El
aumento de tensiones en la frontera que separa a los dos gigantes de Asia:
China e India no debe verse tan sólo como un conflicto territorial bilateral.
Allí hay algo más.
Un complejo
y peligros duelo estratégico se está librando en Asia entre los Estados Unidos
y China a través de conflictos por “procuración”
en la Península de Corea, en el Mar Meridional de China, en el Cuerno de África
y ahora en el Tíbet.
China
está construyendo una poderosa flota de guerra capaz de permitirle proyectar su
poderío, más allá de los mares territoriales, hacia nuevos escenarios
estratégicos.
Al
mismo tiempo multiplica sus inversiones y exportaciones en África y América
Latina. En esa forma, China esta desafiando necesariamente la histórica esfera
de influencia que los Estados Unidos han construido en América Latina desde los
tiempos del presidente James Monroe y su famosa doctrina, “América para los
americanos”, en 1823.
En
tanto, que en África y en algunas regiones de Asia, los estadounidenses
reemplazaron a las potencias colonialista europeas al término de la Segunda
Guerra Mundial.
La
descolonización del Tercer Mundo, entre 1946 y 1975, tuvo como principal
beneficiario a los Estados Unidos. Los nuevos estados que rompían sus vínculos
con sus ex metrópolis, en muchos casos, abrían sus territorios y mercados a las
empresas multinacionales de capitales estadounidenses y orientaban sus exportaciones
de materias primas estratégicas también hacia América.
La
Guerra Fría y sus tensiones diplomáticas y militares no fueron un obstáculo
real para la expansión de los negocios americanos en el Tercer Mundo. Ahora
esta situación parece haber comenzado a cambiar.
En la
misma forma en que las inversiones, empresas y productos estadounidenses
comenzaron a desplazar a sus homólogos británicos de sus mercados mundiales a
principios del siglo XX. Hoy, cien años más tarde, son las inversiones empresas
y productos chinos los que desplazan a los estadounidenses en muchos mercados.
EL COLLAR DE PERLAS
China ha
construido un “collar de perlas”,
formado por una red de inversiones e instalaciones comerciales y militares a lo
largo de sus líneas marítimas de comunicación, que se extienden desde la parte
continental de China hasta Port Sudán, en África.
Las
líneas marítimas chinas atraviesan varios puntos de gran valor geopolítico como
el Estrecho de Bad el Mandeb, el estrecho de Malaca, el estrecho de Ormuz y el
estrecho de Lombok, así como otros centros marítimos estratégicos en Pakistán,
Sri Lanka, Bangladesh, Maldivas y Somalia.
Los
dos proyectos de mayor trascendencia son un centro de transporte comercial
financiado por China en Hambantota, Sri Lanka y un puerto de aguas profundas en
la desembocadura del Golfo Pérsico en Gwadar, Pakistán.
El
puerto de Gwadar, es el corazón del Proyecto de Corredor económico de Pakistán
un proyecto chino que implica inversiones por 46.000 millones de dólares.
China
es el segundo mayor consumidor mundial de petróleo y el mayor importador de
crudo y su consumo crece a un ritmo de 5,8% anual. El 70% de ese petróleo
proviene de los Estados del Golfo Pérsico y de África. China ha firmado varios
contratos a largo plazo para desarrollar campos petrolíferos en Irán y para
construir un oleoducto, una refinería y un puerto en Sudán para sus
importaciones petroleras.
Las críticas
líneas marítimas de comunicación que conectan a China con los estados exportadores
de petróleo de Medio Oriente atraviesan el Mar de China Meridional, convirtiéndola
en una región geopolítica clave y de interés estratégico para el gobierno de
Beijing. Los buques de guerra chinos patrullan intensamente las aguas del Mar
de China Meridional y las reivindicaciones territoriales conflictivas en la
región (archipiélago de las islas Spratly e islas Paracelso) han estallado
periódicamente en crisis navales.
La
creciente actividad naval china preocupa a los Estados Unidos que la consideran
una competencia para el papel de Washington como proveedor de estabilidad
regional y global.
Además
de los Estados Unidos, la India también debe importar grandes cantidades de
petróleo para cubrir sus necesidades energéticas. Petróleo que en un 89% llega
a India a Bordo de barcos, por lo cual, la mayor presencia naval China en los
corredores marítimos internacionales es motivo de preocupación.
Nueva
Delhi muestra preocupación también por la posibilidad de verse rodeada de un
conjunto de bases navales de Beijing en el Índico que antes era su “mare Nostrum”.
La “Doctrina Marítima de la India”,
formulada en 2007 pero aún vigente, explicita la aspiración de este Estado de
mantener una activa presencia naval desde el Estrecho de Ormuz hasta el
Estrecho de Malaca y de desarrollar la capacidad de vigilar las rutas marítimas
internacionales y de controlar los puntos de estrangulación del comercio del
océano Índico.
LAS FRONTERAS TERRESTRES
De
allí la creciente tensión entre India y China que también se proyecta la parte
continental.
India
y China comparten una frontera terrestre de 4.500 kilómetros que fue escenario
de numerosas crisis diplomáticas y militares, el más grave fue una breve
guerra, en octubre de 1962, librada a más de cuatro mil metros en la cordillera
de Himalaya.
Además,
ambos países comparten fronteras con Nepal y Bután. Aunque China no mantiene
relaciones diplomáticas con Bután.
Las
disciplinas fronterizas entre los dos gigantes asiáticos comenzaron en 1914,
cuando el Imperio Británico, que gobernaba al Virreinato de la India, firmó un
acuerdo limítrofe con el Tíbet que estableció la denominada “Línea McMahon”, una delimitación que
rechazaron tanto los tibetanos como China.
A la
fecha el estatus legal de esta frontera no es reconocido por Beijing. La
cuestión se agravó, en 1950, cuando la República Popular China anexo
militarmente el Tíbet, que desde entonces gobierna como región autónoma.
El
jefe de Estado y líder espiritual en el exilio del Tíbet, el Dalai Lama, debió
huir, después de un levantamiento frustrado de los tibetanos contra los
ocupantes chinos, en 1959 de Lhasa y desde entonces se ve obligado a peregrinar
por el extranjero.
China e
India mantienen reclamaciones territoriales cruzadas. Beijing demanda la
entrega del montañoso estado de Arunachal Pradesh, en el extremo nororiental de
India, denomina “Tíbet del Sur”.
Por su
parte, Nueva Delhi exige el valle de Shaksgan y la región denominada Aksai Chin
al estimar que forma parte de la histórica región de Cachemira. A esto debería
agregarse, que, para complicar más de las cosas, Pakistán reclama a la India,
Cachemira y algunas partes del Norte de la India occidental.
Las
recientes tensiones se produjeron en una región fronteriza tripartita donde las
soberanías de China, India y Bután se tocan. Una zona denominada meseta de Dong
Lang. Beijing sostiene que tropas indias penetraron en un territorio que
pertenece a China. En tanto que Nueva Delhi afirma que sus tropas se encuentran
en territorio que pertenece a Bután, con autorización del pequeño Estado.
El
área es especialmente importante para China, ya que forma parte de su
iniciativa de la “Nueva Ruta de la Seda”,
un megaproyecto de construcción de vías de transporte y comunicaciones para
unir por tierra al sureste asiático con Europa a través de Asia Central.
También tiene un correlato a través de rutas marítimas en base al mencionado “Collar de Perlas”.
El
incidente fronterizo se produjo al mismo tiempo que las flotas de los Estados
Unidos, India y Japón llevaban a cabo maniobras marítimas conjuntas denominadas
“Malabar 2017”.
Estas
maniobras conjuntas anuales se realizan desde 1992. Originalmente las llevaban
a cabo tan solo India y Estados Unidos. Desde 2014, se unió a las mismas Japón
y en alguna ocasión incluso Australia.
En
esta forma en un amplio escenario marítimo que comprende el Mar Meridional de
China, el océano Índico y el mar Rojo se están viendo las caras dos alianzas
económicas, diplomáticas y militares.
Por un
lado, se sitúa la encabezada por los Estados Unidos con sus aliados de Japón,
Corea del Sur, Taiwán, India y, eventualmente, Australia.
Por el
otro, se sitúa China con su estado satélite de Corea del Norte, Pakistán, Sri
Lanka, Birmania, Maldivas y Bangladesh.
Recordemos
que cuando hablamos de conflictos entre China e India estamos hablando de una
rivalidad que envuelve a 2.700 millones personas, casi el 40% de la humanidad.
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