración es un error,
los atentados terroristas que anunció Mohamed Luali Akeik terminarán en algún
momento cobrándose la vida de marroquíes saharauis o afectando indirectamente
la calidad de vida de la población de las provincias del Sur, lo cual hará aún
más impopular al Frente Polisario.
Finalmente,
ninguna amenaza, ni ningún atentado por cruel y sangriento que sea hará
renunciar ni hoy ni nunca a Marruecos de su Sáhara.