En una muestra de previsión
estratégica y liderazgo institucional, Marruecos ha iniciado un ambicioso
programa de infraestructura humanitaria con la construcción de plataformas
regionales de reservas de primera necesidad.
Contenido:
Impulsado
personalmente por Su Majestad el Rey Mohammed VI, el proyecto de construcción
de una plataforma de reservas de primera necesidad constituye una piedra
angular del modelo marroquí de resiliencia ante catástrofes naturales y
emergencias complejas. La ceremonia inaugural de las obras en la región de
Rabat-Salé-Kenitra, celebrada en la comuna de Ameur, marcó el punto de partida
de una iniciativa que busca transformar la capacidad de respuesta del Reino
frente a crisis humanitarias.
Una
visión proactiva ante los desafíos del siglo XXI
La
iniciativa, fruto de las expresas orientaciones del Rey Mohammed VI, pretende
dotar a cada región de Marruecos de una plataforma de abastecimiento inmediato
en situaciones de desastre. Inundaciones, seísmos, deslizamientos de tierra o
incidentes químicos e industriales ya no encontrarán al país desprevenido. “Se
trata de un modelo innovador, coherente con los principios de gobernanza
preventiva y justicia territorial”, señalan fuentes del Ministerio del
Interior.
El
proyecto va más allá del almacenamiento de suministros: establece un sistema
descentralizado y escalable que permitirá una movilización veloz de recursos en
las 12 regiones del Reino. En Rabat-Salé-Kenitra, la futura plataforma ocupará
20 hectáreas y contará con cuatro almacenes de gran capacidad, refugios
logísticos, un helipuerto y estacionamientos, todo con una inversión de 287,5
millones de dírhams (28,75 millones de dólares). La entrega está prevista en un
plazo de doce meses.
La
huella del monarca en la arquitectura del socorro nacional
Mohammed
VI ha sido el principal artífice de esta arquitectura nacional de respuesta. No
se trata simplemente de una decisión técnica o administrativa, sino de una
apuesta política con visión de largo plazo. El Rey, acompañado por el Príncipe
Heredero Moulay El Hassan durante la presentación del proyecto, ha insistido en
un enfoque integral y anticipatorio. Su estrategia busca evitar la
improvisación ante desastres, una lección que Marruecos aprendió con crudeza
tras el terremoto de Al Haouz.
La
planificación contempla una inversión total de 7.000 millones de dírhams, de
los cuales 2.000 millones se destinarán a la construcción de las plataformas y
5.000 millones a la adquisición de productos y equipos. Estas instalaciones
albergarán reservas suficientes para atender hasta tres veces las necesidades
que se presentaron tras el citado seísmo.
Infraestructura
y humanidad: qué contienen las plataformas
Cada
plataforma dispondrá de un amplio espectro de medios destinados a garantizar la
supervivencia y dignidad de las poblaciones afectadas. Entre ellos destacan:
- Alojamiento inmediato: con la
adquisición de 200.000 tiendas de campaña multiusos, colchones, mantas y
camas de campamento.
- Restauración y alimentación: cocinas
móviles, panaderías de campaña y kits alimentarios para familias
damnificadas.
- Agua y electricidad: equipos móviles
de potabilización de agua y generadores eléctricos para garantizar
servicios básicos.
- Salud de emergencia: 12 hospitales de
campaña, módulos quirúrgicos de urgencia y reservas estratégicas de
medicamentos.
- Rescate y salvamento: herramientas
específicas para luchar contra inundaciones, terremotos, derrumbes y
riesgos tecnológicos o químicos.
Además,
todo el sistema estará gestionado por personal capacitado y sujeto a normas
rigurosas, conforme a los estándares internacionales de ayuda humanitaria y
protección civil.
Un
cambio de paradigma
Esta
red de plataformas no sólo responde a la lógica de la emergencia, sino que
configura un ecosistema nacional orientado a la producción local de
equipamientos de socorro. Desde Rabat hasta Laayún, el mapa de Marruecos se
vertebra así en torno a una infraestructura invisible pero vital: la del
cuidado y la protección en los peores momentos.
El
emplazamiento de las plataformas ha sido determinado tras un estudio
pormenorizado de los riesgos regionales y la densidad poblacional. En regiones
como Casablanca-Settat o Marrakech-Safi, con mayores concentraciones humanas y
exposición a peligros sísmicos, se han previsto centros logísticos de mayor
envergadura.
Un
modelo replicable
Expertos
en gestión de catástrofes señalan que la iniciativa marroquí podría convertirse
en un modelo a seguir para otros países del sur global. Al combinar
centralización estratégica con despliegue regional, Marruecos logra un
equilibrio entre eficacia operativa y equidad territorial. “Este programa
refuerza la soberanía humanitaria del país”, afirma un alto funcionario del
gabinete real.
En
una región geopolíticamente volátil, expuesta al cambio climático y con
importantes brechas de infraestructura, el liderazgo del Rey Mohammed VI en
esta materia ofrece una respuesta moderna, estructural y empática. No se trata
sólo de ayudar en la emergencia, sino de preparar al país para afrontarla con
dignidad, eficacia y humanidad.
Esto
marca una gran diferencia con la situación de otros países del Norte de África
Argelia,
por ejemplo, segundo país en tamaño del continente africano, ha sido
históricamente vulnerable a seísmos —como el devastador terremoto de Boumerdès
en 2003— e incendios forestales. Aunque dispone de capacidades logísticas
considerables a través de su ejército y la Protección Civil, su modelo sigue
centrado en la reacción más que en la previsión estructurada.
La
respuesta argelina a catástrofes suele depender de almacenes centrales y
decisiones de emergencia. A diferencia de Marruecos, no existe un programa
nacional de plataformas regionales preposicionadas, lo que puede alargar los
tiempos de respuesta en zonas periféricas como la Cabilia o el Sahara argelino.
Las recientes crisis climáticas han evidenciado lagunas en la gestión
coordinada de recursos y en la descentralización operativa.
Túnez
ha logrado avances institucionales en la gestión del riesgo desde la revolución
de 2011, pero sus capacidades logísticas siguen siendo limitadas. El país
depende en gran medida de la cooperación internacional para la provisión de
equipos de emergencia y asistencia técnica. La Agencia Nacional de Protección
Civil tiene un papel destacado, aunque con escasos recursos frente a eventos
como inundaciones o incendios forestales.
En
comparación con el programa marroquí, Túnez carece de una visión de largo plazo
que integre reservas estratégicas y producción nacional de equipos de rescate.
Las dificultades presupuestarias y la inestabilidad política han frenado
proyectos de gran escala en este ámbito.
Egipto
ha priorizado la modernización de sus infraestructuras críticas desde el
mandato de Abdel Fattah al-Sisi. En el ámbito de la protección civil, cuenta
con capacidades considerables, especialmente en El Cairo y Alejandría. Sin
embargo, el enfoque egipcio tiende a concentrarse en grandes centros urbanos,
dejando vulnerables a regiones como el Sinaí o el Alto Egipto.
El
país ha desarrollado sistemas de alerta temprana, centros de mando unificado y
almacenes militares, pero aún no ha desplegado una red descentralizada de
reservas estratégicas como la que impulsa Marruecos. La centralización de los
recursos puede entorpecer una intervención rápida en zonas alejadas del eje del
Nilo.
Marruecos:
modelo descentralizado, preventivo y escalable
En
este contexto, el programa marroquí sobresale por su visión descentralizada,
anticipatoria y sostenible. No solo abarca todas las regiones del Reino, sino
que incorpora criterios de riesgo, densidad poblacional y proximidad logística.
La inversión en hospitales móviles, generadores eléctricos, unidades
potabilizadoras de agua y cocinas móviles coloca a Marruecos en una posición
avanzada en la gestión humanitaria del siglo XXI.
Además,
el desarrollo de un ecosistema industrial nacional para producir los equipos
necesarios refuerza la autonomía del país y crea capacidades permanentes. Esta
dimensión de soberanía logística y tecnológica es aún incipiente en otros
países vecinos.
Hacia
una arquitectura magrebí de resiliencia climática
Los
desafíos que enfrentan los países del norte de África —cambio climático,
urbanización acelerada, riesgos sísmicos y escasez hídrica— exigen respuestas
innovadoras y cooperativas. El modelo marroquí podría inspirar una agenda
magrebí de resiliencia compartida, donde la experiencia, la tecnología y los
recursos se pongan al servicio de una región más preparada y cohesionada.
Sin
embargo, para que esa cooperación avance, será necesario superar tensiones
diplomáticas crónicas, especialmente entre Marruecos y Argelia. Mientras tanto,
Marruecos consolida su liderazgo en este campo, demostrando que la previsión
también es una forma de soberanía.
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