Mientras
el régimen chavista incrementa la represión sobre los opositores y se enfrenta
al aislamiento internacional, la economía venezolana alcanza niveles inéditos
de deterioro.
Tras cinco meses de aguda
crisis sociopolítica en Venezuela, que ha destruido la gobernabilidad con
continuas protestas callejeras duramente reprimidas al costo de más de 120
víctimas fatales y la imposición de sanciones económicas por parte de los
Estados Unidos, la situación económica se ha deteriorado a un nivel inimaginable.
La compañía estatal Petróleos
de Venezuela (PDVSA), otrora una empresa próspera que suministraba el 96% de
las divisas del país, informó en agosto pasado que sus ganancias se redujeron
en más de un tercio en el último año.
Conforme cae la producción de
PDVSA, la petrolera estatal depende más de compañías extranjeras, incluso
estadounidenses, para que extraigan el petróleo y para obtener el tipo de crudo
que se emplea en la refinación. El uso de contratistas extranjeros para la
extracción y refinamiento compromete una parte importante de las cada vez más
escasas divisas que produce.
La economía venezolana,
además, enfrenta otro problema serio. Las sanciones aplicadas por el gobierno
estadounidenses impiden que las transacciones financieras venezolanas se realicen
a través del sistema bancario americano bloqueando de hecho las importaciones
que realiza el régimen chavista y poniendo a Venezuela virtualmente en cesación
de pagos.
La consultora Econalítica
estima que a consecuencia de esta situación las importaciones venezolanas caerán
este año un 32%, tras una merma del 50% en 2016.
Mientras tanto, el dólar
paralelo (extraoficial o “negro”), que el 7 de septiembre de 2016 se cotizaba a
1.025 bolívares, un año más tarde lo hace a 20.193.
El dólar oficial,
para las escasas transacciones autorizadas, se sitúa a 3.345 bolívares por
dólar. Incluso existe una tasa preferencias de diez bolívares por dólar, para
las importaciones de alimentos y dólares. Pero, estas tasas de cambio son poco
más que “teóricas” porque son muy pocos los que consiguen acceder a ellas.
Ante la falta de
disponibilidad de dólares en el Banco Central de Venezuela, la mayoría de los
empresarios se ven obligados a recurrir al dólar paralelo, lo que potencia aún
más la inflación.
Según Econalítica, el 42,5% de
las importaciones del primer trimestre de 2017 se realizaron en dólares
provenientes del mercado paralelo. Esto ha impactado especialmente en el
incremento de precios de los alimentos, productos de higiene personal y
medicinas.
Así, a la cotización del
mercado paralelo, el salario mensual mínimo de un venezolano es de apenas trece
dólares, mientras que un kilogramo de arroz cotiza a un dólar.
La respuesta del gobierno es
siempre la misma: fijar precios máximos y aumentar los controles sobre el
comercio. Estas medidas solo han contribuido a potenciar el desabastecimiento y
el mercado negro.
No obstante, el régimen
chavista se mantiene fiel a su lógica. Si los controles han fracasado hasta el
momento se porque no han sido correctamente implementados y supervisados.
El viernes, el gobierno de
Maduro colocó nuevos precios máximos a cincuenta productos considerados
esenciales para el consumo de los venezolanos. Entre ellos figuran la mayonesa,
mortadela, pastas, pescados, pollo, queso duro, jabón en barra, aceite de maíz,
etc.
Recayendo en la
Superintendencia de los Derechos Socioeconómicos y en el ministerio público en
su conjunto, la misión de controlar la vigencia de los mismos.
Todo indica, sin embargo, que
la vigencia de los controles será pasajera. Cuando, en el pasado, el gobierno
aplicó precios máximos los controles se realizaron con mucho vigor al
principio. Con operativos de control televisados que mostraban a funcionarios
amenazantes y a comerciantes encarcelados. Pero los controles se fueron
relajando conforme pasaban las semanas. Se espera que ocurra algo similar en
esta ocasión.
Mientras la economía venezolana
continúa derrumbándose, a la población padece las consecuencias de la
hiperinflación, el desabastecimiento y el mercado negro, el país se enfrenta a
un creciente aislamiento internacional y a la virtual cesación de pagos.
Pero, el gobierno chavista
sigue su marcha indiferente a las protestas opositoras y las penurias de su
pueblo. Su único objetivo es la plena instauración de un régimen totalitario.
La Asamblea Nacional
Constituyente, conformada por aliados del presidente Maduro, gobierna al país
con pocos límites a su autoridad, mientras persigue a los políticos opositores
considerándolos como “traidores a la patria”, al tiempo que reescribe la
Constitución venezolana conforme a los intereses y necesidades del chavismo
para perpetuarse en el poder.
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