Donald Trump
buscaba un “Patton” para el cargo de Secretario de Defensa, pero tuvo que
conformarse con James “Mad Dog” Mattis, el general que hizo célebre la serie
televisiva “Generation Kill”.
El general del Cuerpo de Infantería de Marina, James “Mad Dog” Mattis parece una caricatura
de “John Rambo” hecha realidad. Se
trata de un veterano de 66 años de vida y 44 de servicio en el Cuerpo de
Marines, que no tiene familia -no tiene pareja ni hijos- y que ha consagrado
por entero su vida a la carrera militar.
Su única pasión conocida es la lectura, un tanto
desordenada, de libros de historia militar y filosofía.
Profundo conocedor del Medio Oriente ha combatido en
distintos países de la región entre 1991 y 2013, hasta alcanzar el mando del
estratégico Comando Central de los Estados Unidos (USCENTCOM).
Sus tropas le pusieron el apodo de “Mad Dog” por la agresividad con que
comandó al 1° Batallón de Reconocimiento, de la 1ª División de Infantería de
Marina, una de las unidades de asalto que formaban parte de la Fuerza de Tareas
“Ripper”, la punta de lanza de las
fuerzas de la coalición internacional que llevó a cabo la “Operación Tormenta del Desierto”, en Irak, durante 1991.
Es precisamente su actuación en dicha campaña militar
la que recrea la miniserie televisiva “Generation
Kill”, basada en el libro escrito, en 2004, por el periodista de la revista
Rolling Stone, Evan Wright, quien
acompañó a las tropas de Mattis durante tres meses, asistiendo a sus combates.
Pero, su historial militar no se compone solamente de
operaciones exitosas, también muestra algunos antecedentes cuestionables. El 19
de mayo de 2004, el general Mattis ordenó bombardear una vivienda cercana a la
frontera con Siria. En el lugar se registraba la presencia de numerosas
personas y la inteligencia militar estadounidense llegó a la conclusión de que
se trataba de una casa segura donde se concentraban insurgentes iraquíes.
En realidad en el lugar se celebraba la fiesta de una
boda. El ataque estadounidense ocasionó 42 civiles muertos -entre hombres,
mujeres y niños- en lo que se conoce como “La
masacre de la fiesta de Bodas de Muraka Deeb”.
En la investigación realizada sobre el incidente,
Mattis declaró tajantemente que había reflexionado durante treinta segundos
antes de ordenar el bombardeo de la casa.
También se cuestiona su comando durante la denominada “Operación Phantom Fury”, nombre de la
segunda batalla por el control de Faluya (del 7 de noviembre al 23 de diciembre
de 2004) donde tuvieron lugar los más duros combates urbanos en que se vieron
involucrados los marines americanos desde la trágica batalla de Hue, en
Vietnam, en 1968.
En Faluya las tropas al comando de Mattis impidieron a los
iraquíes varones mayores de edad abandonar la ciudad durante los combates
aumentando el número de víctimas fatales a 1.350 personas.
Conductor militar aguerrido, de decisiones rápidas que
afirma no albergar dudas ni conocer la palabra “fracaso”, Mattis es también un decidido enemigo de Irán, país al
que considera como “la amenaza más duradera a la estabilidad y la paz” en Medio
Oriente.
Pero, no debemos confundirnos, Mattis no forma parte
de la derecha alternativa o del etnonacionalismo, como Steve Bannon o Michael
Flynn. Es tan sólo un fanático de la violencia que, pese a sus muchas lecturas,
suele reducir la realidad a categorías dicotómicas: blanco o negro, amigo o
enemigo.
Su incontinencia verbal lo lleva a acuñar numerosos
aforismos que hablan de su visión del mundo. Entre ellos pueden citarse
afirmaciones tales como “no pierdo el
sueño por las noches pensando en el fracaso. Ni siquiera sé cómo se deletrea
esa palabra” o “en el mundo hay
cazadores y presas. Por tu disciplina, astucia, obediencia y vigilancia,
decidirás si eres cazador o presa.” Al escuchar estas frases uno puede imaginarse
a Sylvester Stallone, diciéndolas con su boca semiabierta.
Este es el hombre a quien Donald Trump le ha
encomendado la defensa de los Estados Unidos.
El general James “Mad
Dog” Mattis será el segundo militar en ocupar la Secretaría de Defensa,
desde que el presidente Harry S. Truman, designara en ese mismo cargo al
general George Marshall, en 1950, para encomendarle la reconstrucción de Europa
en plena Guerra Fría.
La tendencia del presidente electo de integrar su
Administración con militares muestra que, o bien no confía en los hombres del
Partido Republicano, o no consigue la plena colaboración de los mismos con su
gestión.
Hasta el momento el común denominador de los militares
convocados por Trump es que son profesionales prestigiosos en su país pero que
mantuvieron algún notorio enfrentamiento con el presidente Barack Obama.
También son figuras relativamente independientes, sin demasiados aliados o
apoyos en el establishment de Washington. Por lo tanto, son absolutamente
dependientes del apoyo que les brinde el nuevo presidente.
No obstante, la designación de Mattis aún necesita ser
ratificada por el Congreso -deben otorgarle una dispensa debido a que aún no
hace siete años que dejó el servicio activo- algo que posiblemente requiera de
un esfuerzo adicional por parte de Donald Trump.
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