Como no le era
suficiente hablar con el alma del Comandante Eterno Hugo Chávez encarnada en un
pajarito, ahora el presidente Maduro también se cree Superman y quiere llevar a
Venezuela volando hacia una superdictadura.
EL PAÍS MÁS CORRUPTO DE LATINOAMÉRICA
Al
presidente Nicolás Maduro no parece preocuparle demasiado que Venezuela sea el
país con la mayor inflación del mundo -estimada en 1.660% para este año- ni que
los venezolanos carezcan de alimentos, medicamentos y otros insumos básicos,
como plástico para tarjetas electrónicas o envases de gaseosas, sólo se
preocupa por su continuidad en el poder.
Recientemente,
ha afirmado: “Yo lo se todo. Soy como Superman:
veo entre las paredes”. Es evidente que los superpoderes que dice tener Maduro
no le han servido para ver e impedir la corrupción generalizada que impera en
Venezuela.
Hace
unos días, la prestigiosa ONG Transparencia
Internacional calificó a Venezuela, por segundo año consecutivo, como el
Estado más corrupto de América Latina y uno de los diez países más corruptos
del mundo. Según el “Índice de Percepción
de la Corrupción 2016”.
EL DILEMA DE LA OPOSICIÓN
También
la democracia está seriamente cuestionada en Venezuela. La oposición reunida en
la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ha decidido, ante la falta de avances
concretos, abandonar la instancia de diálogo patrocinada, desde octubre de
2016, por el Vaticano y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Aunque
todavía los dirigentes opositores no parecen haber encontrado un plan de acción
eficaz para forzar al gobierno chavista a fijar una fecha para los comicios
regionales que están demorados desde fines del año pasado.
El
gobierno tiene control absoluto del Consejo Nacional Electoral (CNE) y ha
logrado que esta instancia judicial demore sin justificaciones el
establecimiento de una fecha concreta para la implementación de los comicios
que, constitucionalmente, deberían haberse realizado en octubre de 2016.
Pero,
fue precisamente el 18 de octubre de 2016, que la presidente del CNE, la
oficialista Tibisay Lucena, anunció la realización de las elecciones para
gobernadores y alcaldes en el 1° y 2° semestres de 2017, respectivamente.
No
obstante, hasta el momento no ha llevado a cabo ninguna de las resoluciones y
tareas necesarias para cumplir con ese impreciso calendario electoral.
En
opinión de Luis Emilio Rondón, el único rector del CNE perteneciente a la
oposición, se estaría agotando el tiempo mínimo.
La
oposición está convencida de que el gobierno se niega a realizar las elecciones
porque seguramente sería derrotado en las urnas.
EL CAMINO A LA DICTADURA
Mientras
tanto, el gobierno de Nicolás Maduro refuerza su estructura de control y
represión.
En
diciembre último, Maduro sorpresivamente anunció que los billetes de cien
bolívares -que constituían más del 60% del dinero circulante- dejarían de tener
valor y debían ser canjeados en tan sólo 72 horas por billetes nuevos de mayor
denominación. Con esa escusa Maduro cerró las fronteras con Colombia y Brasil.
El problema fue que los nuevos billetes no estaban disponibles para el canje.
La medida desató fuertes protestas y el gobierno debió dar marcha atrás y
prorrogar el plazo de vigencia de los billetes de cien bolívares hasta que se
pudiera concretar el canje.
Luego,
Maduro anunció la implementación de una tarjeta electrónica de racionamiento
que denominó “Carnet de la Patria”.
Este nuevo documento tendrá múltiples funciones, y cada venezolano deberá
inscribirse para obtener la suya. El Carnet de la Patria será necesario para
adquirir cualquiera de los beneficios sociales que otorga el gobierno chavista
a través de las llamadas “misiones”,
desde los bolsones de comida que los Comités
Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) distribuyen domiciliariamente
a precio subsidiado a quince millones de venezolanos, hasta las viviendas
construidas por el Estado, pasando por las prestaciones médicas más esenciales.
La
oposición teme que la nueva tarjeta de racionamiento otorgue al gobierno un
instrumento sin precedentes en el control de la población, mientras que otros
observadores juzgan que potenciará aún más la economía clandestina en
Venezuela.
Estas
medidas económicas tuvieron también su contraparte en el plano político. Maduro
designó al polémico abogado Tareck Al Aissami como vicepresidente de Venezuela.
Al Aissami es un hombre con vinculaciones con las FARC, que tiene la confianza
de los gobiernos de Cuba e Irán. Además, otras informaciones los consignan como
uno de los líderes del Cartel de los Soles, que controla las redes de
narcotráfico en el país caribeño.
Este
es el dirigente al cual, además, Maduro le encomendó la conducción del “Comando Especial Antigolpe” un
organismo recientemente creado para hostigar a los dirigentes opositores.
INDIFERENCIA GLOBAL
Todo
este proceso tiene un solo propósito, la instauración de un gobierno de facto
en Venezuela. Prácticamente todos los días Maduro toma alguna medida en ese
sentido. Curiosamente, el mundo en general y los países latinoamericanos en
particular, aceptan esta situación con gran indiferencia.
La
opinión pública internacional está tan pendiente de las insólitas -y
peligrosas- medidas que está adoptando el presidente Donald Trump, en el
comando de la única potencia global del planeta, que presta poca atención a lo
que sucede en Venezuela. No puede sorprendernos entonces que Maduro se crea Superman
y sienta que puede hacer lo que desee en su país sin que nadie se lo impida.
Quizá no sea su culpa. Quizá sea oportuno recordar la conocida frase de Edmund
Burke, que resulta muy adecuada en este caso, “Para
que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario