En medio del
desprestigio y las causas judiciales por corrupción los líderes populistas
latinoamericanos se rinden homenajes unos a otros.
Durante
mi niñez, en el vecindario dónde crecí, en el barrio porteño de Floresta,
cuando alguien hablaba bien de sí mismo, por que nadie más lo hacia, decíamos
que se estaba dando “autobombo”.
Es decir,
que a falta de elogios y consideraciones de los demás, alguien elegía la
autopromoción para intentar mejorar su imagen entre amigos y conocidos.
No era
ni ético, ni bien visto pero a algunos les servía para hacerse propaganda. El “autobombo” es útil para intentar pasar
ante los demás por mejor persona de lo que en realidad uno es.
En
ocasiones, el “autobombo” se hacía en
grupo. Es decir, dos o más individuos no muy bien considerados por los demás,
hablan bien el uno del otro para disimular el evidente “autobombo”.
Es
decir, que Pedro y Pablo se ponían de acuerdo para hablar bien el uno del otro.
Pedro al ponderar a Pablo frente a sus amigos y en ausencia de este, tenía la
certeza de que el otro devolvería el favor ni bien surgiera la ocasión propicia.
Hoy
los líderes del populismo mágico en América Latina con las acciones en baja y
en medio de cada vez más graves y fundadas acusaciones de corrupción e
inoperancia deben recurrir al “autobombo”
para intentar mejorar su imagen internacional.
Es lo
que hacen descaradamente Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y el
inefable Nicolás Maduro, entre otros.
Como
ningún gobernante de un país realmente democrático y serio los tiene en
consideración, nadie los invita a dar conferencias, a compartir sus
experiencias o a brindar sus consejos, los presidentes y ex presidente
populistas se ven obligados a hablar bien unos de otros e intercambiar
condecoraciones entre ellos. Veamos como funciona el “autobombo populista”.
Recientemente,
Cristina Fernández de Kirchner, en medio de embargos e innumerables procesos
judiciales por corrupción, asociación ilícita y lavado de dinero, fue premiada
con sendos doctorados honoris causa de la Universidad Nacional de Quilmes y la
Universidad Nacional de Avellaneda.
Estas
novísimas “universidades municipales”
-aunque jurídicamente sean consideradas “nacionales”-
fueron creadas durante los años de gobierno kirchnerista y sus autoridades no
ocultan su simpatía con esta corriente política. Además, están sospechadas de
haber participado de negocios poco claros durante el gobierno de la ex
presidente.
Posiblemente,
estos doctorados honoris causa, compensen a la “abogada exitosa” por el título de la Universidad Nacional de La
Plata que nunca pudo exhibir.
También
su amigo, el presidente populista de Ecuador, Rafael Correa, condecoró a
Cristina Kirchner con la “medalla Manuela
Saénz” otorgado por el Parlamento de su país. No será el Nobel pero al
menos es algo.
Precisamente,
Rafael Correa parece haberse convertido en defensor de los ex presidentes
populistas acusados en sus países de corrupción.
Correa
aprovechó su discurso ante la XXV Cumbre Iberoamericana para expresar su “rotundo rechazo a los golpes de Estado
blandos parlamentarios – judiciales” y refirió que no pudieron encontrar un
ápice de corrupción en Dima Rousseff en Brasil -aunque no muchos brasileños
coincidirán con esta afirmación-, pero la sancionaron porque ya estaba
sentenciada, también a la persecución contra Luis Inácio “Lula” Da Silva, y de la ex presidenta argentina Cristina
Fernández.
Correa
no dudó en calificar a estas figuras cuestionadas judicialmente por corrupción
como “perseguidos políticos”.
Algunos
analistas piensan que, posiblemente, Rafael Correa, en realidad esté abriendo
el paraguas en previsión de lo que pueda ocurrirle a él cuando abandone la
presidencia el año próximo.
Pero,
quién ha batido todos los records en materia de “autobombo”, es el presidente venezolano Nicolás Maduro que,
recientemente, ha creado el “Premio
Comandnate Eterno Hugo Chávez de la Paz y la Soberanía de los Pueblos” para
competir con el Premio Nobel de la Paz.
Y,
como Maduro no necesita de una prestigiosa Academia o siquiera de un jurado
para determinar quién merece tal premio, ha anticipado que el primero en
recibir esta distinción será el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Sin
duda, Putin es todo un arquitecto de la paz mundial. Ante cualquier duda puede consultarse
al pueblo ucraniano.
La
verdad que es que estos honores y premios, a figuras tan cuestionadas por
diversos delitos, son cuando menos poco serios. Pero, ya sabemos que en Macondo
suelen ocurrir estas cosas.
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