El gobierno
argelino siente como un agravio ser considerado un Estado comunista y desata
una crisis diplomática con el vecino Túnez que incrementa su aislamiento en
África.
El
gobierno de la República Argelina Democrática y Popular parece haber olvidado
los tiempos de su extrema asociación con la Unión Soviética y los aliados del
Bloque Socialista y ahora se siente agredida cuando alguien califica a su
gobierno de comunista.
Recientemente,
Argel desató una crisis diplomática con sus vecinos magrebíes de Túnez por este
solo hecho.
La
imprudencia la cometió el ministro de Asuntos Locales y Medio Ambiente de
Túnez, Riad Muajer, quien el pasado 4 de mayo, en la ciudad de Roma, y en el
marco de una conferencia organizada por la Fundación Craxi, titulada “Túnez, la esperanza del Mediterráneo”,
cometió la imprudencia de ser sincero y afirmar que prefería que su país
estuviera situado al sur de Italia “en
lugar de al lado de la Argelia comunista y Libia, otro país que da miedo.”
Las
relaciones entre ambos países no pasan por el mejor momento desde hace tiempo.
Hace
unos meses se desató otra mini crisis debido a que Túnez decidió cobrar un
impuesto especial a los turistas que ingresaran a su territorio provenientes de
Argelia.
La
airada reacción de los argelinos no se hizo esperar. Inmediatamente Argel
convocó a su embajador en Túnez, Abdelmajid El Ferchichi en señal de protestas
y comenzó a exigir la renuncia del “imprudente” ministro tunecino.
Esto
obligo a Muajer a retractarse: “No tenía
intención de minar la imagen de Argelia y Libia, con los que Túnez tienen unas
relaciones profundas e históricas que van más allá de mi persona y afectan a la
población de estos tres países”, declaró el ministro a modo de disculpa.
Por el
momento, el embajador argelino no retornó a su puesto y no se sabe si Muajer
podrá finalmente salvar su cargo o Túnez deberá realizar gestos aún más serios
para apaciguar a su belicoso vecino del sur.
Las
pésimas relaciones de Argelia con sus vecinos del Magreb, tanto con Túnez como
con Marruecos, aumentan el creciente aislamiento internacional que vive Argel acuciado
también por la crisis económica que han generado tanto sus errores económicos
como el descenso en los precios internacionales del petróleo.
A
todos estos problemas se suma la existencia de un liderazgo envejecido que
siembra dudas sobre la futura gobernabilidad del país para provocar una
creciente pérdida de influencia en los asuntos de África.
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