miércoles, 17 de mayo de 2017

EL STABLISHMENT NO DA TREGUA AL PRESIDENTE TRUMP


El enfrentamiento que el presidente Donald Trump mantiene con los medios de prensa tradicionales, los periodistas y el personal de los servicios de inteligencia de su país puede terminar conduciéndolo a un juicio político.

La semana pasada fueron las críticas generadas por el despido del Director del FBI, James Comey, hoy son las filtraciones sobre temas de inteligencia dadas a conocer en forma muy genérica, imprecisa e irresponsable, por el diario The Washington Post las que ponen en jaque a la Administración Trump.

A los críticos de Trump no parece realmente importarle que el ex Director Comey fuera un individuo sinuoso embarcado en una puja de poder contra su propio gobierno.

Tampoco se han detenido a considerar que la denuncia de The Washington Post, al hacer públicos los temas tratados en secreto entre el presidente Trump y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, han sido más perjudiciales para la lucha contra el terrorismo del Estado Islámico que cualquier información intercambiada a alto nivel por el mandatario estadounidense.

Mientras que el presidente Trump mantuvo un habitual intercambio de información de inteligencia con un país aliado en el marco de un encuentro a puertas cerradas del cual no se hizo trascender a la prensa los temas tratados.

La denuncia de The Washington Post si hizo trascender detalles sobre los temas tratados e hizo públicos detalles sobre la información intercambiada, su procedencia y otros datos que serán, sin dudas, útiles a los terroristas yihadistas del Estado Islámico para ajustar sus planes y anticiparse a las contramedidas que puedan establecer Estados Unidos y Rusia.
Cabe preguntarse quién fue más dañino para la seguridad de los Estados Unidos, su presidente informando en secreto a un país aliado o el Post revelando al mundo entero sobre que hablaron Trump y Lavrov. El matutino incluso lanzó incluso especulaciones sobre si el primer mandatario entregó a Rusia más o menos información que a otros países aliados. Todo muy impresentable.

A decir verdad, el presidente Trump está facultado para decidir qué información transmitir en forma oficial a otros países en el marco de la lucha contra el terrorismo.

Sin embargo, la oposición aprovecha cada ocasión disponible para detonar un supuesto escándalo que desgasta a la Administración Trump, para ello emplea desde acusaciones sobre vínculos extraños con el gobierno ruso hasta falaces diagnósticos médicos sobre la edad mental del presidente. Toda munición sirve en esta guerra mediática.

El objetico de la oposición es forzar al gobierno a justificar continuamente cada decisión o medida adoptada y creando ante la opinión pública de que el presidente Trampa transita siempre al borde de la ilegalidad y no es apto para gobernar.

Este juego no deja de ser peligroso. Aún en el hipotético caso de que el presidente Trump termine siendo sometido a un juicio político y finalmente destituido de su cargo, el precio que pagará la sociedad americana en este proceso sería altísimo.

Recordemos que a los Estados Unidos le tomó casi una década superar el trauma social generado por el efecto combinado de la retirada de Vietnam y el Sudeste Asiático y el affaire Watergate que llevó a la renuncia del presidente Richard Nixon.

Quienes agitan las aguas contra el presidente Trump deben considerar detenidamente cual será el daño provocado por la grieta generada en la sociedad americana y como lograrán los estadounidenses superar esta encrucijada histórica sin precedentes.

Al mismo tiempo, los medios de prensa estadounidenses -y los del resto del mundo también- deben dejar de practicar el “periodismo militante” y retornar a la objetividad e independencia que la ética de esta profesión requiere.  


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