El presidente
Donad Trump enfrenta cada vez mayores problemas para reclutar y retener
colaboradores de talento para su Administración.
A las
sospechas que integrantes del círculo íntimo del presidente Trump entraron en
colusión con los rusos para alterar el desarrollo de las últimas elecciones
presidenciales se suman ahora la deserción del director de comunicaciones de la
Casa Blanca, Mike Dubke.
El
republicano moderado Mike Dubke, de 47 años, era un consultor en comunicación
política que había creado su propia firma “Crossroads
Media” antes de ser reclutado por el jefe de Prensa y portavoz presidencial
Sean Spicer.
Dubke,
que asumió como director de comunicaciones tan sólo el 6 de marzo, no había
tomado parte de la campaña presidencia, nunca logró granjearse la confianza y
adaptarse totalmente a la forma de trabajar del magnate inmobiliario y su
círculo íntimo.
El
pasado 18 de mayo, diez días más tarde de que Donald Trump decidiera destituir
al director del FBI, James Comey, y cuando el rusiagate tomaba cada vez mayor dimensión involucrando en las
sospechas al yerno presidencial, Jared Kushner, Dubke decidió su alejamiento y
retorno a la actividad privada.
El
funcionario pactó su salida demorando el anuncio para no afectar con un nuevo
escándalo el desarrollo de la primera gira internacional del nuevo presidente.
Por el
momento no han trascendido, ni los motivos de su renuncia, ni en qué fecha se
hará efectivo el alejamiento de Dubke de su cargo, ni quien lo reemplazará como
director de comunicaciones.
Jaqueado
por las investigaciones del recientemente designado fiscal especial, el ex
director del FBI, Robert Mueller, el presidente Trump planea reestructurar su
equipo de comunicaciones.
Aplicando
una estrategia similar a la desplegada por Bill Clinton para hacer frente a su
affaire con la pasante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, Donald Trump creará
un “equipo de comunicación de crisis” destinado tan sólo a responder a las
filtraciones y acusaciones derivadas de las investigaciones que realicen tanto
la Comisión de Inteligencia del Senado como el FBI.
Este
equipo intentará dar respuestas duras y confrontativas a las acusaciones que
surjan, mientras que la Casa Blanca reducirá aún más sus esporádicos contactos
con la prensa.
Otro
equipo integrado por prestigiosos juristas, posiblemente coordinados por Marc
Kasowitz, el abogado particular de Trump desde hace años, se encargará de
diseñar las acciones jurídicas para enfrentar cualquier proceso legal.
Lo
cierto es que aún desde sus tiempos de presidente elector, Donald Trump ha
tenido serias dificultades para conseguir que hombres de probado prestigio y
talento trabajaran para él.
Las
causas de esa resistencia son variadas. En gran medida se han debido al trato
despiadado que el empresario suele dar a sus colaboradores, la forma en que
gestiona todos sus emprendimientos, incluso los políticos y muy especialmente
las polémicas políticas que pretende aplicar el presidente, en particular, en
materia de migración, protección del medio ambiente, el derecho a tener y
portar armas por los estadounidenses, etc.
El
problema de reclutar talentos se ve agravado, en los últimos tiempos, por los
cuestionamientos que sufre la nueva Administración por sus vínculos aún no
esclarecidos con el gobierno ruso.
En ese
contexto los más prudentes suelen abandonar un barco que se hunde y otros
meditan mucho antes de aceptar unirse a un gobierno que ostenta tal nivel de
rechazo y que no tiene asegurada su supervivencia.
Posiblemente,
si la tensión sigue incrementándose y nuevas revelaciones sacuden a la opinión
pública estadounidense la Administración Trump no podrá evitar nuevas
deserciones.
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