La Ciencia
Política de duelo. A los 92 años, fallece uno de los politólogos más lúcidos e
influyentes de la Italia de postguerra: el profesor Giovanni Sartori.
UN LÚCIDO FLORENTINO
Giovanni
Sartori compartía con el más grande politólogo de la Historia, Niccoló di Bernardo dei Machiavelli (1469
– 1527), el honor y el placer de haber nacido y vivido en la bella ciudad de
Florencia.
Sartori
se formó en los años del fascismo italiano. Nació el 13 de mayo de 1924, poco
más de un año después de que Benito Mussolini se alzara con el poder después de
realizar la “Marcha sobre Roma” (27
al 29 de octubre de 1922).
Su
conocimiento directo del totalitarismo fascista lo convertiría en un apasionado
defensor de la democracia. En particular, Sartori se preocupó por la forma en que
los medios masivos de comunicación -en especial la televisión- manipulaban al
electorado.
Curiosamente,
la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación aliada de Italia no
impidieron a Sartori licenciarse en Ciencias Sociales en la Universidad de
Florencia en 1946.
En la
convulsionada Italia de la posguerra, Sartori se refugió en la docencia
universitaria como profesor de Filosofía Moderna, Lógica y Doctrina del Estado,
entre otras asignaturas.
Publicista
incansable, en 1971, contribuyó a la fundación de la “Rivista Italiana di Scienza Política”, la publicación más
relevante de esta disciplina en la Península.
Durante
años público sus lúcidos análisis políticos en el diario Il Corriere della
Sera. Especialmente recordados son los artículos que el politólogo italiano
dedicó a censurar al ex primer ministro y zar de la televisión Silvio
Berlusconi. Más tarde, Sartori reuniría estos artículos en el libro “El Sultanato”.
Sartori
dejó una producción científica de quince libros (algunos escritos en
colaboración), decenas de trabajos de investigación y centenares de artículos.
Su obra fue traducida a treinta idiomas.
IL ALTEZZOSO
Sartori
era capaz de desplegar un abrumador repertorio de argumentos e ironías.
Claramente elitista no trepidaba en ser “políticamente
incorrecto” si lo consideraba necesario. Incluso podía exhibir, por
momentos, cierta arrogancia y altanería intelectual. Cuando se le objetó su
dejo altanero y despectivo, se limitó a señalar: “Ciertos personajes son pigmeos. Es inevitable mirarlos desde arriba.”
Gran
teórico de la democracia. Sin embargo, desconfiaba de la capacidad del hombre
actual para comprender los complejos hechos de la política.
Sartori
responsabilizaba especialmente a la televisión por deformar el pensamiento del
hombre común. En uno de sus libros más leídos: “Homo videns: Televisione e Post-Pensiero” (Homo videns. La sociedad teledirigida -1997-) acusaba a la
televisión de propagar la estupidez al reducir el entendimiento del hombre por
la “epidemia de la imagen” que todo
lo banaliza.
Debido
al influjo televisivo -sostenía Sartori- el hombre le da preeminencia al mirar
por sobre el pensar, reduciendo su capacidad de rechazar los argumentos
falaces, porque entiende menos de lo que cree por la hipnosis que genera la
pantalla.
Según
Givanni Sartori, la televisión estaba degradando a la democracia y
convirtiéndola en una “TVcracia”. “Porque el homo videns, el hombre que sólo
entiende aquello que ve con los ojos y que es incapaz de manejar conceptos
abstractos, ha tenido tal éxito que evolucionó hasta convertirse en el homo
cretinus.”
Sartori
era un decidido enemigo de la “todología”
donde cualquiera, desde los medios, opina categóricamente sobre temas que
desconoce absolutamente. De sí mismo reconoció: “Soy un superviviente de otro tiempo, uno de los últimos dinosaurios
que aún creen que lo importante es intentar conseguir que se entienda un
problema, y no sólo aportar nuevos comentarios y análisis.”
Su
visión elitista de la política lo hacía descreer de los populismos, en especial
del peronismo al que no ahorraba críticas. Por ejemplo, Sartori, no dudó en
afirmar: “… en honor a la verdad, tengo
un prejuicio contra los argentinos. A todos los italianos malos que había los
hemos enviado a la Argentina.” […] “La
Argentina es una catástrofe de la mala política, que comienza con el peronismo,
que sobrevive en la historia argentina. La demagogia sindical peronista fue
mortífera y este pasado nocivo que no logra morir, que aún controla votos y
sindicatos, para la Argentina es un peso muy grande, del cual espero que se
libere.”
EL NEOMALTHUSIANO
Sartori
era un declarado admirador del pensador británico Thomas Robert Malthus (1766 – 1834), quien en 1798 publico su libro
“Ensayo sobre el principio de la
población”. Como él, Sartori creía que el crecimiento descontrolado de la
población era “el cáncer de fondo de nuestra sociedad.”
En el
libro que escribió junto a Giovanni Mazzoleoni, en 2003, “La terra scoppia: Sovrapopolazione e suiloppo” (La tierra explota:
Superpoblación y desarrollo), después de analizar los problemas derivados del
crecimiento poblacional desbordado, aboga por que los gobiernos apliquen
medidas de control de la natalidad. “El
fenómeno de la superpoblación es la crisis más dramática de nuestro tiempo”,
sentenció.
ISLAMOFOBIA
Ateo
declarado, Sartori desconfiaba tanto del Vaticano como del Islam. A la Iglesia Católica
la criticaba por oponerse a las medidas de control de natalidad diciendo que: “La
Iglesia es la trinchera de quienes se oponen al control de la natalidad” y por
su política de apoyo a los inmigrantes que arribaban a las fronteras europeas.
“El Islam no tiene capacidad de evolución”, sentenciaba Sartori y condenaba categóricamente a la
violencia que se ejercía en su nombre. “En
una guerra hay que emplear todas las armas que uno tiene a su disposición.
Nosotros, Occidente, somos los agredidos, con un terrorismo de una ferocidad
que nuestra memoria histórica no recuerda. Además, cuando un hombre – bomba,
kamikaze por la fe, se hace explotar en medio de civiles, el enfrentamiento ha
llegado al máximo.”
Su
rechazo por el Islam era similar al que sentía por la Europa comunitaria.
Sartori consideraba a la Unión Europea de 28 miembros como “un monstruo” y “una entidad
muerta” a la que cuestionaba especialmente sus políticas
multiculturalistas.
“Estamos en manos de políticos ignorantes, -sentenciaba Sartori- que no conocen la Historia ni tienen cultura. Solo se preocupan por
conservar su sillón. Pasan el día escuchando la opinión del contrario y
pensando en qué respuesta darle. Así no se construye nada. No hay líderes ni
hombres de Estado y así nos va: la Unión Europea es un edificio mal construido
y se está derrumbando. La situación se hace más desastrosa porque algunos han
creído que se podían integrar los inmigrantes musulmanes, y eso es imposible.”
Sus
polémicas opiniones y su altanería no impidieron que Sartori recibiera en vida
el reconocimiento internacional que merecía.
La
fueron otorgados doctorados honoris causa
en importantes universidades de todo el mundo: La Universidad Autónoma de
México, La Universidad de Guadalajara, Georgetown University, Universidad
Complutense de Madrid y Universidad del Salvador de Argentina.
Fue
titular de la Cátedra de Humanidades Albert Schweitzer de la Universidad de
Columbia que más tarde lo nombre “profesor
emérito”.
En
2005, recibió el premio Príncipe de Asturias de España y, en 2009, el premio Karl
Deutsch, de la International International Political Science Association
(IPSA).
Muerto
a los 92 años de edad, la Ciencia Política pierde a uno de sus más lúcidos
exponentes que sin funeral religioso ni civil, a su expreso pedido, fue
enterrado en su amada ciudad de Florencia.
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