martes, 26 de diciembre de 2017

PERÚ ENFRENTA UNA SERIA CRISIS DE GOBERNABILIDAD



La decisión del presidente Kuczynski de indultar a Alberto Fujimori ha cambiado la correlación de fuerzas en el Perú y abierto la mayor crisis institucional de los últimos tiempos.

El presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, que asumió el cargo en 2016 como la gran esperanza latinoamericana contra el populismo, ha pasado a ser una decepción para propios y ajenos.

Primeros fue la revelación de sus vínculos ocultos con la corrupta empresa constructora brasileña Odebrecht que durante décadas repartió jugosos sobornos entre funcionarios y políticos de doce países para asegurarse la adjudicación de grandes contratos de obras públicas que no siempre finalizaba.

En Perú, Odebrecht distribuyó, entre 2005 y 2014, aproximadamente veintinueve millones de dólares en sobornos que le permitieron obtener beneficios por más de ciento cuarenta y tres millones de dólares.

En un principio las sospechas cayeron sobre los gobiernos de Alejandro Toledo (2001 – 2006); Alan García (2006 – 2011) y Ollanta Humala (2011 – 2016).

El ex presidente Alejandro Toledo fue condenado (en ausencia) a 18 meses de prisión preventiva mientras se investiga si recibió un soborno de veinte millones de dólares. Pero, prudentemente el ex mandatario huyó, primero a los Estados Unidos y ahora se ha refugiado en Francia.

El ex presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia también fueron condenados a dieciocho meses de prisión preventiva acusados de haber recibido una “contribución” ilegal de tres millones de dólares para financiar su campaña presidencial en 2010.

También la dirigente opositora del partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, fue acusada de haber recibido financiamiento ilegal de Odebrecht para la campaña presidencial de 2016. Es que la empresa brasilera financiaba a todos los candidatos para no perder negocios cualquiera fuera el triunfador. No obstante, en el caso de Keiko Fujimori, al menos por el momento, la acusación no ha prosperado.

Pero el acontecimiento que cambio la política peruana fue la imputación de que una empresa perteneciente al presidente Pedro Pablo Kuczynski vendía servicios de asesoría al conglomerado Odebrecht al mismo tiempo que él se desempeñaba como ministro de Economía del gobierno de Alejandro Toledo.

Inmediatamente, el congreso, dominado por los fujimoristas, abrió la instancia de juicio político, que en Perú asume la forma de “vacancia por incapacidad moral”.
Cuando el presidente Kuczynski parecía estar a punto de ser destituido logró forjar un acuerdo espurio que salvó a su gobierno.

Por un lado, pactó con la líder izquierdista Veronika Mendoza para que sus diez diputados se abstuvieran. Para convencer a la dirigente izquierdista le aseguró que, en caso de ser destituido sus dos vicepresidentes, Martín Vizcarra y Mercedes Araoz, renunciarían también. En ese caso la presidencia del Perú quedaría en manos del presidente del Congreso, el fujimorista Luis Galarreta. La posibilidad de un presidente fujimorista venció todos los reparos de Mendoza.

Simultáneamente, acordó con el sector fujimorista disidente liderado por el hijo menor del ex presidente, Kenji Fujimori.

En esta forma la propuesta de destitución que necesitaba 87 votos sólo obtuvo 79 votos afirmativos, 19 votos en contra y 21 abstenciones. Kuczynski se salvó de la destitución por tan sólo ocho votos.

Cuatro días más tarde, cumpliendo con un pacto secreto con Kenji, Pedro Pablo Kuczynski procedió a otorgar un “indulto y derecho de gracia por razones humanitarias” al ex presidente Alberto Fujimori, de 79 años y enfermo de cáncer, preso desde hace doce años, sentenciado a cumplir una condena de 25 años por delitos de lesa humanidad cometidos por grupos paramilitares durante su mandato, entre 1991 y 1992.

Kuczynski defendió su decisión diciendo: “Estoy convencido que, quienes nos sentimos demócratas, no debemos permitir que Alberto Fujimori muera en prisión. La justicia no es venganza.”

Al conocerse la liberación del ex presidente, la sociedad peruana se dividió inmediatamente y quienes se oponían al indulto ganaron las calles para protestar violentamente.

El presidente Kuczynski logró salvar su cargo, pero su posición es sumamente débil. Solo cuenta con el apoyo de 15 legisladores en la bancada oficialista del partido peruanos Por el Kambio, mientras que Fuerza Popular cuenta con 71 legisladores del total de 130 que tiene el Congreso.

Además, aquellos que lo apoyaron considerándolo un freno para el populismo de los fujimoristas hoy se sienten traicionados.

En tanto que su acuerdo con los fujimoristas es sumamente precario. Liberado el ex presidente y patriarca del clan, Pedro Pablo Kuczynski no tiene mucho más que ofrecer en una negociación.

El presidente ganó algo de tiempo y evitó pasar a la historia como un mandatario destituido por corrupto, pero se ha quedado muy solo y desprestigiado. Nadie puede decir cuanto tiempo logrará sobrevivir en la presidencia bajo esas condiciones.



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