Ante la ofensiva
judicial, que amenaza con la cárcel por delitos de corrupción, a las
principales figuras del kirchnerismo, este sector lanza una contraofensiva para
desestabilizar al gobierno con huelgas y movilizaciones.
CÁRCEL PARA LOS CORRUPTOS
La
justicia argentina avanza, muy lenta pero inexorablemente, en la condena a los
principales dirigentes del régimen kirchnerista.
Recientemente
la justicia dispuso la prisión preventiva para el general César Milani acusado
desde hace años por haber participado de la detención ilegal de dos personas y
la desaparición forzada de un tercero durante los años de la dictadura militar.
Además, enfrenta otro proceso por “enriquecimiento
ilícito”.
El
kirchnerismo hizo del falso progresismo y la persecución a los militares por
delitos de lesa humanidad, cometidos en la década de los años setenta, sus
principales banderas. Sin embargo, Cristina Kirchner no dudó en promover a
Milani, un oficial del Ejército especializado en tareas de inteligencia, a la
más alta jerarquía.
No
sólo lo promovió a teniente general, sino que lo nombró, primero jefe de la
inteligencia militar, y luego Jefe del Estado Mayor del Ejército, en 2013.
La
entonces presidente Cristina Kirchner fue indiferente, durante años, a las reiteradas
acusaciones de las organizaciones defensoras de los derechos humanos contra
Milani. El apoyo de la presidente al militar cuestionado se debía a que este la
abastecía de información sobre la oposición. La misma provenía de una
estructura ilegal de inteligencia paralela, aun cuando la Ley de Defensa
Nacional veda a los militares realizar tareas de inteligencia interior.
Hoy
diversos protagonistas de los años de la “fiesta
de corrupción kirchnerista” están encarcelados. Además de Milani, se
encuentra detenido el ex empleado bancario devenido en empresario, Lázaro Báez.
Durante
los años del gobierno kirchnerista, la fortuna del empresario patagónico creció
exponencialmente gracias a los contratos para la construcción de obras públicas
adjudicadas por sus amigos y socios Néstor y Cristina.
La
relación entre Báez y el matrimonio Kirchner era tan íntima que el empresario
pagó la monumental bóveda donde hoy descansan los restos del ex presidente
Néstor Kirchner.
La
justicia ha dispuesto la prisión preventiva de Báez mientras lo investiga, a él
y a sus hijos, por enriquecimiento ilícito.
También
se encuentra en prisión preventiva el ex secretario de Obras Públicas del ministerio
de Planeamiento a cargo del arquitecto Julio De Vido, y diputado electo del
Parlasur, José López. El caso de López tomo celebridad después de que fuera
sorprendido tratando de ocultar valijas conteniendo 8.982.000 dólares en el
monasterio de Nuestra Señora de Fátima, en la localidad de General Rodríguez,
provincia de Buenos Aires. La justicia lo ha procesado por enriquecimiento
ilícito.
El
juez Gastón Mercau, de la provincia de Jujuy, por su parte, ha dispuesto la
prisión preventiva de la dirigente indigenista Milagro Sala acusada de "asociación
ilícita, fraude a la administración pública y extorsión", por la malversación de 29 millones de
pesos (unos 1,7 millones de dólares) destinados a la construcción de viviendas
sociales.
En los primeros días de marzo deberán
concurrir a los tribunales federales de Buenos Aires para brindar testimonio la
ex presidente Cristina Kirchner, su hijo el diputado nacional Máximo Kirchner y
su hija Florencia para rendir cuentas de la realización de maniobras
financieras poco claras con la empresa familiar, la inmobiliaria “Los Sauces S. A.”.
Luego llegará el turno, entre otros, del ex
ministro de Planeamiento y actual diputado nacional, Julio De Vido, el
dirigente social devenido en empresario, Luis D´Elia, involucrado en la
negociación del “Memorándum de Entendimiento Argentina – Irán”, firmado en
2013, para el esclarecimiento del atentado a la AMIA, ocurrido en 1994. En esa
misma causa, también deberá prestar testimonio el dirigente del grupo
radicalizado autodenominado Movimiento
Nacionalista Revolucionario Quebracho, Fernando Esteche.
La titular de la organización Madres de Plaza
de Mayo, Hebe de Bonafini, deberá responder ante el juez federal Marcelo
Martínez De Giorgi en la causa por defraudación al Estado en la construcción de
viviendas sociales en la empresa “Sueños
Compartidos”.
Durante los años de Cristina Kirchner, estas
causas estuvieron prácticamente paralizadas por todo tipo de presiones y
amenazas provenientes del Poder Ejecutivo. Actualmente, la justicia actúa con
independencia y los procesos judiciales avanzan con mayor celeridad.
El kirchnerismo se victimiza y atribuye los
problemas judiciales que enfrentan sus principales dirigentes a una persecución
política impulsada por el gobierno de Mauricio Macri.
Es por ello que muchos kirchneristas han
expresado su deseo de que Macri no termine su período presidencial. Su odio a
quien piensa distinto supera a su amor por la democracia y su respeto por el
orden constitucional.
A este
juego antidemocrático el kirchnerismo intenta arrastrar al peronismo y a los
sindicatos.
El kirchnerismo no es peronismo. Esto es muy
claro para destacados dirigentes peronistas como Juan Manuel De la Sota,
Florencio Randazzo, Juan Manuel Urtubey o dirigentes sindicales como Hugo
Moyano, Luis Barrionuevo y Momo Benegas.
No obstante, algunos de ellos han compartido
con el kirchnerismo doce años de gobierno. Muchos dirigentes peronistas temen
que el desprestigio y la condena social por los hechos de corrupción ocurridos
durante el kirchnerismo termine por contaminarlos con una imagen de corrupción
descarada, autoritarismo e ineficacia, alejando toda posibilidad de un retorno
peronista al poder en 2019.
Por lo tanto, el peronismo protege a los
dirigentes kirchneristas acusados por corrupción en defensa propia y necesidad
de supervivencia política.
Mientras tanto, el gobierno macrista tampoco
hace mucho para legitimar, a través de la gestión, la legalidad adquirida en
las urnas.
Tratando de separar a los peronistas de los
kirchneristas, no explicitaron adecuadamente la totalidad de la calamitosa
situación heredada y la responsabilidad del peronismo en muchos de los excesos
cometidos por el matrimonio Kirchner.
Por otra parte, corregir doce años de
populismo lleva su tiempo. Hacer competitiva la economía argentina a nivel
internacional demanda corregir tarifas artificiales, el desborde de los
subsidios, el exceso de impuestos, los altos costos laborales, la industria del
juicio, etc.
No es una tares sencilla. Aun tomando todas
las medidas acertadas -y este no precisamente el caso- las buenas noticias
demorarán en llegar, mientras tanto la inflación seguirá en niveles alarmantes,
el poder adquisitivo de los salarios cayendo y la desocupación en un alto
nivel. Las buenas noticias, los “brotes
verdes” de que habla el macrismo tardarán en llegar.
Además, las condiciones externas -en especial
la recesión en Brasil- tampoco favorecen la rápida recuperación de la economía
argentina.
UN GOBIERNO CON MUCHOS ERRORES
En lo político, el gobierno también parece
cometer más errores que aciertos. Comenzó tratando de imponer el nombramiento
de dos jueces en la Corte Suprema sin consultar a la oposición, cuando podía
haber logrado el mismo resultado, y sin cuestionamientos, negociando con el
peronismo, tal como finalmente hizo.
La costumbre de tomar decisiones inconsultas y
luego abandonarlas o modificarlas sustancialmente se hizo costumbre en el
gobierno. Este fue un error tan frecuente como el abrir temas sin estar seguro del
resultado a obtener.
Así procedió en la reforma al impuesto a los
ingresos a las ganancias que se ha convertido en un “impuesto al trabajo”. Pero el colmo, en un año electoral y de gran
conflictividad social, fue activar un conflicto latente, la quiebra y re-estatización
del “Correo Argentino”.
Este tema implica un claro e inevitable
conflicto de intereses entre el presidente Mauricio Macri, la familia Macri y
el Estado Nacional. El tema era una “bomba
de tiempo” y el gobierno lo detonó de la peor forma y en el peor momento.
No es culpa de la oposición de que el gobierno
cometa frecuentemente errores, tampoco se la puede culpar por buscar réditos
políticos. Pero, una cosa es el natural juego entre gobierno y oposición y otra
cosa es una campaña de desestabilización.
LA CONTRAOFENSIVA
Porque el kirchnerismo está llevando a cabo
una campaña de desestabilización, agitando el ambiente con reiteradas marchas piqueteras
cortando las principales avenidas del centro de la ciudad de Buenos Aires,
pedidos de juicio políticos contra el presidente, impulsando la conflictividad
laboral en aquellos gremios -como los docentes y los pilotos de las aerolíneas-
donde ejercen la conducción y amenazando con un paro nacional contra el
gobierno.
La semana del 6 al 10 de marzo será
especialmente delicada para el presidente Macri. El 6 y 7 de marzo los docentes
de todo el país llevaran a cabo un paro impidiendo el inicio de las clases
primarias.
El 7 de marzo, la CGT y el peronismo convocan
a un cese de actividades por la tarde seguida de una marcha al centro porteño.
Ese mismo día, Cristina Kirchner debe concurrir a los tribunales para declarar
por la causa de “Los Sauces”. Sus
partidarios convocan a una concentración en apoyo de la ex presidente acusada
de corrupción frente al juzgado.
Para horror de los organizadores -tanto
sindicalistas como políticos-, Cristina Kirchner ha convocado también a sus
partidarios para que asistan a la marcha opositora.
Mientras tanto, los medios de prensa en manos
del kirchnerismo multiplican sus ataques mediáticos contra el gobierno. Los
“periodistas militantes” del kirchnerismo difunden todo tipo de “verdades alternativas”, es decir,
mentiras, sobre el gobierno y sus funcionarios.
Entre ellas falsas estadísticas
de inflación, sobre la popularidad del presidente, sobre el índice de
desocupación o explotando al máximo los errores del gobierno, como el tema del
Correo Argentino.
No se trata de acciones aisladas o de
actitudes independientes de un sector de la sociedad sino de una verdadera “contraofensiva” opositora para
presionar al gobierno e impulsarlo a intervenir ante la justicia para que se
paralicen las causas y que ningún otro dirigente kirchnerista termine
encarcelando.
En esta verdadera pulseada entre el gobierno y
el kirchnerismo está en juego la gobernabilidad del país y la plena vigencia de
las instituciones. En este sentido, resulta difícil para muchos permanecer
indiferente.
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