Los deudos de
las víctimas de la masacre de Gdeim Izik, en Marruecos, se organizan para
defender sus demandas de justicia y memoria para sus seres queridos.
LA MASACRE DE GDRIM IZIK
En 2010, el desalojo de un campamento de desocupados
e indignados -podríamos decir que son la versión marroquí de los “piqueteros”
que habitualmente protestan por las calles del microcentro porteño- en un
paraje próximo a la ciudad de Laiún, en las provincias del Sur de Marruecos,
derivó en incidentes en que un grupo de activistas separatistas asesinó a once
miembros de las fuerzas de aplicación de la ley y heridas de diversa
consideración a otros 70 funcionarios y cuatro civiles.
Es conveniente para el público occidental, que
desconoce los detalles del incidente, relatar brevemente lo ocurrido.
El 10 de octubre de 2010, se instaló un campamento
de protesta, formado por unas treinta jaimas (tiendas de campaña marroquíes) en
un paraje denominado Gdeim Izik, situado a doce kilómetros de la ciudad de
Laiún, en el sur de Marruecos.
El grupo inicial de manifestantes alcanzaba tan sólo
a treinta o cuarenta personas que reclamaban ser incluidos en los planes
oficiales para obtener una vivienda social, un empleo en el Estado u otro tipo
de beneficio asistencial.
La composición de este grupo era mayoritariamente de
lisiados, mujeres viudas o divorciadas, hombres desocupados e “indignados” (por
lo general graduados universitarios que reclaman una oportunidad para acceder a
empleos de categoría en la administración pública).
Inicialmente, el “wali”
(gobernador) de la región ofreció dialogar con los manifestantes y otorgarles “tarjetas de promoción nacional” (que
otorgan diversos beneficios estatales a sus titulares) a cambio del compromiso
de desmantelar voluntariamente el campamento.
Paradójicamente, la actitud dialoguista del gobierno
local, tuvo el efecto contrario al deseado. La tolerancia de las autoridades y
la perspectiva de que los manifestantes obtuvieran beneficios extras a través
de la protesta incentivó, rápidamente, a otros demandantes de ayuda social a
incorporarse al campamento.
En tan sólo tres semanas se habían reunido en un
improvisado campamento en el desierto, 6.000 jaimas que albergaban a unas 200.000
personas y un centenar de vehículos.
Como se comprenderá, el campamento carecía de los
más elementales recursos de agua potable, servicios eléctricos e instalaciones
sanitarias.
La gran aglomeración de personas en situación
precaria, como generalmente suele ocurrir, atrajo a todo tipo de oportunistas,
delincuentes y activistas políticos.
Los separatistas del Frente Polisario aprovecharon
la ocasión para infiltrar algunos activistas de los campos argelinos de Tinduf,
a través de la frontera con Mauritania.
En unos días, el aparato internacional de propaganda
en mano de los polisarios y un puñado de activistas lograron crear la imagen
que el campamento de Gdeim Izik tenía el propósito de reclamar en favor del
separatismo saharaui.
Esto era absolutamente falso. Incluso el grueso de
los acampantes, que escuchaban las consignas que los separatistas propalaban
desde altoparlantes y megáfonos, no eran totalmente conscientes de que sus
demandas de vivienda y empleo estaban siendo manipulados.
Los manifestantes se organizaron en comisiones (del
diálogo, de coordinación, de organización y de seguridad).
La mayor preparación política y el hecho de actuar
coordinadamente, permitió a los activistas del Frente Polisario, asumir un rol
protagónico dentro de las distintas comisiones.
Pronto las Comisiones, constituidas en gobierno
interno del campamento se opusieron tanto a que las autoridades censaran a los
habitantes del mismo para encontrar la forma de atender sus demandas. Incluso
se negaban a permitir que estos abandonaran el asentamiento o desmantelaran sus
jaimas. A esas alturas el campamento estaba rodeado de un parapeto formado por
obstáculos de tierra y tres cordones de seguridad (el más interno controlado
por la Comisión de Seguridad y los otros dos por las fuerzas del orden).
Ante el estancamiento de las negociaciones y la
continua degradación de las condiciones de vida en el interior del asentamiento
(pese a que el gobierno distribuía agua potable y alimento a los manifestantes)
las autoridades marroquíes resolvieron, por un lado, atender las demandas de
los manifestantes otorgando gran cantidad de “tarjetas de promoción nacional”, y por el otro, proceden al
desalojo pacífico del campamento.
ESTALLA LA VIOLENCIA
El lunes 8 de noviembre de 2010, después de tres
horas de propalar por altavoces la decisión de proceder a la evacuación del
campamento, las fuerzas de aplicación de la ley procedieron a remover los
obstáculos de arena que rodeaban el campamento con el fin de facilitar la
salida de los ocupantes y de los automóviles. Además, las autoridades
implementaron un servicio de buses para trasladar hacia Laiún a las personas
del asentamiento.
Cuando había comenzado la evacuación pacífica de
Gdeim Izik, un grupúsculo de activistas armados con elementos contundentes,
armas blancas caseras y bombas incendiarias (cócteles Molotov) atacaron, tanto a
los cuerpos de aplicación de la ley como a los manifestantes que dejaban el
campamento.
Las fuerzas del orden se vieron obligadas a repeler
los ataques con gases lacrimógenos y chorros de agua. Pronto el caos y los
incendios de tiendas se generalizaron. El saldo de víctimas fatales y heridos
fue el anteriormente señalado.
Al conocerse los incidentes ocurridos en Gdeim Izik
se produjeron violentas protestas en la ciudad de Laiún que pronto derivaron en
actos de vandalismo, saqueos e incendios de edificios oficiales, sucursales
bancarias y locales comerciales.
La naturaleza de los incidentes y la coordinación
que evidenciaban los vándalos evidenciaban que los mismos contaban con
preparación previa y que buscaban que las fuerzas de la ley arrastrar por la
provocación, montaran una represión generalizada y provocaran víctimas entre la
población de la ciudad.
Las fuerzas del orden sin embargo mantuvieron su
profesionalismo y escaparon a la provocación, aunque no pudieron evitar que se
produjeran daños a la propiedad por valor de 24 millones de dólares.
Todo ello tenía un solo propósito. Generar la imagen
en la opinión pública internacional de que en el sur de Marruecos había una masiva
demanda en favor del separatismo.
Como era de esperarse el Frente Polisario comenzó a
explotar los incidentes hablando de miles de víctimas y desaparecidos,
represión indiscriminada y hasta de genocidio en Gdeim Izik.
EL JUICIO
Las autoridades lograron identificar y detener a los
activistas más violentos. Un total de 202 personas fueron arrestadas. La
mayoría recibieron penas de hasta tres meses de cárcel, penas en suspenso,
multas e incluso 9 resultaron absueltas.
No obstante, 24 activistas del Frente Polisario
fueron acusados de participar en una banda criminal, asesinar a miembros de las
fuerzas del orden e incluso mutilar sus cadáveres.
Entre el 01 y 17 de febrero de 2013, se llevó a cabo
un juicio público donde 23 acusados fueron condenados a penas que iban desde la
cadena perpetua a los veinte años de prisión. Tan sólo uno de los acusados fue
condenado a la misma pena de cárcel que ya había cumplido bajo la modalidad de
“prisión preventiva” (dos años).
Todos los acusados apelaron la sentencia ante la
Corte de Casación. El próximo 26 de diciembre de 2016 la Corte revisará el
juicio.
EL GRUPO GDEIM IZIK
Ante la posibilidad de que la sentencia aplicada a
los activistas polisarios pueda ser modificada, un grupo de familiares y amigos
de las víctimas han decidido constituir una ONG para hacer oír su voz y
demandar justicia para sus seres queridos. A continuación, transcribimos el
Comunicado de Prensa de la Asociación de los Familiares y Amigos de las
víctimas del “Grupo Gdeim Izik”.
“En
el marco del aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que
se conmemora el 10 de diciembre de cada año, nosotros los Familiares y
Amigos de las víctimas del Grupo Gdeim Izik, aprovechamos esta ocasión
para anunciar la creación de nuestra asociación. Creemos que el derecho a la
vida es uno de los derechos humanos más sagrados y el cual les ha sido robado a
nuestros once hijos que fueron asesinados a sangre fría cuando cumplían su deber
profesional el 8 de noviembre de 2010 en un suburbio de la ciudad de El Aaiún.
“Nuestra asociación se ha fijado como objetivos:
“1) Definir las víctimas de los acontecimientos de
Gdeim Izik, entre los elementos de las fuerzas públicas como mártires del deber
nacional;
“2) Hacer frente, mediante todos los medios
legítimos, a todos los intentos de encubrir el atroz crimen sufrido por
nuestros hijos;
“3) Preservar y honrar la memoria de las víctimas y velar
por su rehabilitación mediante la aplicación de la ley contra los criminales;
“4) Representar a las familias de las víctimas en
diversos foros nacionales e internacionales y hacer escuchar la voz de las verdaderas
víctimas;
“5) Defender los intereses legítimos de las familias
de las víctimas.
“Partiendo de estos objetivos, nuestra Asociación
tiene la intención, visto que el Tribunal de Casación decidió remitir los expedientes
de las personas acusadas en el caso de los asesinatos de nuestros hijos al
Tribunal de Apelación y presentarlos ante el tribunal el 26 de diciembre de 2016,
Nuestra Asociación decidió, posteriormente, tomar todas las medidas necesarias
para seguir las pautas de este juicio. Se trata de presentarse como parte civil
con el fin de informar al tribunal de los sufrimientos de las familias de las
víctimas y presentar sus reivindicaciones legítimas. En consecuencia, la Asociación
hace un llamamiento a todos los organismos y personas que creen en la justicia
para que la apoyen y la ayuden.
“La Asociación considera que remitir el caso ante el
Tribunal de apelación es una importante oportunidad para poner de relieve nuestro
sufrimiento como familiares de las víctimas. Se trata también de hacer frente a
todos los intentos de retirar a este caso su carácter criminal y penal, así
como presentar los acusados como víctimas en una indiferencia total respecto a
nuestros hijos, que sí fueron las verdaderas víctimas.
“La Asociación aprovecha esta ocasión para expresar
su plena confianza en el poder judicial como mecanismo de reparación y justicia
que revelará la naturaleza criminal de los actos que condujeron al asesinato de
nuestros hijos y la forma bárbara e inhumana en la que sus cuerpos fueron
maltratados ya que incluso se orinaron sobre ellos y los desfiguraron.”
He recibido una invitación para concurrir al juicio en Raba como observador internacional por lo cual los lectores de este blog podrán seguir el desarrollo de este trascendente juicio para la vigencia
de la justicia y los derechos humanos en África.
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