Marruecos, Argelia, Mauritania y el
Frente Polisario se reunirán bajo los auspicios de la ONU, en la ciudad de
Ginebra, el próximo 5 y 6 de diciembre, para buscar una solución a un conflicto
artificial de más de cuarenta años.
El diferendo del Sáhara es un
curioso conflicto cuyas causas han mutado con el tiempo. Se inició en 1956,
cuando el Reino de Marruecos recuperó su independencia después de haber sufrido
44 años de reparto colonial entre Francia y España a partir de la Conferencia
de Algeciras de 1906.
Mientras los franceses
pusieron fin al Protectorado sobre Marruecos en 1956, los españoles, de la mano
del dictador Francisco Franco, retuvieron la ocupación colonial de diversas
regiones marroquíes, entre ellas la colonia que denominaban “Sáhara Español” y que no era más que la
región sahariana del Sur de Marruecos.
En ese entonces el diferendo
del Sáhara era un conflicto de descolonización pendiente entre Marruecos y
España.
Por lo tanto, así lo
inscribió, en 1963, el Reino de Marruecos en el 4to Comité de la Asamblea
General de Naciones Unidas que se ocupa de las cuestiones de descolonización
pendientes de solución.
En noviembre de 1975, tras la “Marcha Verde”, Marruecos recuperó el
control de sus provincias del Sur de la mano del rey Hassan II.
Fue entonces cuando Argelia y
la Libia revolucionaria de Muhammad Gadafi armaron a un grupo de estudiantes
saharauis radicalizados, que por ese entonces estudiaban en la Universidad
Mohammed V, para que se autoproclamaran como representantes de un inexistente “pueblo saharaui” y demandaran en su
nombre un supuesto “derecho de
autodeterminación” sobre el territorio sahariano de Marruecos.
Había nacido el Frente
Polisario, un grupo revolucionario de inspiración marxista – leninista organizado
y sostenido principalmente por Argelia pero también con la participación de
otros países miembros del Bloque Socialista (especialmente Cuba) y el apoyo de
algunos Estados árabes que impulsaban el panarabismo como Libia y Egipto.
Así, el conflicto Este – Oeste
penetró en el Magreb y el diferendo de descolonización se convertió en un campo
más de confrontación de la Guerra Fría. Fue entonces cuando el antiguo “Sáhara Español” pasó a denominarse “Sáhara Occidental”.
Derrotadas en Marruecos, las
milicias del Frente Polisario encontraron refugio y apoyo en el territorio de
Argelia. En su huida, los milicianos del Polisario arrastraron hacia la jamada
argelina a sus propias familias y a otros saharauis a quienes engañaron
hablándoles de supuestas atrocidades que las tropas marroquíes harían al llegar
a su poblados.
Los saharauis marroquíes, a su
llegada a Argelia, fueron confinados en precarios campamentos y sometidos a la
doble autoridad del Frente Polisario y del gobierno de Argelia. Desde entonces
esa población languidece allí en condiciones inhumanas, dependiendo de la ayuda
humanitaria que reciben de Europa y Estados Unidos. Pero sirven de escusa al Frente
Polisario y a sus mentores argelinos para invocar un derecho a la
autodeterminación que no los asiste.
Entre 1975 y 1991, el
diferendo del Sáhara asumió la forma de una confrontación armada. Las milicias
del Polisario, con la participación de instructores argelinos, libios y
cubanos, realizaron atentados terroristas y ataques armados contra el
territorio marroquí, barcos pesqueros y empresas españolas.
En 1991, después de que
Marruecos construyera un muro defensivo que puso fin a las incursiones fronterizas
del Frente Polisario desde Argelia, ambas partes arribaron a un alto al fuego
controlado por la Misión de Naciones
Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO).
Desde entonces, después del
retiro de Libia y Mauritania de la cuestión, el diferendo del Sáhara dejó de
ser un escenario más de la Guerra Fría que había terminado después de la
disolución de la URSS, para convertirse en un convertirse en una confrontación
fronteriza entre Marruecos y Argelia, donde el Frente Polisario era tan solo un
actor secundario al servicio de los intereses geopolíticos de Argel.
Por lo tanto, el Frente
Polisario paso a ser más que nunca una entidad artificial totalmente
subordinada al gobierno de Argelia que la sostenía económica, militar y diplomáticamente,
permitiendo desde su territorio, en violación a las normas del derecho
internacional, las actividades de un grupo armado hostil hacia un Estado
fronterizo.
No obstante, durante años
Argelia insistía en los foros diplomáticos y ante el mundo que era totalmente
ajena a la cuestión del Sáhara y que sólo permitía los campamentos del Frente
Polisario por razones humanitarias.
Durante los siguientes 27 años
el conflicto se estancó convertido en una contienda diplomática y de
propaganda.
De nada sirvió que en 2007, el
Reino de Marruecos presentara, en respuesta a una petición de Naciones Unidas,
la “Iniciativa Marroquí para la
Negociación de un Estatuto de Autonomía para la Región del Sáhara”. Una
solución realista, justa y aceptable para sacar el conflicto de un callejón sin
salida.
La Iniciativa recibió
inmediatamente el apoyo de Naciones Unidas y de otros actores internacionales
que la consideraron un aporte valioso para la solución del diferendo
preservando tanto la soberanía marroquí como los intereses de la población
marroquí de origen saharaui confinada en Argelia.
Nuevamente, Argelia impulso la
intransigencia del Frente Polisario para mantener a Marruecos en medio de un
desgastante conflicto fronterizo y forzarlo a una continua carrera armamentista.
Una década más tarde, cuando
Argelia se encuentra debilitada por una grave crisis económica y su liderazgo
está erosionado por los años y las luchas internas de poder, las cosas parecen
estar a punto de cambiar.
Tanto Argelia como el Frente
Polisario se han visto forzados a atender el llamamiento del Enviado Personal
del Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Gutérres, el expresidente
alemán Horst Köhler, para participar de una mesa de negociación cuatripartita:
Marruecos, Argelia, Mauritania y el Frente Polisario, “sin condiciones previas y de buena fe”.
Pero, forzar la participación
de Argelia en las negociaciones del Sáhara no ha sido el único logro de la
diplomacia marroquí.
La Resolución 2440, aprobada
por el Consejo de Seguridad en su 8387ª sesión, del 31 de octubre de 2018, contempla
algunos aspectos reclamados por Marruecos . La resolución consigna, por
ejemplo: “las garantías dadas por el
Frente Polisario de no trasladar estructuras administrativas a la zona de
separación de Guerguerat, de conformidad con la resolución 2414”.
Por último, la Resolución 2440
exhorta a Argelia y al Frente Polisario a “mejorar
la promoción de los derechos humanos en los campamentos de Tinduf, entre ellos
la libertad de expresión y la de asociación.” […]
“Reiterando
su solicitud de que se considere la posibilidad de proceder al registro de los
refugiados en los campamentos de Tinduf…”
Todos estos aspectos han sido
demandas constantes de Marruecos para evitar que el conflicto escale y para
encontrar una solución justa y aceptable.
La posición de Marruecos para
estas conversaciones, en tanto, es muy clara. El rey Mohammed VI ha advertido
en más de una ocasión que la mayor concesión que Marruecos puede hacer para
mantener la paz y encontrar una solución al diferendo del Sáhara es la Iniciativa para la Negociación de un
Estatuto de Autonomía. En esta forma los saharauis que deseen vivir en paz,
armonía, con respeto a sus derechos humanos y sus tradiciones, en la
prosperidad que les brinda la soberanía marroquí podrán hacerlo.
Para Marruecos no es posible
ofrecer más por la paz y la solución definitiva del diferendo del Sáhara. Habrá
que esperar hasta la primera semana de diciembre para saber si la racionalidad
y la buena voluntad ha llegado a todos los actores de este antiguo conflicto.
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