lunes, 3 de abril de 2017

EL AFFAIRE TRUMP - PUTIN SE EXPANDE


El pueblo estadounidense -y el mundo entero se pregunta cada día que ocurre realmente entre Donald Trump y el gobierno ruso. ¿Existe allí una conspiración?

BRUJAS Y CONSPIRACIONES

Todos sabemos que las brujas no existen, pero que las hay, las hay, dice la sabiduría popular. Lo mismo ocurre con las conspiraciones. No todos los hechos políticos responden a una conspiración, pero algunos sucesos son frutos de conspiraciones.

¿Cómo denominar sino a los inocultables vínculos entre el presidente Donald Trump y diversos hombres de su entorno con organizaciones y funcionarios del gobierno ruso?

No sólo se trata de contactos con un gobierno extranjero, sino que implica relaciones poco claras con uno de los principales rivales internacionales de los Estados Unidos y la única nación que cuenta por si sólo con los medios militares con capacidad de ocasionar a Washington un daño inaceptable.

Es por ello que el FBI, la principal agencia de contraespionaje de América, mantiene abierta una investigación destinada a determinar si el Kremlin se coordinó con el equipo del multimillonario para derrotar a Hillary Clinton.

Además, el FBI está interesado en saber que ofreció a cambio Trump en sus contactos con los rusos.

En un principio las acusaciones de colusión entre los rusos y el entonces temperamental candidato presidencial parecían una parte más de la campaña sucia contra el empresario.

Actualmente, cuando las evidencias de múltiples y reiterados contactos reservados entre los hombres de Trump y los rusos se acumulan, resulta evidente que allí hay algo más de lo que se está diciendo. Vemos las evidencias ya comprobadas.

UN LOBISTA MUY ATAREADO

El primer jefe de campaña de Trump, el conocido lobista Paul Manafort se vio forzado a dejar su cargo junto al millonario cuando se descubrió que supuestamente había recibido 12,7 millones de dólares por parte de un partido pro - ruso de Ucrania.

Manafort, es una figura muy conocida del ambiente de la “diplomacia pública” en Washington, entre los clientes de su consultora figuraron personajes tan polémicos como Mobutu Sese Seko o el dictador filipino Ferdinando Marcos. También trabajó, en 1976, en las primarias del Partido Republicano apoyando al presidente Gerald Ford contra el entonces gobernador de California, Ronald Reagan. Ford derrotó a Reagan, pero perdió la elección presidencial frente al candidato demócrata Jimmy Carter.

Entre 2005 y 2009, Manfort trabajó para el magnate ruso del aluminio, Oleg Deripaska, un hombre muy cercano a Vladimir Putin. Manafort recibió nada menos que diez millones de dólares al año para “influir en la política, los negocios y los medios de los Estados Unidos” en beneficio del gobierno ruso.

Manafort ha admitido el hecho. “Trabaje para Oleg Deripaska -admitió el lobista de Washington- hace casi una década representándolo en negocios y asuntos personales en países donde tenía inversiones.”

En 2010, colaboró en la campaña electoral que llevó al político ucraniano pro – ruso, Viktor Yanukovych a la presidencia de Ucrania.

EL GENERAL NECESITA INMUNIDAD

Al escándalo de Manafort se suma la solicitud de inmunidad a cambio de brindar información sobre los vínculos entre Trump y los rusos presentada por el dimitido Consejero de Seguridad Nacional, general Michael Flynn o los contactos “negados” del Fiscal General -y virtual jefe supremo del FBI- Jeff Sessions con el embajador ruso en los Estados Unidos, Sergei Kislyak.

Session, en ese entonces senador y miembro de la campaña de Trump se reunió con el embajador ruso en dos ocasiones hecho que ocultó durante su audiencia de confirmación como Fiscal General en el Senado. Tan sólo mencionó “no recuerdo los detalles”.

En tanto que el general retirado Michael Flynn, admitió haber recibido 45.000 dólares de la cadena de informativa Rusia Today (RT), en pago por sus análisis y reportajes televisivos.
La cadena RT también financió el viaje del militar americano a Moscú, en diciembre de 2015, para asistir a los eventos conmemorativos del décimo aniversario de la cadena. En esa ocasión, Flynn compartió una cena pública con Vladimir Putin.

Además, Flynn recibió otros 11.250 dólares de la filial estadounidense de la firma rusa de seguridad cibernética Kaspersky Lab y otra suma idéntica de la empresa rusa Volga – Dniéper Airlines.

Al recibir esos pagos, el general Flynn violó las normas establecidas por la Secretaría de Defensa que prohíben a los militares retirados recibir fondos de gobiernos extranjeros sin solicitar antes autorización. Algo que el ex funcionario de Trump no realizó.

Ahora, todo Washington se pregunta qué dirá el militar si obtiene la inmunidad que demanda.

Otro hombre del entorno de Trump, con profundos vínculos con la Rusia de Putin, es nada menos que el Secretario de Estado, Rex Tillerson, este ex presidente de la petrolera Exxon Mobil, forjó una sólida relación personal con el presidente ruso. Esta culminó, en 2012, cuando Putin condecoró al entonces empresario petrolero. Muchos en Washington cuestionan la independencia de Tillerson al momento de que se produzcan conflictos de intereses entre Estados Unidos y Rusia.

EN EL OJO DE LA TORMENTA

Otra figura fuertemente cuestionada por sus contactos con la embajada rusa, es el yerno del presidente Trump, el influyente empresario devenido en asesor Jared Kushner, quien también se habría reunido con el embajador Kislyak, durante el desarrollo de la campaña presidencial.

También se cuestiona al Secretario de Comercio de Trump, Wilbur Ross, a quien le imputan posibles conexiones financieras que habrían surgido cuando se desempeñó en el Fondo de Inversiones de los Estados Unidos en Rusia, durante la presidencia de Bill Clinton.

Por último, figuran dos asesores de política exterior de menor rango en la campaña presidencial de Donald Trump, Carter Page y Jeffrey D. Gordon.

Carter Page, es un ex vicepresidente de Merrill Lynch en Moscú entre 2004 y 2007, a quién muy pocos conocen en el ambiente de negocios internacionales en Rusia. Fundador y socio director de un inexistente fondo de inversión denominado Global Energy Capital. Sorprendentemente este poco experimentado “experto” fue invitado a Rusia por el Banco Alfa de Rusia para reunirse con Igor Sechin y Serguei Ivanov, en ese entonces jefe de personal de Putin, ambos sancionados a consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania.
Page una figura que no habla ruso ni tiene contactos reales en ese país o conocimientos comprobados de política internacional, está siendo investigado por el FBI por su viaje a Rusia, por los artículos y conferencias que ha realizado en defensa de Putin y Rusia.

El otro personaje, Jeffrey D. Gordon, es un ex oficial de la Armada que se desempeñó como portavoz del Pentágono desde 2005 a 2009. Actualmente retirado es un experto en temas de seguridad y política internacional. Dirige el Comité de Acción Política “Protect America Today” y es columnista de Fox News, con sólidos vínculos en el Partido Republicano. Gordon fue asesor de política de seguridad nacional de la campaña de Trump.

Page y Gordon se reunieron con el embajador ruso Sergei Kislyak y luego intervinieron en la redacción de la plataforma de gobierno del Partido Republicano. Gordon, en especial, fue responsable de que se modificara la política con respecto de Ucrania que originariamente proponía “proporcionar armas letales de defensa” al ejército ucraniano para defenderse de una invasión rusa y paso a decir tan sólo “proporcionar la asistencia apropiada” a Ucrania.

ENTRA LA MAFIA RUSA

Para concluir hay que mencionar el último gran escándalo que vincula a la Administración Trump con el gobierno de Vladimir Putin.

Alexander Porfirievich Torshin, es el vicegobernador del Banco Central de Rusia y un hombre muy cercano al presidente Putin.

En 2005, fue jefe de la Comisión Parlamentaria que investigó la participación de las fuerzas de seguridad rusas en la recuperación de un colegio en Beslán, Osetia del Norte, capturado por terroristas separatistas. Tras tres días de secuestro, la irrupción de las tropas rusas terminó con la muerte de 331 personas, 186 de ellas niños.

Torshin también ha sido miembro de un selecto comité antiterrorista presidido por el jefe del Servicio Federal de Seguridad, el máximo organismo de contrainteligencia ruso y una parte de la antigua KGB.

Torshin forjó, a través de su “asistente ejecutiva personal” María Butina -quien es además lobista rusa en Washington-, sólidos vínculos con la influyente Asociación Nacional del Rifle (RNA, según sus siglas en inglés)

Esta organización invirtió veintiún millones de dólares en la campaña presidencial del magnate inmobiliario, más que cualquier otra organización.

En mayo de 2016, Torshin asistió a una convención de la NRA, celebrada en Kentucky. En esa ocasión Torshin y Trump se saludaron brevemente. Al día siguiente, el político ruso compartió una cena privada con Donald Trump junior, el hijo del candidato presidencial, en un restaurante de Kentucky.

Cuando Trump asumió la presidencia, Torshin recibió una invitación para un desayuno oficial en la Casa Blanca, para el 2 de febrero, junto a otras personas. Días antes María Butina había sido invitada a los bailes de gala efectuados para celebrar la toma de posesión de Trump.

Torshin también recibió una invitación para la reunión personal con el presidente Trump, que debió cancelarse cuando estalló el escándalo que le costó el puesto al general Flynn.

El problema es que tanto los servicios de inteligencia de los Estados Unidos como de la Unión Europea, consideran a Alexander Torshin como uno de los “padrinos” de la organización mafiosa Taganskaya y la Fiscalía Anticorrupción de España, como parte de la investigación designada con el nombre clave de “Operación Dirieba”, imputa al político ruso por el blanqueo de más de catorce millones de euros mediante la adquisición de un hotel en Mallorca.

Este complejo entramado de empresarios, políticos, lobistas, diplomáticos, espías y mafiosos rusos tiene todos los elementos para sospechar en la existencia de una conspiración. ¿Será así?

CONCLUSIONES

El “Affaire Trump – Putin” es un montaje de los servicios de inteligencia estadounidenses enfrentados con su presidente o hay algo más.

Es muy difícil saberlo por el momento. Pero muchos observadores temen que el escándalo crezca hasta convertirse en un auténtico “Rusiagate” -por asociación con el caso Watergate que terminó con la segunda presidencia de Richard Nixon- que amenace la continuidad en el cargo del presidente Donald Trump.







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