Amnistía Internacional que pretende ser un
referente mundial en materia de derechos humanos encubre cuidadosamente las
mismas prácticas internas de racismo y discriminación que condena en diversos
países.
El
prestigioso periódico británico “The Guardian” tuvo acceso a un
documento interno de Amnistía Internacional, donde ocho empleados actuales y
antiguos de la organización en el Reino Unido describieron sus propias
experiencias de discriminación racial y publicaron una declaración en la que
piden la dimisión de los dirigentes involucrados en este tipo de prácticas.
En 2018,
dos empleados de Amnistía Internacional en el Reino Unido se suicidaron después
de sufrir una situación de acoso generalizado. En febrero de 2019, se reveló
que la organización tenía un entorno laboral tóxico. En 2020, a solicitud del
movimiento Black Lives Matter, se identificó que varios trabajadores
denunciaron haber sufrido actitudes racistas, entonces el secretariado
internacional de la Amnistía Internacional encargó a la consultora Howlett
Brown que realizara una revisión independiente.
El
informe de 46 páginas, elaborado por Howlett Brown estuvo listo en octubre de
2020 pero su contenido se mantuvo oculto a la prensa debido a que evidenciaba
la existencia de una cultura racista que privilegiaba a los empleados blancos
dentro de la organización.
Una de
las empleadas víctimas de discriminación, Katherine Odukoya, declaró: “Nos
unimos a Amnistía con la esperanza de hacer campaña contra los abusos de los
derechos humanos, pero en cambio nos decepcionó comprobar que la organización
había contribuido a perpetuarlos”.
La
denuncia efectuada por el personal afectado incluyen el uso de lenguaje
inapropiado, el interrogatorio de personal de origen africano sin justificación
y la marginación del personal de minorías étnicas de proyectos claves.
El
informe también señala la falta de sensibilidad hacia las prácticas religiosas
, conductas agresivas y despectivas, especialmente a través de correo
electrónico y a menudo dirigidas al personal de las oficinas del hemisferio
sur. Lo cual hace pensar que este tipo de comportamientos son habituales en
Amnistía Internacional y que su Secretaría Internacional lo ha ocultado durante
años.
Este
tipo de comportamientos son especialmente condenables en una organización que
pretende ser la conciencia moral del mundo en materia de derechos humanos y
luchar contra el racismo y todo tipo de discriminación, pero que hipócritamente
practica los mismos usos y prejuicios que condena en otros.
La
denuncia de The Guardian fue cuidadosamente ocultada por la prensa progresista
y los partidos políticos de izquierda que siempre da gran difusión a las
denuncias de Amnistía Internacional sobre los gobiernos de ciertos países.
Este
hecho es también un claro ejemplo de cómo ciertos países y organizaciones
instrumentan el tema de los derechos humanos para promocionar sus intereses
políticos y no se puede confiar en la objetivad de sus denuncias.
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