El descenso de
los precios del petróleo pone en jaque a la economía argelina desatando
protestas y un creciente malestar social que el gobierno del presidente
Abdelaziz Bouteflika no logra ocultar pese a la adopción de duras medidas
represivas.
LA CRISIS ECONÓMICA
Argelia
es el país más extenso de África, aunque la mayor parte de su territorio es
desértico, muy poco apto para la vida humana y de escaso valor económico.
Con
cuarenta millones de habitantes, Argelia es la cuarta economía del continente,
pero depende de casi en exclusiva de la producción y venta de petróleo y gas,
que suponen el 90% de sus exportaciones.
Argelia
es una “república popular” de partido
hegemónico, donde el Frente de Liberación
Nacional controla todos los aspectos de la sociedad argelina. Sin apenas
industria, su economía es la de un país socialista donde el Estado dirige toda
la actividad, es el principal empleador y también el vendedor de los productos
y servicios básicos, generalmente a precios subsidiados.
Gran
parte de la riqueza del país se encuentra en manos de las Fuerzas Armadas,
institución que participa en una vida política, altamente influida por el
misterio, tanto sobre el verdadero estado de salud del anciano presidente,
Abdelaziz Bouteflika, como su sucesión.
Con el
precio internacional del barril de petróleo en los U$S 50, la economía argelina
se encuentra en crisis. El gobierno se ha visto a aplicar duras medidas de
ajuste para contener el gasto público, la emisión monetaria y la consecuente
espiral inflacionaria.
El
gobierno ha incrementado el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que pasó del 17
al 19% para el tipo normal y del 7 al 9% para el tipo reducido.
Aunque
Argelia es un fuerte exportador de petróleo, el escaso nivel de
industrialización del país obliga a importar combustibles refinados perdiendo
así una buena parte de sus divisas por exportación. Esto también encarece el
costo del combustible para consumo interno. El costo de la gasolina se
incrementa en 13% y el gasoil un 8%.
El
gobierno también incremento los impuestos internos sobre productos considerados
de lujo -que alcanzan al 30%- como vehículos todoterreno y automóviles con
cilindradas superiores a 2.000 centímetros cúbicos.
Otros
gravámenes fiscales afectan a las medicinas y productos farmacéuticos implican
la creación de una tasa de eficiencia energética, mayores impuestos a las
transacciones y una devaluación de la moneda.
La
dureza de las medidas económicas ha desatado diversas rebeldías, huelgas y
protestas -en especial en la ciudad de Uargla (en el sur)- que el carácter
totalitario y represivo del régimen han logrado acallar en gran medida, pero no
totalmente.
VICTIMIZANDO A LOS SUBSAHARIANOS
El
gobierno ha tratado de desviar el mal humor social hacia los inmigrantes
subsaharianos a quienes responsabilizan por consumir recursos económicos que
deberán destinarse a mejorar la situación de la población argelina.
En la
última semana el gobierno argelino expulsó a 1.400 inmigrantes argelinos a
Níger, pese a que los mismos provenían de diversos países de la región.
El
inusual y desconsiderado trato dado a los inmigrantes subsaharianos despertó
fuertes protestas de organizaciones defensoras de los derechos humanos como la
Organización Internacional de las Migraciones y Human Rights Watch.
SILENCIANDO A LA PRENSA
Pero,
este no es el único caso de intimidación a los derechos humanos. El gobierno
también ejerce un férreo control sobre la prensa para evitar que las protestas
trascienda más allá de las fronteras de Argelia.
Esta
semana la ONG, Reporteros sin Fronteras, denunció la muerte del periodista
británico – argelino Mohamed Tamalt mientras cumplía una condena de dos años de
cárcel por “insultar a un cuerpo constituido” y “atentar contra la persona del
Presidente”.
El
periodista y bloguero Tamalt, de 42 años de edad, era corresponsal del canal de
televisión Khabar Broadcasting Corporation (KBC) en Londres y usualmente
criticaba en una página en Facebook y en su blog “El Siyyaq el arabi”, al
presidente Abdelaziz Bouteflika y a distintos funcionarios argelinos.
De
doble nacionalidad y residencia en Londres, Tamalt, fue detenido, el 27 de
junio de 2016, cerca de la casa familiar cuando visitaba a sus padres y
condenado, el 11 de julio de 2016, a dos años de prisión por difamación y
también multado con 200.000 dinares (unos 1.632 euros). Tamalt fue acusado por
violación a los artículos 144 bis a 146 del código penal argelino.
Tamalt
falleció, el domingo 11 de diciembre en el hospital de Lamine Debaghine,
ubicado en la ciudad de Bab El Oued, donde había sido ingresado supuestamente a
causa de una huelga de hambre iniciada desde la prisión, aunque su familia
denunció que su cuerpo mostraba fuertes golpes en la cabeza.
En un
comunicado, la Dirección General de la Administración Penitenciaria, confirmó
la muerte del periodista, aunque la adjudicó a una “infección pulmonar”.
Los
periodistas argelinos suelen ser frecuentemente víctimas de la aplicación abusiva
del código penal, que se utiliza sistemáticamente contra toda información
crítica que pueda tener lugar en el país. Sin embargo, las prácticas represivas
de la justicia son contrarias a la Constitución argelina y a los compromisos
suscriptos por Argelia, en concreto, el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos.
Argelia
ocupa el puesto 129 entre los 180 países que conforman la actual “Clasificación Mundial de la Libertad de
Prensa” elaborada anualmente por Reporteros Sin Fronteras.
Diversas
organizaciones internacionales vinculadas a la protección de los derechos
humanos muestran su preocupación por la forma en que se está acentuando el
carácter represivo del régimen argelino y temen por lo que pueda ocurrir si la
situación económica continúa deteriorándose o si, en medio de la crisis,
fallece el presidente Bouteflika y comienza en el seno del liderazgo argelino
una lucha por el poder y la sucesión.
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