lunes, 13 de febrero de 2017

EN EL ALTIPLANO BOLIVIANO CRECE EL CULTO AL PRESIDENTE EVO


En el Estado Plurinacional de Bolivia el gobierno impone un descarado “culto a la personalidad” del presidente Evo Morales que hace pensar en lo peor del estalinismo o el führerprinzip que se practica en Corea del Norte.


CUANDO LA INICIATIVA PUEDE SER PELIGROSA

En los años noventa, tuve la oportunidad de vivir durante algunos años en la renaciente Rusia. En ese entonces, mi profesora de ruso, una mujer entrada en años, me contó una historia -que luego encontré corroborada en los libros- que reflejaba como se vivía en su país bajo la dictadura stalinista. Hoy quiero compartir esa historia con el lector.

¡Oh, Gran Stalin! Todo te pertenece, ¡Oh, líder de la patria! Ordena a tus hijos, son capaces de desplazarse en el aire y en la tierra, en el agua y en la estratosfera. Los seres humanos de todas las épocas y de todas las naciones dirán que tu nombre es el más glorioso, el más fuerte, el más sabio, el más bello de todos.”
Gaceta Roja de Leningrado (San Petersburgo), 1935

Durante la celebración de un nuevo aniversario de la Revolución de Octubre, Iósif Stalin (en realidad Iósif Vissariónovich Dzhugashvili), Secretario General del Partido Comunista y Presidente del Consejo de Ministros de la URSS, pronunció un discurso conmemorativo ante un grupo selecto de altos funcionarios compuesto por ministros, viceministros, miembros del Politburó, altos mandos militares, etc.

El Padrecito Stalin terminó su alocución e inmediatamente el auditorio en su totalidad se puso de pie y estalló en aplausos y vivas al insigne orador. Los aplausos se extendieron por cinco minutos, luego por diez y más tarde por quince. Ninguno de los presentes se animaba a dejar de aplaudir y sentarse. Cómo decir que ya eran demasiados aplausos para el Camarada Stalin.

Después de casi media hora de aplausos y vivas, que incomodaban a todos incluso al propio Stalin, el funcionario menos cobarde entre los asistentes logró reunir el valor suficiente para dejar de aplaudir y sentarse. Fue entonces, cuando tímida y gradualmente el resto del auditorio fue cesando con alivio en los aplausos y tomando asiento.

A la mañana siguiente, al llegar a su despacho el alto funcionario que había tomado la iniciativa de sentarse en primer término fue convocado por su jefe directo.

El jefe comenzó por agradecerle a su subordinado el haber resuelto la situación compleja que afectaba a todos los presentes en el acto y luego le comunicó que quedaba retenido y sería remitido al Gulag, la red de campos de concentración de la URSS.

Cuando el funcionario abrumado abandonaba el despacho de su jefe rumbo a la prisión, el superior le recordó: “Ya sabes, tener iniciativas es peligroso en la Unión Soviética.”
Luego del incidente, Stalin emitió un decreto prohibiendo que cualquier orador en un acto público fuera aplaudido por más de cinco minutos.

La historia, absolutamente cierta, refleja los excesos a que pueden llegar en el culto a la personalidad las dictaduras.

MI GENERAL, CUANTO VALÉS

En Argentina, por ejemplo, solo los historiadores y los ancianos memorioso recuerdan que durante el primer peronismo (que gobernó entre el 4 de junio de 1946 y el 21 de septiembre de 1955) el gobierno del General Juan D. Perón modificó el nombre de la provincia de El Chaco que pasó a denominarse provincia Presidente Perón y la provincia de La Pampa que fue renombrada provincia Eva Perón, o que la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, cambió su nombre por el de ciudad Eva Perón.

Incluso el crucero ARA Belgrano, que luego sería hundido por un submarino británico durante el Conflicto de las Islas Malvinas, 2 de mayo de 1982, fue originariamente bautizado crucero “ARA 17 de Octubre”.

Mucho menos conocen que, en las escuelas argentinas era libro de lectura obligatoria, el texto autobiográfico escrito por Eva Perón y titulado “La razón de mi vida”, dedicado a la glorificación del general Perón.

Quién sí parece conocerlo todo en materia de culto a la personalidad es el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales.

EL MUSEO DE EVITO

El presidente de ese país del Altiplano ha impuesto allí un descarado culto a la personalidad que sería envidia de Hugo Chávez, Fidel Castro Rus o Néstor y Cristina Kirchner.

En 2014, el Ministerio de Comunicaciones de Bolivia distribuyó parte de la edición de un libro para niños titulado Las aventuras de Evito, glorificando la infancia del presidente. Los cuentos del libro ilustrado incluyen Evito va a la escuela, y Evito juega al fútbol.

Ahora acaba de invertir más de siete millones de dólares en su remota aldea natal de Orinoca, con una población de novecientas personas que viven en la más absoluta pobreza. La inversión ordenada por el presidente no ha sido ni para construir cloacas, tendidos de agua potable o viviendas populares, sino para construir un moderno museo.   

El llamado “Museo de la Revolución Democrática y Cultural” ocupa un moderno edificio y exhibe una estatua de tamaño natural de Morales, retratos con líderes mundiales, doctorados honorarios de varias universidades –a pesar de que Evo Morales nunca terminó la escuela secundaria–, camisetas de fútbol de su colección, ​​y recuerdos de su niñez, como la trompeta que tocaba en la adolescencia. Es decir, la versión boliviana de nuestro ostentoso “Centro Cultural Néstor Kirchner” que costo tan sólo 303 millones de dólares.
Es el “museo más grande y moderno” de Bolivia, según dijo la ministra de Cultura, Vilma Alanoca, Morales inauguró el museo con lágrimas en los ojos, proclamando que “Esta fecha marcará la historia. Este museo es patrimonio de los que lucharon por la liberación de nuestro pueblo”.
Así son los populistas autoritarios latinoamericanos, Evo Morales crea museos para perpetuar su memoria y Nicolás Maduro, en Venezuela, inventa su propia versión del premio nobel de la Paz: el “Premio Comandante Eterno Hugo Chávez para la Paz y a la Soberanía de los Pueblos” que por el momento solo ha entregado al presidente ruso Vladimir Putin.
Otra tendencia de este tipo de gobernantes es a perpetuarse en el poder por cualquier media. Nicolás Maduro ha suspendido por tiempo indeterminado todo tipo de elecciones en Venezuela para evitar ser desplazado del cargo.
Evo Morales por su parte ha manipulado la constitución boliviana para mantenerse en el poder indefinidamente.
Según la Constitución boliviana, los presidentes sólo pueden servir por dos mandatos consecutivos. Morales presionó al Tribunal Constitucional para que le permitiera postularse, en 2014, en un tercer mandato. El año pasado celebró un referéndum con la intención de que una consulta popular lo habilitara a postularse para un cuarto mandato en 2019.

Inesperadamente, a pesar del uso masivo de recursos estatales, el exilio forzado de líderes de la oposición, y la redacción de la pregunta del referéndum de la manera que más lo favorecía, Morales perdió el referéndum del 21 de febrero de 2016.
Ahora, Morales está buscando algún artilugio legal que le permita invalidar ese referéndum, y buscando nuevas formas de reformar la Constitución para poder presentarse para un cuarto mandato.
Pero, tras más de una década de ejercicio ininterrumpido de la presidencia, y tras reiteradas violaciones a la Constitución, denuncias de corrupción, represión de sus opositores políticos y gastos millonarios para consolidar un descarado culto a la personalidad, sus pretensiones de continuismo parecen infructuosas.
Bolivia aspira a un cambio de régimen que restablezca las reglas de la democracia y la racionalidad en el país.


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