Una reflexión agridulce tomada del último
libro de Steven Pinker, profesor de la Universidad de Harvard, titulado “En
defensa de la Ilustración”, página 132:
“En un
viejo chiste académico, un decano está presidiendo un claustro de profesores
cuando aparece un genio y le ofrece uno de estos tres deseos: el dinero, la
fama o la sabiduría.
El
decano responde: Eso es fácil. Yo soy un intelectual. He consagrado mi vida al
entendimiento. Por supuesto que escogeré la sabiduría.
El
genio mueve la mano y se esfuma en una nube de humo. El humo se despeja para
revelar al decano con la cabeza entre sus manos, sumido en sus pensamientos.
Pasa un minuto. Diez minutos. Quince. Finalmente un profesor grita: - ¿Y bien?
El
decano murmura: Debería haber escogido el dinero….”
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