La intervención
del Vaticano convocando a un diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y la
opositora Mesa de Unidad Democrática y los pedidos de aplicación a Venezuela de
la Carta Democrática Interamericana está internalizando la crisis institucional
y socioeconómica que vive el país caribeño.
LA CRISIS
Como
es bien conocido, desde hace años Venezuela ha entrado en una profunda crisis socioeconómica
que se transformó en política e institucional.
El
brusco descenso del precio del petróleo y la desastrosa administración del país
por parte del gobierno chavista derrumbó el PBI venezolano, disparó la
inflación, generó un total desabastecimiento de alimentos, medicamentos y
materias primas esenciales, generalizando la pobreza y desatando una
criminalidad desbordante.
Los
tiempos se aceleraron con el triunfo en las elecciones, del 6 de diciembre de
2015, de la oposición unificada que pasó a controlar las dos terceras partes de
la Asamblea Nacional, es decir, el Poder Legislativo y la decisión del gobierno
de encarcelar al dirigente opositor Leopoldo López, condenado a catorce años
por su supuesta responsabilidad en los incidentes que se produjeron en el año
2014, durante un acto convocado por el partido Voluntad Popular.
Los
dos últimos acontecimientos que detonaron el actual conflicto fueron la
suspensión sin fecha de las elecciones regionales programadas legalmente para
fines del corriente año y, de mayor gravedad aún, la paralización del proceso
de recolección de firmas para permitir la realización de un “referendo revocatorio”
antes del 10 de enero de 2017. De realizarse este referendo y de triunfar la
oposición significaría el inmediato y definitivo abandono de la presidencia por
parte de Nicolás Maduro y la convocatoria a nuevas elecciones generales.
LA GRIETA
No
sólo la sociedad sino también el Estado venezolano ha quedado escindido en dos
sectores enfrentados cada uno de ellos con aliados internacionales.
El
chavismo controla el Poder Ejecutivo y el Poder judicial constituido por el
Tribunal Supremo de Justicia, y en especial, el Consejo Nacional Electoral
(CNE) y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, es decir, los militares
venezolanos que son parte del partido oficial e incluso ocupan cargos claves en
el gobierno.
Los
principales aliados internacionales del chavismo son los países de la Unión de
Naciones del Sur, cuya presidencia pro tempore ejerce precisamente Venezuela,
en especial, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
Pero
también China -el 45% de la deuda de América Latina con este país está en
Venezuela que le debe más de 56.000 millones de dólares-, Rusia, Irán y
Argelia. A ellos se suman algunos partidos populistas en la oposición de sus
respectivos países como Podemos en España o el Kirchnerismo en Argentina.
En
tanto que, el conglomerado opositor la Mesa de Unidad Democrática (MUD) cuenta
con una mayoría calificada en la Asamblea Nacional y en lo internacional cuenta
con la simpatía del Secretario General de la Organización de Estados
Americanos, el uruguayo Luis Almagro, de los países del Mercosur, en especial
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
El presidente
argentino, Mauricio Macri, desde sus días de candidato presidencial condenó
claramente al régimen chavista y reclamó la liberación de Leopoldo López.
Lilian Tintori, la combativa esposa de López participó incluso de la campaña
electoral de Cambiemos.
Macri tuvo
una actividad decisiva al momento de impedir que Maduro asumiera la presidencia
pro tempore del Mercosur y ha reclamado que se aplique al régimen bolivariano
la Carta Democrática Interamericana de la OEA.
En
Perú, el Congreso se expidió contundentemente condenando al gobierno chavista y
reclamando al presidente Pedro Pablo Kuczynski que convoque para consultas al
embajador peruano en Caracas. En respuesta, el presidente Kuczynski aprovecho
la XXV Cumbre Iberoamericana para reclamar que se le aplique la Carta
Democrática Interamericana a Venezuela.
También
el gobierno de Guatemala se ha sumado a la censura al régimen chavista,
apoyando los reclamos de la oposición para llevar a cabo el referendo
revocatorio.
Diversas
ONG internacionales y varias personalidades han sumado su condena a las
arbitrariedades del gobierno chavista. Entre ellas se destacan Human Rigts
Watch, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Internacional
de Empleadores, cuyo vicepresidente, el argentino Daniel Funes de Rioja señaló
que la crisis en Venezuela “compromete no
sólo la situación económica y empresarial sino la paz social.”
En
tanto que, el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa sentenció: “el
régimen de Venezuela está en hilachas, está desplomándose, fundiéndose por su
incapacidad para dar respuesta a los deseos del pueblo venezolano” y el ex jefe
de gobierno de España, el socialista Felipe González quién dijo: “Cuando veo
que las redes insultan a los que defendemos una Venezuela libre y democrática
pido que no sean mercenarios de la petropolítica vayan a ver lo que está
pasando en Venezuela y después juzguen”.
EN EL OJO DE LA TORMENTA
La
decisión del CNE, del 20 de octubre, de suspender la recolección de firmas para
el referéndum revocatorio aceleró la crisis.
La
oposición convocó el miércoles 23 a una masiva movilización bajo la consigna de
“La toma de Venezuela” que finalizó
con masivas movilizaciones en todo el país. Pero, que lamentablemente, dejó un
saldo de un policía asesinado, 120 personas heridas por la represión policial y
147 opositores detenidos en 24 capitales de los 48 puntos de protesta
distribuidos por todo el territorio venezolano.
En
tanto, la Asamblea Nacional aprobó iniciar un juicio por responsabilidad
política y abandono del cargo contra el presidente Maduro para intentar por
este procedimiento llevar a nuevas elecciones presidenciales.
La
respuesta de Maduro consistió en dirigirse intempestivamente a Roma para
solicitar personalmente al papa Francisco que convoque a una meda de diálogo
con la oposición.
De
regreso en Venezuela, el presidente Maduro anunció que el Estado demandará a la
Asamblea Nacional por “intentar un golpe
y violar la constitución”. Con su particular estilo populista, Maduro
afirmó: “Le dije al procurador (Reinado
E, Muñoz) que saque un pronunciamiento y que prepare los cañones jurídicos
porque si violentan la constitución, si hacen un juicio político que no está en
nuestra Carta Magna debe haber una demanda, una querella ante los tribunales
del país para llevar a la cárcel a todos los que violen la constitución sean
diputados o no.”
LA BÚSQUEDA DEL DIÁLOGO
En un
principio la oposición respondió a la mediación papal de un modo dispar. La MUD
era reacia anteriormente a la propuesta de diálogo llevada a cabo por el
Secretario General de la UNASUR, el ex presidente colombiano Ernesto Samper con
la colaboración del ex jefe de gobierno de España, el socialista José Luis
Rodríguez Zapatero y los ex presidentes latinoamericanos, el dominicano Leonel
Domínguez y Martín Torrijos de Panamá, por considerar que eran parciales en
favor del chavismo.
La
intervención del Vaticano, en principio, no mejoró las cosas. Algunos
dirigentes opositores se quejaron de que el papa Francisco daba un trato
asimétrico a la oposición y que su intervención sólo serviría para que Maduro
ganara tiempo y lograra neutralizar el referéndum revocatorio.
Mientras
el secretario general de la MUD, Jesús Torrealba se mostró dispuesto a
participar del diálogo. El ex candidato presidencial y actual gobernador del
estado Miranda Henrique Capriles y el encarcelado Leopoldo López, se expresaron
contrarios a participar de lo que consideraron un diálogo sin condiciones
previas.
Este
sector de la oposición demanda que previo al establecimiento del diálogo el
gobierno chavista restablezca la recolección de firmas para concretar el
referendo revocatorio, libere a los presos políticos, permita el retorno de los
dirigentes exiliados y reciba la ayuda humanitaria internacional.
Mientras
la oposición definía si participaba del diálogo y quienes, y con qué condiciones
concurrirían al mismo, decidió convocar el viernes 28 de octubre a una huelga
general por doce horas que denominó “Gran
Paro Ciudadano Nacional”.
El
paro se llevó a cabo exitosamente pese a la intimidación del gobierno que
amenazó con expropiar las empresas que adhirieran a la medida opositora. Maduro
envió al Ejército y al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) a inspeccionar
a las grandes empresas. No obstante, el paro vació las autopistas y las calles
y mostró gran acatamiento por parte del comercio minorista.
Finalmente,
el enviado papal, el nuncio apostólico en Buenos Aires, monseñor Emil Paul
Tscherrig y el nuncio en Venezuela, monseñor Aldo Giordani, con el apoyo de los
mediadores de la UNASUR, lograron que al menos la MUD y el presidente de la
Asamblea Nacional Henry Ramos Allup, en principio aceptarán concurrir el
domingo 30 de octubre a Caracas (o la Isla Margarita está no muy claro) para
iniciar una mesa de diálogo en “la búsqueda
de acuerdos, la creación de un clima de confianza, la superación de la
discordia y la promoción de un mecanismo que garantice la convivencia pacífica.”
El
diálogo en Venezuela es apoyado por la ONU, la República Dominicana en el marco
de la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC) y la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos
Exteriores y de Seguridad, Federica Mogherini.
Es muy
pronto para saber cuál será el resultado de este diálogo. Especialmente, cuando
ambas partes descreen del mismo. Maduro ha apelado al mismo porque se siente
acorralado y no parece dispuesto a realizar importantes concesiones o a aceptar
el libre funcionamiento de las instituciones constitucionales sino tan sólo
buscar ganar tiempo.
La
oposición por parte determina a poner fin al gobierno chavista por medio que
sea: referéndum revocatorio, un juicio por abandono del cargo o un acuerdo para
llevar a cabo elecciones generales.
Así
planteadas las posiciones es difícil ser optimistas sobre el resultado del
diálogo a pesar de la participación del papa Francisco.
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