Por Adalberto Agozino
La Iniciativa Atlántica de Marruecos,
lanzada por el Rey Mohammed VI en 2023, ha recibido el amplio apoyo de Alianza
de Estados del Sahel y ha comenzado reconfigurar el panorama geopolítico
africano.
Contenido:
En un continente donde las fronteras terrestres pesan
más que las marítimas y donde las carencias estructurales continúan
condicionando el desarrollo, Marruecos ha decidido tender un puente de
dimensiones históricas entre el Atlántico y el corazón árido del Sahel. Bajo la
iniciativa personal del rey Mohammed VI, el Reino alauí ha lanzado la
denominada Iniciativa Atlántica, un proyecto que trasciende las infraestructuras
para situarse como una apuesta geoestratégica destinada a redibujar las rutas
comerciales, energéticas y diplomáticas del oeste africano.
De las palabras a los hechos
Anunciada oficialmente en noviembre de 2023 y
consolidada con una serie de encuentros diplomáticos en Rabat en abril de 2025,
la Iniciativa Atlántica es fruto de la visión personal del Rey de
Marruecos, Mohammed VI, quien ha reiterado que “los problemas que afrontan
los países africanos del Sahel no se resolverán únicamente con medidas
militares, sino con cooperación y desarrollo compartido”.
A diferencia de otras propuestas que han quedado
atrapadas en los laberintos burocráticos de la Unión Africana o de las grandes
potencias extranjeras, la apuesta de Marruecos se caracteriza por su enfoque
pragmático, su base en la cooperación Sur-Sur y su respeto por la soberanía de
los países socios. La iniciativa propone abrir un corredor comercial que
permita a los países sin litoral de la Alianza de Estados del Sahel —Burkina
Faso, Malí y Níger— un acceso directo al Océano Atlántico a través de infraestructuras
modernas como el megapuerto de Dajla, actualmente en construcción en las
provincias del Sur del Reino.
En palabras del presidente del Instituto Marroquí de
Inteligencia Estratégica, Abdelmalek Alaoui, se trata de “conectar
capacidades de producción aire-tierra-mar”, facilitando no solo la
exportación e importación de bienes, sino también la circulación de personas,
capitales y conocimientos.
El Sahel, un socio estratégico que mira al Atlántico
La acogida de la propuesta no se ha hecho esperar. Los
ministros de Asuntos Exteriores
de los tres países de la Alianza de Estados del
Sahel, D. Karamoko Jean Marie Traore, ministro de Asuntos Exteriores,
Cooperación Regional y Burkineses del Extranjero de Burkina Faso, D. Abdoulaye
Diop, ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación
Internacional de la República de Malí, y D. Bakary Yaou Sangare,
ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación y Nigerinos en el Extranjero del
Gobierno de Transición de la República de Níger,
de visita en Rabat esta semana expresaron su “apoyo total” a la iniciativa, que
consideran una “oportunidad histórica” para diversificar sus rutas
comerciales y fortalecer su autonomía económica. “No se trata solo de un
acceso físico al mar, sino de una transformación profunda de nuestras
economías”, aseguró el ministro burkinés Karamoko Jean Marie Traoré.
Esta alianza emerge, además, en un contexto de
tensiones crecientes con la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África
Occidental), de la que los tres países sahelianos se desvincularon en 2023.
Desde entonces, la creación de la Alianza de Estados del Sahel (AES) y el giro
hacia alianzas alternativas, como la que ofrece Rabat, suponen un giro en el
tablero africano.
El respaldo de estos países no se limita a
declaraciones diplomáticas. Los gobiernos de la AES ya han comenzado a trabajar
en los niveles técnicos y logísticos necesarios para conectar sus territorios
con las rutas que confluirán en el puerto de Dajla. Este puerto, cuya inversión
supera los 12.000 millones de dírhams (unos 1.200 millones de euros), tendrá
una capacidad proyectada de 37 millones de toneladas anuales, convirtiéndose en
un hub logístico de primer nivel para la región.
Integración energética, alimentaria y comercial
La iniciativa marroquí no se limita a lo portuario.
Aglutina una serie de proyectos complementarios que incluyen la interconexión
energética, el desarrollo de redes ferroviarias y carreteras, y programas como
la Triple A (Adaptación de la Agricultura Africana) impulsados por Rabat
para mejorar la seguridad alimentaria y la resiliencia agrícola del
continente.
El proyecto también se inscribe en la estrategia del
gasoducto Nigeria-Marruecos, una obra titánica que pretende conectar a 14
países de la fachada atlántica africana, promoviendo la integración energética
y la seguridad de suministro.
“Lo que Marruecos está proponiendo es una plataforma
regional flexible, moderna y conectada que sitúa a la costa atlántica como un
área clave para la energía, el comercio, la inversión y la seguridad marítima”, subraya la ministra marroquí de Transición
Energética, Leila Benali.
Repercusiones continentales y nuevo liderazgo africano
La Iniciativa Atlántica de Mohammed VI no solo
reconfigura las relaciones de Marruecos con el Sahel, sino que proyecta una
nueva arquitectura de alianzas para todo el continente. Frente a la creciente
presencia de China, Rusia y Turquía en África, Marruecos ofrece un modelo alternativo
basado en la cooperación regional, la estabilidad institucional y una economía
emergente que aspira a ser locomotora continental.
El respaldo de actores internacionales como Estados
Unidos, España y Francia que ven en la iniciativa marroquí una oportunidad para
contrarrestar la influencia de otras potencias en África, podría consolidar aún
más este liderazgo.
Además, la iniciativa se enmarca en la aspiración de
Rabat de convertirse en un socio esencial en la diplomacia africana. Marruecos
no solo busca consolidar su posición en la Unión Africana —a la que regresó en
2017 tras décadas de ausencia— sino también posicionarse como un interlocutor
privilegiado ante la comunidad internacional, especialmente de cara a eventos
como la Copa Mundial de 2030, que coorganizará junto a España y Portugal.
Un proyecto de largo aliento
A diferencia de los megaproyectos que suelen
languidecer en las etapas iniciales, la Iniciativa Atlántica ha
comenzado a materializarse a pasos agigantados. Según fuentes diplomáticas en
Rabat, las primeras fases de conexión terrestre y acuerdos logísticos se
pondrán en marcha en el segundo semestre de 2025, con la expectativa de que el
puerto de Dajla inicie operaciones parciales en 2027.
Para Mohammed VI, esta apuesta no es solo una cuestión
de estrategia, sino de legado. La construcción de una “comunidad
afro-atlántica” —como la denominan en círculos oficiales marroquíes— se
presenta como el proyecto que podría definir su reinado en las próximas
décadas.
El éxito o fracaso de la iniciativa dependerá, no
obstante, de la estabilidad política de los países socios, de la continuidad de
las inversiones y de la capacidad del Reino de Marruecos para mantener un delicado equilibrio
entre cooperación y liderazgo. Por ahora, Rabat parece haber comprendido mejor
que nadie que, en África, las alianzas sólidas se construyen tanto en los
puertos como en las mesas de negociación.
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