jueves, 28 de diciembre de 2017

ARGELIA EN UNA ENCRUJIDA ECONÓMICA




El país más extenso del Magreb enfrenta una brutal pérdida de reservas monetarias como resultado de un gasto militar desbordado y una economía poco diversificada, basada únicamente en exportaciones de hidrocarburos, en una época de bajos precios para el petróleo.

Argelia esta pagando las consecuencias de una combinación de factores negativos que la condena inexorablemente a una explosiva crisis económica y social.

La actual situación se ha estado formando gradualmente en la medida en que su liderazgo envejecía sin abandonar los prejuicios ideológicos de los tiempos de la Guerra Fría. Al mismo tiempo, su economía nada diversificada se concentraba únicamente en la exportación de gas y petróleo, de donde proviene el 95% de las exportaciones argelinas.

Por otra parte, Argelia vive por encima de sus posibilidades, en especial en materia de gasto militar.

El gasto militar argelino es el mayor de África, el tercero entre los países árabes y el número dieciocho del mundo, con casi 11.000 millones dólares, que representa el 6,7% del PBI, en 2016.

El gobierno de Argelia dedicó a la defensa el 14,65% del gasto público total. Además, el pueblo debe soportar la pesada carga de apoyar al separatismo saharaui. Las erogaciones que demanda el sostener la estructura burocrática del Frente Polisario con el costo de solventar a sus milicias y a las actividades de propaganda y el turismo diplomático que hacen los polisarios por los foros internacionales y en diversos países. Además, están los gastos que ocasiona mantener a la población marroquí retenida en los campos del sur del Sáhara argelino.

Para financiar su elevado gasto público, Argelia necesitaría que el precio del barril de petróleo se situara en torno a los ochenta dólares, pero el precio actual del hidrocarburo se encuentra estancado alrededor de los cincuenta dólares.

Por lo tanto, el gobierno del presidente Bouteflika, con un déficit comercial de 17.000 millones de dólares al año esta consumiendo en forma acelerada sus divisas.

Entre finales de 2014 y finales de 2016, Argelia perdió 65.000 millones de dólares de sus reservas que pasaron de 176.000 millones a 114.000 millones de dólares. Actualmente, las divisas que continuaron descendiendo a una tasa anual de entre 20.000 y 25.000 millones de dólares, se sitúan en aproximadamente 94.000 millones.

En los últimos años, el gobierno consumió totalmente los recursos provenientes del Fondo de Control de Ingresos (FRR por sus siglas en inglés), creado en el año 2000 para recaudar el excedente de los ingresos petroleros.

Durante los años de prosperidad, en que el barril de petróleo se mantuvo entre los 120 y 150 dólares, el FRR contaba con grandes reservas de divisas. En 2012, el FRR contaba con 72.000 millones de dólares. Hoy ese dinero se ha agotado.

Para colmo de males, Bouteflika y sus ministros se empeñan en aplicar la misma receta económica que llevó al desastre económico a la Venezuela chavista. Esta consiste en la emisión descontrolada de papel moneda sin respaldo que a su vez provoca altas tasas de inflación. Para combatir el desborde inflacionario el gobierno argelino recurrió a la imposición de precios máximos a los productos de primera necesidad, prohibiciones de importación a productos considerados suntuarios y persecución a los pequeños comerciantes que violan los precios máximos.

Recientemente, el primer ministro Ahmed Ouyahia, dio a conocer una nómina de 851 productos cuya importación quedaba prohibida (entre ellos teléfonos inteligentes, computadoras y otros artefactos electrónicos)

Estas medidas económicas, además de ser ineficaces, terminan fomentando el contrabando, el mercado negro y la economía informal y son sumamente impopulares entre la población.

La única solución posible hoy no esta al alcance de un gobierno dictatorial y opaco ante la opinión pública internacional. Esta consiste simplemente en abrir y diversificar la economía.
Abrir la economía argelina al mundo y atraer inversiones extranjeras es imposible para un país asolado por la corrupción, sin seguridad jurídica y donde la legislación prohíbe a los extranjeros poseer más del 49% de una empresa.

En estas condiciones, aunque 90.000 millones de dólares en reservas pueden ser enviables para otros países del Tercer Mundo, Argelia está transitando la misma senda que antes recorrieron Venezuela y Zimbabue y ya sabemos a dónde conduce ese camino.


Por otra parte, la declinación económica que enfrenta Argelia se ve reflejada en la clara perdida de influencia política del país en el campo internacional. Las recientes cumbres africanas, donde el anciano presidente Abdelaziz Bouteflica estuvo ausente, han sido una clara evidencia de ello, como así también la escasa importancia que el presidente francés Emmanuel Macron dio a su visita a Argelia. 

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