viernes, 30 de diciembre de 2016

¿POR QUÉ SE FUE PRAT GAY?



El presidente Mauricio Macri se ve obligado a cambiar al ministro Alfonso Prat Gay ante el fracaso de la estratégica económica de su gobierno.
Cuando el pasado 26 de diciembre el presidente argentino Mauricio Macri resolvió sorpresivamente pedirle la renuncia a su ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, todos los observadores trataron de determinar las causas reales de esta decisión.
Desde el gobierno, y sus habituales voceros periodísticos, se deslizó la versión que atribuía el alejamiento del ministro a problemas de personalidad. Se deslizaba sutilmente la interpretación de que Prat Gay era un funcionario de gran talento y capacidad de trabajo, exitoso en su gestión, pero con un temperamento difícil, que confrontaba continuamente con sus colegas de gabinete e incluso que mantenía una tensa relación con el presidente.
No obstante, resulta difícil creer que un presidente cambie a un ministro exitoso por un conflicto de egos. ¿Si Macri hecho a Prat Gay por su gran ego, que debería hacer con la conflictiva y territorial ministro Susana Malcorra?
La política, al nivel de las relaciones entre un presidente y su gabinete de ministros, es ámbito de frecuentes choques de egos. Un primer mandatario perdería con mucha frecuencia a sus colaboradores más cercanos si no desarrollara la capacidad de tratar con personas que usualmente se consideran superiores o mejores a los demás.
Por lo tanto, la versión oficial -o mejor dicho la versión “extraoficial”- difundida desde la Casa Rosada no resulta muy creíble.
El gobierno, al mismo tiempo, insiste en afirmar que la gestión económica del ex ministro Prat Gay fue exitosa. En gran medida lo fue. Argentina salió del default, abandonó el cepo cambiario y realizó un blanqueo exitoso de los activos y propiedades que los argentinos mantenía ocultos y por los cuales evitaban pagar impuestos. Pero, no logró mucho más.
Es cierto también, que no toda la responsabilidad por el bajo rendimiento de la política económica es responsabilidad del ex ministro Prat Gay.
La economía argentina continúa bloqueada por una tóxica combinación de recesión -caída del PBI del 2%- e inflación elevada -40% anual-, también se ha disparado el déficit fiscal y crecido el endeudamiento externo.
Los “brotes verdes” que el gobierno esperaba en la economía para el último trimestre de 2016 no se han registrado.
Es difícil determinar cuándo responsabilidad tiene el ministro saliente en este problema y cuanta tienen otros funcionarios claves del área económica e incluso el propio presidente Mauricio Macri con algunas de sus decisiones.
El gobierno de Macri parece empeñado en conceder todas las demandas de los sectores con capacidad de confrontarlo: gobernadores y legisladores peronistas, sindicatos, agrupaciones piqueteras, etc. Esta política de continuas concesiones tiene altos costos económicos.
La negociación para la modificación del impuesto a las ganancias fue un claro ejemplo de la combinación de errores de instrumentación y limitaciones frente a los contrapoderes reales que enfrenta el actual gobierno argentino.
Lo cierto es que, el mayor costo político de este fracaso del gobierno, se descargó sobre el ministro Prat Gay a quien Macri apartó de las negociaciones finales sobre el impuesto, en el Congreso.
Fue entonces que Prat Gay decidió alejarse, cuando aún podía presentar una gestión aparentemente exitosa, o fue el presidente quien decidió descargar sobre su ministro el costo de la inoperancia y debilidad mostrada por gobierno durante esa frustrante negociación.
Por el momento al menos, resulta imposible descubrir la verdad.
Lo cierto es que la salida Prat Gay y también la de la presidente de la empresa estatal Aerolíneas Argentinas, Isela Constantini, son una clara señal de que el gobierno de Mauricio Macri se encuentra en crisis en medio de un año electoral.
Si quiere asegurar la marcha de su gobierno en los siguientes años, Mauricio Macri debe tener un desempeño aceptable en las elecciones legislativas de octubre de 2017. Para ello la actividad económica debe evidenciar signos de recuperación y la inflación debe estar bajo control.
Sin alguna señal de “brotes verdes”, Macri no podrá revalidar en las urnas su legitimidad como gobernante.

Esto requiere cirugía mayor y no tan sólo un cambio cosmético de un par de funcionarios. Pronto sabremos si el presidente está dispuesto a realizarla y si sabe como hacerla. 

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