Marruecos, que
durante el siglo XX se vio forzado a destinar la mayoría de sus energías
diplomáticas a Occidente, en este siglo y desde su natural esfera de influencia
en el África Occidental y Central decide retomar el liderazgo en África a que
tiene derecho por su historia y por su presente gravitación en los asuntos
continentales.
MARRUECOS RETORNA A ÁFRICA
Así lo
ha señalado, los últimos días, el rey Mohamed VI, en su discurso de
conmemoración de un nuevo aniversario de “La
Marcha Verde”, que permitió a Marruecos recuperar su integridad territorial
al restablecer su soberanía sobre las provincias del Sur, en 1975, largamente usurpadas
por España. “Marruecos -dijo el
monarca en esta ocasión- está de vuelta
para recuperar su lugar natural en África”.
Luego
aclaró: “El regreso de Marruecos a la
Unión Africana no es una decisión táctica, ni debida a cálculos coyunturales.
Es más bien una decisión lógica resultante de una profunda reflexión. Así pues,
al anunciar nuestra vuelta, no pedimos el permiso de nadie para obtener nuestro
legítimo derecho.”
En
esta ocasión, para destacar su interés por África, el rey pronunció su
alocución por primera vez fuera de Marruecos. El lugar elegido fue Dakar, la
capital de Senegal -un tradicional aliado de Rabat- y el monarca se dirigió al
mundo con un mapa del continente africano a sus espaldas.
Si
bien, el interés marroquí por África es ancestral, en los últimos tiempos se ha
visto reforzado a partir de la decisión del monarca de que Marruecos retorne al
seno de la Unión Africana, organización de la que se había distanciado tras la
insólita e injustificada inclusión del Estado fantasma de los separatistas
polisarios, en 1984.
África
constituye para Marruecos su “destino
manifiesto” de grandeza, su hinterland y profundidad estratégica, no sólo
desde un punto de vista histórico y cultural, sino, especialmente, político de
seguridad nacional, económico y financiero.
La
política exterior de Marruecos con respecto a África ha sido decidida,
concebida e impulsado por Mohamed VI desde el mismo momento en que se convirtió
en rey.
En los
últimos años, el monarca alauita ha buscado diversificar los socios comerciales
de Marruecos orientándose hacia los países del Golfo -que invierten cada vez
más en Marruecos-, China y, en especial, intentando convertir a la cooperación
para el desarrollo con los países africanos un eje principal de su accionar
internacional.
Por ejemplo, el 20 de agosto de 2015, con motivo de un
nuevo aniversario de “La Revolución del
Rey y del Pueblo”, -denominación oficial del alzamiento del pueblo marroquí
contra las autoridades francesas en defensa del entonces sultán y luego rey
Mohamed V, deportado a Córcega- señaló que al “afianzar
una cooperación eficiente Sur-Sur, sobre todo con los países africanos
hermanos”, se pretende aplicar “un modelo de cooperación económica,
sobre la base de la realización de los intereses recíprocos y la promoción de
las condiciones del ciudadano africano.”
Agregando que, “la
credibilidad de nuestra acción diplomática, viene materializada por las
relaciones de cooperación que Marruecos mantiene con varios agrupamientos y
Estados amigos.”
LOS EJES DE LA POLÍTICA
AFRICANA
La política africana de Marruecos se fundamenta en tres aspectos: la
promoción de la paz y la seguridad, el compromiso constante a favor del
desarrollo socioeconómico de África y el deber de solidaridad.
La búsqueda de la paz y la seguridad se han puesto de manifiesto en los
esfuerzos desarrollados por Marruecos para estabilizar y pacificar a Libia, en
la lucha contra el terrorismo yihadista y el combate a las mafias que asolan la
región saharo – saheliana.
El compromiso con el desarrollo socioeconómico ha convertido a
Marruecos en el segundo mayor inversor africano del continente. En los últimos
cinco años, el cúmulo de inversiones marroquíes en África alcanzó a 1.700
millones de dólares y se radicaron especialmente en el sector de la
construcción y obras públicas, TIC, sector financiero, energía eléctrica,
industria farmacéutica, transporte aéreo, minería, telecomunicaciones, etc.
En 2015, Marruecos superó a Francia como primer inversor en Costa de
Marfil, con un 22% de las inversiones contra el 16% alcanzado por el país galo.
Ese mismo año, Marroc Telecom alcanzó una cuota del 41% de su volumen de
negocios en el África subsahariana y el grupo BMCE Bank of Africa logró allí el
31% de sus ingresos netos.
En cuanto al deber de solidaridad, Marruecos ha implementado en varios
países africanos proyectos de desarrollo en el campo de la sanidad, la
agricultura, las lluvias artificiales, la gestión de recursos hídricos, la
irrigación, la lucha contra las plagas de langostas, la electrificación, el
desarrollo de infraestructuras básicas y la educación y formación universitaria,
técnica y profesional de los tan necesarios recursos humanos.
En este último aspecto, Marruecos recibe anualmente ocho mil
estudiantes universitarios, entre ellos 6.500 becarios procedentes de 42 países
africanos.
La solidaridad marroquí también se expresa en la entrega de ayuda
humanitaria para paliar los efectos de las catástrofes naturales y los
frecuentes conflictos bélicos. Esta solidaridad se materializa en la donación
de cereales, medicamentos, material médico, el envío de hospitales de campaña.
Para reforzar los naturales lazos históricos, culturales y espirituales,
Marruecos, a través del Instituto Mohammed VI para la Formación de Imanes,
contribuye a la formación religiosa de estudiantes marroquíes y sobre todo de
otros provenientes de África. En esta forma el monarca busca proteger a la
juventud africana de las veleidades del extremismo y preservar una identidad
islámica marcada por la apertura y la tolerancia.
Todo ello se ha acompañado con frecuentes giras de Mohammed VI por
países africanos a los efectos de intercambiar impresiones con los jefes de Estado,
dirigentes políticos y las fuerzas vivas de los Estados visitados. Al mismo
tiempo, constituyen una oportunidad excepcional para conocer de primera mano la
realidad y necesidades de estos pueblos.
En todos los casos, el Rey de Marruecos viaja acompañado de una
numerosa comitiva integrada por funcionarios gubernamentales, políticos, académicos
y representantes de las empresas marroquíes más importantes y dinámicas.
Desde el año 2014, Mohammed VI visitó Mali, Guinea Conakry, Costa de
Marfil y Gabón, mientras que el jefe de Estado de Senegal, Macky Sall, llegó a Rabat
a fines de abril de 2015.
En 2015, el monarca alauita visitó Senegal, Costa de Marfil, Gabón y
Guinea Bissau. Durante esta gira suscribió numerosos acuerdos bilaterales de
cooperación en diversos campos.
En junio de 2016, Mohammed VI brindó una calurosa recepción al
presidente de Ruanda, Paul Kagame. Hasta no hace mucho, Ruanda era un fiel
aliado tanto de Argelia como de los separatistas polisarios, actualmente ha
cambiado sustancialmente de posición acercándose decididamente a Marruecos.
En octubre de 2016, el Rey de Marruecos visitó Ruanda -firmando 19
acuerdos bilaterales de cooperación-, Tanzania y Senegal, países que reunidos constituyen
un mercado de 73 millones de consumidores con enormes necesidades insatisfechas
en todos los campos: la agricultura, infraestructura, servicios, vivienda,
educación, etc.
La cancillería marroquí también ha realizado conversaciones y un
acercamiento con el gobierno de Etiopía. La capital de Etiopía, Addis Abeba,
alberga la sede de la Unión Africana y este es uno de los países que más contribuyen
en las operaciones de paz de la ONU. Allí, Marruecos ha llevado a cabo una
ofensiva comercial con el influyente grupo estatal Oficina Jerifiana de los
Fosfatos (OCP) cuyas ventas de fertilizantes a este país agrícola alcanzan a
noventa millones de euros.
El dinamismo de la diplomacia marroquí y el impulso de su economía no
ha pasado desapercibido, incluso fuera de África. Recientemente, Peter Pham,
director del “Africa Center”, dependiente del influyente think tank
estadounidense “The Atlantic Council”, no dudó en señalar que: “En
estos últimos años, Marruecos desplegó, bajo el liderazgo clarividente del Rey,
enormes esfuerzos con miras a volver a dar vigor y contenido substancial a las
relaciones de cooperación con los países africanos”.
UN CAMBIO EN EL BALANCE
DE PODER
La política internacional que lleva a cabo Marruecos está cambiando el
balance de poder en el continente africano, hasta no hace mucho bajo la
hegemonía de un eje formado por Argelia, Nigeria y Sudáfrica.
Hoy, Marruecos desafía exitosamente esa hegemonía por ser el país más
seguro y con mayor gobernabilidad de África. Marruecos registra importantes
avances en la protección de los derechos humanos en general y, en particular,
en la promoción del lugar de la mujer dentro de la sociedad marroquí. Ha podido
supera sin mayores repercusiones la ola de inestabilidad generada en el norte
del continente por la Primavera Árabe. También, ha demostrado que puede controlar
con éxito las actividades del terrorismo yihadista.
Por último, ha implementado con éxito la reforma de su constitución, en
2010, haciendo a sus instituciones más abiertas y democráticas. Desde entonces,
ha llevado a cabo dos rondas de elecciones parlamentarias sin que se formulen
quejas sobre la imparcialidad de las mismas.
En síntesis, Marruecos, rompiendo con todos los intentos de aislarlo del
continente a través de un conflicto artificial de soberanía en el Sáhara,
retorna decididamente a África para reclamar el papel preponderante que
naturalmente le corresponde en la política africana.
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