lunes, 12 de diciembre de 2016

ARGELIA VIOLA LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS INMIGRANTES SUBSAHARAIANOS


En un acto de racismo y xenofobia el gobierno de Abdelaziz Bouteflika ha expulsado violentamente a mil inmigrantes subsaharianos que habían ingresado al territorio argelino en camino a las costas europeas.

En un proceder casi sin precedentes en África, el gobierno argelino ha llevado a cabo razias y detenido a inmigrantes subsaharianos residentes en su territorio. Las detenciones se han producido especialmente en la ciudad de Argel y en la sureña provincia de Tamanraset. Entre los detenidos se encontraban mujeres embarazadas, niños y personas con problemas de salud, tal lo denunciado tanto por la Organización Internacional para las Migraciones, como por Human Rights Watch.

Los detenidos, que formaban un total de 1.400 personas, provenían de países del oeste de África, sobre todo de Níger, Malí y Guinea Conakry y se encontraban dentro de Argelia en situación irregular.

Las autoridades cargaron a los infortunados inmigrantes en unos cincuenta camiones y los transportaron hasta el centro de Níger donde los dejaron librados a su suerte, aun cuando sabían que muchas de esas personas escapaban de la persecución política o eran refugiados medioambientales que huían del hambre, la desertificación y otros desastres naturales.

Nada de esto fue tomado en consideración por Argel, que sin piedad aplicó la misma política que xenófoba que los argelinos critican cuando padecen la islamofobia de los europeos y estadounidenses.  

Así, por ejemplo, el presidente de la Comisión Nacional Consultiva para la Protección de los Derechos Humanos, Farouk Ksentini, defendió la decisión de su gobierno con argumentos sumamente racistas. El funcionario declaró que “la presencia de inmigrantes y refugiados africanos en varias localidades del país” puede causar problemas a los argelinos “porque”, según él, “los expone, en particular, al riesgo de propagación del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual”.

La expulsión de los inmigrantes subsaharianos es un claro mensaje a los países de la región que apoyan el reintegro de Marruecos a la Unión Africana, en la cumbre de Addis Abeba, en enero próximo.

En 1984, Marruecos abandonó la entonces Organización de Unidad Africana, en señal de protesta, cuando Argelia y sus aliados lograron los votos suficientes para incorporar a la entidad al seudo estado de los separatistas marroquíes, la RASD.

Tres décadas más tarde, la Guerra Fría ha concluido y la geopolítica africana se guía por nuevas realidades. Mientras que Argelia atraviesa una dura realidad conformada por la existencia de un liderazgo gerontocrático en retirada y una complicada situación económica como producto de la caída internacional de los precios del petróleo.

Marruecos por su parte, está en la situación inversa. Es el país más estable del continente, con mayor calidad institucional, una economía diversificada y numerosas inversiones en África. Es por ello, que una mayoría de países africanos está impulsando el regreso del Reino Alauí a la Unión Africana.

Argelia, mientras tanto apela a todo tipo de presiones diplomáticas y apela a sus aliados en el continente para intentar frenar el retorno marroquí, que marginaría definitivamente al Polisario del único foro internacional donde ha logrado hacer pie.

El análisis estaría inconcluso si no se mencionaran las diferencias entre la política de expulsiones que lleva a cabo Argelia y el trato humano, de protección e inclusión con dignidad que otorga Marruecos a los inmigrantes subsaharianos que arriban a su territorio.

Al respecto, cabe recordar que en el discurso pronunciado con motivo del 63° Aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo, Mohammed VI estableció claramente cuál era la política del reino para el continente africano al señalar: “África, para nosotros, no es un objetivo, sino más bien una vocación de servicio al ciudadano africano, donde quiera que esté. El interés que ponemos en la mejora de las condiciones de vida en su país, es el mismo que el ofrecido a los migrantes africanos en Marruecos, al contrario de lo que tienen que soportar en muchas partes del mundo.”

En el día de hoy, El rey Mohamed VI dispuso iniciar "de inmediato" una segunda fase de regularización de emigrantes, después de la primera que durante el año 2014 permitió legalizar el estatus de unas 25.000 emigrantes en el país.

La Comisión Nacional para la Regularización e Integración de Emigrantes emitió un
comunicado precisando que esta segunda fase se desarrollará “en las mismas condiciones que la primera”.

Según diversos organismos de defensa de los inmigrantes en Marruecos, permanecen, actualmente, en el país unos 10.000 inmigrantes en situación irregular.

Los criterios de regularización en 2014 incluyeron que éstos pudieran demostrar arraigo en el país o que se encontraran en situación de vulnerabilidad (enfermedad o discapacidad), y beneficiaron a la totalidad de mujeres y niños que habían solicitado su legalización.

Los emigrantes regularizados proceden de más de un centenar de países, entre los que
destacaban por su número los senegaleses, sirios, nigerianos y los originarios de las naciones del África Occidental.

Una vez legalizada la condición de los emigrantes, se plantearán los retos para su integración, como la escolarización, el acceso gratuito a la sanidad pública (que no existe
para millones de marroquíes) o su inserción laboral.


Los pueblos africanos saben muy bien que pueden esperar en cada caso. Mientras que en Argelia les espera la discriminación y el rechazo en Marruecos encuentran la mano solidaria y fraterna de un pueblo que se siente por sobre todas las cosas árabe, musulmán y africano.

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