Ponencia presentada por el Dr. Adalberto
C. Agozino en el Congreso Internacional de Psicología Social, Buenos Aires, 5
al 8 de octubre de 2022.
INTRODUCCIÓN
La
utilización de niños soldados es el grado más extremo de explotación infantil.
Las víctimas no solo pierden su infancia (y a veces hasta la vida), sino que a
lo largo de su existencia arrastran horrendas cicatrices físicas y psíquicas.
Sin
embargo, en el mundo trescientos mil niños, en al menos treinta países, han
sido reclutados como soldados, milicias, grupos terroristas y bandas del crimen
organizado.
I.
OBJETIVOS DEL TRABAJO
El
objetivo general del presente trabajo es describir y explicar el fenómeno
social de los niños soldados y los mecanismo por los cuales el sistema
internacional intenta combatirlo.
Uno de
los objetivos específicos se pretende pasar revista a los principales
instrumentos del Derecho Internacional Público destinados a impedir el
reclutamiento de niños por parte de ejércitos y grupos armados.
Otro
objetivo específico es analizar cómo caso testigo el reclutamiento d niños por
parte del Frente Polisario en los campamentos de Tinduf en el sur de Argelia.
Especialmente porque este reclutamiento se realiza precisamente en un ámbito
que se supone está sobre vigilancia de la Misión de Naciones Unidas para la
realización de un Referéndum en el Sáhara Occidental. realizar un abordaje descriptivo de las
características y mecanismos por los cuales este flagelo, que es un baldón para
todo el sistema internacional, opera en la actualidad, y cuáles son las
normativas y acciones que se llevan a cabo para combatirlo.
II.
DEFINICIONES
Para
el presente trabajo se emplearán las siguientes definiciones operativas:
Niños
Soldado:
Según
se ha establecido en los Principios de Ciudad de Cabo, evento internacional
organizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (en inglés United
Nations Children´s Emergency Fund) o Unicef, en Sudáfrica en 2017: “Un niño
soldado es cualquier persona menor de 18 años que forma parte de cualquier tipo
de fuerza armada regular o irregular en cualquier capacidad, inclusive, pero no
solo, como cocinero, porteador, mensajero, y cualquiera que acompaña a estos
grupos, excepto los familiares. La definición incluye niñas reclutadas para
realizar actividades sexuales y contraer matrimonios por la fuerza.”[i]
Otra
definición igualmente útil para este trabajo es la que se encuentra en “Los
principios de Paris. Principios y guía sobre niños vinculados con fuerzas o
grupos armados”, de 2007, también en un evento organizado por Unicef, que
los caracteriza diciendo que son “Niño o niña vinculada con un grupo o fuerza
armada se refiere a cualquier persona menor de 18 años que este o haya sido
reclutado o utilizado por un grupo o fuerza armada en cualquier condición
incluyendo pero limitándose a niños, niñas usadas como combatientes, cocineras,
vigías, mensajeras, espías o para propósitos sexuales. No se refiere solamente
a una niña o niño que esté haciendo parte o haya sido parte directa en
hostilidades.”[ii]
Fuerzas
Armadas:
Se
refiere a los cuerpos armados de un Estado.
Grupos
Armados:
Se
refiere a grupos armados pertenecientes a organizaciones del crimen
transnacional tales como los cárteles del narcotráfico, sindicatos criminales
como el Primer Comando de la Capital (PCC) o el Comando Vermelho en Brasil o
las maras centroamericanas.
También
se incluyen en esta categorías a las milicias de los grupos yihadistas como Al
Qaeda o el Estado Islámicos (ISIS o Daesh) y sus franquicias los nigerianos de
Boko Haram.
Tal
como se define en el Artículo 4° dl Protocolo Opcional a la Convención de los
Derechos del Niño sobre la participación de los niños en conflictos armados.
Reclutamiento:
Se
refiere a la conscripción o incorporación obligatoria, forzada y voluntaria de
niños y niñas a cualquier tipo de grupo o fuerza armada.
III.
METODOLOGÍA
La
presente ponencia se ha elaborado con carácter descriptivo y cualitativo, con
énfasis situado en la descripción y caracterización de un determinado fenómeno
social, a través de un análisis exhaustivo y comprensivo de sus
características.
El
presente trabajo s elaborado mediante la consulta de fuentes vivas y
documentales de carácter primario y secundario.
Como
fuentes primarias documentales se han empleado un amplio conjunto de
instrumentos de Derecho Internacional Público consistente en declaraciones,
acuerdos, protocolos, convenios y tratados que hacen referencia a la
intervención de niños en acciones armadas.
Las
fuentes vivas son los testimonio provenientes de marroquíes saharauis que
vivieron dentro de los campamentos de Tinduf en Argelia y que luego huyeron a
territorio marroquí. Los cuales fueron entrevistados durante la participación
del autor como peticionario en la 4ta. Comisión de Naciones Unidas
(Descolonización) en Nueva York.
En
tanto, que los dirigente Hach Ahmed Bericalla y Fadel Breika del Movimiento
Saharaui por la Paz fueron entrevistados en Ginebra, Suiza en 2020, durante la
reunión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Cabe
destacar que el autor ha visitado en cinco oportunidades el Reino de Marruecos
y en dos de ellas ha viajado a las ciudades saharianas marroquíes de Dajla y El
Aaiún. En esas ocasiones tuvo oportunidad de cambiar impresiones con personal
de la MINURSO que supervisan desde 1991 el alto al fuego entre las Fuerzas
Armadas Reales de Marruecos y las milicias del Frente Polisario.
Las
fuentes documentales secundarias empleadas son tesis y tesinas de grado y maestría,
libros y artículos científicos y periodísticos elaborados por corresponsales
presentes en las zonas en conflictos a los que se ha accedido a través de la
Internet.
IV.
DESARROLLO
A. Los
Niños Soldado en el Derecho Internacional Público
A lo
largo del tiempo se han creado diversos instrumentos del Derecho Internacional
Público destinados a proteger a los niños involucrados en conflictos armados y,
en especial, para tratar de suprimir el reclutamiento de niños por parte de los
ejércitos y los grupos armados.
Comenzaremos
por señalar que en 1924, la efímera y frustrada Sociedad de las Naciones aprobó
la “Declaración de Ginebra” sobre los derechos de los niños que
infortunadamente no tenía carácter vinculante.[iii] Este fue el primer texto
del Derecho Internacional Público que consagra los Derechos de la Niñez.
En
1939, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en colaboración con la
Unión Internacional de Socorro en favor de los Niños, elaboraron un proyecto de
convenio para la protección de los niños en caso de conflicto armado que no fue
aprobado por el estallido de la Segunda
Guerra Mundial.
Sin
embargo, el tema fue retomado en 1949 en el IV Convenio de Ginebra relativo a
la población civil que incluía a los niños en diecisiete disposiciones.
En
1977 se aprobaron dos Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra de
1949, en los cuales se otorga mayor protección a los niños involucrados en
conflictos armados.
Así el
Protocolo I, en su artículo 77: Protección de los Niños prescribe: “Las
partes en conflicto tomarán todas las medidas posibles para que los niños
menores de quince años no participen directamente en las hostilidades,
especialmente absteniéndose de reclutarlos para sus fuerzas armadas. Al
reclutar personas de más de quince años pero menores de dieciocho años, las
Partes en conflicto procurarán alistar en primer lugar a los de más edad”.
El 20
de noviembre de 1989 en la Convención sobre los Derechos del Niño, que consta
de 54 artículos, que abarcan el conjunto de los Derechos del Niño, es decir,
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
El
Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derecho del Niño, aprobado el
25 de mayo de 2000 y que con sus primeras diez ratificaciones entró en vigor el
12 de febrero de 2002 establece en sus aspectos principales:
1.-
Establece una edad mínima de 18 años para el reclutamiento y participación de
niños y adolescentes en acciones armadas. En esta forma se modificó la pauta de
15 años establecida por el Protocolo Adicional I a las cuatro Convenciones de
Ginebra de 1949 y a la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989.
2.-
Obliga a los Estados parte a la prevención de cualquier actividad que implique
una violación a lo establecido en el Protocolo, así como en la rehabilitación y
reinserción social de los niños afectados por estas prácticas.
El
Protocolo Facultativo ha sido ratificado en 166 países, 18 no lo han firmado o
ratificado y 13 miembros de Naciones Unidas lo han firmado pero no ratificado.
En
1977, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica se llevó a cabo el “Simposio sobre
prevención de niños en las Fuerzas Armadas, la desmovilización y reintegración
social de los niños soldados en África”, organizado por UNICEF con la
colaboración del Grupo de Trabajo de Organizaciones No Gubernamentales para la
Convención de los Derechos del Niño, se aprobaron los “Principios de Cabo”.
Otros
instrumentos internacionales referidos a la protección de niños involucrados en
conflictos bélicos son:
- La
Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar de la Infancia aprobada el 11
de julio de 1990, que entró en vigor el 29 de noviembre de 1999.
- La
Convención N° 182 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la
Prohibición y Acción Inmediata para la Eliminación de las Peores Formas de
Trabajo Infantil.
El 17
de julio de 1998 se aprueba El Estatuto de Roma del 17 que constituye la Corte
Penal Internacional que cuenta con 183 Estados signatarios y 123
ratificaciones.
En el mismo, se define
como crimen de guerra, entre otros actos, reclutar a niños menores de 15 años
para participar en los conflictos armados, tanto internacionales como de nivel
nacional.
En 2012, el Tribunal
Penal Internacional dicto su primer
veredicto condenando a cadena perpetua a Thomas Lubanga Dylo, un líder rebelde
congolés que utilizó niños soldados en el conflicto de Ituri, de la Republica
Democrática del Congo, durante los años 2002 y 2003.
Por último, Naciones
Unidas ha establecido el 12 de febrero como “Día Internacional contra el Uso de
Niños Soldado”.
B. Los
niños soldados en el mundo actual.
En
algunos conflictos bélicos, en áreas sin ley o en el contexto de acciones
terroristas los niños se desempeña como combatientes, espías, vigías,
cocineros, cargadores, dealer o elaboradores de drogas y hasta como terroristas
suicidas.
Las
milicias y los grupos criminales incorporan niños a sus filas porque además de
ser fáciles de reclutar, en la mayoría de los casos porque carecen de adultos
que se hagan responsables de ellos, los protejan y satisfagan sus necesidades
básicas, son más vulnerables al momento de someterlos a entrenamiento o
adoctrinamiento, son fáciles de intimidar con castigos físicos y de seducir con
falsas promesas de recompensas económicas.
Un
informe de la Comisión Interamericana para los Derechos Humanos (CIDH)
elaborado en 2015, apreciaba que había 30.000 niños formando parte activa de
organizaciones criminales tan solo en México.
Esta
cifra, en 2018, se había incrementado en ciento cincuenta por ciento, hasta
llegar a unos 76.000 menores, según el, en ese entonces, secretario de Salud
Pública de México, Alfonso Durazo.[iv]
Además,
los niños cumplen las órdenes más aberrantes y peligrosas sin una plena
conciencia de los que están haciendo. Especialmente, cuando por su corta edad y
falta de educación no son capaces de distinguir plenamente entre el bien y el
mal.
En
ocasiones pueden llegar a realizar atrocidades como si se tratara de un juego.
Un caso emblemático en este sentido lo constituye el de Edgar N. Jiménez, alias
“El Ponchis”, un niño en ese entonces de catorce años, quien en 2020
confesó el asesinato de cuatro personas cumpliendo órdenes del Cartel del
Pacífico Sur. La organización criminal lo había reclutado cuando tenía tan solo
once años, decía ser analfabeto y fue liberado en 2013 y se lo envío a los
Estados Unidos junto a su madre.
Otro ejemplo en el mismo sentido lo
constituye el caso de Jacobo, un sicario del Cartel Jalisco Nueva Generación.
El antiguo niño soldado del Cartel relata así su paso por esa
organización: “Con 12 años, me convertí en una especie de asesino a sueldo. Hacía
los trabajos que mi vecino me pedía. Él me llamaba y me decía a quien tenía que
matar. Yo iba, lo mataba y listo, pasaba a cobrar una vez que el trabajo
estuviera hecho”.
Con 16 años, Jacobo se unió
oficialmente al cartel. “Me encargaba de torturar a miembros de cárteles
rivales, mis compañeros los secuestraban y yo les sacaba la información a
madrazos. Una vez que teníamos lo que queríamos, los matábamos, a veces los
pozoleábamos (disolver en ácido), los descuartizábamos, o los matábamos a puros
disparos”. Entonces le encargaron que asesinara a un miembro que había
traicionado al Cartel. A plena luz del día, en un lugar público. Y, como prueba,
debía tomar fotos del cadáver al terminar. Tanta exposición lo convirtió en un
riesgo para la seguridad del grupo. Por lo cual decidieron matarlo. Lo emboscaron
entre varios sicarios. Recibió disparos incluso en la cabeza. Fue dado por
muerto y su cuerpo abandonado en la calle. Pero, milagrosamente, el adolescente
se salvó. Despertó días después, esposado a una cama de hospital. Desde
entonces, cumple condena en México.[v]
En ocasiones los niños
pueden desempeñar ciertas misiones o tareas con más facilidad que los adultos
porque suelen pasar más desapercibidos. Son los espías, vigías y mensajeros
ideales. Los carteles colombianos suelen incluso emplear niños como sicarios
porque son más osados y disparan sin dudar.
También en la mayoría de los
países los niños se benefician de regímenes penales más benignos.
1.
Reclutamiento
Los niños soldados son
reclutados mediante los más diversos procedimientos. En algunos países
africanos son secuestrados por grupos armados de sus viviendas en las aldeas
por las noches.
El grupo yihadista nigeriano
Boko Haram, por ejemplo, alcanzó celebridad por sus ataques a centros
educativos cristianos donde asesinaba o secuestraba a los estudiantes. En abril
de 2014, secuestró en la localidad de Chibok a 279 alumnas de un colegio de
niñas. Algunas fueron incorporadas al grupo como cargadoras, cocineras o
esposas de los líderes, otras fueron vendidas como esposas en aldeas
musulmanas, unas pocas murieron de agotamiento durante las marchas, fueron
ejecutadas por negarse a caminar o intentar fugarse. Solo un puñado de esas
infortunadas niñas lograron ser rescatadas y retornar a sus hogares.
En algunas regiones en
conflicto o en áreas de extrema pobreza muchos niños pierden a su padres, o se
interrumpe el contacto con ellos, huyen de sus hogares por maltratos, se
convierten en refugiados, en migrantes irregulares o simplemente están en
situación de calle. Cuando una sociedad atraviesa por una fuerte crisis
socioeconómica los niños, que son los más vulnerables, no encuentran otra
estructura de contención que la aparentemente ofrecida por las milicias o las
bandas criminales.
Algunos niños se unen a
estos grupos porque parecen constituir la única alternativa para sobrevivir.
Otros para formar parte de una causa que de sentido a su vida, en especial
porque un arma puede brindar un falso sentimiento de seguridad y omnipotencia.
En algunas ocasiones los
niños se incorporan a un grupo armado buscando vengar alguna atrocidad cometida
contra su familia o su aldea.
Por último, están los niños
que se dejan tentar por el dinero fácil que ofrecen ciertos ejércitos
irregulares y especialmente los grupos de narcotráfico.
En México, las
organizaciones criminales reclutan a niños desde los nueve años para que sirvan
como vigilantes, informantes y dealer de drogas. A los doce años, los emplean
como custodios de los escondites de drogas, y a los dieciséis se los incorpora
como “soldados” plenos, listos para llevar a cabo operaciones violentas
tales como ejecuciones, robos y secuestros, según un estudio de la Red por los
Derechos de la Infancia en México (REDIM). A las niñas se las destina al
envasado y transporte de drogas. Entre ellas el abuso sexual es moneda
corriente.
El director de la REDIM,
Juan Martín Pérez García señaló que “el reclutamiento forzoso de niños que
vemos en México es similar al que se aprecia en África y Colombia”.[vi]
Una vez incorporados a una milicia
u organización criminal los niños descubren que después de ser reclutados solo
pueden salir del grupo con la muerte. El castigo por intentar desertar suele
ser extremadamente severo y puede llegar a la ejecución a manos de sus antiguos
camaradas.
La FARC, por ejemplo, solían
castigar con la pena de muerte los intentos de deserción en especial si el
fugitivo al escapar se llevaba un arma.
Los desertores en el caso de
ser capturados enfrentan un “consejo de guerra” donde son juzgados por
sus compañeros. Finalmente, la suerte del frustrado fugitivo es resuelta en una
votación pública donde sus antiguos camaradas resuelven su destino simplemente
alzando la mano para determinar la imposición de la pena de muerte o de un
castigo menos severo.
En esos grupos, las penas más
severas se aplicaban a faltas graves como quedarse dormidos o distraerse
durante una guardia, extraviar un arma, cometer alguna infidencia o traición.
Incluso el consumo excesivo de alcohol o drogas puede acarrear la muerte.
Habitualmente, los niños que
habían dudado, intentado defender al acusado o tenían amistad con él eran
designados para integrar el pelotón de ejecución.
Es necesario recordar que
la vida de niño soldado no es fácil. La formación militar es agotadora, con largas horas
de entrenamiento físico, adoctrinamiento político o religioso, prácticas de
tiro, a veces sin suficiente comida o descanso. Por lo general, a los niños
pequeños y mal alimentados les resulta muy difícil superar las exigencias del
entrenamiento.
Los niños descubren
enseguida que, una vez reclutados, no pueden cambiar de idea sin más o dejarlo.
2.
LAS NIÑAS: COMBATIENTES Y ESPOSAS
Los padecimientos de las
niñas soldados son aún mayores que el de sus similares masculinos. Además, de
portar armas e intervenir en los combates las niñas son obligadas a cumplir
tareas como cocineras y explotadas sexualmente. Las estimaciones de Naciones
Unidas indican que como mínimo el 40% de todos los menores reclutados y
utilizados por grupos armados son niñas.
En la mayoría de los
conflictos y en grupos terroristas como Boko Haram o los yihadistas del Estado
Islámico las niñas secuestradas o incluso aquellas que adolescentes conversas y
radicalizadas son entregadas a los combatientes adultos como “esposas”.
Muchas veces sufren violaciones colectivas, se ven expuestas a enfermedades de
transmisión sexual y embarazos no deseados.
Cuando un yihadista del
Estado Islámico muere en combate su esposa e hijos son entregados a otro
combatiente como nueva esposa.
3.
LAS CONSECUENCIAS
Los padecimientos que
arrastran los jóvenes que han dejado de ser niños soldados son profundos. A
menudo los niños son separados de sus familias durante largos períodos o para
siempre, por lo cual carecen de una adecuada socialización familiar y comunitaria.
El trato brutal que reciben de sus jefes y la exposición a la violencia les
provocan dificultades emocionales y psicológicas. Los psicólogos y médicos que
los han tratado refieren que los ex niños soldados padecen una forma aguda de
estrés postraumático con trastornos de sueño, problemas alimenticios, ansiedad,
temor por el futuro y por sí mismos. Muchos de ellos tienen pesadillas
recurrentes sobre las experiencias traumáticas sufridas.
Además de los sufrimientos
emocionales los niños soldados pueden padecer las secuelas causadas por su
actividad como combatientes. Muchos niños resultan mutilados, sufren
desnutrición o contraen enfermedades que arrastran por el resto de su vida.
En general, los niños
soldados han interrumpido o nunca recibieron educación. Tras perder años de
escolaridad, afrontan problemas para retornar a la escuela después de dejar la
vida militar y problemas con la autoridad. Sin preparación para la vida civil,
sin educación y arrastrando un pasado de violencia, el desafío más importante
después de dejar las armas es cómo ganarse la vida. Este problema es aún más
agudo en el caso de las niñas que a menudo son madres solteras rechazadas por
sus comunidades y sin medios para sobrevivir.
SEGUNDA PARTE:
ESTUDIO DE CASO
LOS NIÑOS
SOLDADOS RECLUTADOS POR EL FRENTE POLISARIO
A.
EL CONFLICTO DEL SÁHARA
EL DIFERENDO DEL SÁHARA
DESCOLONIZACIÓN
Marruecos logra su independencia política en 1956,
finalizando los protectorados ejercidos por Francia y España sobre su
territorio. Pero, la recuperación de algunos territorios controlados por España
se realizó en sucesivas etapas: el norte en 1956, las zonas de Tarfaya en 1958
y Sidi Ifni en 1969. Por lo tanto, Marruecos siguió reclamando ante las
Naciones Unidas la recuperación de las provincias de Río de Oro y la Saguia el
Hamra (las provincias del Sur).
LA GUERRA DE LAS ARENAS
La presencia colonial de Francia en Argelia fue un
obstáculo para la delimitación territorial entre este Estado y Marruecos. A
partir de la década de 1930, aprovechando la existencia del Protectorado,
Francia anexo las regiones marroquíes de Tinduf
y Béchar a lo que en esa época se
denominaba Departamento de Ultramar de la
Argelia Francesa.
Al recuperar su independencia, en 1956, el Reino de
Marruecos inmediatamente reclamó a Francia la restitución de su territorio. El
tambaleante gobierno de la IV República propuso al rey Mohamed V reintegrar el
territorio ilegalmente anexado y acordar un tratado definitivo de límites muy
favorable a Marruecos a cambio de que el gobierno marroquí cesara en su apoyo
al movimiento independentista argelino. La respuesta de Mohamed V fue
categórica. El monarca marroquí se negó terminantemente a establecer cualquier
acuerdo diplomático con la potencia colonial a espaldas de sus “hermanos de Argelia”.
Sin embargo, una vez producida la independencia, el
líder radical argelino Ahmed Ben Bella se negó a reconocer los reclamos
territoriales de Marruecos. Pronto se generaron incidentes en la desértica zona
fronteriza en disputa de Hassi Bayda. En octubre de 1963 comenzó el
enfrentamiento militar abierto. El Ejército de Liberación Nacional de Argelia
estaba formado por los antiguos combatientes que habían enfrentado a las
fuerzas coloniales franceses en una guerra de guerrillas que se prolongó por
más de ocho años. Además, contaba con armamento y entrenamiento suministrado
por la Unión Soviética –en especial, blindados T-55) y con la asistencia de
novecientos combatientes cubanos enviados por Fidel Castro.
No obstante, las fuerzas armadas de Hassan II,
equipadas con moderno armamento occidental y contando con la discreta
asistencia de los Estados Unidos y Francia se impusieron sobre el terreno. Los
combates más sangrientos se produjeron en los pueblos de Figuig y M. Hamid.
Finalmente, la intervención de la Organización para la Unidad Africana logró el
establecimiento de un alto al fuego,
el 4 de noviembre de 1963. El acuerdo fue firmado en Bamako por Hassan II y Ben
Bella, merced a los buenos oficios del emperador etíope Haile Selassie I.
Las tensiones entre Marruecos y Argelia se redujeron
gracias al establecimiento de una zona desmilitarizada en el tramo en disputa
de la frontera común y el conflicto territorial quedó en manos de una comisión
africana de arbitraje. Posteriormente, el 17 de julio de 1964, durante la
Conferencia de El Cairo, una reunión entre Hassan II, Ahmed Ben Bella y el
presidente tunecino Habib Boruguiba, sirvió para estabilizar la región del
Magreb.
En 1965, un golpe militar derrocó a Ben Bella, con su
sucesor el coronel Hourari Boumedián, las relaciones entre Marruecos y Argelia
mejoraron transitoriamente. La catedrática de Historia de la Universidad de
California opina al respecto de este conflicto que “fraguó una hostilidad
permanente y una amarga animosidad envenenó el ambiente entre los dos vecinos,
que desembocó directamente en la crisis del Sáhara Occidental en 1975”.[vii]
REIVINDICACIÓN
DEL SÁHARA
El 14 de diciembre de 1960, la ONU, de acuerdo con la
Resolución 1.514 de su Asamblea General, ratificó la declaración para la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, y recomendó al
Gobierno español, tras oír a Marruecos y Mauritania, que organice una votación,
que ella supervisará, para evidenciar el derecho del pueblo saharaui a la
autodeterminación. Francia otorgó la independencia a Mauritania y España
comienzo a pensar que se acercaba el momento de abandonar su colonia del
Sáhara. Por lo tanto, reconoció ante las Naciones Unidas que está región se
encontraba dentro de los territorios no autónomos. Pero intentó aprovechar esta
recomendación para impulsar la creación de un Estado Satélite en el Sáhara que preservara la presencia española
en la región.
A comienzos de los años setenta la juventud, en
especial los estudiantes universitarios, se sienten inclinados a romper con las
estructuras sociales tradicionales y adherir a todo tipo de ideas
radicalizadas.
Desde Medio Oriente, tras la Guerra de los Seis Días,
aparecieron los campos de refugiados y las nuevas formas de lucha. Se
multiplican los “frentes populares de
liberación” que aplican técnicas de terrorismo y guerrilla urbana: secuestros
de aviones, atentados explosivos, secuestros extorsivos, asesinatos selectivos,
etc. Diversos países de la región albergaron campos de entrenamiento militar
donde se adiestraban los jóvenes guerrilleros que luego llevaron la violencia a
los más diversos rincones del mundo.
En sintonía con los cambios que se producían en el
Medio Oriente, tras poco más de una década de sangrientos enfrentamientos en el
Sidi Ifni, en 1969, las Cortes franquistas aprobaron el reintegro de este
territorio al Reino de Marruecos.
El 27 de mayo de 1970, Argelia, Marruecos y Mauritania
proclamaron su intención de “colaborar en
la liberación del Sáhara”. Marruecos, que aún no tenía resueltas sus
fronteras con Mauritania y Argelia, llegó a esta declaración para avanzar en la
recuperación de sus territorios todavía en poder de España. Más tarde, Argelia
al verse excluida del reparto territorial del Sáhara Occidental comenzó a
alimentar con dinero y propaganda el inexistente, hasta entonces, nacionalismo
saharaui.
El 17 de junio, se produjo una demostración a favor de
la independencia en el centro de la ciudad del Aaiún que terminó en una masacre
de saharauis y la ejecución extrajudicial del dirigente saharaui Mohamed Sidi
Ibrahim Basir a manos del Ejército franquista.
Un grupo de estudiantes secundarios y universitarios,
más radicalizados, aprovechan sus vínculos con a la Unión Soviética, a través
de Argelia, crean el 10 de mayo de 1973, el “Frente
Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río del Oro, más conocido como “Frente Polisario”. Siguiendo el modelo
soviético tradicional la jefatura es ejercida por un “Secretario General”: El Ueli uld Mustafá, un joven estudiante
proveniente de Saguia fue el primero en desempeñar ese cargo. Originariamente,
la creación del Frente tenía por intención restaurar la soberanía marroquí
sobre el territorio saharaui pero la intervención de Argelia y Libia
transformaron un movimiento anticolonial en una organización separatista de
ideología marxista leninista.
La Libia del coronel Muhammad Gadafi comenzó a
difundir la ideología del socialismo árabe entre los jóvenes saharauis
refugiados en Mauritania. A partir de 1974, los libios brindaron entrenamiento
y armas sofisticadas los saharauis a través de su embajada en Nuakchot. El Frente Polisario comenzó a realizar
acciones guerrilleras atacando puestos, patrullas y convoyes españoles.[viii]
La intromisión de Argelia en este asunto desempeñó un
papel crucial en cuanto a la conversión de las orientaciones del Frente. Así
pues, colocó a estos estudiantes saharauis bajo su tutela abasteciéndolos de
dinero y armas; y ello, a manera de contraparte a la derrota que Marruecos le
infligió en la “guerra de las arenas”
en 1963. Patrocinando este movimiento separatista, Argelia aspiraba a concretar
sus ambiciones geopolíticas, en particular, pretendiendo garantizar su acceso
al Océano Atlántico para exportar desde los puertos de la región su petróleo y
gas rumbo a Europa, buscando “encajonar”
a Marruecos entre estados hostiles que los aislaran de su natural proyección
territorial hacia el interior de África.
Del mismo modo, los dirigentes políticos y militares
argelinos han estado convencidos de que su supremacía sobre la región sólo se
confirmaría debilitando a Marruecos mediante la formación, en esa parte del
Sáhara de una esfera de influencia argelina, a través de la creación de un
artificial Estado satélite.
El 25 de abril de 1974, tuvo lugar la llamada “Revolución de los Claveles” que puso
fin al decadente Estado Novo,
presidido por Marcelo Gaetano. El poder recayó en el general Antonio de Spínola
y del izquierdista Movimiento das Forças
Armadas. Inmediatamente comenzó el proceso de descolonización de las
colonias portuguesas en África: Angola, Mozambique, Sao Tomé y Príncipe, etc.
LA MARCHA VERDE
El gobierno franquista de España, que estaba llegando
a sus últimos días, intentó crear un Estado títere en al Sahara marroquí que
por su propia debilidad quedaría bajo la órbita de Madrid. Con este propósito,
el 20 de agosto de 1974, el gobierno español anunció su intención de celebrar
un referéndum de autodeterminación en
el Sáhara en los primeros seis meses de 1975. La intención española es
preservar sus intereses económicos en ese territorio.
Marruecos desbarató la maniobra continuista española
recurriendo al Tribunal Internacional de Justicia para que determinara si el
territorio sahariano era res nullius,
tierra de nadie, en el momento de la llegada de los españoles, en cuyo caso
aceptaría el referéndum, o sí, por el contrario, existían títulos jurídicos de
Marruecos sobre el Sáhara, solicitando entonces de la ONU que recomendara
negociaciones directas entre Rabat y Madrid.
Saldando un diferendo de más de cuatro años, Marruecos
y Mauritania acordaron una división de sus respectivas soberanías en el Sáhara
Español a los efectos de facilitar la descolonización del territorio. Marruecos
renunció temporariamente a parte de su soberanía territorial para asegurarse al
menos una parte de sus antiguas posesiones. Posiblemente, el rey Hassan II
tuviera la certeza de que Mauritania no sería capaz de controlar el territorio
saharaui y que pronto se vería obligada a reintegrarla a la soberanía marroquí.
El 23 de mayo de 1975, al término de una reunión del
Consejo de Ministros, el ministro de Información León Herrera, da a conocer la
siguiente declaración: “El Gobierno
confirma su deseo de cumplir las resoluciones aprobadas por las Naciones Unidas
y, al mismo tiempo, declara su propósito de transferir la soberanía del
territorio del Sahara en el más breve plazo que sea posible, en la forma y modo
que mejor convenga a sus habitantes y a la satisfacción en su caso de cualquier
legítima aspiración de países interesados en aquella zona”.
El 16 de octubre de 1975, el Tribunal Internacional de
Justicia de La Haya dio a conocer un dictamen sobre el Sáhara. El alto tribunal
consideró que el Sáhara Occidental, en el momento de la llegada de España,
fijado en 1884, no constituía una res
nullius, sino que se hallaba habitado por poblaciones que, aunque nómades,
estaban social y políticamente organizadas en tribus y colocadas bajo la
autoridad de jefes competentes para representarlas que rendían tributo y
acatamiento al Sultán de Marruecos.
Inmediatamente el rey Hassan II se dirigió a la nación
por radio y televisión para declarar que la Corte Internacional de La Haya
había afirmado la existencia de vínculos jurídicos y de sumisión entre la
población del Sáhara y el reino de Marruecos. Una vez reconocido este derecho,
decía Hassan II “no nos queda más que
recuperar nuestro Sahara, cuyas puertas se nos han abierto”.
Según el Rey, “La
recuperación” se haría de una manera pacífica, mediante una marcha civil en
la que participarían 350.000 voluntarios quienes solamente irían armados con el
Corán: era “La Marcha Verde”.
La posición de Marruecos de recuperar sus territorios
en el Sáhara era bien vista por los Estados Unidos de América y Francia que
temían que la aparición de un Estado títere en esa región favorecería la
expansión de la Unión Soviética en el frente atlántico del África a través de
Estados “procuradores” como lo eran
en ese entonces Argelia, Libia e incluso Cuba. Es por ello, que el secretario
de Estado Henry Kissinger expresó su apoyo a la soberanía marroquí sobre el
Sáhara. Incluso el Alto Estado Mayor español veía en el control marroquí un
freno a las actividades subversivas del Movimiento
para la Autodeterminación e Independencia de Canarias –MPAIAC-, otro grupo
liberación apoyado por Argelia y Libia que buscaban proyectar su influencia desde
el Mediterráneo hasta la costa del Atlántico.
El 17 de octubre de 1975 se reunió el Consejo de
Ministro de España presidido por el agonizante Generalísimo Francisco Franco
Bahamonde y decidió el abandono del Sáhara Español. El 18 de octubre, el
general jefe del Alto Estado Mayor y presidente de la Junta de Jefes de Estado
Mayor, Carlos Fernández Vallespín, envía al teniente general jefe del Estado
Mayor Central la orden de iniciar la “Operación
Golondrina”, el 10 de noviembre de 1975 a las 09.00 horas.
El 21 de octubre de 1975, el primer ministro marroquí,
Ahmed Osman, da salida a una vanguardia de 20.000 voluntarios. El 3 de
noviembre se concentran en Tarfaya 350.000 ciudadanos y dirigentes marroquíes
que apoyaban los reclamos de su rey.
A partir del 30 de octubre, mientras que la Marcha Verde todavía estaba en Tarfaya,
las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos recuperaron el Sahara Occidental sin
resistencia o protesta de España y se dirigieron hacia Hausa, Echdeiría y
Farsía.
El 8 de noviembre de 1975, el ministro Carro, con el
embajador Martín Gamero, se entrevistan con Hassan II en Agadir y le ofrece las
suficientes garantías sobre la entrega del Sáhara. El día siguiente, el rey
Hassan II pronuncia un emotivo discurso afirmando que el pueblo marroquí ha
alcanzado sus objetivos políticos y que, por lo tanto, los voluntarios debían
retornar al punto de partida. El día 10 de noviembre los voluntarios marroquíes
comienzan su regreso a Tarfaya.
La entrega del Sáhara se formalizó, en Madrid, entre
el 12 y el 14 de noviembre de 1975, por medio de los llamados Acuerdo Tripartitos. España entregaba la
administración del territorio a Marruecos y Mauritania y se retiraría
definitivamente el 28 de febrero de 1976. Inmediatamente el rey Hassan II se
dirigió a los saharauis manifestando que “respetaría
la opinión de la población saharaui expresada a través de la Yemáa” el
órgano de consulta creado por los españoles.
En 1976, el Frente
Polisario proclamó unilateralmente el nacimiento de la “República Árabe Saharaui Democrática” durante una conferencia de
prensa realizada en los campos de “refugiados”
cerca de Tinduf, dentro del territorio de Argelia. Se trataba de otra “democracia popular” donde las
estructuras estatales y las del partido único se mezclan en una sola entidad.
La RASD nunca alcanzó los atributos
mínimos para ser considerado un Estados. No obtuvo reconocimiento internacional
por un número suficiente de Estados ni dispuso de un territorio propio donde
ejercer la soberanía, solo “controlaba”, con
el apoyo del Ejército argelino, los
campos de refugiados situados a unos pocos kilómetros cuadrados de alrededor de
Tinduf, dentro del territorio y la soberanía de Argelia.
Inmediatamente, la Unión Soviética, Cuba y Argelia
comienzan a ejercer su influencia sobre las naciones del Tercer Mundo para que
algunas de ellas reconozcan a esa suerte de Estado virtual que era la RASD.
Después del retiro de las tropas españolas, el Frente
Polisario contando con el apoyo de Argelia y otros países socialistas
desarrolló una guerra de guerrillas contra las fuerzas marroquíes y mauritanas
que ocupaban el territorio recientemente descolonizado. Los guerrilleros del
Ejército de Liberación Popular Saharaui entrenados y armados por Argelia
contaban con armamento ligero, eran profundos conocedores del terreno y sus
rutas, del que sacaban gran provecho. Se desplazaban en pequeñas unidades o
columnas de vehículos todoterreno, atacan de manera rápida y contundente para
luego replegarse a territorio argelino.
El Ejército de
Liberación Popular Saharaui era conducido por el comandante Lahbib Ayub, un
miembro de la influyente tribu Erguibat
Lebuihat, nacido en 1951, en Tifariti, al sureste de Smara. Hijo de un
criador de camellos, Ayub se unió a la lucha contra la dominación española
antes de cumplir los veinte años y fue uno de los fundadores del Frente Polisario en 1973.
El 6 de junio de 1976, Ayub realizó una incursión en
el desierto de más de cuatrocientos kilómetros, bajo de Nuadhibu y ocupó por
breve tiempo los suburbios de Nuakchot, la capital mauritana. Empleando cañones
sin retroceso para bombardear la residencia presidencial. En 1977, multiplicó
sus ataques contra el tren que transportaba el mineral de hierro extraído por
SNIM –la empresa nacional de la industria minera- hacia la costa atlántica,
principal fuente de recursos del país. Unos meses más tarde, atacó directamente
la ciudad minera de Zuerate, donde habitaban centenares de cooperantes
franceses con sus familias. Aprovechando las escasas fuerzas de defensa de la
ciudad, Ayub atravesó las trincheras y fosos antitanques, ocupó el aeropuerto y
el centro de la ciudad provocando el desbande de las fuerzas mauritanas. Dos
franceses murieron en el ataque y otros seis fueron secuestrados como “prisioneros de guerra”.
La incursión de Ayub fue directamente organizada por
el coronel Liamín Zerual –quien el 31 de enero de 1994 se convirtió en
presidente de Argelia-. En el ataque las fuerzas del Polisario emplearon
armamento sofisticado proporcionado por Corea del Norte.
Durante más de una década el Frente Polisario combinó
la guerra de guerrillas con acciones terroristas contra intereses y ciudadanos
españoles y de terceros países, aún después del retiro de España del Sáhara.
Según la ONG española “Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo del Frente Polisario”,
un total de sesenta navíos españoles sufrieron ataques por parte de fuerzas del
Frente Polisario que provocaron la muerte de 289 marineros.
Los ataques del Ejército de Liberación Popular
Saharaui, gracias al apoyo de Argelia y otros países del Bloque Socialista,
obtuvieron un éxito parcial. En agosto de 1979, Mauritania se retiró del
Sáhara, evacuando Dajla y Ued Eddahab. Pero, a partir del 11 de agosto, las
Fuerzas Armadas Reales de Marruecos ocuparon la zona evacuada por Mauritania.
En un primer momento las tropas marroquíes solo controlaban los centros
urbanos: Bujdur, Dajla, El Aaiún, Bucraa y Smara. Los polisarios controlaban el
desierto. En enero de 1979, Lahbib Ayub repite su estrategia atacando territorio
marroquí en una región fuera del Sáhara Occidental. Su blanco fueron Lemseid y la ciudad de Tan. En 1980 atacó directamente Ras el Janfra y Yebel Uarkziz.
Fue entonces cuando las autoridades marroquíes
decidieron cambiar de estrategia. Limitando la capacidad de los terroristas
polisarios de realizar incursiones guerrilleras eligiendo la oportunidad y el
lugar. Para ello apelaron a la construcción de un muro fronterizo de defensa. A
decir verdad, se trata de un muro de arena y piedra de tres metros de alto
uniendo las posiciones fortificadas con puestos de observación dotados de
timbres de alarma. Estos puestos están separados por una distancia de dos a
tres kilómetros. El perímetro fue reforzado con la instalación de alambre de
espino, campos minados, censores y patrullas móviles.[ix]
La construcción del muro se inició en enero de 1980,
se ejecutó en seis etapas repartidas en el periodo de 1980 a 1987. Una vez
terminado, en 1987, el “muro” se
extendió desde Mahamid El Guizlán –a 90 kilómetros al Sur de Zagora, dentro del
territorio de Marruecos de 1975- hasta Guergarat, en la costa atlántica.
El muro de 2.200 kilómetros se extiende a lo largo de
la frontera con Argelia y de la frontera con Mauritania a una distancia que
varía entre varios centenares y varias decenas de kilómetros, delimitando así
dos zonas: un Sáhara Occidental del interior, protegido por el muro, y una
banda territorial estrecha de miles de kilómetros cuadrados que constituyen una
“tierra de nadie” de hecho por donde
las fuerzas del Polisario pueden desplazarse libremente. Cabe señalar, no
obstante, que, para transitar de norte a sur, dichas fuerzas se ven obligadas a
violar la soberanía de Mauritania.
Durante los años que demando la construcción del muro
las fuerzas del Frente Polisario intensificaron sus ataques empleando armamento
sofisticado. Pese a las bajas y daños materiales que provocaron esos ataques
del Ejército de Liberación Popular
Saharaui no fueron suficientes para impedir la terminación del muro.
La última gran incursión del comandante Ayub, la
realizó en octubre de 1989, empleando oficiales y cuadros formados en la
escuela militar de Cherchell, en Argelia, las fuerzas del Frente Polisario
intentaron adaptarse a la guerra convencional atacando el muro en Guelta Zemmur
con varias decenas de blindados. Aunque inicialmente logró franquear el muro,
Ayub debió retirarse rápidamente ante la contraofensiva lanzada por las Fuerzas
Armadas Reales de Marruecos empleando aviación y blindados. El comandante
guerrillero saharaui aprendió la lección. Sus fuerzas no eran capaces de
enfrentar a las marroquíes en una guerra de tipo convencional donde deben
ocuparse y mantenerse las posiciones. No volvería a intentar desafiar la
eficacia del muro de contención. Años más tarde, el comandante Ayub, en
conflicto con el personalismo y autoritarismo que reinaba en el Frente
Polisario abandonó la República Árabe Saharaui Democrática para radicarse
dentro de Marruecos.
Después de la terminación del muro, el Ejército de
Liberación Popular Saharaui quedó convertido en una fantasmal milicia de unos
pocos miles de combatientes.
Finalmente, el 6 de septiembre de 1991, el Reino de
Marruecos y el Frente Polisario alcanzaron un cese de hostilidades con el
auspicio de las Naciones Unidas. El alto el fuego es supervisado por la Misión
de Naciones Unidas para la Organización de un Referendo en el Sáhara Occidental
– MINURSO-, establecida por Resolución
Nº 690 del Consejo de Seguridad del 29 de abril de 1991. Nacida con el mandato
original de: “Supervisar la cesación del
fuego; Verificar la reducción de tropas de Marruecos en el Territorio;
Supervisar la restricción de las tropas de Marruecos y el Frente Polisario a
los lugares señalados; Tomar medidas con las partes para asegurar la liberación
de todos los prisioneros políticos o detenidos del Sáhara Occidental;
Supervisar el intercambio de prisioneros de guerra (Comité Internacional de la
Cruz Roja); hacer efectivo el programa de repatriación (Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados); Identificar y registrar a las personas con
derecho a voto” y lo más importante: “Organizar
y asegurar la realización de un referéndum libre y justo, y dar a conocer los
resultados”.
En
la actualidad la MINURSO cuenta con un personal de 229 efectivos uniformados
pertenecientes a las FF. AA. de una veintena de países –incluida la Argentina-
y 279 funcionarios y empleados civiles de origen internacional. Su mandato es
anual.
Desde el establecimiento del alto al fuego y la
instalación de la MINURSO, una serie de representantes especiales de alto nivel
del Secretario General y los enviados especiales han estado trabajando en el
tema (entre ellos el ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, James Baker
III, quien se desempeñó entre 1997 y 2004) sin lograr sacar al proceso
diplomático de su estancamiento. Marruecos y el Frente Polisario no han podido
acortar quién debe votar, cuando se debe votar y que se debe votar. Por el
contrario, desde entonces libran una suerte de batalla diplomática a favor de
sus respectivos intereses.
En diciembre de 2020, el Departamento de Estado de los
Estados Unidos reconoció la plena soberanía marroquí sobre el territorio
sahariano. Algo similar realizó en abril de 2022 el gobierno de España, la
antigua potencia colonial. Otros países africanos, árabes e incluso
latinoamericanos han adoptado la misma decisión e incluso han abierto
legaciones diplomáticas en las provincias del Sur de Marruecos.
Esto llevó a los líderes del Frente Polisario a
declarar roto el alto al fuego, a anunciar que retoman la guerra contra
Marruecos aunque tan solo han sido capaces de efectuar algunas escaramuzas e
intercambios de disparos con las Fuerzas Armadas Reales.
LOS CAMPAMENTOS DE TINDUF
Desde 1976 un número indeterminado de ciudadanos
marroquíes de origen saharaui permanecen retenidos en una red de campamentos
denominados igual que las ciudades de la provincias del Sur de Marruecos: El
Aaiún, Auserd, Smara y Dajla. El que oficia como una suerte de “capital
administrativa” recibe el nombre de Rabuni.
Estos campamentos se encuentran situados en territorio
argelino en el Sáhara, en la parte más inhóspita de la lajmada argelina.
Carecen de agua potable que debe ser transportada desde el norte a una
distancia de 800 kilómetros.
Los campamentos están instalados sobre el suelo absolutamente
árido de arena y piedras, se trata de un conjunto de “jaimas” (tiendas),
precarias viviendas de una planta construidas con bloques de cemento, piedras y
materiales de la zona o simples contenedores metálicos de los que suelen
emplearse para el transporte marítimo.
Los campamentos carecen de cloacas y los residuos
terminan en basurales a cielo abierto.
Después de más de cuarenta años con la población
viviendo en estas condiciones el terreno está totalmente contaminado, las
parasitosis, la desnutrición y diversas enfermedades son endémicas.
La población no puede realizar ningún tipo de
actividad económica y depende totalmente de la ayuda humanitaria que
proporciona la ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados y
diversas ONGs europeas.
Se desconoce el número exacto de residentes en los
campamentos porque el Frente Polisario se niega a permitir la realización de
censos y tampoco otorga ningún tipo de documento de identidad a los pobladores.
La zona es controlada por las milicias del Frente
Polisario y las tropas argelinas. La única forma de llegar a la zona es a
través de Argelia o Mauritania. Desde 1996, la frontera entre Marruecos y
Argelia permanece cerrada y custodiada por tropas de ambos Estados.
LOS NIÑOS DE TINDUF
Los niños que viven en Tinduf constituyen la tercera o
cuarta generación de población nacida allí en condiciones precarias y en total
miseria.
Para colmo de males el Frente Polisario obliga a las
familias saharauis a enviar a sus hijos al programa “Vacaciones en Paz”, a
incorporarse al Ejército Popular Saharaui o a viajar a Cuba o Argel para
recibir instrucción militar, adoctrinamiento y en ocasiones estudiar alguna
carrera.
Las familias saharauis que se niegan a permitir que
sus niños tomen parte en esas actividades son sancionadas con reducciones en
sus provisiones de alimentos y sufren todo tipo de presiones y castigos.
El programa “Vacaciones en Paz” se realiza
todos los años y consiste en enviar aproximadamente 6.000 niños saharauis a
pasar el verano con “familias de acogida” en España.
El programa Vacaciones en Paz es una estrategia
empleada por el Frente Polisario para
difundir su causa, lograr la simpatía del pueblo español, recaudar
fondos e incrementar la ayuda humanitaria que reciben de Europa.
Es imposible dimensionar el impacto cultural y
emocional que viven estos niños que solo conocen el desierto donde habitan y
que desconocen cosas tan simples como el agua corriente, tomar una ducha o usar
un inodoro, al llegar a la Península.
Recordemos que los niños saharauis no hablan español
sino su propio dialecto que no es el idioma árabe y son musulmanes con su
propia religión, cultura y costumbres.
En Tinduf viven en la pobreza aunque no perciben con
certeza que significa esto, recién descubren que son pobres cuando llegan a
España.
Pero, después de una breve estadía de dos meses deben
dejar esa suerte de “Disney Word hispana” para retornar a su miseria y
padecimientos en el Sáhara argelino.
Esto siempre y cuando la familia de acogida no decida
retener al niño saharaui alegando que su salud está en peligro por la
desnutrición, anemia y otras enfermedades que porta y entonces recurra a la
justicia española para que disponga que el niño permanezca en la península para
su tratamiento médico, se restablezca su salud y reciba educación.
En estos casos, que son más frecuentes de lo que se
puede creer, comienza un largo tironeo jurídico y diplomático entre la justicia
y el gobierno español y los abogados del Frente Polisario.
En la mayoría de los casos, la familia de acogida
termina adoptando al niño o niña cambiándole su identidad (incluso su nombre) y
hasta su religión.
Muchas familias saharauis han perdido a sus niños en
esta forma. Lamentablemente el Derecho Internacional Público no ha legislado
normas para evitar esta práctica.
NIÑOS EN EL EJÉRCITO POLPULAR SAHARAUI
Desde
hace años diversas organizaciones humanitarias internacionales han presentado
denuncias y periodistas independientes han publicado artículos con fotos y
vídeos denunciando la presencia de niños soldados en las filas del Frente
Polisario ante la indiferencia de las autoridades de Naciones Unidas y la Unión
Europea.
Los
niños saharauis son reclutados desde los diez años para recibir instrucción
militar y luego integrarse al llamado “Ejército Popular Saharaui”.
En
algunos casos los niños son separados de sus familias enviados a Cuba o Argelia
durante años con el objeto de recibir instrucción militar y adoctrinamiento
político. Algunos de estos niños permanecen fuera de sus hogares, de su familia
y de su comunidad y de su religión durante décadas, especialmente en Cuba,
hasta el día en que los dirigentes del Frente Polisario deciden que deben
retornar. Es entonces cuando el infortunado joven descubre que no pertenece a
ningún país, no es cubano aunque ha vivido en la Isla por años, ha olvidado su
lengua natal y su religión.
La
impunidad internacional de que gozan los dirigentes polisarios y el gobierno de
Argelia es de tal magnitud que se permitieron la presencia de un niño soldado
en la comitiva que, en enero de 2022, acompañó al enviado especial del
secretario general de Naciones Unidas señor Steffan de Mistura en su primera
visita a los campamentos de población marroquí retenida en la región argelina
de Tinduf, tal como atestiguan las fotografías que documentan la visita.
CONCLUSIONES
La utilización de niños soldados es el grado más extremo de explotación
infantil. Las víctimas no solo pierden su infancia (y a veces hasta la vida),
sino que a lo largo de su existencia arrastran horrendas cicatrices físicas y
psíquicas.
Diversos instrumentos
del Derecho Internacional Público condenan el empleo de menores de 18 años en
conflictos armados e incluso la Corte Penal Internacional ha dictado condenas
por el reclutamiento y empleo de niños soldados no obstante el empleo de niños
soldados en conflictos armados y como parte de las actividades del crimen
organizado transnacional o el terrorismo internacional es una práctica
frecuente.
El Frente Polisario en
sus campamentos de Tinduf realiza una práctica sistemática de empleo de menores
de 18 años como niños soldados a los cuales entrena, viste con uniformes y dota
de armamento letal para incorporarlos como combatientes en su milicia
denominada Ejército Popular Saharaui y en acciones de propaganda como el
programa Vacaciones en Paz, en un área bajo control de la Misión de Naciones
Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental
BIBLIOGRAFÍA
1. Libros
AGOZINO,
Adalberto C.: El Sáhara Occidental en la geopolítica del siglo XXI. Ed.
Dosyuna. Ediciones Argentinas. 2010.
AGOZINO,
Adalberto C. y Jorge R. VANOSSI: Marruecos la revolución tranquila.
Dosyuna. Ediciones Argentinas. 2011.
GILSON MILLER, Susan: Historia del Marruecos Moderno. Ed. Akal. Madrid. 2015.
2. Materiales
de la Web
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[i] GÚZMAN, María
Florencia: Niñas y niños soldados una problemática que perdura.
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[ii]
UNICEF: Los principios de Paris. Principios y guía sobre niñez vinculada con
fuerzas o grupos armados. Febrero de 2007. P. 8.
[iii]
GUZMÁN, Florencia: Op. Cit. P. 12.
[iv]
SALOMÓN, Josefina: Grupos criminales refuerzan tácticas de reclutamiento
infantil en México. Insight Crime, México, 17 de julio de 2019.
[v]
SANTOS CID, Alejandro: La realidad de los niños soldados del narco. Con 12
años me convertí en asesino a sueldo. México. 07 de noviembre de 2021.
Consultado en https://elpais.com/mexico/2021-11-07/la-realidad-de-los-ninos-soldado-del-narco-con-12-anos-me-converti-en-un-asesino-a-sueldo.html.
[vi]
SOLOMÓN, Josefina: Op Cit.
[vii]
GILSON MILLER, Susan: Historia del Marruecos
Moderno. Ed. Akal. Madrid. 2015. P. 228.
[viii]
MONIQUET, Claude: “Frente Polisario:
¿Socio digno de crédito en las negociaciones o secuela de la Guerra Fría y
obstáculo en la búsqueda de una solución política al conflicto del Sáhara Occidental”,
European Strategic Intelligence and Security Center, Noviembre 2005.
[ix] VALDEZATE, Javier: “Los peligros del Sáhara”. Artículo
publicado en http://www.lemigrant.net. Madrid 21/10/2009.
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