jueves, 26 de enero de 2017

PORQUE EL PRESIDENTE MAURICIO MACRI NO PERDERÁ LAS ELECCIONES DE 2017



Mientras la grieta siga dividiendo a la sociedad argentina, el presidente Mauricio Macri no perderá las elecciones legislativas de este año, aun cuando no obtenga una victoria contundente.

La grieta que divide a los argentinos puede ser descripta de diversas formas. Yo elegiré en esta ocasión definirla diciendo que, mientras que la mitad -o algo así- de los argentinos respiran aliviados porque el país logró evitar convertirse en una nueva Venezuela, la otra mitad añora -y no se resigna-  a que Cristina Fernández no haya seguido el mismo camino antidemocrático y dictatorial que está recorriendo Nicolás Maduro.

En este contexto, en el próximo mes de octubre, en Argentina tendrán lugar las elecciones de medio tiempo, en las cuales se renuevan parcialmente la composición de los cuerpos legislativos nacionales, provinciales y municipales.

Algunos analistas periodísticos insisten en que el presidente Macri debe obtener una victoria contundente en estos comicios si quieren asegurar la gobernabilidad del país y posicionarse para aspirar a la reelección en 2019.

Pero esto no es necesariamente así. Es suficiente con que repita el 34,15% de los votos obtenidos en la primera vuelta de los comicios generales de 2015 para que Macri revalide su apoyo popular y se consolide como opción en 2019. Este objetivo está claramente dentro de sus posibilidades.

Estén parcial o totalmente conformes con la forma en que el gobierno de Cambiemos ha conducido al país durante los primeros dos años, es evidente que quienes lo votaron para oponerse al kirchnerismo hoy no tienen mejor alternativa electoral que seguir apoyando al macrismo.

Tampoco los aliados del Pro, es decir, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, tiene mejor alternativa electoral que preservar la coalición Cambiemos.

Al no haber surgido un candidato o un partido alternativo para el votante de Macri, este deberá necesariamente seguir apoyando al presidente, le guste totalmente o no.

Algunos de los votantes de Macri cuestionan algunas de sus decisiones. En especial censuran el gradualismo en el desplazamiento de los funcionarios residuales del kirchnerismo dentro del aparato estatal, la demora en suprimir las cotidianas protestas callejeras y los escasos -o nulos- avances en materia de seguridad ciudadana. También esperaban ver presos a algunos de los dirigentes kirchneristas más corruptos. No obstante, seguirán apoyando al presidente.

Pero, qué ocurre con los que están del otro lado de la grieta. Hoy, difícilmente el kirchnerismo podría obtener el 37,08% de los votos que recibió, en octubre de 2015, Daniel Scioli.

En primer lugar, ya no controla los recursos del Estado nacional con todos los recursos económicos y comunicacionales que uso indiscriminadamente en esas elecciones.

Tampoco controla la estratégica provincia de Buenos Aires, donde perdió el gobierno de 63 municipios a manos de candidatos de Cambiemos. Allí también el clientelismo manejado desde el gobierno provincial es clave para determinar los resultados electorales en muchos distritos. Actualmente, el gobierno provincial está en manos de la gobernadora María Eugenia Vidal, de Cambiemos, la política argentina con mayor imagen positiva.

Por otra parte, el peronismo se encuentra totalmente fragmentado en un caleidoscopio de dirigentes provinciales y municipales que controlan eficazmente sus situaciones locales, pero carecen de la suficiente proyección nacional para imponer su liderazgo al resto del partido.

Al mismo tiempo, las figuras centrales del régimen kirchnerista: Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Scioli, Aníbal Fernández, Julio de Vido, etc., se encuentran seriamente desprestigiados y enfrentan numerosas causas judiciales por corrupción, narcotráfico, encubrimiento del terrorismo iraní, etc.

Actualmente, el kirchnerismo y su versión radicalizada, La Campora, parecen más encaminados a convertirse en una expresión política testimonial que en una opción electoral con capacidad de aspirar a llegar a la Casa Rosada a mediano plazo.

Después de haber perdido la mayor parte de su capacidad de movilización, el mayor potencial que tiene el kirchnerismo es el conjunto de artistas, intelectuales y periodistas militantes que aún le responden, la solidaridad de las organizaciones progresistas y defensoras de los derechos humanos, los apoyos de gobiernos extranjeros -especialmente de Cuba, Venezuela, Irán, Bolivia, Ecuador y Nicaragua- y la existencia de una conducción única que centraliza y coordina la estrategia del sector. Aunque, usualmente, estos apoyos no tienen demasiado peso electoral.

En Argentina, las encuestas de imagen no se relacionan directamente con la intención de voto. Al momento de decidir el voto, los argentinos suelen verse influenciados por muchos factores: el tamaño y desarrollo de los aparatos partidarios al momento de organizarse y encuadrar a los votantes y simpatizantes, las cuestiones ideológicas y de fidelidad partidaria, el desarrollo de la campaña electoral, las lealtades partidarias y a los dirigentes locales, el rechazo que sienten por los candidatos opositores, etc.

En otras palabras, la imagen positiva que Cristina Fernández puede tener en un sector del electorado argentino que le es ideológicamente a fin no se transforma automáticamente en votos para su lista o para sus candidatos.

Por su parte, Sergio Massa, el candidato que se situó tercero en octubre de 2015, con el 21% de los votos, tampoco ha sido capaz de convertirse en una alternativa de poder ni de encabezar una renovación del peronismo después de doce años de kirchnerismo.

Su Frente Renovador, por el contrario, cada día más se perfila como un nuevo partido, nacido de una fractura del peronismo, pero con un perfil y dirigentes propios. Su alianza con Margarita Stolbizer, y su partido GEN, lo llevan por ese rumbo.

No obstante, cualquier crecimiento electoral del Frente Renovador perjudicará mucho más al peronismo tradicional que a Cambiemos.

Stolbizer aporta un perfil de izquierda socialdemócrata marcadamente antiperonista. Massa al acordar con Stolbizer se aleja del peronismo histórico.

Por último, el peronismo histórico intenta recuperar su propio perfil como el mayor partido de masas de la Argentina. Para ello deberá encontrar un nuevo líder que los despegue de los años de corrupción y delirio populista del kirchnerismo y sea capaz de recrear la antigua mística del partido creado por el general Juan D. Perón en la década de 1940.

CONCLUSIONES

El presidente Mauricio Macri no tendrá problemas para repetir -e incluso superar- el resultado electoral alcanzado en octubre de 2015.

El Pro ha demostrado que es una nueva expresión política que excede incluso a la figura de Mauricio Macri. Es un nuevo partido, con nuevos dirigentes y una nueva propuesta política que ha llegado para ser una alternativa de poder en la vida política de la Argentina.

Las próximas elecciones legislativas, de octubre de 2017, confirmaran este hecho. 

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