Nigeria
no sólo es el país más poblado de África, la mayor economía y el principal
productor de petróleo, es también la nación con mayor número de víctimas
provocadas por acciones terroristas del continente.
UN PAÍS BAJO FUEGO
En
2015, según EL Peace Reserch Institute Oslo y el Uppsala Conflict Data Program,
el 23% de las muertes provocadas por ataques terroristas del mundo
-aproximadamente una de cada cuatro víctimas- se produce en Nigeria.
El
principal responsable de esas muertes es el grupo yihadista Jama´ATU Ahlis
Sunna Wal-jihad Lidda´awati, que podría traducirse como “personas comprometidas con la propagación de las enseñanzas y la yihad
del Profeta”, pero a quien todos incluso las autoridades de ONU-
identifican por la sigla de Boko Haram.
Nombre
que en hausa significaría aproximadamente “la
educación occidental es pecado” y señala la oposición que este grupo
terrorista hace, tanto a la educación de las mujeres, como a la difusión de los
valores occidentales.
Otros
grupos terroristas que actúan en el noreste de Nigeria son escisiones de Boko
Haram.
En
febrero de 2012, el grupo salafista Jama´atu Ansarl Muslimina Fi Biladis Sudan,
más conocido como “Ansaru” anunció su
separación de Boko Haram, aunque mantiene relaciones cordiales y de cooperación
con él. Ansaru escogió el camino de vincularse más estrechamente a las
franquicias de Al Qaeda en la región, como Al Qaeda en el Magreb Islámico -AQMI-
y Harakat al-Shabaab al-Muyahidin –“Movimiento
de jóvenes Muyahidines”- en Somalía.
En agosto de 2016, surgió un conflicto interno y un grupo encabezado por Abu
Musab al Barnawi -seudónimo que supuestamente oculta a un hijo del asesinado
fundador de Boko Haram, Mohammed Yusuf- con el apoyo del Estado Islámico -o
ISIS según la sigla en inglés o DAESH como se lo conoce en el mundo islámico-
anunció que un grupo de Boko Haram se desvinculaba del emir Abubakar Shekau y
pasaba a denominarse “Provincia de África
Occidental del Estado Islámico”.
Más
allá de sus posibles diferencias y rivalidades personales y tribales, estos
grupos son islamistas salafistas que practican la yihad o guerra santa y
demandan la aplicación de las leyes islámicas “Al Ṧari´a” -Sharía-.
Además
de la proliferación de grupos islamistas salafista yihadistas en los estados
del noreste del país: Borno, Yobe y Adamawa.
En el
sur del territorio nigeriano, allí donde se realiza la explotación petrolera en
el Delta del río Níger, operan múltiples milicias tribales que practican la
guerra de guerrillas y han llevado a la militarización total de la región.
Estas
milicias reclutan sus miembros entre los pueblos ogoni e ijaw, los más
afectados por la depredación medioambiental de las empresas petroleras
multinacionales; y demandan una más equitativa distribución de la renta
petrolera.
Estos
grupos prosperan en base a la extorsión a las mismas empresas extranjeras que
combaten. La más grande e importante de estas milicias es el Movimiento para la Emancipación del Delta
del Níger -MEND- fundado por Godswill Tamuno y Jomo Gbomo en diciembre de
2005.
BOKO HARAM
No
obstante, el grupo que más preocupa a las autoridades nigerianas es Boko Haram.
Recientemente el presidente nigeriano Muhamadu Buhari ha acusado a este grupo
yihadista de haber provocado la muerte de 30.000 nigerianos; en tanto que las
autoridades de la ACNUR estiman que al menos 2,65 millones de nigeriano han
debido abandonar su lugar de residencia original debido a la violencia desatada
por Boko Haram.
Este
grupo yihadista, según la mayor parte de las fuentes, fue fundado por un comité
de jeques que nombro como líder a Ustaz Mohammed Yusuf, en la ciudad de
Maiduguri, donde creó un complejo religioso con una mezquita y una madraza
-escuela islámica-.
Los
primeros enfrentamientos con las autoridades nigerianas se produjeron en el año
2003 en las localidades de Kanamma y Gaidam muy próximas a la frontera con
Níger. En el año 2004, Noko Haram trasladó su sede a Kanamma, en el Estado de
Yobe, donde se constituyó una central operativa denominada “Afganistán”.
Boko Haram ha
centrado su lucha contra el aparato gubernamental, aunque la mayor parte de las
víctimas provocadas por este grupo han sido entre el resto de grupos
musulmanes, a los que acusa de profesar una fe falsa. Así lo demuestran los
asesinatos del clérigo crítico Sheikh Ja’afar Mahmoud Adam, en 2007, ordenado
directamente por Yusuf; las luchas internas que tuvieron lugar durante 2011 y
2012 a raíz de algunas declaraciones en busca de un proceso de acercamiento y
diálogo, que costaron la vida a Babakura Fugu, cuñado de Ustaz Mohammed Yusuf,
y a una veintena de personas que fueron decapitadas en Maiduguri; o el intento
de asesinato del intelectual islámico Ahmad Gumi a principios de 2013. Algunos
líderes religiosos musulmanes en el Norte como el sultán de Sokoto, Saad Abu
Bakr, han condenado la violencia de Boko
Haram. No obstante, no existe un registro específico de las víctimas
musulmanas.
Boko Haram recluta a sus combatientes dentro de la
etnia kanuri, la mayoritaria en el noreste de Nigeria. Los kanuris son fácilmente
reconocibles por sus distintivas cicatrices fáciles y por el acento particular
con que hablan el hausa.
En julio de 2009
Nigeria experimentó el brote más grave de violencia contra el Gobierno, a
través de un levantamiento provocado por Haram
Boko. La lucha se extendió entre el 26 y el 30 julio, afectando a cinco
estados del norte: Bauchi, Borno, Kano, Katsina y Yobe. La operación de
respuesta lanzada por el Gobierno nigeriano se saldó con más de 800 muertos,
otros tantos heridos y la captura de 36 miembros de la organización, entre los
que se encontraba su líder. Muchos de ellos fueron asesinados
extrajudicialmente por la policía nigeriana, también Ustaz Mohammed Yusuf, lo
cual supuso un punto de inflexión para la organización. Tras la muerte de
Yusuf, su discípulo Abubakar Shekau asumió el liderazgo y gradualmente Boko Haram fue cambiando de estrategia.
EL EMIR ABUBAKAR SHEKAU
Un velo de misterio envuelve la vida del
emir de Boko Haram, Abubakar Shekau, fuentes occidentales sostienen que procede de un pueblo
llamado Shekau –igual que su apellido- situado en el estado de Yobe, al norte
de Nigeria, pero hay quien asegura que en realidad nació del otro lado de la
frontera, en la vecina Níger. Tampoco está muy clara su edad, aunque debe
rondar los cuarenta años. Lo que sí se sabe es que tras recibir las primeras
enseñanzas de un clérigo musulmán se trasladó a Maiduguri, para profundizar sus
conocimientos del Corán en la Escuela de Estudios Legales e Islámicos donde
tomó contacto con Ustaz Mohammed Yussuf.
El emir
Shekau se considera a sí mismo como un erudito en materia religiosa. Aunque no
es ni tan piadoso, ni tan buen orador, como lo fuera el fundador de la secta
Yussuf, es hábil para emplear el islamismo en su versión salafista como
argumento para captar nuevos miembros y domina a la perfección cuatro lenguas:
el kanuri, su idioma natal; el hausa, el fulani y el árabe.
Yusuf se había mostrado como más a fin a las tácticas
de la guerra de guerrillas, mientras que Shekau es más proclive a emplear al
terrorismo como la táctica de su estrategia militar.
También emplea métodos mucho más radicales
que su predecesor, bajo su liderazgo, los ataques de Boko Haram comenzaron a incluir
objetivos civiles, sobre todo iglesias y escuelas, pero también mezquitas y
poblaciones. El año 2012 difundió un vídeo en el que expresaba: “Disfruto matando a todo aquel que
Dios me ordena matar, de la misma manera que disfruto matando pollos y
carneros”.
Para evitar correr riesgos, ejerce su
liderazgo a través de un selecto grupo de personas de su confianza. Las
autoridades nigerianas lo persiguen con ahínco y hasta el gobierno de los EE.
UU. ofrece una recompensa de siete millones de dólares por información que
facilite su captura. En 2012, las autoridades lo dieron por muerto tras una
emboscada en su casa familiar, a la que había concurrido para tomar parte en
una ceremonia, pero logró escapar con una herida de bala en su pierna, en 2013
y 2016, el gobierno nigeriano anunció nuevamente su deceso.
Pero no fue así. Como el salafista argelino
Mokhtar Belmokhtar, más conocido como “Mister
Malboro”, líder del grupo salafista “Al
Moulathamin” -los que firman con sangre, cuya muerte se ha anunciado
infructuosamente numerosas veces, el emir Shekau goza de buena salud, se mueve constantemente
y aprovecha las zonas boscosas próximas a la frontera con países como Níger y
sobre todo Camerún para montar sus campamentos y bases. Ha logrado reunir un
importante arsenal y una flota de vehículos militares gracias a continuas
razias de saqueo.
En 2010, la secta atacó un cuartel general
de la policía en la capital nigeriana, Abuja, en la que murieron dos personas.
Un mes más tarde, un atentado suicida en sede la ONU de Nigeria dejó un saldo
de 24 muertos.
No obstante, el día más sangriento en la
historia de este grupo terrorista, se produjo el 21 de enero de 2012, cuando
militantes de Boko Haram disfrazados de policías asesinaron a 178 personas e
hirieron a otras cincuenta en una serie de atentados en cadena en la ciudad de
Kano. Un mes más tarde terroristas de Boko Haram asesinaron a treinta personas
en un mercado de Maiduguri. En otro de sus atentados, el grupo yihadista
asesinó a 36 cristianos nigerianos a la salida de la misa de Navidad, el 25 de
diciembre de 2012.
A fines
de 2013, el Departamento de Estado de los EE. UU. incluyó a esta secta
yihadista en su lista de organizaciones terroristas. La decisión estaba
encaminada a congelar los activos del grupo, imponer prohibiciones de viaje a
sus miembros, así como impedir que cualquier ciudadano estadounidense
suministre materiales y medios de apoyo a sus miembros.
El envío de tropas gubernamentales y la formación de milicias
de autodefensa forzó a los terroristas de Boko Haram, en 2013, a dejar
Maiduguri, la ciudad que constituía su principal base urbana y a replegarse en
el gran bosque Sambisa, situado al sur de esta, y a las montañas de Mandara,
cerca de la frontera con Camerún.
A partir de esa zona como base de operaciones, los combatientes del grupo
lanzaron ataques en masa sobre pueblos y ciudades, el saqueo, matando,
secuestrando a mujeres y niños, reclutando a los varones para su ejército. Los
asesinatos en masa, el pillaje y la esclavización de niños para emplearlos como
porteadores, vinculan a Boko Haram más con los modus operandi de las guerrillas
tradicionales africanas que con el comportamiento habitual de los grupos del
salafismo yihadista.
En abril de 2014, Boko Haram adquirió notoriedad internacional
por el secuestro de más de doscientas niñas de una escuela cristiana de la
ciudad de Chibok, en el estado de Borno, afirmando que las convertiría en
esclavas o las entregaría como esposas, según la antigua tradición islámica que
convertía a las mujeres capturas en un conflicto como mero botín de guerra.
También modificó su estrategia. Comenzó a ocupar
territorios en lugar de replegarse después de un ataque. En agosto de 2014, el
emir Shekau declaró la creación de un califato en las zonas bajo control del grupo.
“Estamos en un califato islámico
-declaró Shekau, rodeando de milicianos armados con Kalashnikov-, no tenemos nada que ver con Nigeria. No
creemos en ese nombre”.
Más tarde, Shekau ofreció la bayah, o pleitesía de obediencia,
al Estado Islámico. Pero este vínculo no duró demasiado. En septiembre de 2016
las relaciones entre ambos grupos se rompieron.
Los ataques de Boko Haram y sus vínculos con el ISIS, provocaron
la reacción de la Unión Africana. En una cumbre celebrada a comienzos de 2015,
aprobó el despliegue de 8.700 soldados, pertenecientes a una coalición militar
integrada por Nigeria, Camerún, Chad, Níger y Benín creada para combatir al
grupo terrorista.
Para marzo de 2015, Boko Haram había perdido todos los
pueblos que controlaba. Una vez más los salafistas debieron retirarse al bosque
Sambisa, donde los militares de la coalición los persiguió, liberando a cientos
de cautivos. Pero, como según Amnistía Internacional, el grupo tenía a más de
dos mil prisioneros, aún restan muchos esclavos por liberar.
Se estima que Boko Haram cuenta aun con una fuerza
combatiente de unos nueve mil hombres. A través de sus asaltos a bancos y
transportes de dinero, además de la extorsión y los secuestros de extranjeros para
pedir rescate, el grupo ha podido reunir grandes cantidades de dinero, armas y
vehículos.
El pasado 14 de octubre, luego de una negociación en
la que intervino el Comité Internacional de la Cruz Roja y el gobierno de
Suiza, Boko Haram entregó a 21 de las niñas secuestradas en Chibok -18 de ellas
estaban embarazadas o habían sido madres durante su cautiverio-.
A cambio de la liberación de cuatro dirigentes
terroristas presos por las autoridades nigerianas. Se ignora que ocurrió con el
casi centenar de niñas secuestradas. Algunas seguramente se encuentran aún
cautivas del grupo islamista, otras han sido entregadas o vendidas como esposas
y varias de ellas han perecido.
CONCLUSIONES
Pese a las divisiones internas y la represión llevada
a cabo por las fuerzas gubernamentales, Boko Haram continúa siendo el grupo
terrorista más importante y activo de Nigeria.
Se trata de una organización yihadista que combina
exitosamente las tácticas de guerra de guerrillas en la selva con atentados
terroristas en ámbitos urbanos, aunque su accionar, al menos por el momento, se
ve restringido a los estados del noreste del país.
A pesar de todos sus esfuerzos y el apoyo internacional
el gobierno nigeriano no parece estar en capacidad de controlar el accionar de
Boko Haram y, por lo tanto, se ve forzado a entrar en negociaciones con los
terroristas que ponen en evidencia su debilidad como Estado.
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