El
año 2019 se ha iniciado con extrema violencia en el Sahel. El terrorismo
yihadista de ha cobrado la vida de 46 pobladores en el Norte de Burkina Faso y
ahora 10 “Cascos Azules” chadianos de la Misión de la ONU en Mali han sido
asesinados en un ataque perpetrado por ‘Jamaȃt Nasr al Islam wa al
Mouminin (Frente Nusr al Islam), la
franquicia de Al Qaeda en el Magreb Islámico.
OTRO
AÑO VIOLENTO EN EL SAHEL
Diez cascos azules chadianos
murieron y al menos 25 resultaron heridos, el domingo 20 de enero de 2019, en
localidad de Aguelhoc, en el norte de Mali. Estas fuerzas integraban la Misión
de la ONU en Mali (MINUSMA).
Se estima que el ataque ha
sido una represalia del grupo yihadista ‘Jamaȃt
Nasr al Islam wa al Mouminin (Frente
Nusr al Islam), la franquicia de Al Qaeda en el Magreb Islámico, por la reciente
decisión del presidente de Chad, Idriss Deby, de restablecer sus vínculos diplomáticos
con el Estado de Israel, interrumpidos desde 1972.
El
Ejército de Chad ha recibido ayuda militar occidental por su participación en
la lucha contra el Estado Islámico en África central y occidental. Además de
contribuir a las operaciones antiterroristas en Malí, sus fuerzas tienen que combatir
en el norte del país a grupos rebeldes yihadistas afiliados a los nigerianos de
Boko Haram.
A comienzo de enero, un
conflicto étnico entre las tribus Mosi y Fulani, alentado por los grupos
yihadistas, provocó la muerte de al menos 46 campesinos en otra nación del
Sahel, Burkina Faso.
Estos ataques son
recordatorios permanentes de que la región del Sáhel es el eslabón más débil
del flanco sur del dispositivo de seguridad de la Unión Europea y una cantera
de terroristas y yihadistas delincuentes.
El imponente conjunto de la región Sáhara – Sahel
constituye una gran masa territorial, más grande que el continente europeo.
Esta región vincula al Océano Atlántico, en el oeste, con el Mar Rojo en la
costa este y, a través de este último, con el Océano Índico. En esta forma
actúa como una porosa frontera de 5.400 km, de extensión, a través de la cual
se intercomunican las dos mitades del continente africano.
La región Sáhara – Sahel abarca más de doce millones de
kilómetro cuadrados (9.400.000 km² para el Sáhara y 3.053.200 km² para el
Sahel) y conforma un vasto espacio de integración e intercomunicación donde las
crisis alimentarias, el subdesarrollo económico y la actividad de grupos
terroristas y organizaciones criminales internacionales han conformado un
gigantesco espacio sin ley.
En esta región sin ley, formada por estados fallidos en
un escenario geográfico muy particular, prosperan todo tipo de negocios
ilícitos. En vastas áreas del Sáhara – Sahel se trafica con todo tipo de
materiales desde personas y ayuda humanitaria hasta armas, drogas, combustible,
sin olvidar los diamantes y el oro. Mientras se aplica implacablemente la “sharía” y se destruyen monumentos
históricos, patrimonio de la humanidad, y del pasado de los pueblos de la
región.
Las crisis alimentarias son endémicas debido a la
irregularidad de las precipitaciones, las rudimentarias técnicas agrícolas y la
continua inestabilidad política que provoca el éxodo de la población de las
áreas más violentas e interrumpe el flujo natural de los intercambios
comerciales con los países vecinos.
Además, los circuitos habituales de pastoreo trashumantes
se ven alterados. Los pastores se desplazan en busca de zonas de pastoreo y
agua más alejados para proteger a su ganado del creciente pillaje. Todo esto
deja a millones de personas a merced del clima y de los terroristas.
Este inmenso oasis terrorista opera como base logística
desde la cual se recluta, radicaliza, entrena y financia la yihad. Desde allí
se difunde propaganda extremista, se planifican atentados y se entrenan
terroristas y guerrilleros sin que las potencias occidentales sepan con
precisión donde ubicarlos.
Moviéndose como “peces
en el agua”, conviven con la población local toda suerte de personajes:
terroristas, narcotraficantes, traficantes de armas, mercenarios, guerrilleros
separatistas, o una combinación de todos estos delincuentes con negociadores de
secuestros de empresas de servicios militares, instructores de fuerzas
especiales y agentes secretos de los principales servicios de inteligencia del
mundo. Como señala el Alto Representante de la Unión Europea para el Sahel: “…el vacío del Estado es el oxígeno del
terrorismo”.
En síntesis, podríamos decir que se trata de una
gigantesca región que combina las características desestabilizantes y
peligrosas de Afganistán, Irak, Siria y Somalia. Un área sin ley a las puertas
de la Europa Comunitaria que desestabiliza por igual a los países de la región
y afecta la seguridad de otros ámbitos del escenario atlántico. Es por ello por
lo que los países europeos han optado gradualmente por militarizar la región.
´JAMAẬT
NASR AL ISLAM WA AL MOUMININ
´Jamaật Nasr Al Islam wa Al
Mouminin se formó, el 2 de marzo de 2017, con
la unión de los grupos denominados Al
Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Al
Murabitoum (Los que firman con sangre), Ansar
al Din (Defensores de la Fe) y el Frente
de Liberación de Macina.
En la reunión constitutiva, difundida
a través de un vídeo subido a la cuenta de Instagram, Al Zalaqa Media, que pasó
a ser el órgano de difusión oficial de este grupo yihadista, AQMI estuvo
representada por el Emir de su rama del Sahara, Djamel Okacha (Yahya abu al Hamman) y el cadi (juez) Abu ´Abd al-Rahman al Sanhaji,
responsable de los asuntos judiciales del grupo. Al Murabitoum, que ha llevado
a cabo varios ataques terroristas de importancia, como el perpetrado contra la
planta gasífera de In Amenas, situada en el suroeste de Argelia, que se saldó
con la muerte de 32 terroristas y 23 trabajadores de la planta tomados como
rehenes. Este grupo fue creado, en 2010, por el argelino Mokhtar Belmokhtar, pero fue representado en la ocasión por el
comandante adjunto, Mohamed Ould Novini (Mohammed
Al Hassan al Ansari), que resultó muerto por un ataque francés el 14 de
febrero de 2018.
El grupo Ansar al Din, es una
organización yihadista que agrupa especialmente a los tuaregs Ifora. Los combatientes de Ansar al Din llevan largas
barbas y banderas negras con el “Shahada” –credo islámico
inscrito en blanco. En el encuentro, Ansar al Din fue
representado por su emir Iyad Ag Ghaly (también conocido como Abu Al Fadl).
Por último, el Frente de Liberación
de Macina, grupo creado hace tres años por su Emir, Mohamed Koufa, es muy
activo especialmente en el centro de Malí entre los integrantes de la etnia fulani. Los fulani son veinte millones
de personas dispersas por todo el oeste de África.
´Jamaật Nasr Al Islam wa Al Mouminin permite a los yihadistas presentar un frente unificado con
integrantes de las diversas etnias que pueblan la región: tuareg, fulani, árabe
y amazigh -bereber- lo que facilita el reclutamiento de nuevos integrantes.
El Emir de la agrupación es el tuareg
Iyad Ag Ghaly quien jura lealtad al Emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico, Abu
Musab ´Add al Wadud (Abdelmalek Droukdel),
y hace también juramento de fidelidad al emir general de Al Qaeda, Aymen Al
Zawahiri y al emir del emirato islámico de Afganistán, Haibatullah Akhundzada,
a quien el mismo Al Zawahiri juró lealtad, en junio de 2016, adoptando la misma
actitud que Osama Bin Laden cuando prometió lealtad al Mullah Omar.
EL EMIR IYAD AG GHALY
Iyad Ag Ghaly, es
un notable tuareg ifora, del clan de los Irayakanes. Nacido en 1954, la región
de Kidal, en proximidades de la frontera con Argelia, es bajo de estatura, con
larga barba negra y semblante adusto. Entre los tuaregs se lo considera un
erudito y un notable respetado y consultado por la comunidad, que lo apoda
el “León del Desierto” o “El Estratega”. Se trata de un salafista
auténtico y no de un jefe tribal o líder de una organización criminal que
adhiere al yihadismo para mantener su autoridad.
Hijo de
ganaderos, apasionado por las carreras de camellos en su juventud, Iyad Ag
Ghali desarrolló entre otras actividades la de mecánico y empleado
administrativo en Libia y Argelia. En 1988 fundó el Movimiento Popular para la Liberación de Azawad, que acaudilló la
rebelión de 1990 a 1996. En la noche del 28 de junio de 1990, Yyad Ag Ghaly
dirigió los ataques del Movimiento Popular para la Liberación de Azawad (MLPA)
en Tidemén y Menaka (en el extremo Este) que originaron la muerte de dieciocho
personas, incluidos cuatro soldados de Mali. Con estas incursiones nocturnas
comenzaron las rebeliones tuaregs en el norte de Mali.
Desde 1991 hasta
la tregua formal con el gobierno de Mali, en 1996, Iyad Ag Ghaly lideró el
grupo más radical del MPLA y fue el quien firmó los Acuerdos de Tamanrasset, en
Argelia, en nombre del pueblo tuaregs que luchó por su independencia. En 2003,
tuvo una participación decisiva en la negociación que llevó a la liberación de
catorce turistas alemanes secuestrados por los yihadistas argelinos del Grupo
Salafista para la Peregrinación y el Combate (GSPC).
Entre 2005 y
2008, Ag Ghaly fue designado por el presidente Amadou Toumani Toure como
diplomático maliense en Jeddah, Arabia Saudí. Allí el líder tuareg sufrió una
importante transformación. Hasta entonces Ag Ghaly prestaba poca atención a la
religión, incluso mostraba afición al consumo de alcohol y cigarrillos, la vida
disipada, la poesía y la música. Pero en Arabia Saudí cambio radicalmente. Se
incorporó al movimiento religioso Tablighi Jammat, adquirió aspecto piadoso, cambió
de hábitos, se dejó crecer una gran barba y comenzó a frecuentar a los
propagandistas del yihadismo. Su comportamiento no tardó en llamar la atención
de las autoridades y pronto fue llamado a Bamako.
A finales de
2011, Iyad Ag Ghali intentó asumir el liderazgo del grupo tuareg Kel Adagh,
pero fracaso. Incapaz de asumir la conducción total del Movimiento Nacional
para la Liberación de Azawad en la rebelión, creó su propia organización
salafista. Así, se hizo conocer como líder de Ansar al Din al iniciarse el
alzamiento tuareg, en marzo de 1212.
El 3 de abril de
2012, Iyad Ag Ghaly, en una entrevista radial en la ciudad de Tombuctú, anunció
la imposición de la sharía, el velo a las mujeres, y la aplicación de brutales
castigos tales como la lapidación a los adúlteros, y la mutilación punitiva de
ladrones y blasfemos. El anuncio causó que casi la totalidad de la población
cristiana de la ciudad huyera hacia Burkina Faso.
Al asumir como
emir del ´Jamaật Nasr Al Islam wa Al
Mouminin, Iyad Ag Ghali dio a conocer una
nómina de once países en tres continentes considerados como enemigos de la
organización.
Seis países pertenecen al África Sahel:
Chad, Níger, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea y Senegal.
Otros cinco son occidentales: los
Estados Unidos, Francia, Alemania, Suecia y los Países Bajos.
Ag Ghaly también definió la
estrategia militar del nuevo grupo que según él busca “ampliar su
presencia en una extensa zona geográfica, debilitar al enemigo y dirigirse a
donde sea necesario. También convocar a todos los musulmanes contra el enemigo
común a través de una búsqueda de apoyo y la construcción de relaciones
populares entre la gente.”
Los expertos sospechan de los
vínculos que Iyad Ag Ghaly mantendría con los servicios de inteligencia
argelinos, debido a que el terrorista tuareg suele huir a Argelia cada vez que
las fuerzas francesas los persiguen en Malí.
CONCLUSIONES
Ante el retroceso de sus
operaciones en Irak y Siria, decenas de combatientes yihadistas se están
trasladando de Medio Oriente a África. En opinión de Dominique Thomas,
investigador de la Ecole des Hautes Etudes en Sciencies Sociales: “Hay dos
frentes en los que AQMI invierte enormemente: Libia, donde sus redes se
extienden a Dema y Benghazi, en el este del país, y el Sahel, con voluntad de
establecerse en Burkina Faso.” Los recientes ataques en Burkina Faso y Mali serían
una prueba de esta instalación.
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