Los
conflictos entre el presidente Lenin Moreno y su predecesor Rafael Correa
fracturaron al partido oficial Alianza País y poner fin a una década de
populismo en Ecuador.
Cuando el ex empresario Lenin
Moreno se impuso en la segunda vuelta electoral, en mayo pasado, los analistas
interpretaron que sería tan sólo un “presidente
de transición”. Alguien que se dedicaría tan sólo a cuidar el sillón
presidencial por cuatro años hasta el retorno definitivo de Rafael Correa.
Después de todo, Correa era el
creador de la “Revolución Ciudadana”,
nombre que adoptó el “socialismo del siglo XXI” en Ecuador, y líder absoluto
del partido Alianza País.
En tanto que Lenin Moreno
había sido un fiel y dócil vicepresidente para Correa en sus dos primeros
mandatos (2007 – 2009 y 2009 - 2013). Para sorpresa de todos, especialmente
para el ex mandatario, Moreno mostró desde el primer momento una gran
independencia.
Entre las primeras medidas
adoptadas, Lenin Moreno mostró disposición a dialogar con la oposición y claro
propósito de eliminar la corrupción que jaqueaba a Ecuador.
Este de plan de gobierno
desato una inmediata confrontación con su mentor, el ex presidente Correa,
responsable en gran medida de los hechos de corrupción que el nuevo presidente
buscaba someter a la justicia.
Prudentemente, Rafael Correa
se radicó en Bélgica donde la nacionalidad de su esposa lo protege de un
eventual pedido de extradición y de la cárcel.
En un comienzo los incidentes
respondieron a temas menores, como el otorgamiento de un comodato por cien años
para el uso de un par de inmuebles a la mayor organización indigenista del
país. En su momento, Correa le quitó el uso de ellos a esta organización. O
suscribir un convenio con la ONU para combatir la corrupción. Ambos hechos
provocaron la crítica de Correa.
La disputa entre ambos
dirigentes, caracterizada por una pronta confrontación directa, inmediatamente
se hizo pública dado que Correa decidió expresar sus cuestionamientos a Moreno
a través de las redes sociales.
La crisis fue escalando
gradualmente. El presidente denunció que la herencia dejada por Correa no había
sido tan perfecta como pretendía el ex presidente. La frase, ahora célebre, de “la mesa no está servida” le sirvió a
Moreno para denunciar que el país atravesaba una delicada situación económica,
en especial por la deuda externa de más de cuarenta mil millones de dólares.
Luego Moreno anunció que había
encontrado irregularidades en más de 640 obras públicas que quedaron
inconclusas del anterior gobierno.
Luego siguió el amplio
respaldo del presidente a las actuaciones de la justicia contra ex funcionarios
de Correa acusados de corrupción. Pronto varios importantes funcionarios de la
empresa petrolera estatal, dos ex ministros de Correa y el mismo vicepresidente
de la República, Jorge Glas, a quien Lenin Moreno le quitó todas las funciones,
fueron detenidos en la Cárcel 4 de Quito.
Inmediatamente, la Contraloría
General de Ecuador destituyó al vicepresidente Jorge Glas y Lenin Moreno nombró
en su reemplazo a María Alejandra Vicuña en ese cargo, aplicando lo establecido
en el artículo 150 de la constitución ecuatoriana.
El presidente Lenin Moreno
busca recortar el poder residual de Rafael Correa a través de una consulta
popular de siete preguntas que entre otras cosas pretende dejar sin efecto la
reelección indefinida en cargos públicos que la Asamblea Nacional aprobó
inconstitucionalmente en diciembre de 2015.
La respuesta de Correa no se
hizo esperar. Impulso a través de sus aliados dentro del partido Alianza País
la remoción de Lenin Moreno de su cargo de presidente del partido y nombro en
ese cargo a ex ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Patiño, una de sus
principales espadas. Patiño calificó a Moreno como “enemigo de la revolución ciudadana” y anunció el próximo regreso
del ex presidente Correa para “acompañar”
el proceso de “fortalecimiento” del
partido.
Tras la divulgación de la
resolución, ministros de estado y militantes de Alianza País se reunieron en el
Palacio de Carondelet para ratificar su respaldo a Lenin Moreno y reiterar que
lo reconocen como el presidente de su partido.
Posteriormente, un tribunal de
garantías penales de Quito dejó sin efecto la determinación anunciada por la
directiva de Alianza País y se negó a inscribir la designación de su
reemplazante. El tribunal recordó que la remoción del presidente del partido
solo puede hacerla la Asamblea Nacional de Alianza País.
De esta manera se formalizó la
división del partido de gobierno en Ecuador un proceso que lleva gestándose
varios meses.
Al parecer, Lenin Moreno
continuará alejándose de la propuesta populista de la “Revolución Ciudadana” girando hacia posiciones más centristas,
moderadas y racionales. Esto implicará reformular sus alianzas electorales y
desmontar las estructuras políticas que aún responden al ex presidente Correa.
Por el momento, parece difícil
que Correa abandone su seguro refugio en Bélgica para retornar a Ecuador y
exponerse a que la justicia ecuatoriana lo procese y encarcele. Posiblemente,
continúe alentando a sus partidarios a enfrentar al presidente Lenin Moreno
desde Europa.
La puja entre ambos
dirigentes, con su secuela de acusaciones cruzadas, encarcelamientos,
destituciones y denuncias varias, no ha servido para consolidar la
gobernabilidad o el desarrollo económico de Ecuador, muy por el contrario, ha
creado un clima de incertidumbre que en nada beneficia al país andino.
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