La reciente unificación de los grupos yihadistas que
responden a Al Qaeda en Mali aumenta la violencia en el Sahel y la amenaza
sobre los intereses occidentales en toda la región.
UN CONFLICTO SEPARATISTA
Desde
2012, una rebelión separatista del tuareg contra el gobierno de Mali sumió a
este empobrecido país del Sahel en una cruenta guerra civil.
La
rebelión Tuareg incendió el norte del país con el objetivo de fracturar el país
y segregar una región marginada, poblada en su mayoría por tuareg y árabes.
Más
tarde, los yihadistas se apoderaron de la insurrección cambiando su propósito
inicial del separatismo a la instauración de un régimen basado en una
interpretación rigorista de la sharia
o ley islámica.
La
fuerte presencia yihadista precipitó la intervención militar extranjera.
El 10
de enero de 2013, el presidente Dioncunda Traoré, al verse acorralado por la
rebelión, solicitó al presidente de Francia, Franḉois Hollande, asistencia
militar. Así comenzó la denominada Operación
Serval, cuyo objetivo primordial era asegurar la vida de los seis mil
ciudadanos franceses residentes en Mali y para proteger los intereses
estratégicos galos en la región, en especial, sus inversiones en el campo
petrolero y el abastecimiento de uranio.
La
presencia francesa en Mali fue prolongándose en el tiempo y ampliándose a otros
países como Burkina Faso y Níger. En 2014, el contingente francés alcanzó los
cuatro mil hombre y cambio el nombre por Operación
Barkhane.
Las
Naciones Unidas, por su parte, se hicieron presentes con la Misión de Naciones
Unidas en Mali -MINUSMA- con un contingente de 14.000 soldados pertenecientes a
diversos países.
También
los países de la región hicieron su aporte a la pacificación de Mali. Tres de
los países del G-5, un grupo de naciones al mismo tiempo del Sahel y del África
Occidental, crearon una fuerza conjunta de seguridad con 1.500 hombres, para
combatir el terrorismo yihadista.
Pese
al gran despliegue de efectivos militares y algunos éxitos iniciales en la
lucha contra los grupos yihadistas, lo cierto es que la rebelión nunca fue
sofocada ni controlada. Los grupos yihadistas simplemente trasladaron sus
operaciones al territorio de los países circundantes.
Debe
tomarse en consideración que, los países del Sahel comparten fronteras porosas
y problemas comunes como burocracias estatales ineficientes y corruptas, vastas
áreas donde no rige ley alguna y tan sólo prosperan los negocios ilícitos de
todo tipo. En esos espacios la presencia de las autoridades estatales es
limitada, incluidas las fuerzas de seguridad, los servicios de inteligencia son
poco profesionales y sumamente ineficaces. Allí impera una pobreza estructural
que tienta a los jóvenes a unirse a los grupos extremistas.
LAS FRANQUICIAS SE UNEN
En
este contexto, el pasado 2 de marzo, los líderes de varias organizaciones
yihadistas que operan en el Sahel en representación de Al Qaeda dieron a
conocer, mediante un vídeo, su decisión de unirse en una nueva agrupación
denominada ´Jamaật Nasr Al Islam wa Al
Mouminin, que puede traducirse como “grupo
de apoyo al Islam y a los musulmanes”. La nueva agrupación nació bajo la
consigna de “una bandera, una
organización, un emir.”
El
vídeo fue subido a la cuenta de Instagram, Al Zalaqa Media, que pasó a ser el
órgano de difusión oficial de este nuevo grupo yihadista.
´Jamaật Nasr Al Islam wa Al Mouminin se formó con la unión de los grupos denominados Al
Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Al Murabitoum (Los que firman con sangres),
Ansar al Din (Defensores de la Fe) y el Frente de Liberación de Macina.
En la
reunión constitutiva, difundida a través del vídeo- AQMI estuvo representada
por el Emir de su rama del Sahara, Djamel Okacha (Yahya abu al Hamman) y Abu ´Abd
al-Rahman al Sanhaji, responsable de los asuntos judiciales del grupo. Al
Murabitoum, que ha llevado a cabo varios ataques terroristas de importancia,
como el perpetrado contra la planta gasífera de In Amenas, situada en el
suroeste de Argelia, que se saldó con la muerte de 32 terroristas y 23
trabajadores de la planta tomados como rehenes. Este grupo fue creado, en 2010,
por el argelino Mokhtar Belmokhtar, conocido como “Bellaovar” (El Tuerto) o “Mister
Malboro”, a quien se supone muerto o herido gravemente en Libia, por lo
tanto, fue representado en la ocasión por el comandante adjunto, Mohamed Ould
Novini (Al Hassan al Ansari).
El
grupo Ansar al Din, es una organización yihadista que agrupa especialmente a
los tuaregs Ifora. Los combatientes de
Ansar al Din llevan largas barbas y banderas negras con el “Shahada” –credo islámico inscrito en blanco. En el encuentro, Ansar al Din fue representado por su
emir Iyad Ag Ghaly (también conocido como Abu Al Fadl).
Por
último, el Frente de Liberación de Macina, es el grupo más nuevo, creado hace
dos años por su Emir, Mohamed Koufa, es muy activo especialmente en el centro
de Malí.
´Jamaật Nasr Al Islam wa Al Mouminin permitirá a los yihadistas presentar un frente
unificado con integrantes de las diversas etnias que pueblan la región: tuareg,
fulani, árabe y amazigh -bereber- lo que facilitará el reclutamiento de nuevos
integrantes.
El
Emir de la nueva agrupación es Iyad Ag Ghaly quien jura lealtad al Emir de Al
Qaeda en el Magreb Islámico, Abu Musab ´Add al Wadud (Abdelmalek Droukdel), y
hace también juramento de fidelidad al emir general de Al Qaeda, Aymen Al
Zawahiri y al emir del emirato islámico de Afganistán, Haibatullah Akhundzada,
a quien Al Zawahiri, a quien el mismo Al Zawahiri juró lealtad, en junio de
2016, adoptando la misma actitud que Osama Bin Laden cuando prometió lealtad al
Mullah Omar.
EL EMIR IYAD AG GHALY
Iyad
Ag Ghaly, un notable tuareg ifora, del clan de los Irayakanes, también conocido
como Abu Al-Fadl.
Nacido
en 1954, la región de Kidal, en proximidades de la frontera con Argelia, es
bajo de estatura, con larga barba negra y semblante adusto. Entre los tuaregs
se lo considera un erudito y un notable respetado y consultado por la
comunidad, que lo apoda el “León del
Desierto” o “El Estratega”.
Hijo
de ganaderos, apasionado por las carreras de camellos en su juventud, Iyad Ag
Ghali desarrolló entre otras actividades la de mecánico y empleado administrativo
en Libia y Argelia. En 1988 fundó el Movimiento Popular para la Liberación de
Ghaly de Azawad, que acaudilló la rebelión de 1990 a 1996. En la noche del 28
de junio de 1990, Yyad Ag Ghaly dirigió los ataques del Movimiento Popular para
la Liberación de Azawad (MLPA) en Tidemén y Menaka (en el extremo Este) que
originaron la muerte de dieciocho personas, incluidos cuatro soldados de Mali.
Con estas incursiones nocturnas comenzaron las rebeliones tuaregs en el norte
de Mali.
Desde
1991 hasta la tregua formal con el gobierno de Mali, en 1996, Iyad Ag Ghaly lideró
el grupo más radical del MPLA y fue el quien firmó los Acuerdos de Tamanrasset,
en Argelia, en nombre del pueblo tuaregs que luchó por su independencia. En
2003, tuvo una participación decisiva en la negociación que llevó a la
liberación de catorce turistas alemanes secuestrados por los yihadistas argelinos
del Grupo Salafista para la Peregrinación
y el Combate (GSPC).
Entre
2005 y 2008, Ag Ghaly fue designado por el presidente Amadou Toumani Toure como
diplomático maliense en Jeddah, Arabia Saudí. Allí el líder tuareg sufrió una
importante transformación. Hasta entonces Ag Ghaly prestaba poca atención a la
religión, incluso mostraba afición al consumo de alcohol y cigarrillos, la vida
disipada, la poesía y la música. Pero en Arabia Saudí cambio radicalmente. Se
incorporó al movimiento religioso Tablighi Jammat, adquirió aspecto piadoso,
cambió de hábitos, se dejó crecer una gran barba y comenzó a frecuentar a los
propagandistas del yihadismo. Su comportamiento no tardó en llamar la atención
de las autoridades y pronto fue llamado a Bamako.
A
finales de 2011, Iyad Ag Ghali intentó asumir el liderazgo del grupo tuareg Kel
Adagh, pero fracaso. Incapaz de asumir el liderazgo pleno del Movimiento
Nacional para la Liberación de Azawad en la rebelión creó su propia
organización salafista. Así, se hizo conocer como líder de Ansar al Din al
iniciarse la rebelión tuareg de marzo de 1212.
El
3 de abril de 2012, Iyad Ag Ghaly, en una entrevista radial en la recientemente
capturada ciudad de Tombuctú, anunció la imposición de la sharia, el velo a las
mujeres, y la aplicación de brutales castigos tales como la lapidación a los
adúlteros, y la mutilación punitiva de ladrones y blasfemos. El anuncio causó
que casi la totalidad de la población cristiana de la ciudad huyera hacia
Burkina Faso.
Al
asumir como emir del ´Jamaật Nasr Al Islam wa Al Mouminin, Iyad Ag Ghali dio a conocer una nómina de once países
en tres continentes considerados como enemigos de la nueva organización.
Seis
países pertenecen al África Sahel: Chad, Níger, Burkina Faso, Costa de Marfil,
Guinea y Senegal.
Otros
cinco son occidentales: los Estados Unidos, Francia, Alemania, Suecia y los
Países Bajos.
Ag
Ghaly también definió la estrategia militar del nuevo grupo que según él busca “ampliar su presencia en una extensa zona
geográfica, debilitar al enemigo y dirigirse a donde sea necesario. También convocar
a todos los musulmanes contra el enemigo común a través de una búsqueda de
apoyo y la construcción de relaciones populares entre la gente.”
Los
expertos sospechan de los vínculos que Iyad Ag Ghaly mantendría con los
servicios de inteligencia argelinos, debido a que el terrorista tuareg suele
huir a Argelia cada vez que las fuerzas francesas los persiguen en Malí.
AL QAEDA ENFRENTA AL DAESH
La
unificación de las franquicias de Al Qaeda en el Sahel es una forma, no sólo de
agrupar fuerzas contra los cruzados occidentales sino, especialmente, de no
perder protagonismo frente a la expansión de las fuerzas de su rival, el Daesh
(Estado Islámico o ISIS, según sus siglas en inglés) en el continente africano.
En la
actualidad, el Daesh cuenta con tres filiales en África, tres grupos escindidos
de Al Shabab en Somalia, Boko Haram en Nigeria y AQMI en el Sahel. En concreto,
en esta última región la escisión se produjo, en mayo de 2015, cuando Adman Abu
Walid Saharaui rompió con Al Qaeda y juró lealtad al Daesh.
Un mes
más tarde los yihadistas saldaron sus diferencias en forma sangrienta. Cerca de
la ciudad de Gao, los partidarios de Mokhtar Belmokhtar y Al Saharaui se
trabaron en combate. Varios de los disidentes resultaron muertos y el propio Al
Saharaui resultó gravemente herido.
Aunque,
versiones no confirmadas señalan que Al Saharaui ha roto sus vínculos con el
Daesh y su líder Abu Bakr Al Baghdadi.
CONCLUSIONES
Después
de cinco años de violencia ininterrumpida, un conflicto de carácter étnico –
separatista en Malí mutó convirtiéndose en la construcción de un estado
yihadista.
El
conflicto sumó nuevos actores, se internacionalizó y expandió la violencia por
todo el Sahel sin que sea posible, por el momento, avizorar una solución que
estabilice la región.
Ahora,
la unificación de las franquicias de Al Qaeda en el Sahel potencia la violencia
en región e incrementa los riesgos ya amenazas que pesan no sólo sobre los
países africanos sino también sobre los intereses occidentales en la zona.
Tan
sólo en 2016, Al Qaeda estuvo vinculada a 257 ataques llevados a cabo en África
Occidental un crecimiento de más del 150% con respecto al año 2015. La mayoría
de estos ataques se produjeron en Mali, Burkina Faso, Níger y Costa de Marfil.
Por lo
tanto, la aparición de ´Jamaật Nasr Al
Islam wa Al Mouminin constituye una noticia desalentadora para la seguridad
y estabilidad del Sahel.
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