La película de
Steven Spielberg, “Bridge of Spies”, convirtió en héroe de la Guerra Fría al
abogado estadounidense James B. Donovan. Sin embargo, el verdadero protagonista
de los intercambios de espías y disidentes fue el abogado berlinés Wolfgang
Vogel. Esta es su historia.
ESPIA NO, TRAFICANTE
En el
mundo real del espionaje los verdaderos protagonistas suelen ser hombres
oscuros con mucho más de burócratas frustrados que de esos héroes de capa y
espada al estilo de James Bond o Mata Hari.
Este
es precisamente el caso del abogado berlinés Wolfgang Vogel quien intervino en
el trueque de ciento cincuenta agentes de inteligencia -espías- pertenecientes
a veintitrés países, de la liberación de 33.755 prisioneros de las cárceles de
la República Democrática Alemana -RDA- y su traslado a Occidente y el
establecimiento, en la República Federal Alemana -RFA-, de 215.019 alemanes orientales
cuyos parientes habían abandonado el sector comunista en forma ilegal.
Durante
este proceso, Vogel, nacido en un país que había desaparecido, que se crio y
educó bajo el nazismo, que sirvió en la Lutwaffe durante la Segunda Guerra
Mundial y luego debió vivir bajo un régimen comunista de corte soviético en
otro país, no actuó por sentimientos patrióticos, convencimiento ideológico o motivos
altruistas sino por intereses económicos egoístas.
Actuando
más como mediador entre el mundo capitalista y su antagonista, el mundo
socialista, en los años de la Guerra Fría acumuló una considerable fortuna
personal que según algunas estimaciones podrá haber alcanzado los quinientos
millones de dólares.
LOS PRIMEROS AÑOS
Vogel
nació el 30 de octubre de 1925, en Wilhelmsthal, un pequeño pueblo de montaña
situado a unos 130 kilómetros al sur de Breslau en la Baja Silesia, un
territorio alemán que actualmente forma parte de Polonia.
Pertenecía
a una familia católica y su padre era el maestro del pueblo, pero su educación
se realizó en tiempos del Tercer Reich. Wolfgang tenía tan sólo ocho años
cuando Adolfo Hitler se convirtió en Canciller de Alemania en 1933.
Después
de un paso por las Juventudes Hitlerianas, realizó su obligatorio Arbeitsdienst -servicio de trabajo-
antes de revistar, a partir de marzo de 1944, en la Luftwaffe.
Wolfgan
tenía tan sólo diecinueve años cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial. Su
patria había sido derrotada, su país dividido entre los vencedores, todo en lo
que él había creído y por lo que había luchado estaba proscripto y era
condenado. Como muchos europeos después de la guerra debió comenzar su vida
desde cero.
Para
colmo de males, su pueblo y toda la Baja Silesia dejó de ser territorio alemán
para convertirse en una parte de Polonia. Los Vogel, como millones de alemanes
orientales se vieron forzados a dejar sus hogares y trasladarse, con lo poco
que pudieron llevar consigo, al Oeste de la línea Oder – Neisse, que pasó a
constituir la frontera de facto entre Alemania y Polonia.
Wolfgang
se instaló en la ciudad de Jena, bajo control soviético, allí comenzó a
estudiar derecho en la Universidad Karl Marx. En 1946, contrajo matrimonio con
una maestra de jardín de infantes de nombre Eva Anlauf. Un año más tarde nació
el primero hijo de la pareja, Manfred, luego vendría una niña a la que los
Vogel llamaron Lilo.
En
1949, el mismo año en que los soviéticos crearon la República Democrática
Alemana -RDA- en el territorio alemán que ocupaban desde 1945, Wolfgang
concluyó sus estudios universitarios y aprobó su examen para ejercer como
abogado en la nueva república alemana.
Obtuvo
su primer empleo como asistente legal del juez Rudolf Reinartz, en Waldheim. En
1952, se trasladó, siguiendo a su jefe, al Ministerio de Justicia en Berlín.
En
junio de 1953, la crisis económica y el carácter represivo del régimen estalinista
llevaron a la población de Alemania del Este a rebelarse violentamente. El
gobierno comunista, con la ayuda de los tanques soviéticos, reprimió a sangre y
fuego la protesta. Muchos alemanes decidieron escapar a la RFA, entre ellos el
juez Rudolf Reinartz, quien incitó a Wolfgang para que lo acompañara. Pero el Ministerium für Staatssicherheit, Ministerio
de seguridad de Estado, el servicio de contrainteligencia germano oriental más
conocido por el nombre “Stasi”, seguía los pasos del joven
abogado y no solo evitó que desertara, sino que lo reclutó como colaborador.
Vogel
pasó a convertirse en “intainzielle
mitarbeiter” -colaborador no oficial- bajo el control del capitán -luego
coronel- Heinz Volpert, con el nombre clave como agente de “Georg”.
Wolfgang
dejó la justicia para trabajar como abogado privado en Berlín Oriental. Pero,
pronto la Stasi llegó a la conclusión de que podría sacar mayor provecho de
Vogel si lo hacía aparece como un abogado “independiente”
que podía litigar en ambos sectores de Berlín. Así, en 1957, Vogel obtuvo su
licencia como abogado en la RFA y abrió otro bufete en Berlín Occidental. Pero,
no fue hasta 1962, en que Vogel mostro su utilidad al iniciar su carrera como
exitoso traficante de espías.
GLIENICKER BRÜCKE
El FBI
detuvo, el 21 de junio de 1957, en la ciudad de Nueva York, a un espía
soviético que identificó erróneamente con el nombre de Rudolf Abel. En realidad
se trataba del coronel del KGB, Vilyan Genrikhovich Fisher (1903 – 1971) un
ciudadano soviético nacido y criado en Newcastle, Gran Bretaña. Fisher pertenecía
a una familia ruso alemana de decididos bolcheviques que retorno a Rusia después
del triunfo de la Revolución de Octubre de 1917.
Abel
operaba en los Estados Unidos bajo una falsa identidad como ciudadano
canadiense con el nombre de Emil Robert Golfus. Su misión consistía en dirigir
a una célula de espías que suministraban a la URSS información sobre el “Proyecto Manhattan” destinado a construir
la bomba atómica. Entre los agentes controlados por Abel figuraban el
científico alemán Klaus Fuchs, Morris y Lorna Cohen y Ethel y Julius Rosenberg
Greenglass.
El 25
de octubre de 1957, la Corte Federal de la ciudad de Nueva York lo condenó a
treinta años de cárcel por el delito de espionaje. Gracias a la intervención de
Wolfgang Vogel solo cumpliría una pequeña parte de esa condena.
En
1959, se presentó en el estudio de Vogel en Berlín una mujer que dijo ser la
esposa de Rudolf Ivanovich Abel quien cumplía una condena por espionaje en los
Estados Unidos.
Era evidente que se trataba de una fachada para permitir a
Vogel actuar como un abogado particular que intervenía a pedido de la familia
de un espía detenido y no como un funcionario oficial del gobierno alemán o
soviético.
En
esta forma, la negociación tomaba el carácter de una gestión privada, hasta
humanitaria, que no afectaba ni involucraba oficialmente a los gobiernos.
Comenzaba
así un juego de espionaje que involucraría a la Stasi, la KGB soviética y la
CIA americana. Con Wolfgang Vogel como actor central y que se repetiría en
muchos casos más en el futuro.
Al
principio todos los intentos de negociación resultaron infructuosos pero la
situación cambió rápidamente. El 1° de mayo de 1960, un misil lanzado por los
soviéticos derribó a un avión espía U-2 de la CIA, cerca de Sverdlovsk, en territorio
soviético. El piloto Francis Gary Powers (1929 – 1977) no pudo o no quiso
suicidarse y fue capturado con vida por los soviéticos. Juzgado en Moscú,
Powers fue condenado a diez años de cárcel, pero solo cumplió veintiún meses de
su sentencia.
El 10 de
febrero de 1962, en el Glienicker Brücke,
el puente de los espías que hizo célebre el film de Spielberg, que conecta la
capital de Brandeburgo Potsdam al distrito berlinés de Wannsee, Vogel concretó
el intercambio de Rudolf Ivannovich Abel, por Francis Gary Powers. Como parte
de la negociación la Stasi liberó en otro lugar -el Checkpoint Charlie- a un
estudiante estadounidense de doctorado, el economista, Frederic L. Pryor, quien
tuvo la mala suerte de encontrarse en Berlín, el 1° de agosto de 1961, el día
en que los alemanes orientales comenzaron a erigir el Muro y se vio involucrado
en un incidente con la policía de la RDA.
A este
primer intercambio exitoso de espías siguieron muchos otros más, en todos ellos
Wolfgang Vogel desempeñó un papel destacado.
En
1964, Vogel logró que el gobierno del Reino Unido intercambiara al oficial de
inteligencia soviético Konon Molody por el agente británico Greville Wynne.
En
1981, en otro intercambio exitoso Vogel obtuvo la liberación del capitán de la Hauptverwaltung Aufklärung (HVA), la
Administración Principal de Reconocimiento, el servicio de inteligencia exterior
de la RDA, Günther Guillaume.
Guillaume
y su esposa se trasladaron como refugiados, en 1956, a la RFA donde comenzaron
a militar dentro del Partido Socialdemócrata Alemán. Los “topos” germanos orientales se ganaron la confianza del canciller
Willy Brandt lo cual les dio acceso a documentos e información sumamente
sensible sobre la política exterior de Alemania del Oeste, e incluso, de los
planes de defensa de la OTAN.
La
captura de Guillaume, en 1974, terminó con la carrera de Willy Brandt y
constituyó el mayor escándalo de espionaje en Alemania Occidental.
Vogel
en persona recibió a Guillaume, que cumplía una condena de trece años por actividades
de espionaje en la RFA, en la frontera de Herleshausen. Al reconocer a Vogel,
Guillaume se limitó a exclamar: “Había
imaginado verte mucho más pronto”.
Otro
de los intercambios más exitosos de Vogel tuvo lugar en 1986, cuando los
soviéticos aceptaron liberar al activista de los derechos humanos y disidente,
de origen judío, Anatoly Shcharansky y a otros tres espías estadounidenses a
cambio del espía soviético Yeugeni Zemlyakov, los espías checoeslovacos Karl y
Hana Koecher, la espía polaca Marian Zacharski y el agente alemán oriental
Detlef Scharfemorth.
Una
vez liberado Shcharnsky se radicó en Israel donde tomó el nombre de Natan
Sharansky y se dedicó a la política.
TRAFICANTE DE PERSONAS
Pronto
a los intercambios de agentes de inteligencia capturados se sumaron otro tipo
de prisioneros. Las cárceles de la RDA rebosaban de presos políticos
-disidentes, defensores de los derechos humanos, judíos que pretendían emigrar
a Israel y desertores frustrados-. Fue entonces, cuando al parecer por
iniciativa de controlador de Vogel, el coronel Heinz Volpert, se llegó a la
conclusión de que era más conveniente “venderlos”
a los germanos occidentales que seguir invirtiendo los escasos recursos de la
RDA en custodiarlos y alimentarlos.
Volpert
aparentemente logró convencer a sus superiores de que el intercambio de presos
políticos por pagos en divisas extranjeras, alimentos y medicinas, que tanto
necesitaba la RDA, era un buen negocio y que Wolfgang Vogel era la persona
indicada para llevar a cabo esas transacciones.
Como
resultado de este intercambio, o sea, prisioneros por dinero y especies,
obtuvieron la liberación y el traslado a Alemania Oriental de 33.755 presos
políticos. El monto que la RFA pagaba por cada prisionero liberado dependía de
su edad, profesión y el tipo de delito por el cual habían sido encarcelados.
En
negocio fue tan beneficioso que los germanos orientales pronto propusieron
incluir en los intercambios a los miembros de familias separadas por el cierre
de las fronteras entre las dos partes de Alemania, en agosto de 1961, o eran
parientes de desertores que habían aprovechado cualquier tipo de oportunidad
para escapar a Occidente.
Estas “reunificaciones familiares” negociadas
por Vogel terminaron involucrando a 215.019 personas que fueron trasladadas y
reubicadas en Occidente.
El
gobierno de la RDA obtuvo beneficios por 2.400 millones de dólares por este
tipo de comercio humano, entre 1962 y 1989. Vogel recibió honorarios por cada
una de esas transacciones. Comisiones que puntualmente le pagaban tanto la RDSA
como la RFA. Alemania del Oeste realizaba pagos anuales a Vogel por más de
200.000 dólares.
Pero,
Vogel encontró además otras formas de incrementar considerablemente sus
beneficios. Tomaba como clientes a ciudadanos alemanes que concurrían en forma
“particular”, no enviados por el
gobierno germano oriental a su bufete y
gestionaba su emigración a Alemania Occidental a todos los aquellos alemanes
orientales que concurrían a su oficina y podían pagar sus elevados honorarios.
Además,
compraba a bajo precio todas las pertenencias -propiedades, porcelanas, objetos
de arte, etc.- de las personas que debían abandonar rápidamente suelo de
Alemania del Este con escaso equipaje y no encontraban otros compradores con
recursos en moneda extranjera.
Aunque
formalmente Vogel siguió siendo un colaborador de la Stasi que reportaba a
Heinz Volpert, a medida que cobraba mayor importancia debido a sus éxitos,
creaba vínculos con líderes extranjeros y acumulaba una gran riqueza, adquirió
también acceso a los líderes de la RDA. Pronto obtuvo acceso directo al jefe de
la Stasi, el general Erich Mielke. También trato frecuentemente, con el general
Markus Wolf, jefe de la HVA.
Incluso
se vinculó con el líder máximo de la RDA, Erich Honeeker quien, paradójicamente,
los designó: “Representante Oficial de la
RDA para Cuestiones Humanitarias”.
En
Occidente, Vogel logró acceso a los cancilleres de la RFA, Willy Brandt, Helmut
Schmidt y Helmut Kohl; así como a otros políticos del más alto nivel
internacional, entre los que figuraron el ministro de Relaciones Exteriores
Hans-Dietrich Genscher, el líder bávaro Franz Josef Strauss, Rainer Barzel,
Erich Mende y Herbert Wehner.
En
1966, Wolfgang se divorció de Eva Anlauf, quien con sus dos hijos se radicó en
la RFA. En 1974, Vogel se casó nuevamente, su nueva esposa era una secretaria
de Alemania Occidental, Helga Fritsch, quien aceptó trasladarse a la RDA. La
pareja compartió el resto de su vida.
EL FIN DE UN PRÓSPERO NEGOCIO.
Pero,
como todo lo bueno termina, el próspero negocio de intercambios organizado por
Wolfgang Vogel y el alto mando de la RDA finalizó abruptamente, el 9 de
noviembre de 1989, cuando cayó el Muro de la Infamia en Berlín.
Después
de la Unificación, en la medianoche del 3 de octubre de 1990, los aliados de
Wolfgang perdieron todo su poder y con la apertura de los archivos de la Stasi
su situación se complicó aún más.
Vogel
quedó expuesto a acusaciones de extorsión, especulación y evasión impositiva
que culminaron en su arresto y procesamiento en un tribunal federal al igual
que otros altos cargos de la antigua RDA.
En su
caso fue acusado de cinco casos de chantaje -relativamente pocos considerando
los miles de personas cuyo destino pasó por sus manos-. Durante el juicio que
se prolongó por más de un año, curiosamente, diversas personalidades se
presentaron ante el Tribunal para declarar en favor de Vogel, entre ellos el ex
primer de la RFA Helmut Schmidt y el ex ministro de Relaciones Exteriores
Hans-Dietrich Gensecher.
En
enero de 1996, Vogel fue condenado a dos años de cárcel (sentencia que ya había
cumplido) y al pago de una multa por 92.000 marcos. Vogel apeló la sentencia y,
en 1998, el Tribunal Constitucional Federal Alemán revisó su apelación la
sentencia, fallando en favor de Vogel en dos casos, y los fiscales acordaron
descartar los cargos en los restantes.
A cambio Vogel y sus letrados acordaron
no impugnar una condena por perjurio, falso testimonio en una declaración
jurada. Con esta condena, su carrera legal concluyó.
Por
otra parte, no parece que Vogel necesitase o estuviese interesado en seguir
ejerciendo como abogado.
Vogel
y su esposa optaron por un retiro discreto y se instalaron en la localidad de
Schliersee, un complejo lacustre en los Alpes Bávaros, donde vivieron con
cierta opulencia.
El 22
de agosto de 2008, a los 82 años, falleció Wolfgang Vogel, después de luchar
durante años contra el cáncer.
BALANCE FINAL
Wolfgang
Vogel no fue propiamente ni un espía ni un agente de inteligencia, pero sí un
actor clave de la confrontación entre Occidente y el Bloque Socialista en los
años de la Guerra Fría.
Tampoco
traicionó a su país, porque él era alemán, no particularmente alemán occidental
u oriental, sino tan sólo alemán. No engañó a quienes se consideraban sus
colegas o amigos como muchos de los espías que el intercambio, tampoco provocó
daños o la muerte de alguna persona con sus acciones. Por el contrario, su
intervención posibilitó la salida de la cárcel de muchos infortunados, permitió
a 23 países recuperar a sus agentes y a miles de familias reunirse y que muchas
más personas recuperaran el afecto de sus seres queridos.
Pero,
Wolfgang Vogel no fue filántropo ni una persona altruista, aprovecho las
particulares circunstancias en que se vio envuelto para lucrar con el
infortunio de las personas y enriquecerse obscenamente mientras otras personas
perdían todo lo que tenían.
Finalmente,
Wolfgang Vogel logró escapar al castigo que merecía.
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