Segunda
Entrega
Venezuela termina el
año en medio de la peor crisis económica y política de su historia, aislada
internacionalmente, y sin que se avizore una alternativa de mejora para el
sufrido pueblo venezolano.
UNA INFELIZ CHAVIDAD
Caracas
termina el año casi a oscuras, con escasas luces decorativas, sin fuegos
artificiales ni un alumbrado público poderoso que introduzca un poco de alegría
y esperanza a la gente en las últimas horas del 2016.
El fin
de semana último, la “Feliz Chavidad”
que organizó el gobierno de Nicolás Maduro dejo a los venezolanos sin sus
tradicionales “hallacas” (el típico plato elaborado a base de harina de maíz);
impedidos de cumplir con la tradición de estrenar un atuendo nuevo en la
Nochebuena y, lo que es aún más grave, con pocas bebidas alcohólicas con que
aliviar sus penas.
Es que
celebrar la Navidad al tradicional estilo venezolano puede significar afrontar
una erogación promedio de 321.324 bolívares, es decir, el equivalente a doce
salarios mínimos de un trabajador, eso tan sólo para alimentos.
Así
que los venezolanos, que aún no se han recuperado totalmente del sofocón que
les provocó la intempestiva decisión de Maduro de hacer caducar los billetes de
cien bolívares, que constituyen el 60% del dinero circulante en el país
caribeño; han debido restringir drásticamente su consumo navideño.
No
sorprende entonces que, para muchos venezolanos, la navidad de 2016 será
recordada como la más triste de su vida.
EL DRAMA DE LA OPOSICIÓN
También
para los dirigentes de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) serán unas
festividades particularmente tristes.
No
solo terminan el año sin haber logrado convocar a un referendo revocatorio para
poner fin a la presidencia de Maduro, sino que también se han visto arrastrados
a una instancia de diálogo, en la que no creían. Los dirigentes opositores se
vieron presionados por la convocatoria papal a la que se sumaron la Unión de
Naciones Sudamericanas y un conjunto bien intencionado de ex presidentes de la
región.
La
oposición se fijó como objetivos obtener un cronograma electoral, la liberación
de los presos políticos, la apertura de un canal humanitario que permita a los
venezolanos recibir ayuda humanitaria del exterior, y el reconocimiento de las
atribuciones e independencia de la Asamblea Nacional. El gobierno chavista
atendió ninguna de sus demandas.
El
diálogo directo entre gobierno y oposición debería retomarse el próximo 13 de enero,
pero la MUD se resiste a concurrir a la convocatoria ante la falta de una respuesta
positiva a sus demandas.
Así se
lo ha hecho saber al papa Francisco, el secretario ejecutivo del conglomerado
opositor, el diputado Jesús Torrealba en una carta.
UN FUJIMORAZO EN EL HORIZONTE
Algunos
observadores temen que el abandono de la instancia de diálogo por parte de la
oposición pueda decidir al presidente Maduro a escalar en el conflicto,
clausurando la Asamblea Nacional.
La
eventual clausura del Parlamento en una suerte de “Fujimorazo”, sin embargo, tendría altos costos internacionales.
Una
decisión de tal naturaleza implicaría un auténtico golpe de Estado y llevaría
al régimen chavista a abandonar toda simulación de legitimidad democrática y se
asumiría como lo que en realidad ha sido siempre: una dictadura populista.
En
este caso, no solo se incrementará el aislamiento internacional de Venezuela,
sino que el país seguramente deberá enfrentar sanciones económicas y políticas
internacionales. Aunque dichas sanciones solo servirían para que el régimen
chavista se radicalice aún más.
SOLA EN EL MUNDO
De
todas formas, la situación internacional de Venezuela está actualmente
sumamente comprometida.
Los
países del Mercosur acordaron recientemente suspender la membresía de Venezuela
en el grupo regional. El enfrentamiento se ha hecho particularmente intenso con
la Argentina. Las relaciones entre ambos países se encuentran “congeladas”
después de que Maduro calificara al presidente Mauricio Macri de “cobarde,
ladrón y oligarca”.
Tampoco
las relaciones entre Venezuela y Colombia, durante los años del régimen
chavista, nunca fueron fáciles. Ambos países se cruzaron acusaciones diversas y
vivieron momentos de tensión con cierre de fronteras y aprestos militares.
Incluso actualmente, Venezuela ha cerrado su frontera a raíz del cambio de
billetes.
El
chavismo siempre ha desaprobado los fuertes vínculos que existen entre Colombia
y los Estados Unidos. Ahora también cuestiona los recientes acuerdos que este
país ha suscripto con la OTAN para intercambio de información y cooperación en
la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.
No
obstante, la geografía y los múltiples vínculos humanos y económicos entre
ambos pueblos suelen imponer prudencia, a veces a último momento, a los gobernantes
de ambos países.
CONFLICTO EN CUBAZUELA
Incluso
los vínculos entre Venezuela y Cuba no pasan por el mejor momento. Han quedado
lejos los tiempos de “Cubazuela”,
cuando el “comandante eterno” Hugo
Chávez, de visita en La Habana, en 2007, declara muy suelto de cuerpo: “En el
fondo, somos un solo gobierno, un solo país.”
Durante
varios lustros, Caracas sostuvo a la economía cubana con envíos de 100.000
barriles de petróleo diario, contrató a sus médicos y educadores para que
llevaran a cabo “misiones” atendiendo
las necesidades de la población en barrios carenciados y áreas deprimidas de la
geografía venezolana. Además, otorgó otras ventajas comerciales a empresas
cubanas.
También
la Dirección de Inteligencia cubana (conocida como G-2) ha tutelado siempre al
SEBIN venezolano, como una suerte de hermano mayor revolucionario.
La
Revolución Bolivariana se asumió siempre como heredera de la Revolución Cubana.
Pero, actualmente esa relación se ha debilitado considerablemente. Venezuela se
ha visto obligada a reducir sus embarques de petróleo hacia Cuba a la mitad y
esto no agrada al gobierno de Raúl Castro.
Adaptándose
a las nuevas condiciones imperantes en la economía venezolana, la empresa
Cubana de Aviación, dejó de operar con vuelos regulares a Caracas.
Hoy,
La Habana prefiere apostar al turismo y las inversiones de los Estados Unidos
para reemplazar la ayuda venezolana y parece dispuesta a soltarle la mano a
Maduro si los costos superan los beneficios.
Si su
aislamiento internacional se acentúa, Venezuela se hará cada vez más
dependiente de sus alianzas con Rusia, China, Argelia y otros países de menor
envergadura en el escenario internacional.
En
este esquema, el próximo 13 de enero asoma como una fecha clave para saber qué
rumbo tomará la crisis de venezolana.
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