Las
elecciones presidenciales del año próximo, en Colombia, contará por primera vez
con candidatos de las FARC. Todos los observadores se preguntan cuál será el
apoyo electoral que cosecharán.
El proceso de paz en Colombia
no deja de despertar dudas y provocar críticas. Las FARC han depuesto sus
armas, las han entregado y han declarado los fondos y bienes que han acumulado
tras décadas de recaudar millonarios rescates en secuestro extorsivos, “impuestos revolucionarios” y,
especialmente, operar como la mayor organización de narcotráfico de Sudamérica.
Sin embargo, aproximadamente
setecientos combatientes del grupo terroristas han rechazado el acuerdo de paz negándose
a dejar la “lucha armada” y continúan
operando como una narcoguerrilla, al igual que las Bancrim y el ELN.
Mientras tanto, algunos
expertos afirman que la mayor parte de los fondos reunidos por las FARC se
encuentran ocultos, depositados en paraísos fiscales o incluso en Cuba y
Venezuela.
Mientras tanto, la dirigencia
de la FARC, integrada por los guerrilleros de mayor edad que llevan décadas
combatiendo en la selva y viviendo en la clandestinidad, se preparan para
cambiar de vida y transformarse en políticos tradicionales.
Para estos hombres curtidos en
la lucha armada, que en promedio superan el medio siglo de vida, ha llegado el
momento de “jubilarse”, dejar las
armas y encarar un retiro activo y más gratificante como senadores y diputados.
Es así como, sin haber
confesado sus crímenes y expresado su arrepentimiento como se estableció en el
acuerdo de paz, las FARC, que a lo largo de cinco décadas provocaron 250.000
víctimas fatales, se transformaron en un partido político legal e incluso
proclamaron sus candidatos para las elecciones generales de 2018. En esta forma
las FARC dejaron a tras un pasado de violencia sin rendir ninguna cuenta por
sus crímenes.
Al margen del mecanismo de
reinserción establecido en el acuerdo de paz de noviembre de 2016, el Consejo
nacional Electoral otorgó, la semana pasada, el reconocimiento como partido
legal a la “Fuerza Armada Revolucionaria
del Común”, extraño nombre para una agrupación política que competirá
democráticamente en elecciones, pero que permite a sus miembros conservar la
sigla histórica de “FARC”, con la
cual se la ha identificado por décadas, tanto en Colombia como en gran parte
del mundo.
Inmediatamente, las FARC
anunciaron sus candidatos para las elecciones presidenciales del año próximo.
La fórmula presidencial estará integrada por Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko” y la economista Imelda Daza.
Timochenko, que en el pasado
enfrento cargos criminales por asesinato, secuestro y terrorismo, pero al que
el Acuerdo de Paz, le otorga derechos civiles y políticos, enfrenta problemas
de salud y se encuentra convaleciente en La Habana. En tanto que Imelda Daza,
antigua militante del partido “Unión
Patriótica”, estuvo exiliada en Suecia durante más de veinte años. Desde el
año pasado, Daza formó parte del movimiento político “Voces por la Paz”, ligado a las FARC y ha ejercido como su
representante en el Congreso colombiano.
Los candidatos a cargos
legislativos son designados por los “nombres
de guerra” que empleaban como seudónimos en sus tiempos de combatientes
guerrilleros: Jesús Santrich es candidato a la Cámara de Representantes, en
tanto que los candidatos al senado son Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Carlos
Antonio Lozada, Victoria Sandino, Sandra Ramírez (viuda de Manuel Marulanda “Tiro Fijo”, líder histórico de las
FARC) y Benkos Biojó.
Además, las FARC han
presentado candidatos para los cinco departamentos más poblados de Colombia: Bogotá,
Antioquía, Atlántico, Valle de Cauca y Santander.
Mientras que, en las demás
regiones del país, las FARC apoyarán a “candidatos
de convergencia social y democrática comprometidos programáticamente con la
implementación de los acuerdos y las necesidades sociales populares”, dijo
el vocero Iván Márquez, agregando: “Creo
que hay muy buenas posibilidades para el entendimiento político con otras
fuerzas. Nosotros nos la vamos a jugar por los departamentos con mayor votación”.
Las elecciones para renovar la
totalidad del Senado y la Cámara de Representantes se celebrarán en marzo de
2018 y la primera vuelta de la elección presidencial tendrá lugar en mayo.
Según el acuerdo de paz, las
FARC tienen garantizados cinco escaños en el Senado e igual cantidad en la
Cámara de Representantes. La incógnita reside en saber si los ex guerrilleros
serán capaces de conseguir un mayor número de cargos legislativos a través de
los votos, algo que ellos dan por descontado.
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